ice que
le gusta luchar por las cosas, quizá por ello, nada más terminar su carrera se
vincula al movimiento sindical de médicos Internos y Residentes. Fue despedido
del hospital de La Paz por su actividad, hasta que la amnistía del 76 le
permitió reincorporarse a su trabajo. Posteriormente ingresa en CCOO donde
participa activamente, hasta que en el año 2000 es elegido Secretario General.
"Considero que es una suerte que me hayan dado este puesto de trabajo porque no
sólo no he renunciado a ninguna de mis convicciones, sino que puedo
desarrollarlas todas y contribuir a la creación de un futuro que debe ser mejor
que el pasado". Bajo esa apariencia de hombre serio, con voz profunda, se
encuentra un hombre sereno, pero vital y luchador, que se emociona con la
música, una conversación, un buen libro o el último descubrimiento científico.
-Comisiones Obreras es la central sindical mayoritaria. A estas alturas de
sindicalismo, ¿qué diferencia existe entre UGT y CCOO?
-Somos sindicatos con historias diferentes. CCOO nació durante la dictadura,
es más joven. UGT tiene más de cien años y ha pasado por muchos avatares.
Nosotros somos autónomos, que no apolíticos, somos gente de izquierdas que
quiere el progreso, la igualdad, que nacimos luchando por la libertad, vivimos
en la clandestinidad pero no tenemos un partido de referencia. UGT tiene
autonomía pero tiene una identidad o aproximación con el PSOE. Estas diferencias
podrían ser en el aspecto cultural, en cuanto a las reivindicaciones, en lo
sustancial, llevamos quince o veinte años en una práctica unidad de acción. Hubo
momentos donde no coincidimos y esto destaca, pero a la hora de actuar tenemos
unidad de criterios.
-¿Qué papel tienen los sindicatos en este momento?
-Ante todo dejar claro que no somos una alternativa a la oposición
parlamentaria. Nosotros somos una organización independiente que defiende los
derechos de los trabajadores. En este sentido somos críticos con el Gobierno
porque creemos que la política que está llevando a cabo no es la adecuada, se ha
creado empleo pero no se ha creado futuro. Y esto lo decimos así porque estamos
legitimados para ello, entre las dos centrales sindicales representamos el 80%
de las plantillas laborales en las elecciones sindicales, hemos demostrado
nuestra capacidad de movilización y porque lo que pedimos es de interés general.
-¿Es necesaria una huelga para que sean escuchadas las voces de los
trabajadores?
-Una huelga no se convoca para derribar a un gobierno, ni siquiera para
criticarle. Se hace para conseguir un objetivo. A mí no me gusta recurrir al
conflicto para imponer lo que creemos, que no son las razones de un sindicato,
sino las de los ciudadanos. No soy partidario de huelgas generales, prefiero los
acuerdos o debates porque creo que el sindicalismo es diálogo, convenio
colectivo, etc. pero cuando se usurpa a los trabajadores un derecho que antes
tenían, como ocurrió con el Decretazo pues hay que llegar a esos extremos.
Gracias a esa huelga general cada uno de sus puntos ha sido derogado.
-Dentro del sindicato te apodan "El negociador", ¿quiere esto decir poco
combativo?
-No, para nada. Hay que ser más combativo en una mesa de negociación que
cuando se convoca una huelga general, donde mandas a combatir a otros. Cuando te
sientas en una mesa y en diez días tienes que influir en un Proyecto de Ley por
ejemplo, ahí no cuentas más que con tu esfuerzo, tus ideas, tu capacidad de
persuasión y tus razones. ¡Y eso requiere una combatividad del demonio! Prefiero
un buen acuerdo a un pleito brillantísimo. El conflicto se nos impone y el
acuerdo siempre hay que buscarlo. Eso me lo ha enseñado la gente mayor de este
Sindicato. Nunca se debe de ir a una negociación por evitar un conflicto, ahora
bien, nunca firmaré un acuerdo que suponga un recorte de derechos. Soy combativo
y tenaz.
-Lo primero que hiciste cuando fuiste elegido Secretario General fue
prescindir de algún "peso pesado" dentro del Sindicato, cuestión que levantó
mucha polémica. Después de varios años, ¿se llega uno a acostumbrar a todo esto?
-Cuando se entra en una organización como ésta se viene a trabajar, a
defender las decisiones mayoritarias y en ello, todo el mundo tiene el mismo
peso. Quien no esté dispuesto a ello y no respete las decisiones de los demás,
no tiene sitio. Y eso empieza por mí, que no tengo ninguna estrella más que los
demás, pero tengo una prerrogativa que me ha concedido el Congreso y es
organizar el trabajo del Sindicato. Nada de lo que he hecho ha sido a dedo sino
a base de propuestas, eso es la democracia. Siempre he creído que las cosas que
no se hacen entre muchos no tienen fuerza. CCOO es la central sindical
mayoritaria y eso es trabajo en equipo.
-Un equipo del que tú eres la parte más visible...
-Y te puedo decir que lo hago desde la más profunda convicción. Nunca haría
cosas que no me creo. Considero una suerte tener este trabajo porque lucho por
lo que creo. Mi parte consiste en dar la cara por esta institución, pero lo más
importante es el equipo que existe detrás de mí, que sin duda tiene un trabajo
mucho más difícil que el mío. Los mismos delegados/as sindicales tienen una
labor más dura que la mía. Yo puedo pasar en este despacho más horas, viajar
más, me puedo entrevistar con gente aparentemente más importante y pasarme diez
horas en una mesa de negociación... pero más difícil es aguantar las presiones
que ellos sufren. Estoy rodeado de personas que saben mucho más que yo, ellos me
enseñan y sostienen. Cuando asisto a una mesa de negociación no llevo nunca
papeles porque lo llevo muy trabajado: ideas muy claras, datos muy precisos y
eso es mérito de mucha gente muy cualificada de esta casa. Son muy buenos.
-Cambiemos de tema. Los trabajadores españoles continúan manifestando su
malestar por la situación de precariedad laboral que viven. Por otra parte los
hechos demuestran que acaban votando al mismo partido. ¿Qué está pasando?
-Ni todos los éxitos de la política económica se pueden atribuir al
Gobierno, ni todas las desgracias de una sociedad son atribuibles al Gobierno.
En el último período España ha tenido un ciclo de crecimiento por encima de la
media europea. Como consecuencia se creó mucho empleo -400.000 en el último
año-, pero a pesar de ello tenemos una tasa de 31% de temporalidad. Una
temporalidad que en muchos casos se convierte en precariedad, ya que hablamos de
contratos de días. Eso afecta especialmente a jóvenes y mujeres, y esto es muy
grave. A ello debemos de añadir una tasa de paro muy alta, porque aunque se ha
creado empleo, ha crecido aún más la población activa. Un empleo precario que es
inseguro y hace que se eleven las tasas de siniestrabilidad y mortalidad
laboral. Un empleo que es de muy baja productividad, poco sólido porque tenemos
un tejido productivo que está confiado en competir con los bajos costes
laborales, sin haber invertido en otro modelo de competitividad basado en
inversiones públicas y privadas en educación, cualificación a lo largo de toda
la vida, innovación, tecnología, investigación, etc. Nuestra mayor crítica al PP
es que no ha utilizado bien el crecimiento económico. Sí ha creado empleo pero
no ha creado futuro.
-Hablemos de Europa. ¿Qué fuerza pueden tener sesenta millones de
trabajadores de la UE afiliados a sindicatos, dentro de una Europa que parece no
ponerse de acuerdo en el camino a seguir?
-Una de las cosas que puso de manifiesto la guerra de Irak fue la
incapacidad de la UE de actuar en el concierto internacional como una unidad. Y
la gente en la calle como otra fuerza. En Europa existe la Confederación Europea
de Sindicatos y esto significa la representación de más de sesenta millones de
afiliados. Tiene nivel de cohesión. La fuerza que posee ha quedado demostrada
porque hemos participado juntos en actividades, manifestaciones con centenares
de miles de personas. Incluso existe un comité de negociación colectiva europea
para que todos los sindicatos incidamos en los mismos puntos a la vez a la hora
de negociar: empleo estable, seguro y con derechos. Ahora bien, la UE no está en
un momento brillante, tiene dificultades de crecimiento económico y dificultades
de acuerdo para trazar una política común y lanzar ese crecimiento. La solución
a todos estos problemas no está en renacionalizar las políticas -como están
exigiendo- sino todo lo contrario: crear una política común.
-¿Y cuál es vuestra propuesta?
-La fuerza del movimiento sindical europeo -como te decía- se ha demostrado
el pasado año, que fue un período de mucha conflictividad: dos huelgas generales
en Italia, una en Grecia, dos en Portugal y una general en España. Aquí, no sólo
tuvo gran éxito de convocatoria, sino que cumplió su objetivo: la retirada del
Decretazo. Todas estas movilizaciones han tenido un denominador común, intentar
que se instaure en Europa un modelo de aparato productivo que pueda competir con
la calidad de sus productos y de sus bienes y servicios, lo que significa que
todos los gobiernos deberían de incrementar la inversión pública en educación,
cualificación del capital humano, investigación y desarrollo. Esta
reivindicación es universal y necesaria si queremos que Europa vaya al pleno
empleo. La situación real es muy distinta, las instituciones no están
legitimadas, se pierden referéndum de adhesión y no existe un auténtico debate
sobre la Constitución Europea.
-Una Constitución con muchas carencias.
-Sí, hay carencias que pueden llegar a dejar sin contenido práctico partes
enteras del Tratado, como la ausencia de instrumentos para llevar a la UE al
pleno empleo en el 2010 -como se recoge en la Cumbre de Lisboa- a través de la
liberalización de mercados y la búsqueda de una mayor productividad. ∆