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Lourdes Ventura. Escritora

LOURDES VENTURA
- Escritora -

Literatura en femenino: sin complejos

Texto: Mariló Hidago / Fotos: J.V. Fernández-Ventura

Se hizo famosa al denunciar en primera persona "La tiranía de la belleza" a la que está sometida la mujer. Habló de la relación con sensualidad, ternura y sin escatimar detalles, en "Casa de amantes" y regaló un amor que nunca tuvo a Gustavo Adolfo Bécquer en "El poeta sin párpados". Acaba de publicar "La cantante de hotel": una de espías.

Es intensa en sus narraciones. Sensual, profunda, preocupada por saber y conocer lo que se mueve detrás de los comportamientos aparentemente normales que reproducimos cada día. Es consciente de que muchas mujeres aún viven sometidas a "La tiranía de la belleza", por ello propone un viaje al interior de cada mujer. Ella ha comenzado el suyo.
-En tu penúltima novela decides regalarle un amor a Gustavo Adolfo Bécquer. ¿Cómo se te ocurrió regalar amor a alguien que ha escrito tanto sobre el tema?
-Le he regalado un amor porque leí su biografía y ví que había sido un hombre que había escrito cosas tan bonitas sobre el amor y en cambio fue tan poco amado y tan desafortunado, que pensé que se merecía otra cosa. Así que imaginé cómo hubiera sido una mujer que le hubiese podido comprender en una época en la que las mujeres no estaban cercanas al mundo de la cultura, de la poesía o de la novela sentimental. Alguien que le hubiese comprendido como artista y como creador. Así nació "El poeta sin párpados".

-En "Casa de Amantes" hablas de la vida sexual de las mujeres. Abordas con elegancia la sensualidad, el lenguaje corporal, la seducción... Temas que siguen siendo tabú en nuestra sociedad.
-Cuando las mujeres escribimos novela, describimos las relaciones entre hombre y mujer, relaciones sexuales, relaciones humanas, como algo interesante lleno de matices. A mí la reflexión sobre los lenguajes amorosos, lenguajes verbales, lenguajes afectivos, la concepción del propio cuerpo, son cuestiones que me parecen muy interesantes. Además procuro introducirle el ingrediente de la ironía. Por ejemplo en Casa de amantes cuando la protagonista se ríe en la escena en la que su amante se pone un preservativo, o se ríe cuando se observa a sí misma. No sé si por suerte o por desgracia, las mujeres somos muy conscientes de nuestro cuerpo y eso es malo en la medida en la que a veces no lo podemos olvidar, e incluso en las escenas personales amorosas nos fijamos en las cosas que decimos, en lo que ocurre en el entorno...
Me gusta la mirada externa en las escenas, la autoconsciencia, para finalmente introducir la ironía. Se trata de poner ante un espejo nuestras vidas y verlas desde muchos puntos de vista.

-Además introduces un elemento nuevo: la mujer observando a la propia mujer, algo no frecuente en nuestra literatura.
-Sí, se trata de hacer eso sin prejuicios, porque creo que en la generación anterior a la mía -las mujeres comprometidas políticamente-, aunque empezaron a ser muy conscientes de ellas, a la hora de responder sobre la literatura que estaban haciendo, evitaban hablar de la mujer porque en el fondo lo consideraban algo peyorativo, creo yo. En mi caso, y en el de otras escritoras que hemos asumido el estudio de la historia de las mujeres para saber quienes somos, esos matices no nos importan nada. A mí no me preocupa que digan que La tiranía de la belleza es un libro feminista, de análisis de las mujeres, de por qué nos preocupa estar bellas o no, y a dónde nos conduce. Yo esas preguntas me las hago sin prejuicios, y si a algún lector le parece que se habla mucho del mundo de las mujeres en mis novelas, ése es su problema. Yo escribo desde mis preocupaciones, desde las cosas que quiero saber. Y creo que mis preocupaciones son las mismas de otras muchas mujeres, e incluso también de muchos hombres.

"Cuando descubres ese espacio propio, donde nadie puede acceder salvo tú, es donde te vuelves a encontrar a ti misma"

-Parece que siempre se evalúa lo femenino en contraposición con lo masculino. ¿Es que no se puede valorar lo femenino en sí mismo?
-Yo no pretendo hacer esa contraposición entre hombres y mujeres, porque hay asuntos que me conciernen como mujer y me preocupan, como La tiranía de la belleza. Éste era un tema que por un lado me preocupaba y por otro me ocupaba. Me di cuenta de que a lo largo de la historia había sido un arma de doble filo, por un lado nos daba unas ventajas pero también nos acababa llevando a un círculo vicioso. Y ésas eran mis preguntas, preguntas sobre mí misma, sobre las mujeres que me rodean; planteadas no tanto desde la diferencia entre hombres y mujeres, sino buscando respuestas a todo lo que me preocupa y nadie me ha explicado. Cuando publiqué La tiranía de la belleza, sobre ese asunto no había ni un solo libro escrito en España. No me planteo una literatura distinta a la de los hombres, pero mientras hago el análisis de los personajes, algo de mí va quedando en todo eso, incluso aunque me ponga en la piel de un hombre. Y las preguntas que las mujeres nos podamos hacer sirven tanto para las mujeres como para los hombres. En ese sentido considero que pertenezco a un feminismo humanista, colaborador y cómplice con el hombre.

-En la liberación de la mujer se han ido dando muchos pasos, pero como comentas en tu libro, aún está muy viva la tiranía de la belleza. ¿Qué hace falta para que la mujer se libere de esta cárcel?
-El otro día cuando terminaba de escribir un artículo sobre la presión que ejerce la sociedad para que estemos siempre jóvenes y bellas, llegó un momento donde necesitaba una conclusión. La única respuesta que se me ocurrió fue la autoestima, algo que no es objetivo pero que es la respuesta que me di a mí misma. La tiranía de la belleza funciona en dos frentes: por un lado está la publicidad, diciéndonos que a los 40 tenemos que tener un cuerpo de 20. Y luego está la presión interna que hemos recibido siempre, en la educación, porque desde pequeñas se nos ha inculcado para dar siempre la mejor imagen como mujer. La autoestima hace que te autorregules, te sientas bien contigo, te respetes. Y ese autorrespeto lleva a una autorregulación corporal, donde sabes lo que tienes que comer, lo que debes hacer, cuándo necesitas un poco más de gimnasia, cuándo debes dar un paseo porque necesitas oxigenarte o cuándo tienes que descansar. Frente al control que nos proponen de estar siempre en guardia, luchando contra la celulitis y las arrugas, yo abogo por la autorregulación: escucharme a mí misma. Y para ello tienes que escucharte y saber qué necesitas en cada momento.

-¿Está naciendo una nueva mujer?
-Esto a mí me preocupa muchísimo, porque creo que siguen existiendo un montón de presiones sobre la mujer. Hay un montón de chavalas de 15 años preocupadas por muchas cosas: por su físico, porque no dan la talla en la clase... Hay demasiada presión sobre los jóvenes porque todo lo tienen que hacer muy bien. Hay mucha competencia y vivimos en un mundo donde el consumo de sabiduría está a la orden del día, donde los niños van a idiomas, a violín o a natación. Se vende el éxito, el llegar a tu propia Operación Triunfo impuesta por tus padres y entorno, y de ahí vienen el fracaso escolar o las ansiedades. Yo preguntaría: ¿tú eres feliz con lo que haces o intentas ser feliz? Si eres feliz en cada minuto, adelante, haz todo lo que te apetece. Pero si vives porque tienes que conseguir cosas, es cuando nos encontramos ante esa nueva mujer que me preocupa; esa mujer tan perfecta, tan superwoman. Quizás porque yo he pasado también por etapas de superwoman y me he dado cuenta de que ése no era el camino.

"Pertenezco a un feminismo humanista, colaborador y cómplice con el hombre"

-Tienes pareja y comentas que has decidido no ser madre. ¿Crees que una mujer puede llegar a descubrirse, sin haber pasado por la maternidad?
-Por supuesto que sí. Yo creo que ésa es la gran novedad que nos ha permitido la modernidad. Ya no sólo se es mujer siendo madre, sino que puedes ser mujer dedicándote a otras cosas e incluso renunciando a vivir en pareja. Toda esa gama de posibilidades ha dado muchísima libertad a las mujeres. En mi caso, mi destino desde muy niña era ser escritora y yo lo sabía. Durante años me dediqué al periodismo; no me veía con capacidad para escribir novelas porque tenía muchos miedos, pero cuando luché contra ellos y me dediqué a la literatura, hice la elección entre los niños o escribir. Vi que la literatura iba a tener mucha fuerza en mi vida e hice una elección de la que no me arrepiento. Creo que la vida nos pone delante cosas y decidimos lo que queremos hacer. Creo que, dentro de nosotros, tenemos mucha más sabiduría de la que pensamos.

-Me parece muy buena terapia el preguntarte por todas las cosas y mirar al mundo. Abrir espacios nuevos que hasta ahora permanecían cerrados...
-Cuando descubres ese espacio propio, donde nadie puede acceder salvo tú, es donde te vuelves a encontrar a ti misma. Es ese reencuentro que notamos todos los seres humanos cuando nos vemos dentro, centrados... Yo vuelvo a entrar en mí misma cada vez que puedo, en ese lugar propio, en ese espacio, teniendo mi rato de relajación, o lo que sea que me haga sentir bien. Ése es el secreto, el punto en el que nos volvemos a recolocar, volvemos a saber dónde estamos y podemos volver a dar amor. Tengo amigas madres que me dicen que ya no pueden más... las han vaciado. Yo les digo: frena, páralos a todos y vuelve a concentrarte en ti. Ese lugar, ese espacio, es el de la autorregulación. A partir de ahí ves qué puedes aportar y qué necesitas de los demás. Éste es el punto de partida. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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