Médico,
Master en sexualidad humana y terapeuta sexual y de pareja, Guillermo
González reflexiona sobre la nueva identidad de los hombres y los
conflictos que genera. Bajo su prisma conocemos cómo el sistema
patriarcal imperante se convierte en una cárcel para los hombres, que
hasta ahora eran los beneficiarios.
“Mientras
que los hombres no nos enfrentemos a nuestras propias violencias y a
nuestra forma de ejercerlas, no avanzaremos nada.”
“A los
hombres nos han hecho creer que la vulnerabilidad es peligrosa porque es
fácilmente objeto de daño.”
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Texto:
Marta Iglesias / Foto: Heras
-Se
habla mucho en los medios de violencia de género, pero ¿cree que los hombres
tienen una cuenta pendiente de análisis personal en el tema de la violencia
masculina?
-Yo
creo que hay que hacer una reflexión general en todo el tema de la masculinidad,
y concretamente en el tema de la violencia sin ninguna duda. Creo que mientras
los hombres no nos enfrentemos -cada hombre de forma personal e íntima- a
nuestras propias violencias, a nuestra forma de ejercerlas, no avanzaremos nada.
Mientras consideremos que la violencia es una cosa que está un poco por encima
del hombre, que es algo estructural, social, apoyado en unas características
biológicas, muy difícil vamos a encontrar razones personales que nos lleven a
aceptarlo. No estoy poniendo en duda que existe un carácter estructural de la
violencia, pero deberíamos reflexionar cada uno dentro de nuestra propia forma
de ver la vida para saber por qué nos resulta tan fácil de asumir ese modelo que
nos dan de violencia. La mujer que comparte la vida conmigo es una mujer, no mi
mujer, no es una posesión, y la mujer que comparte la vida conmigo es una mujer
completa, no la mitad de una estructura incompleta.
-¿Qué sutiles
violencias ejercen los hombres sobre las mujeres, que son generalmente aceptadas
por ambos sexos?
-Yo
creo que la violencia masculina ha venido derivándose hacia formas menos
visibles, más sutiles. Se trata de conseguir el dominio de la mujer en general,
de los hijos, de lo que es el patrimonio familiar de una forma estratégica, que
resulte más funcional y que sea fácilmente aceptada porque si no chocaría. Son
pequeñas prácticas diarias que convierten al final el tiempo masculino en mucho
más importante que el femenino, con lo cual hay que priorizar todo lo que tiene
que ver con el tiempo del hombre sobre el de la mujer.
-La familia,
tal y como se concibe socialmente, ¿está pensada para ser un círculo de dominio?
-Sí, yo creo que la familia tal y como la entendemos, la familia nuclear clásica
es un banco de pruebas de ese juego de dominio. Es decir, el hombre se mantiene
siempre como una especie de elemento lejano que es el que pone la disciplina,
por eso entre otras cosas no entra en el juego de la afectividad, porque en las
distancias cortas es cuando a uno se le ve directamente cómo es.
-¿De dónde
proviene la violencia que forma parte de muchos hombres?
-Yo
creo que si uno repasa un poco toda la socialización desde que nace, la
agresividad masculina y la violencia como un grado ya supremo de ésta, casi se
ha considerado una cosa innata en el sexo masculino. Desde las primeras imágenes
que recordamos sabemos que resulta eficaz una defensa del patrimonio masculino y
defendemos lo que consideramos que es nuestro. La violencia hacia la mujer
proviene de la necesidad de dominio del hombre sobre la mujer, basándose en la
creencia de que hay una diferencia jerárquica de sexos. El hombre se considera
superior a la mujer y debe "corregir" sus defectos y errores de forma un tanto
drástica y sin duda ninguna. Yo creo que en algunos casos el hombre se ve
obligado en el resto de su vida laboral, institucional y demás a la sumisión,
pero piensa que siempre le quedará su mujer a la que podrá mandar y dominar.
-Se saben los
efectos negativos que el sistema patriarcal tiene sobre las mujeres, ¿pero qué
consecuencias negativas tiene sobre los hombres?
-Nadie duda de que el sistema tiene enormes ventajas, colocando al hombre en una
situación superior, pero es paradójico que acarree perjuicios para los propios
hombres. El modelo masculino es tremendamente exigente y los hombres siempre
vivimos una sensación de no llegar a cumplirlo. Y luego, uno de los elementos
que a mí más me llama la atención es el aislamiento, es decir, la sensación de
que yo nunca voy a poder comunicarme de una forma abierta y sincera con otros
hombres, no le puedo contar a otro hombre mis temores, mis dudas, mis celos, mis
inseguridades, porque el otro hombre enseguida me va a ver sospechoso de una
cierta afectación. Y además está la competitividad, uno tiene la sensación de
que siempre está compitiendo por ser el mejor en algo, el más poderoso, el que
más dinero gana, el que más liga... En una palabra, siempre estás amenazado por
no estar a la altura.
-Por tanto
este sistema lo que hace es dividirlo todo: separa hombres de mujeres, los
hombres entre sí...
-Yo
creo que ése es el mayor éxito del sistema patriarcal, del sistema machista, el
habernos dejado aislados cada uno en nuestro mundo. Si te das cuenta, a nosotros
no nos dejan abrazarnos más que en situaciones muy heroicas, si pierdes un
familiar cercano o si mete un gol tu equipo. Pero por lo demás, de intimidad con
el hombre lo menos posible.
-¿Por qué
tantos hombres identifican su identidad con rendir sexualmente? ¿El macho
considera el sexo como dominio suyo?
-Yo
creo que sí, aunque sobre esto no tengo un argumento muy sólido, porque todas
estas cosas que te digo son un poco intuitivas y las rescato de lo que he visto
de la gente que me rodea. En este caso creo que el rendimiento sexual es una
carga relativamente reciente, que se incorpora al modelo masculino casi con el
descubrimiento del placer femenino. Descubrimos que la mujer es capaz de tener
placer, incluso que tiene una capacidad de placer mayor que la nuestra, y desde
este hallazgo el hombre decide que una de sus identidades va a ser convertirse
en el proveedor único y el mejor del placer femenino. Y de nuevo pues otra vez
entramos en la espiral de angustia. El macho considera el sexo y la relación
genital como algo que se hace a alguien, no es algo que se comparte sino que yo
hago algo por la mujer, la acaricio con habilidad para que ella obtenga su
gratificación, es como si fuera una cadena de montaje.
-¿Qué cárcel y
qué liberación encierra el sexo para los hombres?
-En
cárcel se convierte cuando asumes el modelo patriarcal y siempre vas a saber que
estás observado por tus compañeros, con dudas de si realmente estás cumpliendo.
Y es liberación porque permite afectividad. Es un momento de entrega, que a su
vez también se convierte en una cárcel cuando pensamos 'qué vulnerable me he
mostrado ante esta mujer, en cualquier momento me va a dejar y me va a hacer un
daño tremendo, no puedo mostrarme tan débil'. Es un momento en el que uno se
acerca a esa sensación de vida y muerte, de placer, uno se deja llevar por lo
que le sale , pero a la vez eso le da miedo porque la mujer con la que está
compartiendo esa relación, es cuando le ve más cercano, tal cual es.
-¿Por qué
crees que el hombre tiene ese temor a mostrarse como es? ¿Por qué rechaza la
vulnerabilidad?
-A
los hombres nos han hecho creer que la vulnerabilidad es peligrosa porque es
fácilmente objeto de daño. La tolerancia del hombre al dolor físico, pero
también sentimental, es mucho menor que la de la mujer. No aguanta el dolor, no
aguanta la soledad. Los hombres cuando deciden romper una pareja es porque ya
van a tener otra pareja. Pero incluso en este caso yo tengo mis dudas, el hombre
cuando aparece vulnerable tampoco tiene una garantía de cómo va a ser recibido
por la mujer. Porque, ¿cómo os gustan los hombres? Siempre decís que os gustan
tiernos, cariñosos, ver esa vulnerabilidad, pero luego siempre aludís a hombres
muy masculinos, muy viriles, muy fuertes, un George Clooney, un Richard Gere.
Con lo cual el hombre está un poco en esa duda, ¿si me muestro blando, voy a ser
aceptado?
-¿Por qué el
sistema patriarcal sólo reconoce las relaciones heterosexuales y desecha, ignora
o ridiculiza el resto?
-El
sistema patriarcal no ha conseguido una separación drástica de la sexualidad:
por un lado la erótica y por otro el potencial de reproducirse. Entonces
realmente para el sistema patriarcal el comportamiento de un hombre debe
identificarse como tal, que le gusten las mujeres y que dentro de sus relaciones
una de las posibilidades sea la fecundación. Para el sistema patriarcal la norma
es la heterosexualidad con potencialidad de reproducción.
-Si hay tantas
desventajas para hombres y mujeres, ¿por qué se sigue alimentando y aceptando un
sistema patriarcal?
-Lo
que yo digo sólo lo compartimos un cierto grupo de hombres. El sistema
patriarcal tiene desventajas para nosotros, pero en general es un sistema en el
que el hombre sale tremendamente beneficiado, pero perdiendo muchas cosas que
pueden ser importantes. Lo que sí creo es que es más fácil alcanzar la felicidad
desde un sistema igualitario. Yo, por ejemplo, como hombre prefiero
reconciliarme con mis auténticas capacidades y mis auténticas cualidades. No
pretendo aparentar, no pretendo ser más listo que nadie, ya sé hace tiempo que
hay más guapos, más listos y más fuertes.
-¿Deberían las
mujeres dejar de señalar a los hombres como sus verdugos y cogernos de las manos
para romper este sistema que a ambos nos perjudica?
-No creo que sea tan fácil como cogerse de la mano. Yo creo que las mujeres
deberíais seguir señalando a los auténticos verdugos, y nosotros deberíamos
hacer nuestra reflexión muy honesta, muy sincera, ver que realmente hemos
disfrutado de unos beneficios que no merecemos. Y luego debemos compartir con
vosotras a dónde hemos llegado. Pero hay que seguir señalando a los verdugos
porque somos muchos los varones potencialmente agresores, aunque por suerte son
una minoría los que acaban agrediendo. Y no hay que escudarse en una
responsabilidad social, porque realmente la última decisión de ser así la toman
ellos, por supuesto con nuestra complicidad general. ∆ |