ENERO 2004
AL GOBIERNO LE CRECEN LOS ENANOS
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Nuestra gloriosa democracia va a sufrir el primer examen serio de su
corta historia, examen del que tiene que salir con la mayoría de
edad. |
Si Aznar y su séquito andaban calientes
con lo del Ibarretxe, ahora aparece en escena el Maragall dispuesto a
tocarles los "constitucionales" con más de lo mismo, o sea, nacionalismo,
revisión de la Constitución, derechos y libertades.
Y todo ello se cocina en un momento en el que Aznar prepara sus maletas para
hacer mutis y deja el barco en manos de Rajoy, y digo el barco por no decir
la patera, porque esto empieza a hacer agua por todas partes, algo que
invita a pensar, maliciosamente, si Aznar no jugó muy bien sus fichas,
sacando tajada política de los pactos con CiU e intuyendo que cuando Jordi
Puyol se retirara de escena se le acabaría el chollo, dejando en manos de
sus fieles seguidores la responsabilidad de mantener la unidad patria y
vivir para contarlo.
Con todo, es evidente que algo se mueve en este país, y aunque las encuestas
dan lo de siempre, o sea, mayoría del PP, parece como si eso fuera lo de
menos ante el panorama que está tomando forma con lo del País Vasco y
Cataluña.
Todo tiende a pensar que nuestra gloriosa democracia va a sufrir el primer
examen serio de su corta historia, examen del que tiene que salir con la
mayoría de edad, porque de no ser así nos podemos encontrar con una
situación extremadamente conflictiva por lo que plantean vascos y catalanes.
Pero existe un serio problema que, en principio, es evidente que producirá
choques, y es la actitud del PP y del Gobierno, actitud que les coloca en
abanderados de la Constitución, del patriotismo, de la España una, grande y
libre, conceptos que no sólo están trasnochados, sino que además nunca
dijeron nada a vascos y a catalanes, y de paso a otros muchos españoles.
Esa postura de "cerrar filas" del gobierno, esa negativa a abrir la mente a
posibilidades diferentes que respeten la pluralidad de los pueblos de España
y sus derechos, va a traer graves problemas a nuestro país, porque el
Gobierno va a apoyarse en unos principios constitucionales y, por tanto,
jurídicos, que no son intocables, y que, como estamos comprobando en el País
Vasco, son relativos a la hora de su aplicación.
Todo ello nos va a conducir a un serio planteamiento sobre la posibilidad de
revisar la Constitución y adaptarla a las realidades del siglo XXI, cosa que
a nadie debería extrañar y que entra de lleno dentro de los derechos de
todos los españoles.
Si el pueblo español fue quien aprobó la Constitución en su día, también
puede ahora, mediante referéndum, decir si se debe o no revisar la
Constitución.
Lo que no es de recibo es que ese derecho de todos quede reducido a la
opinión de unos pocos, porque a mí nadie me preguntó. ¿Y a usted...?
Además, son muchas las voces que suenan ya en esa dirección, hasta la de
Fraga, que ya es decir.
Lo que es evidente es que el curso de los acontecimientos nos indican el
futuro que se cuece, o sea, que algo hay que cambiar en la mentalidad de
este país para no perdernos en trifulcas internas en un momento en que
bastante hay con mantener el tipo y saber dónde situarse en el escenario
mundial.
Aznar, inteligentemente, se retira a recoger los frutos de su amistad con el
tejano Bush.
Rajoy intenta poner cara de estadista y sacar pecho ante lo que se le viene
encima.
Vascos y catalanes declaran sus intenciones y lanzan el reto.
Mientras, otros observan esperando su momento histórico.
¿Estarán empezando a romperse los nudos que hizo Franco cuando dejó todo
"atado y bien atado".
Me temo que sí. O, mejor dicho, celebro que así sea.
Pasado y futuro no pueden convivir en un mismo espacio./
MC |