Uno de los puntos de debate que pone en evidencia a la Ley Orgánica de la
Calidad de la Educación es la asignatura de religión. En un país donde cada
vez hay más pluralidad en las creencias, la obligatoriedad de estudiar el
catolicismo supone un retorno a épocas pasadas, según palabras del teólogo
Juan José Tamayo.
-Usted mismo que es católico, se pregunta si la religión en la escuela
es un retorno al nacionalcatolicismo. ¿Qué le hace pensar eso?
-Que en algunos aspectos la legislación actual es mucho más regresiva
que la de la época de Franco y que la del Concordato de 1953, que regulaba
la relación entre Iglesia y Estado. Por ejemplo, en el Concordato había una
cláusula por la que se eximía de la clase de religión a todos aquellos
alumnos cuyos padres no fueran católicos y pidieran no darla. Sin embargo,
hoy eso no es posible porque quien no quiere religión confesional va a la
religión no confesional y quien no quiere la religión laica tiene que ir a
una de las religiones confesionales. Por tanto, el retorno al
nacionalcatolicismo se produce porque se convierte la religión en
obligatoria en la escuela, y ciertamente no me parece que ese sea el régimen
más adecuado de un estado laico en una sociedad democrática y pluralista.
-¿Qué mano oscura adivina tras esta acción?
-Lo que adivino es la alianza entre el neoconservadurismo de la Iglesia
católica y el neoconfesionalismo del gobierno actual. Se han vuelto a unir
el trono y el altar y han dado a luz esta ley que no respeta la libertad
religiosa. La única fórmula que me parece acorde con la laicidad del Estado
y de la escuela, es incorporar la asignatura de religión dentro del
currículum, en las mismas condiciones que el resto de las asignaturas y
estudiando la religión como un fenómeno social y cultural, y sin connotación
confesional. Eso obligaría a replantear la alternativa, que no tendría por
qué darse, y también a revisar la forma de elección de los profesores, que
en ningún caso puede quedar en manos de los obispos. La actual legislación,
el actual Ordenamiento Jurídico, nos lleva a situaciones de confesionalidad
encubierta.
-¿Cómo hacer que la clase de religión pase de ser un campo de batalla, de
enfrentamiento entre creencias como sucede en la actualidad, para
convertirse en diálogo intercultural?
-No hay que hablar de religión, sino de religiones, porque el fenómeno
religioso tiene manifestaciones plurales a lo largo de la historia del
cristianismo. Entonces hay que tener en cuenta que en España vivimos en una
situación de pluralismo religioso, como también vivimos en una situación de
pluralismo cultural, y situaciones de este tipo se van a generalizar. Yo
creo que la garantía o la posibilidad de un diálogo entre culturas y entre
religiones no se da creando tantas clases de religión cuantas religiones
tengan los alumnos, sino teniendo una sola asignatura de religión no
confesional o laica que estudie la historia de las religiones y las ciencias
de las religiones. Ése es el espacio que facilita el diálogo. La separación
por confesiones lleva a una confrontación de culturas.
-¿Por qué hay temor a apoyar a todas las religiones por igual y a que el
ciudadano elija sus creencias?
-Porque todavía seguimos en un régimen de religión mayoritaria -no
única-, que cuenta con los privilegios y las prebendas bien pingües del
poder. Y eso no sólo se da ahora con el PP, sino que también se ha dado con
otras ideologías como el PSOE, porque España es un país secular, pero
relativamente. Es verdad que la Iglesia Católica recibe más beneficios con
la derecha que con la izquierda, pero los políticos de la izquierda siguen
mirando todavía a los obispos de la Iglesia Católica con el rabillo del ojo
para que no les descalifiquen, porque saben que la confrontación con los
jerarcas católicos les puede restar protagonismo y votos.
-Si la Constitución establece que el Estado es aconfesional. ¿No se está
violando la Constitución en este tema?
-No es violación porque la Constitución en este campo es muy ambigua, al
tiempo que dice que no hay religión oficial añade que "los poderes públicos
tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española y mantendrán
relaciones de cooperación con la iglesia católica y las demás confesiones
religiosas". Y ahí se refugian, porque es un texto que se elaboró por mor
del consenso y estuvo bien, pero sin prever que la Iglesia y el PP iban a
poder hacer una lectura de privilegio para la propia Iglesia Católica. He
oído decir a alguno de los ponentes constitucionales que hoy en ningún caso
hubieran apoyado la referencia explícita a la Iglesia Católica en la
Constitución, porque se ha demostrado que ha sido utilizada interesadamente.
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