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ABRIL 2004
EL PODER
D esde que el hombre existe, desde que
la criatura hombre surgió como consecuencia de la manifestación de una Idea
del Uno, del Creador, el Poder le acompaña marcando sus pasos, dirigiendo su
camino, para que se convierta, con el tiempo, en lo que el Uno soñó.
El hombre nació por el Poder y para el Poder. Surgió del Poder con la
finalidad de que un día él pudiera manejar el Poder.
Al principio el hombre identifica el Poder en todo lo que le rodea. Se
siente pequeño en manos de grandiosas fuerzas, temeroso de los dioses, a los
que identifica con los Elementos, con los planetas, con el sol, con la luna.
A medida que va evolucionando, y en la medida en que comienza a usar su
mente y realizar sus propias creaciones, va perdiendo el respeto a los
dioses y desarrollando su propia autoestima. El Poder que le rodea va poco a
poco siendo sustituido por el poder que él ejerce sobre la materia, por el
dominio y uso que hace de ella.
Así, poco a poco va conociendo, e incorporando, el poder de las formas y
desligándose del Poder interno, del Poder del espíritu, olvidando que sólo
existe un Poder y que el poder de la materia es tan sólo una mínima
expresión del auténtico Poder, el que le creó y el que le dirige hacia un
fin.
Pero no por ello se ve libre del auténtico Poder, y éste sigue actuando y
mostrándole temporalmente quién es y qué lugar ocupa en la creación, aunque
el hombre está cada día más y más engreído, más y más absorto por el poder
que maneja y que en algunos casos le hace sentirse como si fuera un "dios".
Pero cuanto más "alto" sube más dura es la caída, porque se olvida siempre
de lo fundamental, y es que para que la mente cree formas sabias y útiles
necesita estar conectada al verdadero Poder, necesita ser Una con la Mente
del Uno.
Así, llega el tiempo en el que el hombre debe volver a mirar a su alrededor
y buscar las señales que le identifiquen con el verdadero Poder. Y es
sencillo, porque ahora, como antes, como siempre fue, el Poder se manifiesta
a través de los 4 Elementos, el Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra.
Ellos cuatro, más el 5º Elemento, constituyen la base del Poder expresándose
para el hombre, ahora y en el futuro. Y todos, absolutamente todos los
acontecimientos que vive el ser humano, están marcados por alguno de los
Elementos o la combinación de ellos.
Y en esos acontecimientos siempre hay implícita una enseñanza, una lección
que aprender, porque el hombre se alejó inconscientemente de la Fuente de la
Vida y ahora debe volver, regresar, a su Origen. Pero el regreso es, a
veces, traumático, pasa por el sacrificio, por el dolor, porque sólo así las
enseñanzas quedan grabadas en lo más profundo de la mente, y sólo así las
lecciones son aprendidas.
Y en este tiempo el Poder ha decidido que el hombre debe volver al auténtico
camino, renegar de los falsos "dioses", reconocer al Uno, a su verdadero
Creador, y todos unidos caminar hacia el fin, que es el principio, la Idea
original en la Mente del Uno.
Es como si el tiempo en el que al hombre se le hubiera permitido
"experimentar", "jugar con fuego", se hubiera terminado, y ahora queda
recoger las enseñanzas de lo bueno y de lo malo realizado.
Todo lo que sucede, absolutamente todo, son los efectos de las causas
generados por el hombre mismo. Mientras se pierda el tiempo con acusaciones,
echándose la culpa los unos a los otros, no se aprenderá la verdadera
lección. Y ésta, por muy dura que sea, debe de ser aprendida, porque si el
hombre está destinado a manejar el Poder del Uno, debe antes convertirse en
un digno y merecido exponente de ese Poder.
Y el Poder ya ha descendido al lugar donde los hombres deben ascender para
recogerlo.
Las cinco expresiones de los 4 Elementos más Uno, ya han sido depositadas
formando la manifestación del Poder en el plano físico, del verdadero Poder.
Su presencia ya se nota. Su vibración altera y modifica las bases del
"poder" reinante. Su fuerza hace que todo sea removido.
Este es el tiempo en el que el verdadero Poder es manifestado para
recordarle al hombre quién es, de dónde viene y a dónde va. Y no habrá nada
ni nadie que pueda impedir tal manifestación, porque lo que Es está por
encima de las pretensiones humanas, de sus egoísmos, de sus ambiciones.
Que nadie se engañe. El verdadero Poder se manifiesta y el hombre debe
volver al Origen. Lo que fue volverá a ser.
Las respuestas no están en lo que sucede, sino en lo que originó lo que
ahora sucede.
Y todo es porque el hombre se olvidó del verdadero Poder. ∆ |
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