Cree en lo que tú sientas creer, imprímele fuerza y
vivirá. Tan sólo existe una condición: respeta las creencias de los
demás. Hay sitio para todos.
Algunos
dirán que esta frase(*) no tiene mucho sentido hoy en día donde cada uno
hace, dice o piensa lo que le da la gana. Nada más lejos de la realidad.
Las necesidades que nos surgen, la forma de divertirnos, los caprichos,
las opiniones, cómo nos movemos, nos vestimos, lo que comemos, nada de
lo que hacemos es original, genuino o auténtico. Forma parte de un
programa perfectamente trazado donde las personas han pasado a ser
mercancías y los valores han sido sustituidos por el consumo. El mundo
se mueve en clave de mercado y se ha impuesto un pensamiento único que
está ahogando a todos los que piensan diferente. La crítica hacia el
sistema, la disidencia -como denuncian las organizaciones de defensa de
los derechos humanos- está cada vez más perseguidas. Sólo hay que ver el
retroceso en materia de derechos y libertades que está sufriendo el ser
humano en todo el mundo a raíz del 11-S.
Aunque el hombre ha empezado a gritar ¡basta ya!, su grito no suena lo
suficientemente fuerte porque está impregnado de miedo a expresar en voz
alta lo que piensa. Pero, ¿por qué? ¿Qué sería de este sistema si las
personas dejasen de creer en él? Si dejasen de consumir sus productos,
de apoyar sus valores, de ir a sus guerras, de escuchar sus discursos,
de apoyarles con su voto... En definitiva, de jugar a su juego.
¿Qué sería de este sistema si cada uno, como invita la reflexión del
principio, empieza a creer sólo lo que él siente creer y no lo que le
han inculcado y le imprime su fuerza? ¿Qué pasaría si eso lo realiza
fuera de los circuitos establecidos, metiendo las narices donde nadie
antes lo ha hecho, sin temor a las consecuencias? Pues que sin
jugadores, no hay partido y que en el fondo, muchos están esperando ese
primer paso.
Y esto sí es una realidad. Porque a lo largo de la historia hemos podido
comprobar cómo los librepensadores, personajes que abrieron nuevos
caminos en el mundo de las ideas, han desafiado lo estipulado, se
atrevieron a mirar al otro lado y con su reflexión introdujeron nuevos
elementos que han cambiado la vida del planeta. Posteriormente, otros
les siguieron, se crearon corrientes de pensamiento, y tuvieron lugar
las grandes revoluciones.
Si como hemos visto,
el hombre tiene la capacidad de imprimir fuerza a aquello en lo
que cree, puede creer lo que quiera y además, hacerlo posible o
negar su existencia, ¿no estaríamos hablando del poder de un dios? |
El potencial del ser humano es muy grande, sólo necesita ser descubierto
y utilizado conscientemente. En este sentido, un grupo de científicos
"disidentes" encabezados por el profesor de Física Cuántica de la
Universidad de Oregón, Amit Goswami ha propuesto la teoría de "El
Universo autoconsciente", según la cual, es la consciencia y no la
materia lo que hace posible la existencia de algo. El universo para
existir necesita de mentes conscientes que estén enteradas de él. Sin
esa consciencia, sin ese apoyo, ese universo sería sólo una posibilidad,
un sueño. Sencillamente, ¡no existiría!. Este grupo de librepensadores
han combinado los últimos descubrimientos sobre biología, física
cuántica, psicología para construir esta teoría que demuestra la
existencia de otra dimensión de la vida, más real que la que estamos
viviendo.
Es curioso que a pesar de haber sido criticados por otros científicos,
sus teorías estén de actualidad precisamente para explicar muchos de los
acontecimientos sociales que están teniendo lugar en estos momentos,
como reacción al sistema imperante.
Si como hemos visto, el hombre tiene la capacidad de imprimir fuerza a
aquello en lo que cree, puede creer lo que quiera y además, hacerlo
posible o negar su existencia, ¿no estaríamos hablando del poder de un
dios?. Entonces, tendríamos que revisar el sentido de la frase tantas
veces dicha, de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de su
Creador. Si nos adentramos por estos nuevos caminos, ¿qué nos queda por
descubrir y experimentar? ∆