MARZO 2003
ES LA HORA DE LOS CIUDADANOS DEL MUNDO
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Si
la guerra, al final, se convierte en una realidad, vamos a asistir a
la más grandiosa de las manifestaciones humanas desde que el mundo
existe, vamos a ver la unidad de los pueblos contra sus gobiernos,
vamos a vivir la mayor desobediencia civil de la historia. |
La mejor referencia para un médico sobre
su valía es que sus enfermos se curen. La mejor referencia para un escritor
es que sus libros se vendan. La mejor referencia para un político es que los
ciudadanos lo valoren, lo quieran, lo voten.
Pero cuando el pueblo le exige al político que cambie de rumbo y éste ignora
la llamada, entonces estamos ante un dictador, porque dictador es aquel que
impone su criterio al de la mayoría, el que no escucha a nadie, el que se
cree sabio y docto, el que no tiene inconveniente en usar la fuerza para
imponer su "ley".
El pueblo español dice NO a la Guerra. El mensaje es claro, contundente. No
se trata de determinado tipo de ciudadanos que pudieran encasillarse bajo
algunas siglas específicas, no, se trata de todos los niveles sociales, de
todos los partidos, de todas las ideologías.
Pero los políticos que gobiernan no escuchan. Es más, tratan por todos los
medios de minimizar los hechos, de utilizarlos, incluso, para justificar su
tozudez y, además, lanzarle misiles a la oposición. Están tan ofuscados en
el juego político, en la lucha de poderes, que no han comprendido que esto
que ocurre ha trascendido la política y entra de lleno en el terreno de lo
puramente humano.
No son ciudadanos políticos los que dicen NO a la Guerra, son seres humanos
que no tragan con las mentiras de Bush, con el servilismo de Aznar, con las
"razones" sin razón que pretenden justificar la invasión de Irak.
La pelota ahora rueda por otros terrenos y es ahí donde se nota la
fragilidad de los políticos, que no entienden que exista vida más allá de
sus despachos, de sus ministerios, de sus decisiones.
Si la guerra, al final, se convierte en una realidad, vamos a asistir a la
más grandiosa de las manifestaciones humanas desde que el mundo existe,
vamos a ver la unidad de los pueblos contra sus gobiernos, vamos a vivir la
mayor desobediencia civil de la historia. Porque, con lo visto hasta ahora,
es evidente que nadie está dispuesto a tragar con los argumentos egoístas,
interesados e imperialistas de unos enfermos que, como todos reconocen ya,
sí que son el verdadero peligro para este planeta.
Y en todo ello, el gobierno, con Aznar a la cabeza, está mostrando su
verdadero rostro. Porque quien bebió y bebe de las fuentes del fascismo, no
puede disimularlo eternamente, y es precisamente en los momentos cruciales,
en los que suena la voz del pueblo, cuando se define el talante de los
gobernantes.
La actitud déspota, autoritaria, clasista, mostrada recientemente con el
asunto del Prestige, cobra ahora mayor dimensión con el tema de la guerra y
el enfrentamiento con la voz del pueblo.
El gobernante fascista se aleja tanto del pueblo que se endiosa en su
pedestal y sólo considera bueno lo suyo. El gobernante fascista desprecia
las opiniones ajenas, manipula la libertad de expresión o la suprime, es
autoritario, déspota, engreído, mira al pueblo por encima del hombro.
Pero, por el contrario, es un pobre ignorante que no tiene en cuenta la
enseñanza de la historia y vuelve a caer en el mismo pozo sin fondo en el
que ya cayeron otros antes que él.
Porque no hay nada más sabio y más justo que la misma vida que acaba
colocando a cada uno en el lugar que le corresponde, y quien más alto se
cree que está, más golpe se lleva al caer.
Puede que cuando esto se lea la guerra ya sea una realidad o no, pero, en
cualquier caso, este es el tiempo de la unión de los pueblos contra los
vampiros del poder. Y tal vez, quien sabe, la guerra, con todos sus males,
sirva para que los ciudadanos del planeta Tierra se unan como nunca lo
hicieron hasta ahora para construir algo diferente, algo que impida que
gobernantes engreídos, enfermos, patéticos, puedan jugar con las vidas de
los seres humanos y con el equilibrio del planeta mismo.
Es la hora de mostrar el poder latente en la unidad de los ciudadanos del
mundo./ MC |