-El pasado año los actores nos movilizamos como respuesta a la postura
del gobierno ante la guerra de Irak. Por ello fuimos muy criticados y se
nos dijo que dejásemos de manifestarnos y que hiciéramos lo que teníamos
que hacer: actuar. Les cogí por la palabra y actué. Creé un espectáculo
llamado "No tengo palabras", basado en un monólogo teatral. El
protagonista se había quedado sin voz después de haber hecho muchos
minutos de silencio ante tantas injusticias en el mundo. Luego recupera
el habla escuchando a Aznar hablar en tejano y el personaje se adentra
en el universo aznarés. Esos monólogos tuvieron mucho éxito, hubo
reseñas en los periódicos, lo vio la editorial y me invitó a recoger
todo aquello en un libro.
-¿Cómo se podría definir el "aznarés"?
-Es un instrumento básico para ahondar en el léxico del PP. Se trata
de que nos enteremos de una vez por todas de que el Prestige no ocasionó
una marea negra, sino "hilillos de plastilina"; que el imperialismo es
una palabra antigua, porque ahora se habla de globalización neoliberal;
o que el decretazo es un "gran decreto que mola mazo". Pero el
diccionario también te ayuda a entender que la guerra es paz, la
ocupación de Irak una liberación y la invasión colonial -con pozos de
petróleo incendiados- es la imagen de la independencia de un pueblo,
donde los miles de muertos son "daños colaterales".
-¿Tienen algún impacto en los ciudadanos estas
expresiones?
-El otro día leí un chiste de El Roto que decía: "Hemos privatizado
los diccionarios. A partir de ahora las palabras significarán lo que
quieran sus dueños". Conclusión: Desde el poder se manipula el lenguaje
y la opinión pública queda poseída por significados que nada tienen que
ver con la acepción de las palabras, pero que a base de ser utilizadas e
interpretadas cobran el sentido que quiere el poder. Esta es una
maniobra consubstancial a todos los que tienen el poder en un momento
determinado. Ahora están los del PP y yo lo saco a relucir en clave de
humor.
"El estilo y la forma de este lenguaje transmite arrogancia,
soberbia, gringofilia. Todo ello reunido te invita a pensar que
nos encontramos ante una clara regresión" |
-Tú que has analizado detenidamente este lenguaje,
¿crees que se trata de algo estudiado por los usuarios para salir
airosos en situaciones comprometidas, o es que en el fondo piensan así?
-Depende, porque dentro de la colección de perlas, hay diferentes
tipos. Están los lapsus como el famoso de Ana Palacio de "como estaba
cansada, me atasqué" (después de una gloriosa intervención en la ONU).
Pero luego hay otras expresiones que revelan el subconsciente que hay
detrás, como aquella de Ana Botella cuando dijo que: "La Cenicienta es
un ejemplo para nuestra vida por los valores que representa. Recibe
malos tratos sin rechistar y busca consuelo en el recuerdo de su madre".
O cuando en pleno fragor bélico Ana Palacio nos dice: "En el desarrollo
de la guerra contra Irak hay algunos indicadores que son relevantes...
las bolsas han subido y el petróleo ha bajado. Ya los ciudadanos pagan
unos céntimos menos por la gasolina y gasóleo". O cuando a Trillo se le
pregunta si han repostado los aviones norteamericanos en suelo español y
en plan chusco contesta que "se puede haber efectuado el repostaje en
vuelo y se puede no haber efectuado". Para aclarar las dudas. Claro,
todo esto lo pones junto y te das cuenta del perfil de estas personas.
-¿A qué te refieres cuando hablas de utilizar la
negación como forma de expresión?
-Pues que la negación se ha convertido en una constante en los
discursos de la era Aznar. "NO hay huelga general", nos comentaba en su
día Pío Cabanillas. "NO hay marea negra", porque NO. "Los dirigentes
sindicales NO deben seguir amenazando a la sociedad española". "Los
trabajadores NO deben mantener a los que NO quieren trabajar". Todas
estas expresiones están inspiradas directamente en el manual de la Casa
Blanca. Yo en el libro lo denomino bushtantivos. Hay cosas que he
recopilado en el libro que puestas en boca de un actor sin duda
parecerían muy forzadas. Lo increíble es que sus protagonistas lo han
dicho así, tal cual.
-¿También recoges en el libro "bushtantivos"?
-Es la mejor manera de apreciar la brillantez de nuestro referente
mundial. Primero Bush asegura que "sólo hay una razón para que esté en
el Despacho Oval: he encontrado la fe, he encontrado a Dios". A partir
de ahí queda justificado que "la guerra contra el terrorismo mundial no
ha hecho más que empezar" y que el "sonido de las armas es el sonido de
la libertad". ¿Que alguien le habla de ilegitimidad? "Ilegitimidad es
algo que deberíamos hablar en términos de no tenerla". Dicho esto, no me
extraña que el propio presidente norteamericano asegure que "hablar en
público es muy fácil".
-¿Cómo puede ser compatible con una democracia el hecho
de que sus gobernantes se consideren poseedores de la verdad y desde ahí
se dirijan a los demás?
-Debe ser algo normal en la mayoría de los gobernantes. Y al Partido
Popular parece haberle ido muy bien con ello ya que no ha pagado en las
urnas un año rocambolesco: Prestige, Perejil, guerra, banderazo, boda,
etc.
-¡Mirusté, mirusté...!, repites a lo largo del libro.
¿Qué encierra esta expresión?
-Pues una muletilla recurrente que en su día también utilizaron los
socialistas y que viene a ser algo así como una orden imperativa de
silencio que anuncia una revelación de vacuo contenido. Es decir, me
apoyo en esto para ganar tiempo y pensar qué voy a decir ahora.
-He leído en algún sitio que el nombre de Aznar suena
como uno de los posibles sucesores de Kofi Annan. ¿Qué opinas tú?
-Yo ya no digo nada. Después de escribir un libro así, creo que nada
me puede sorprender ya.
-¿Qué impresión te produjo ver todo este material
reunido en papel?
-Al margen de algunos tic recurrentes, el estilo y la forma de este
lenguaje transmite arrogancia, soberbia, gringofilia, dirigida a
penalizar la disidencia, a criminalizarla. Todo ello reunido te invita a
pensar que en ciertas cosas, nos encontramos ante una clara regresión.
En mi caso, recurro al humor para mostrar una potente carga de reflexión
en todo lo que está ocurriendo. ∆