Y hay quien dice que el avance de
los derechos de las mujeres es imparable. Menos mal, nunca lo hubiera dicho
a tenor de las cosas de las que me entero cada día. La independencia
femenina duele y es reprimida una y otra vez a lo largo de la historia. |
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DICIEMBRE 2004
LA
HORA VIOLETA
COMO LA VIDA MISMA
POR ISABEL MENENDEZ
E s una contradicción que España,
supuestamente un país laico, celebre tantas y numerosas fiestas
religiosas. Este mes de diciembre, sin ir más lejos, es casi inhábil por
la profusión de festivos, casi todos vinculados a la tradición católica.
Así que, para celebrar piadosamente los días de culto, solemos gastarnos
la paga extraordinaria en una orgía consumista que nos lleva de cráneo
entre luces de colores y abetos de plástico. Por mi parte, ya sé cual es
el regalo del año. Como soy una mujer muy moderna, creo que mi derroche
se dedicará a las Nuevas Tecnologías, así que estoy pensando en
comprarme (no suelo recibir muchos regalos aparte de los propios, es uno
de los costes de la independencia) un ordenador personal nuevo. Estoy
casi decidida a elegir lo último de una firma británica cuyo nombre
omito por no hacer publicidad excesiva y que ofrecen como el ordenador
más sencillo del mundo. Se trata de una computadora (la nombran en
femenino, me encanta) de "diseño compacto y simple, elegante y con una
interesante novedad: puede manejarse tocando la pantalla". ¡Suena tan
estimulante! No hay que molestarse en utilizar teclado o ratón, tan
incómodos, y se puede manejar con una mano únicamente. Además, su nombre
culmina todos mis sueños: la máquina maravillosa se llama "Puta". Dicen
sus creadores que no se llama así por sus características principales y
eso que responde al simple contacto de un dedo y es de operación
sencilla e intuitiva. No, no. Se supone que así se llama un desierto
sudamericano. No lo dudo, desde luego, porque mis conocimientos
geográficos no llegan al extremo de saber el nombre todos los desiertos
del mundo, que seguro que hay muchísimos, y de Sudamérica únicamente se
me ocurre uno que se llama "Puna", así que seguramente la carencia es
mía y el parecido es una casualidad. Vamos que si ellos dicen que hay un
desierto que se llama Puta, seguro que lo hay, no seré yo quien lo ponga
en duda o lo confunda con el Puna.
Para relajarme de tan difícil decisión, qué duro es esto de las compras,
me dedico a poner al día los periódicos que se amontonan en mi mesa. Así
me entero de lo divertida que es la gente en este país nuestro. Leo que
a un alcalde condenado por acoso sexual, en una sentencia ratificada en
varios tribunales, se le felicita poniendo su nombre a un equipamiento
municipal, por los servicios prestados, supongo. Me parece una idea
genial porque al fin y al cabo ¿qué es una sentencia por acoso? Cosas de
mujeres y de feministas. Lo importante es demostrar al ex alcalde que su
localidad le apoya a él y nada más que a él, que para eso su víctima
sigue en el exilio. Y también me entero, no sin cierta sorpresa, que
Buttiglione no será Comisario Europeo de Libertades. No sé si sentirlo.
Las democracias europeas son un ejemplo de tolerancia ante el sexismo y
por eso alguien como él puede escupir, sin que le duelan prendas, esas
cosas que ha dicho sobre las madres solteras y sobre el matrimonio. Es
todo un ejemplo de convivencia que un tipo como éste haya estado a un
paso de un nombramiento de tanta relevancia y que no haya pasado casi
nada. Lo más interesante es que, con un ideario como el suyo, no se
cuestione su cualificación para un puesto que tiene que ver con la
defensa de la igualdad, ésa que él no contempla ni para mujeres ni para
homosexuales entre otros.
Muy animada me entero que por fin se publica en España el libro "Ni
putas, ni sumisas", que da cuenta de la actividad de un movimiento
francés nacido en las barriadas obreras para denunciar la presión moral
que sufren las jóvenes. Las chicas de las zonas marginales del país que
consagró la libertad en una revolución, están siendo obligadas a
conservar la virginidad, reprimidas y acosadas en el espacio público,
víctimas a la vez de violaciones masivas que las expulsan de su círculo,
cargándolas con la culpa y la vergüenza cuando no les quitan la vida
para que paguen con ella la infamia que consideran que ha sufrido su
familia. Y todo ello sucede aquí al lado, en la Europa del primer mundo,
alrededor de ciudades que se jactan de estar a la cabeza de la
vanguardia.
Y sucede, además, ante la indiferencia de la sociedad y de la política.
Y hay quien dice que el avance de los derechos de las mujeres es
imparable. Menos mal, nunca lo hubiera dicho a tenor de las cosas de las
que me entero cada día. La independencia femenina duele y es reprimida
una y otra vez a lo largo de la historia. Eso es lo único que parece no
cambiar. Ojalá el año 2005 sea algo mejor que éste que termina. ∆ |