gnacio Ramonet ha sido uno de los ponentes
del Primer Seminario Internacional por la Humanidad y Contra el Imperialismo que
se ha celebrado recientemente en Oviedo. Con este semiólogo y entendido sobre
geopolítica y estrategia internacional hemos hablado sobre diferentes
acontecimientos que han ocurrido en los últimos meses en nuestro país. Como
periodista ha tenido la oportunidad de ser testigo de la revuelta zapatista de
Chiapas (México) o del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Fundador de la
organización no gubernamental ATTAC (Asociación para las transacciones
financieras para ayuda de los ciudadanos) y fundador de la Organización no
gubernamental Media Watch Global (Observatorio internacional de los medios),
entre otros.
-¿Cuál es su impresión sobre el cambio político que se está viviendo en
España?
-Creo que algo que ha preocupado muchísimo a los ciudadanos es la
cuestión de la guerra de Irak. Sobre ese aspecto, evidentemente, hay una
adecuación entre la política del gobierno y lo que desea la mayoría de los
ciudadanos, no sólo los electores socialistas, porque los sondeos indicaban que
en España el 90% de la población era hostil a la intervención militar y al envío
de tropas de ocupación.
Sobre otros aspectos, no sabemos muy bien. qué decir. No hay que olvidar que
este gobierno ha sido elegido en parte -es mi opinión- bajo el golpe de emoción
del atentado, y que mucha gente se ha decidido en función del comportamiento
criticable del PP por intentar mentir, y ha votado más bien contra el PP que a
favor de un programa del PSOE, que ignoraba. Por otra parte, la política
económica de este gobierno probablemente no va a ser muy diferente, en el fondo,
de la política económica precedente.
En este momento estamos en lo que se llama el "estado de gracia" por el que pasa
cualquier gobierno que llega, sobre todo en esta circunstancia; ya veremos lo
que eso da de sí. Pero globalmente, en el ámbito internacional, hay una acogida
muy positiva a este Gobierno. No hablo evidentemente de los medios de
comunicación norteamericanos, que esencialmente han sido muy críticos con la
decisión de retirar las tropas, hasta medios digamos relativamente serios, como
el The Wall Street Journal, The New York Times, Washington Post, etc, que han
criticado la decisión y sobre todo la rapidez con que se tomó, pero en muchos
lugares, la prensa internacional ha valorado esta decisión como muy positiva.
-Hoy día los medios de comunicación están jugando un papel importantísimo en
nuestra sociedad, pero ¿estamos capacitados para asimilar tanto volumen de
información?
-No, no estamos capacitados. Para dar una idea de ello, se calcula que
un ejemplar de fin de semana del New York Times contiene tanta información como
la que podía adquirir en toda su vida Cervantes o Shakespeare. Por consiguiente,
evidentemente no hay posibilidad de procesar la cantidad de información que hoy
nos llega. Hoy la oferta de información nos inunda y nos asfixia sin que seamos
capaces de procesarla, organizarla, ordenarla en definitiva. Informarse se ha
transformado en una actividad extremadamente compleja.
-Muchos movimientos populares que están surgiendo en el mundo van más allá de
los partidos, sean del signo que sean. ¿Estamos asistiendo a la creación de
nuevas alternativas para resolver los grandes problemas de esta sociedad cada
vez más globalizada?
-Hoy día mucha gente es consciente de que algo no funciona en el seno de la
democracia, de que finalmente grandes decisiones importantes, de tipo económico,
financiero, ya no se toman en el perímetro de la democracia, sino en otro lugar.
Por consiguiente el perímetro de la democracia, sin que nos hayamos dado cuenta,
se ha restringido. Por otra parte, hemos visto que ha habido una serie de
fenómenos que han mostrado que la sociedad está dispuesta a activarse. Como
embrión de una opinión pública internacional, aparece el Foro Social Mundial que
es una manera de comenzar la humanidad, digamos, a organizarse fuera de los
gobiernos, fuera de los partidos, fuera de los estados. Un ejemplo es lo que
ocurrió el 15 de febrero del año pasado, cuando veinte millones de personas se
manifestaron en todo el mundo. Es la primera vez que hay una manifestación
global. Empieza a haber una opinión pública mundial, que además, trata de
liberarse de la influencia de los formadores de opinión pública tradicionales
que son los medios de comunicación.
-¿La tendencia es entonces a hacer política sin partidos...?
-Sí, hay algo de eso. En nuestras sociedades vemos como las
asociaciones, por ejemplo, tienen mucha más actividad que los partidos, están
más presentes en muchos sectores de la sociedad donde los partidos no llegan, o
no nos interesan o ya no van. Lo que pasa es que no sabemos muy bien cómo hacer
política sin partidos y sin estados. Si supiéramos cómo hacer políticas sin
partidos, probablemente ya habríamos cambiado muchas cosas. De momento el
activismo social tiene un límite, porque no se traduce en términos de decisiones
de poder ni de nueva legalidad. La nueva legalidad sólo la puede hacer el
Parlamento, la Asamblea, las Cortes, y para estar en las Cortes hay que ser
elegido, y para ser elegido hay que estar en un partido. Tienes que entrar
entonces por el canal tradicional, que no funciona. Este tipo de contradicción
es un problema del que hoy día somos bien conscientes, pero que por otra parte
indica bien, que hay ahora fuerzas sociales, movimientos sociales que están
dinamizando el quehacer político.
-¿Existe un control del pensamiento en los medios de comunicación?
-Sobre lo del control del pensamiento, no creo que haya una especie de
comité político o buró político en algún lugar, que esté diciendo 'esto es lo
que vamos a difundir para convencerlos y engañarlos', porque evidentemente la
pluralidad de la que hablábamos antes de los medios es tal, que es imposible
organizar una orquesta sinfónica con todos ellos. Si quieres, cuando analizas
muy en detalle las transformaciones tecnológicas y económicas, te das cuenta de
que eso ha producido una transformación retórica, es decir, un discurso nuevo.
Por ejemplo, la mayoría de los grandes medios de comunicación dominantes a
través del mundo defienden una concepción que es favorable a la globalización.
Ellos dicen que la globalización es buena, cuando nosotros en nuestra vida
cotidiana hablamos de la humanidad a escala del planeta y nos damos cuenta de
que no es tan buena, o que por lo menos no es buena para todos, y que hay una
mayoría de gente que sufre. Los medios están funcionando de tal manera que hoy
día ya no son un corrector de los poderes, no son un moderador de los poderes;
hoy día están funcionando como un poder suplementario. Y están funcionando
además, como la argamasa del poder dominante. Hoy el poder dominante es el poder
económico y el cemento de ese poder económico es el poder mediático. Esos son
los dos poderes que dominan hoy día. El poder político viene mucho por detrás.
Hoy día cualquier medio maltrata al poder político y éste no puede hacer nada,
porque si hiciera algo se le acusaría de querer limitar la libertad de
expresión, un crimen que no se tolera en nuestras sociedades democráticas.
Precisamente ésa es la demostración de que el poder mediático está muy por
encima del poder político. Cualquier medio hoy día lanza escándalos, derriba
presidentes, ministros... Muy bien por una parte, pero evidentemente no se hace
lo mismo con el poder económico. Por ejemplo, nadie ataca al Fondo Monetario
Internacional, al Banco Mundial que son los que tienen el verdadero poder.
-¿No es posible armonizar los intereses de la ciudadanía y el de los medios?
-Teóricamente los medios se crean en las democracias y éstas a
principios del siglo XX se cuentan con los dedos de una mano. En los demás
países, evidentemente los medios son la expresión del poder, que ejerce con
autoridad y sin legitimidad democrática su autoridad. En cambio en las
democracias los medios surgen y se desarrollan como corrector de las
imperfecciones que pueden cometer los poderes tradicionales. Por ejemplo, si un
tribunal condena a un inocente ¿quién lo va a defender? Los medios. Son la voz
de los sin voz. Si se hace una ley que perjudica a una minoría que no tiene la
posibilidad política de defenderse ¿quién va a defender a esa minoría? Los
medios. Ese es el cuarto poder, es un contrapoder. Eso es lo que se ha terminado
hoy día. Los medios ya no tienen ese proyecto. Ya nadie persigue a los negros.
En todo caso en las democracias, hoy día se combate el antisemitismo, y muy
justamente, pero los medios no ven que las luchas actuales son éstas, que es el
superpoder de los medios, y no estamos hablando de medios como los nuestros,
sino de grandes grupos mediáticos a escala planetaria, que tienen la posibilidad
de aplastar a la gente y no dar la posibilidad de defenderse.
-Has hablado en ocasiones de la creación de un quinto poder, en el que el
ciudadano juega un papel importante.
-Antes había tres poderes que eran legítimos, pero que podían cometer
errores. Para corregir esos errores se crea el cuarto poder, la prensa. Hoy los
medios forman parte, junto con los otros tres poderes, de los poderes que nos
oprimen. Hay que crear un contrapoder. Ese quinto poder es el observatorio de
los medios, es la crítica de los medios. Por un lado, en la mayoría de los
países desarrollados y democráticos se están creando decenas de asociaciones de
críticas de los medios, y por otra parte, observamos que la credibilidad de los
medios dominantes está bajando y la credibilidad de los medios alternativos está
subiendo, lo cual nos indica que precisamente es el momento de crear este quinto
poder. Un poder que sería el contrapoder del poder mediático.
-Se dice que hay un antes y un después de los atentados del 11S, pero ¿cuál
es la auténtica dimensión de la lucha que se libra contra el Nuevo Orden Mundial
que lidera EEUU?
-Lo del 11 de septiembre ha permitido la aceleración de la construcción
de un estado de control social, de un estado en el que en nombre de la seguridad
se puede vigilar a cualquier ciudadano, partiendo del principio de que no hay
inocentes en la sociedad a menos que demuestren que lo son. Todo el mundo es
sospechoso, porque todo el mundo puede ser terrorista, en la medida en que el
terrorista es un ser invisible o un ser clónico que se parece a los demás pero
que contiene una peligrosidad extraordinaria. ¿En qué tipo de sociedad estamos
cuando en una democracia el corazón del sistema lo ocupa la policía o el sistema
judiciario o el sistema penal? En el corazón de una democracia tiene que estar
el Parlamento y el debate político.
-El año pasado cerraron el periódico de Egunkaria, que fue un golpe político
directo a los medios ¿Qué opinas sobre esta situación?
-El tema vasco ha creado en España en particular, una situación
mediática en el que ante el temor de dar información que pueda indirectamente
servir al terrorismo, hay una autocrítica muy importante. La cuestión vasca ha
creado una atmósfera en la que no se aborda la cuestión vasca en general con
toda la libertad con la que habría que hacerlo, y en particular, en el caso de
Egunkaria por ejemplo, se vio que en un país democrático como España se puede
cerrar un periódico, se puede arrestar a sus principales directores con
acusaciones relativamente poco fundadas y sin que eso suscite un escándalo
nacional, y eso es una cosa preocupante porque además, se le dio más importancia
en el exterior que en el interior.
-El 11 de marzo, aunque los medios ya sabían desde las once de la mañana Al
Qaeda podía ser autora del atentado, no se dijo hasta más tarde. ¿Cual es tu
análisis lo que ocurrió?
-No siempre ante una declaración, o una afirmación, o una versión de un
acontecimiento, se puede técnicamente demostrar de manera tan perfecta que es
ésto y no aquello. El plan Ibarretxe ¿es bueno o malo? No es tan fácil decirlo,
pero algunos medios sí han dicho que es malo, sin embargo no hay una
demostración, hay que meterse en él, leerlo, estudiarlo. No siempre vas a tener
un elemento técnico que te va a permitir decir sí, el atentado del 11-M no es
ETA es Al Qaeda. Y no siempre se puede demostrar técnicamente que una afirmación
que nos hacen es falsa, aunque sospechemos que pueda ser falsa.
El 11-M es una situación muy particular, en la medida en que se podía tener la
demostración técnica, y muy pronto, de quién era el autor de los atentados. ∆