s intensa en sus narraciones. Sensual,
profunda, preocupada por saber y conocer lo que se mueve detrás de los
comportamientos aparentemente normales que reproducimos cada día. Es consciente
de que muchas mujeres aún viven sometidas a "La tiranía de la belleza", por ello
propone un viaje al interior de cada mujer. Ella ha comenzado el suyo.
-En tu penúltima novela decides regalarle un amor a Gustavo Adolfo
Bécquer. ¿Cómo se te ocurrió regalar amor a alguien que ha escrito tanto sobre
el tema?
-Le he regalado un amor porque leí su biografía y ví que había sido un
hombre que había escrito cosas tan bonitas sobre el amor y en cambio fue tan
poco amado y tan desafortunado, que pensé que se merecía otra cosa. Así que
imaginé cómo hubiera sido una mujer que le hubiese podido comprender en una
época en la que las mujeres no estaban cercanas al mundo de la cultura, de la
poesía o de la novela sentimental. Alguien que le hubiese comprendido como
artista y como creador. Así nació "El poeta sin párpados".
-En "Casa de Amantes" hablas de la vida sexual de las mujeres. Abordas con
elegancia la sensualidad, el lenguaje corporal, la seducción... Temas que siguen
siendo tabú en nuestra sociedad.
-Cuando las mujeres escribimos novela, describimos las relaciones entre
hombre y mujer, relaciones sexuales, relaciones humanas, como algo interesante
lleno de matices. A mí la reflexión sobre los lenguajes amorosos, lenguajes
verbales, lenguajes afectivos, la concepción del propio cuerpo, son cuestiones
que me parecen muy interesantes. Además procuro introducirle el ingrediente de
la ironía. Por ejemplo en Casa de amantes cuando la protagonista se ríe
en la escena en la que su amante se pone un preservativo, o se ríe cuando se
observa a sí misma. No sé si por suerte o por desgracia, las mujeres somos muy
conscientes de nuestro cuerpo y eso es malo en la medida en la que a veces no lo
podemos olvidar, e incluso en las escenas personales amorosas nos fijamos en las
cosas que decimos, en lo que ocurre en el entorno...
Me gusta la mirada externa en las escenas, la autoconsciencia, para finalmente
introducir la ironía. Se trata de poner ante un espejo nuestras vidas y verlas
desde muchos puntos de vista.
-Además introduces un elemento nuevo: la mujer observando a la propia mujer,
algo no frecuente en nuestra literatura.
-Sí, se trata de hacer eso sin prejuicios, porque creo que en la generación
anterior a la mía -las mujeres comprometidas políticamente-, aunque empezaron a
ser muy conscientes de ellas, a la hora de responder sobre la literatura que
estaban haciendo, evitaban hablar de la mujer porque en el fondo lo consideraban
algo peyorativo, creo yo. En mi caso, y en el de otras escritoras que hemos
asumido el estudio de la historia de las mujeres para saber quienes somos, esos
matices no nos importan nada. A mí no me preocupa que digan que La tiranía de
la belleza es un libro feminista, de análisis de las mujeres, de por qué nos
preocupa estar bellas o no, y a dónde nos conduce. Yo esas preguntas me las hago
sin prejuicios, y si a algún lector le parece que se habla mucho del mundo de
las mujeres en mis novelas, ése es su problema. Yo escribo desde mis
preocupaciones, desde las cosas que quiero saber. Y creo que mis preocupaciones
son las mismas de otras muchas mujeres, e incluso también de muchos hombres.
"Cuando
descubres ese espacio propio, donde nadie puede acceder salvo tú, es donde
te vuelves a encontrar a ti misma" |
-Parece que siempre se evalúa lo femenino en contraposición con lo masculino.
¿Es que no se puede valorar lo femenino en sí mismo?
-Yo no pretendo hacer esa contraposición entre hombres y mujeres, porque hay
asuntos que me conciernen como mujer y me preocupan, como La tiranía de la
belleza. Éste era un tema que por un lado me preocupaba y por otro me
ocupaba. Me di cuenta de que a lo largo de la historia había sido un arma de
doble filo, por un lado nos daba unas ventajas pero también nos acababa llevando
a un círculo vicioso. Y ésas eran mis preguntas, preguntas sobre mí misma, sobre
las mujeres que me rodean; planteadas no tanto desde la diferencia entre hombres
y mujeres, sino buscando respuestas a todo lo que me preocupa y nadie me ha
explicado. Cuando publiqué La tiranía de la belleza, sobre ese asunto no
había ni un solo libro escrito en España. No me planteo una literatura distinta
a la de los hombres, pero mientras hago el análisis de los personajes, algo de
mí va quedando en todo eso, incluso aunque me ponga en la piel de un hombre. Y
las preguntas que las mujeres nos podamos hacer sirven tanto para las mujeres
como para los hombres. En ese sentido considero que pertenezco a un feminismo
humanista, colaborador y cómplice con el hombre.
-En la liberación de la mujer se han ido dando muchos pasos, pero como
comentas en tu libro, aún está muy viva la tiranía de la belleza. ¿Qué hace
falta para que la mujer se libere de esta cárcel?
-El otro día cuando terminaba de escribir un artículo sobre la presión que
ejerce la sociedad para que estemos siempre jóvenes y bellas, llegó un momento
donde necesitaba una conclusión. La única respuesta que se me ocurrió fue la
autoestima, algo que no es objetivo pero que es la respuesta que me di a mí
misma. La tiranía de la belleza funciona en dos frentes: por un lado está la
publicidad, diciéndonos que a los 40 tenemos que tener un cuerpo de 20. Y luego
está la presión interna que hemos recibido siempre, en la educación, porque
desde pequeñas se nos ha inculcado para dar siempre la mejor imagen como mujer.
La autoestima hace que te autorregules, te sientas bien contigo, te respetes. Y
ese autorrespeto lleva a una autorregulación corporal, donde sabes lo que tienes
que comer, lo que debes hacer, cuándo necesitas un poco más de gimnasia, cuándo
debes dar un paseo porque necesitas oxigenarte o cuándo tienes que descansar.
Frente al control que nos proponen de estar siempre en guardia, luchando contra
la celulitis y las arrugas, yo abogo por la autorregulación: escucharme a mí
misma. Y para ello tienes que escucharte y saber qué necesitas en cada momento.
-¿Está naciendo una nueva mujer?
-Esto a mí me preocupa muchísimo, porque creo que siguen existiendo un
montón de presiones sobre la mujer. Hay un montón de chavalas de 15 años
preocupadas por muchas cosas: por su físico, porque no dan la talla en la
clase... Hay demasiada presión sobre los jóvenes porque todo lo tienen que hacer
muy bien. Hay mucha competencia y vivimos en un mundo donde el consumo de
sabiduría está a la orden del día, donde los niños van a idiomas, a violín o a
natación. Se vende el éxito, el llegar a tu propia Operación Triunfo impuesta
por tus padres y entorno, y de ahí vienen el fracaso escolar o las ansiedades.
Yo preguntaría: ¿tú eres feliz con lo que haces o intentas ser feliz? Si eres
feliz en cada minuto, adelante, haz todo lo que te apetece. Pero si vives porque
tienes que conseguir cosas, es cuando nos encontramos ante esa nueva mujer que
me preocupa; esa mujer tan perfecta, tan superwoman. Quizás porque yo he pasado
también por etapas de superwoman y me he dado cuenta de que ése no era el
camino.
"Pertenezco a
un feminismo humanista, colaborador y cómplice con el hombre" |
-Tienes pareja y comentas que has decidido no ser madre. ¿Crees que una mujer
puede llegar a descubrirse, sin haber pasado por la maternidad?
-Por supuesto que sí. Yo creo que ésa es la gran novedad que nos ha
permitido la modernidad. Ya no sólo se es mujer siendo madre, sino que puedes
ser mujer dedicándote a otras cosas e incluso renunciando a vivir en pareja.
Toda esa gama de posibilidades ha dado muchísima libertad a las mujeres. En mi
caso, mi destino desde muy niña era ser escritora y yo lo sabía. Durante años me
dediqué al periodismo; no me veía con capacidad para escribir novelas porque
tenía muchos miedos, pero cuando luché contra ellos y me dediqué a la
literatura, hice la elección entre los niños o escribir. Vi que la literatura
iba a tener mucha fuerza en mi vida e hice una elección de la que no me
arrepiento. Creo que la vida nos pone delante cosas y decidimos lo que queremos
hacer. Creo que, dentro de nosotros, tenemos mucha más sabiduría de la que
pensamos.
-Me parece muy buena terapia el preguntarte por todas las cosas y mirar al
mundo. Abrir espacios nuevos que hasta ahora permanecían cerrados...
-Cuando descubres ese espacio propio, donde nadie puede acceder salvo tú, es
donde te vuelves a encontrar a ti misma. Es ese reencuentro que notamos todos
los seres humanos cuando nos vemos dentro, centrados... Yo vuelvo a entrar en mí
misma cada vez que puedo, en ese lugar propio, en ese espacio, teniendo mi rato
de relajación, o lo que sea que me haga sentir bien. Ése es el secreto, el punto
en el que nos volvemos a recolocar, volvemos a saber dónde estamos y podemos
volver a dar amor. Tengo amigas madres que me dicen que ya no pueden más... las
han vaciado. Yo les digo: frena, páralos a todos y vuelve a concentrarte en ti.
Ese lugar, ese espacio, es el de la autorregulación. A partir de ahí ves qué
puedes aportar y qué necesitas de los demás. Éste es el punto de partida. ∆