La consumidora que se acerca
a un mostrador especializado en electrónica, informática o tecnología en
general, es vista por el empleado (varón casi siempre) como una analfabeta
tecnológica, limitada en el entendimiento y con pocas posibilidades de
abrazar el pensamiento científico. |
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AGOSTO 2004
LA
HORA VIOLETA
TECNOLOGIA NO SE
ESCRIBE EN FEMENINO
POR ISABEL MENENDEZ
Un
estudio reciente elaborado en Estados Unidos, demuestra que las mujeres,
cuando compran artículos electrónicos, no son atendidas correctamente
por el personal vendedor, de quien reciben un trato deficiente y con un
exceso de prepotencia. La socialización femenina ha apartado a las
mujeres de la tecnología y, como consecuencia, éstas son contempladas
con paternalismo y benevolencia cuando acceden a determinados ámbitos.
Así, la consumidora que se acerca a un mostrador especializado en
electrónica, informática o tecnología en general, es vista por el
empleado (varón casi siempre) como una analfabeta tecnológica, limitada
en el entendimiento y con pocas posibilidades de abrazar el pensamiento
científico. De hecho, las mujeres entrevistadas para ese estudio, aún
cuando habían crecido rodeadas de tecnología, aseguran que se sienten
tratadas como "cabezas huecas" cuando actúan como consumidoras e,
incluso, muchas de ellas dicen haber recibido mejor atención cuando
habían acudido al comercio junto a un hombre.
A pesar de que las mujeres representan un enorme potencial como
consumidoras, la industria electrónica sigue funcionando con
estereotipos, algunos de ellos típicos de la industria automovilística.
Y es que, nada más ajeno a la experiencia masculina que la existencia de
mujeres solas comprando automóviles. Los coches, más que ningún otro
producto, son cosa de hombres. Véase, a tal efecto, los mitos sobre las
mujeres conductoras, persistentes en el tiempo, a pesar de que los datos
demuestran que, en general, ellas son más prudentes al volante lo que se
ha traducido en ventajas económicas por parte de muchas compañías
aseguradoras. Sin embargo, la industria del automóvil suele pensar poco
en una consumidora de sexo femenino, limitándose a usar la imagen de las
mujeres como reclamo en los anuncios orientados al varón. Hay
excepciones, por supuesto, pero casi siempre se presenta como una
adquisición de poder y prestigio masculino, reduciendo a las mujeres a
un mercado marginal, de coches modestos y cómodos, como si los varones
no necesitaran estas características o como si las mujeres abominaran
del lujo, la potencia o la velocidad.
Pero que ellas no son ajenas a la tecnología y que, además, pueden ser
compradoras de coches cuyo diseño incorpore los últimos adelantos de la
ingeniería, lo demuestra la existencia de un equipo de ejecutivas en una
reputada empresa sueca que ha ideado un coche pensado por y para
mujeres. Si bien no acabo de entender la necesidad de diseñar productos
diferenciados para unos y otras (excepto en asuntos higiénicos), he
investigado el novedoso planteamiento que se le supone al prototipo y
así me he encontrado con lo que más bien parece una broma de mal gusto.
El coche, que aparece en alguna noticia como "un auto muy feminista" y
en otras como "muy femenino" (confusión de términos muy sospechosa)
resulta ser un modelo destinado al público femenino que "como las
grandes ideas, resulta ser, simple". Ya me parecía a mí.
Se trata de un vehículo adaptado a la fuerza, tamaño y peso de la
mayoría de las mujeres, características que no logro entender puesto que
jamás, en los muchos años que hace que soy conductora, he tenido que
cargar con mi coche a cuestas, así que nunca me ha importado su peso,
desde luego. Lo de la fuerza, pues no estoy segura de si están
mencionando los caballos de vapor, esos equinos que tienen que ver con
la relación entre velocidad, potencia, consumo, etc., pues de ser así,
sugerirían que las féminas necesitamos poquita cosa en ese apartado. El
cochecito depara más sorpresas, no obstante. Por ejemplo, no tiene capó.
Como se supone que las mujeres somos incapaces de abrirlo y, lo que es
peor, de saber hacer nada dentro de él, pues le han puesto una toma para
el agua junto a la de la gasolina y así, no es necesario sufrir el
desagradable espectáculo del motor (con lo sucio que suele estar,
además), ni la batería, o la cala del aceite, o el radiador. Ya se sabe,
ojos que no ven, corazón que no siente; excepto la factura mecánica que,
digo yo, será más elevada, por la dificultad de acceso al sagrado
recinto, hurtado ahora a manos y ojos femeninos. Pero hay más. Se supone
el sueño de cualquier conductora porque no necesita nada más que
gasolina (bueno, y agua). Todo lo hace solito. Es un hijo independiente
que sabe cuándo hay que ir al taller. Y pide hora incluso, supongo que
no irá directamente, porque lo mismo le han puesto un GPS para que se
desplace sin la conductora. Dice la publicidad que intentan colmar las
expectativas femeninas y que por eso también es atractivo; y es que,
¿qué haríamos las mujeres sin la estética? Otras ventajas: sabe aparcar
solo, indicando la distancia con el bordillo para evitar desajustes, lo
que terminará con la famosa frase sexista que asegura que las mujeres
pasean hasta la acera después de aparcar. Y, además, repele el polvo
porque está fabricado con algo similar a las sartenes de teflón, objeto
que, como sabemos, forma parte de los enseres femeninos por excelencia,
aquellos que se guardan en la cocina.
Aseguran que este prodigio de inteligencia automovilística es el
resultado de la sensibilidad de la empresa por las mujeres, digo yo que
por eso cuentan con una exigua cifra de trabajadoras en su plantilla (un
25%). Y es, en cualquier caso, el resultado del trabajo de cinco señoras
que deben hacer encontrado la piedra filosofal insultando la
inteligencia de sus iguales. Lo que más fascina, en cualquier caso, es
que las fundas de los asientos se pueden retirar y lavar en la lavadora,
lo que me convence de que, efectivamente está pensado para las mujeres,
las únicas terrícolas que usan esos artefactos con una puerta redonda y
transparente en el medio. ∆
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