En los últimos años hemos asistido al nacimiento de
un nuevo movimiento popular que no conoce fronteras, que no distingue
razas, ideologías ni religiones.
Este movimiento, al
que Fusión bautizó como "el Pueblo Universal", se origina como
consecuencia de los proyectos globalizadores de los llamados países
"grandes" y se continúa con el anuncio y posterior realización de la
guerra de los EE.UU. y Gran Bretaña contra Irak.
El Pueblo Universal es la respuesta pacífica de los ciudadanos del mundo
que no se quieren quedar de brazos cruzados ante los desmanes políticos
y económicos de sus gobiernos.
En un momento en que las reglas democráticas se han quedado convertidas
en una simple llamada a las urnas cada cuatro años, autorizando así a
los políticos a cometer toda clase de chanchullos, pactos y extrañas
maniobras para manejar el poder, los ciudadanos, cansados de tanta
burla, desprecio y prepotencia, se unen para defender y exigir aquello
que siempre ha sido la bandera de todos los demócratas del mundo, o sea,
la paz, la justicia, la igualdad, los derechos humanos.
Es indudable que el camino no sólo es el correcto, sino que también es
el único. Si existe una fuerza capaz de detener la ambición de los
políticos, comprados por los banqueros y grandes empresarios, ése es el
pueblo, porque al fin y al cabo los primeros necesitan de los ciudadanos
para justificar su posición de privilegio y para mantener su cadena de
consumismo, su fuente de divisas, de dinero rápido y fácil.
El pueblo, tal y como se acuñó en la revolución francesa, es soberano.
De él emana todo el poder, toda la fuerza, toda la capacidad de
alimentar la máquina de hacer dinero que los ricos manejan.
Y si el pueblo constata que ante su unión y organización nadie puede
hacer nada, entonces la suerte de los poderosos egoístas, manipuladores
de la verdad y, en muchos casos, de la vida, estará echada.
En los movimientos ya observados del Pueblo Universal en cualquier parte
del mundo, uniéndose y oponiéndose a cualquier injusticia, bien sea
económica o bélica, se pudo observar algo nuevo, poderoso, puro, que si
se organiza y no degenera en nada ideológico, podrá poner freno a las
ambiciones desmedidas de las multinacionales que, además, están
destruyendo al planeta, no sólo a la humanidad.
El
Pueblo Universal es la respuesta pacífica de los ciudadanos del
mundo que no se quieren quedar de brazos cruzados ante los
desmanes políticos y económicos de sus gobiernos. |
Sería muy importante que tales movimientos continuaran y
que velaran para que no se infiltraran corrientes extremistas que sólo
buscan protagonismo y desestabilizar. Sería muy importante que los
móviles que convocaron y unieron a tantas personas en todo el mundo
contra la globalización o contra la guerra, siguieran vivos y fuertes en
las mentes de los ciudadanos, porque, a pesar de todo, y tal y como
hemos visto en la reciente guerra de Irak, aún no poseen la suficiente
fuerza como para hacer cambiar de opinión a los gobernantes, quienes en
su locura y ceguera, en su endiosamiento, ignoran incluso las opiniones
de sus votantes.
Pero ahí precisamente radica la segunda parte de la fuerza que posee el
Pueblo Universal, porque si la voz de la calle no es escuchada, llegará
luego el momento del voto, y éste tiene que ser el juez que sentencie
las acciones de los que aspiran al poder.
El Pueblo Universal es aún un proyecto, un movimiento espontáneo e
instintivo de los ciudadanos del mundo ante la opresión del poder, ante
su avaricia y egoísmo.
Ahora tiene que convertirse en algo organizado, fuerte, poderoso, que
muestre sus cartas a los gobiernos del mundo y les exija autenticidad,
respeto y sentido común.
El Pueblo Universal es quizás la única posible solución para crear un
mundo diferente, antes de que sea tarde. ∆