Recientemente se ha celebrado la VI cumbre bilateral entre España y
Marruecos, con el deseo común por parte de ambos países de poner en práctica
los acuerdos que tenían suscritos y a la vez normalizar las relaciones tan,
deterioradas, entre ambos países. Sobre este cambio en el talante que
mantenía el gobierno de Aznar, hemos preguntado a Susana López, responsable
de Política Social y Migraciones de IU.
-En esta VI reunión de alto nivel ¿por qué España ha hecho tantas
concesiones a Marruecos?
-Por parte del Gobierno de España lo que hay detrás es, por un lado, un
esfuerzo por no perder protagonismo en las negociaciones que hay
paralelamente entre la Unión Europea y Marruecos. Ahí está la competencia
con Francia y otros países grandes. Por lo visto el Gobierno de aquí ha
decidido mantener con ellos un permanente pulso y enfrentamiento. En segundo
lugar está el problema de la inmigración. Es un tema ya bastante antiguo,
pretender que Marruecos se convierta en el gendarme de la frontera sur
europea, que sea el tapón para la diáspora de Africa hacia Europa.
Por parte del gobierno marroquí lo que está detrás es el conflicto del
Sáhara, un conflicto políticamente muy importante para ellos. Está también
la legitimación del régimen porque son conscientes del papel que quiere de
ellos la UE, España, etc. Es tradicional que Marruecos haga valer también
cuestiones como el problema de la pesca, los productos agrícolas y demás, ya
que había una serie de contenciosos abiertos que hacían insostenible esa
posición. Las relaciones de España y Marruecos, dándose la espalda uno al
otro, parecía la relación de dos niños cabreados.
-¿Y qué va a pasar con el contencioso del Sáhara Occidental, donde al
parecer se ha encontrado petróleo?
-Desde España el tema del Sáhara ha sido, en cierta manera, una
moneda de cambio en las relaciones internacionales. Es decir, lo mismo se
les deja tirados, que en un momento determinado se les retiran
restricciones. En eso, soy absolutamente incrédula. No me creo que haya
algún tipo de búsqueda de la justicia hacia el pueblo saharaui. Hay un juego
de intereses, y en este momento al gobierno de Aznar lo que le interesa es
mantener unas posiciones que a su vez le vuelven a diferenciar de Francia o
de otros países de la UE, que están compitiendo por el protagonismo. Esto le
permite incluso, tener algún tipo de coincidencia con la opinión pública y
mantiene un cierto apoyo a las posiciones saharauis.
-¿Podría traducirse que los 390 millones de euros en acuerdos financieros
que le ha concedido España a Marruecos es una inversión a cuenta de los
futuros negocios sobre las riquezas que encierra el Sáhara?
-Este tipo de inversiones creo que casi nunca se hacen de cara al
futuro, sino para el presente. Esto supone un negocio para empresas
españolas. En este momento, todas las ayudas a la cooperación al desarrollo
y todo este tipo de préstamos blandos, incluso lo que a veces dicen de que
es a fondo perdido, a los países en desarrollo, es todo una falacia. A cada
inversión que hacen los países desarrollados le van a sacar una rentabilidad
y un beneficio infinitos. En nuestro caso hay una rentabilidad inmediata y
está ligada a lo que se está hablando de las medidas de seguridad, al
blindaje de fronteras, al aumento de las policías para dedicarse a perseguir
el paso ilegal. Todo eso creo que tiene una rentabilidad inmediata. Estamos
viendo ya que las normas las marca el imperio, el gran emperador, y que
quienes no han participado en la liberación de Irak no tendrán ahora su
cacho en la reconstrucción -menos mal que hablan claramente del negocio de
la reconstrucción-. Siguiendo esa regla es evidente que todo el mundo está
tomando posiciones como auténticos buitres por si un día resulta ser cierto
que hay petróleo, y poder decir yo he estado aquí, yo he invertido, yo he
hecho tales cosas...
-Lo que más llama la atención es la premura con la que se han hermanado y
se han jurado lealtad recíproca después de tanta acritud en sus relaciones.
-Desde luego, es bastante incomprensible e insostenible esa especie
de cabreo entre los dos países. Lo de Perejil fue un auténtico esperpento.
Ver que pudiera ocurrir aquello y provocar una ruptura de relaciones, es
algo tremendo y verdaderamente inexplicable en las relaciones
internacionales. Aquello tenía detrás el trasfondo de los malestares y de
los desencuentros, y digamos "celos" por el trato preferencial de Francia.
Eso se tenía que terminar en algún momento. Quizás la presión más firme la
ha hecho el tema de la inmigración, pero también de una manera interesada.
Se está poniendo el acento y se está creando la alarma con el tema de las
pateras cuando todo el mundo recibe inmigrantes. Ahí está la información
filtrada y la intoxicación informativa. La afluencia de inmigrantes en
pateras es una minimísima parte de la inmigración que está fluyendo al país,
pero se le está dando a eso una gran relevancia. Al fin y al cabo es una
forma también de sacar pecho España para decirle a sus socios europeos: yo
blindo la frontera sur y yo me constituyo aquí en el garante de que no pasa
nadie. En fin, es llamar la atención sobre la parte mínima del problema para
ocultar donde están realmente las partes más importantes de dicho problema.
∆