Lola
Beccaria no le hace justicia la foto que viene en el libro. Gana más al natural.
Nos sentamos en una terraza de Madrid, próxima a la Real Academia y comenzamos a
charlar como si nos conociésemos de toda la vida. Más que preguntas, había
varias cuestiones interesantes en su libro que quería abordar. Así que se las
fui planteando una a una, aprovechando las palabras de la protagonista del
libro."La desnudez da miedo. A mí me lo da. Ahora mismo cuando creía
estar preparada para desprenderme del ropaje que me impide mostrarme como soy,
tiemblo y quiero echarme atrás". La protagonista se desnuda, ¿Lola Beccaria
también lo ha hecho en esta novela?
-Sí, he practicado la desnudez a través de la protagonista. Al dejar que
ella se desnude, yo estoy con ella, a su lado. Soy su cómplice. En cierta forma,
me da envidia porque tiene valentía, se entrega a las cosas y además encuentra a
una persona maravillosa en su camino. De alguna forma, he contado mi fantasía,
un mundo distinto al que vivimos. Me gusta la literatura que ensaya otros mundos
posibles. Se trata de permitir que tus personajes se eleven por encima de los
prejuicios, dejarles que se quiten el lastre, los refajos puritanos... y ver qué
pasa. Cómo reaccionan. De esta forma, yo también aprendo y el lector puede sacar
sus conclusiones.
-¿Cómo has dibujado a esa mujer?
-Detrás de la protagonista hay una mujer que no se siente víctima de nada, y
eso creo que es una de las novedades que aporta esta novela. Es una mujer que
pasa a ser sujeto activo de su propia existencia, de su felicidad. No recurre al
victimismo. Un argumento muy explotado por muchas mujeres, que no hace otra cosa
que mantenernos como sujetos pasivos de la vida y mujeres objeto. La verdadera
liberación de la mujer pasa por dejar de sentirse víctima.
-¿Por qué la protagonista es una mujer dentro del mundo de la política,
Ministra del Interior, para más señas?
-En efecto, no se trata de un hecho fortuito. Me venía bien por varias
cosas. Me servía para mostrar a un personaje con vida pública, más allá de la
vida personal. Donde ambas facetas no tuviesen nada que ver. Vivimos cosas en la
vida privada que ocultamos. Esa chica es ministra y no puede mostrar parte de su
vida porque puede llegar a ser defenestrada. Creo que hoy existen muchos
políticos que en su vida privada creen cosas que no pueden defender en su vida
pública, por eso saltan los escándalos: políticos conservadores de cara a la
galería, que luego por detrás hacen todo lo contrario a lo que se supone son sus
ideales. Me gustó el personaje porque podía mostrar esa doble vida, que no sólo
le puede pasar a un ministro sino a cualquiera de nosotros. Todos tenemos esa
zona oculta que si se llegara a saber nos haría sentirnos inadecuados, cuando en
el fondo se trata de tonterías en sí mismas, pero que la sociedad ha
criminalizado en cierta forma. La felicidad del ser humano pasa por vencer todo
eso, tener la valentía para decidir ser una misma persona. Desnudarse, pase lo
que pase.
Por otro lado, el hecho de que fuese una mujer dedicada a la política, también
me ha servido para señalar la responsabilidad que tienen los políticos de forjar
la felicidad de los ciudadanos. Ellos intentan solucionarnos las cuestiones
económicas, de seguridad, de política social, pero no se plantean que una de las
necesidades mayores del ser humano es la afectividad: ser querido, ser
deseado...
-Y en ese sentido, ¿qué pueden hacer los políticos por nosotros?
-La democracia se nos ha vendido como el menor de los males posibles. Se nos
envía continuamente mensajes para ser buenos ciudadanos, políticamente
correctos, que no fumenos, no protestemos. Pero para ser buen ciudadano, lo
primero que hay que ser es buena persona y eso se forja en la infancia. Los
políticos ponen parches a todo porque trabajan a corto plazo, lo que dura su
mandato. Quieren hacer cosas llamativas para conseguir el voto rápido. Por
ejemplo con el maltrato, la mujer es una víctima, de acuerdo. Pero el hombre es
otra. Por lo general es una persona con una educación, un entorno que ha
generado este tipo de comportamientos. Está inmerso en la cárcel de sí mismo.
Habrá que hacer campañas también para evitar este tipo de comportamientos,
porque si sólo empleamos medidas legales y jurídicas, o aumentamos las penas, el
problema seguirá estando ahí. Es preciso invertir en educación. Hombres y
mujeres somos seres humanos con los mismos problemas en el fondo, que remamos en
el mismo barco hacia un mismo sitio: la isla de una felicidad posible.
-"Desde aquí busco conectar con esa zona oculta que todos llevamos dentro, el
jardín más bello, el auténtico. Hacer una fisura en la coraza de vuestros
corazones y colarme por ella. Invadir esa parte prohibida, olvidada, tapizada,
censurada. Traspasar vuestras barreras y haceros huella en la piel".
Algún crítico ha calificado a tu novela de pornográfica...
-Ese tipo de comentarios son el reflejo de la persona. Dicen cómo vive cada
uno la sexualidad, cómo la tiene entendida. He intentado hacer un canto a la
vida, una novela respetuosa, sensible, limpia, sincera y erótica. Como la vida
misma. Confundir esto con pornografía, es lamentable. Este tipo de corsés en el
que nos meten desde que nacemos, acaba frustrando la felicidad posible. Recojo
una cita al principio del libro de Irene Hayes Fendon que dice: "Coge a un
puritano, sedúcelo y su agradecimiento será infinito una vez convertido a la
alegre causa de los desinhibidos. El mayor entusiasta, el más imaginativo. Sólo
necesita una oportunidad para florecer".
-"Llevamos a rastras, cosido a nuestras carnes, un saco de prejuicios con el
que viajamos a todos lados. En realidad ni nos pertenecen, ni venimos con ellos
de fábrica. Nos los hemos ido comiendo sin sentir, día tras día desde la
infancia".
-Un niño viene de fábrica estupendamente, perfecto. Con toda la curiosidad
puesta a punto, sin complejos, espontáneo, siente la vida como un juego,
optimista... Con el tiempo, todo esto es machacado por el entorno. Eso no se
dice, ahí no se toca, eso no se hace, eso es pecado, caca... Con lo cual, el
niño va perdiendo espontaneidad, creatividad, deja de ver la vida como un juego
y pasa a ser una penosa obligación. Crece y a medida que lo hace, se carga de
complejos. Se les quita lo más hermoso en aras de una correcta "educación", como
si lo que son, fuese una especie de enfermedad que hay que desterrar. Ellos, los
niños son el modelo de lo que debe ser una persona adulta. Cuando uno llega a
ser adulto, tiene problemas y acude a algún libro de esos de autoayuda, o a un
especialista, al final coinciden en señalarle que la solución está en ser
"creativo, lúdico, vivir la vida como un juego, aprender de todo, ser
curioso...". Vamos, volverse niño. Esto yo lo he pensado muchas veces y me
parece muy fuerte. Creo que es una putada. Nos estropeamos de pequeños para
luego fastidiarnos la vida como adultos.
-La protagonista habla de su infancia ausente de caricias, de amor, de
respuestas a múltiples preguntas. Una infancia donde es "educada" para ser una
niña modelo, una mujer políticamente correcta, preparada para triunfar en la
vida. ¡Cuántas mujeres podrían decir lo mismo! ¿No crees?
-Además de filología he estudiado psicología, he leído libros y me ha
interesado mucho la infancia. Un niño que se cría sin caricias, sin afecto, el
día de mañana tendrá carencias enormes, porque todo eso se aprende y se
contagia. Si un pequeño está rodeado de un ambiente de maltrato, aprenderá que
la relación con los demás es a base de gritos, golpes y no de caricias. Y como
además, el afecto es una necesidad del ser humano, pues vivirá con una carencia
que aún sin saberlo, luego se traducirá en una falta de confianza en uno mismo.
Te repito que venimos muy bien preparados de fábrica, lo que ocurre es que
tenemos malos maestros.
-¿Por qué has escrito este libro?
-Para hablar de las necesidades vitales y de los prejuicios, y también de un
camino para sacar adelante nuestros sueños. He intentado acercarme al corazón y
a la mente del lector para conducirle a una reflexión. Para que se haga
preguntas, para que revise sus planteamientos, para que pueda sentirse libre de
plantearse ciertas cosas... Para que se desnude, si quiere. ∆
Libros de la autora: "La debutante", "La luna en Jorge" (finalista del Premio
Nadal 2001)