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LA LEY DEL FAR WEST
Todo aquel que se oponga al concepto de libertad, justicia y
democracia con el sello yankee, es un enemigo del país y hay que
destruirlo.
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Primero nos bombardearon con sus
películas donde la caballería y los colonos eran los buenos y los
indios, o sea, los nativos dueños de las tierras, los malos.
Luego, cuando el género ya no daba más de sí, y el mundo empezó a
darse cuenta de que la historia era al revés, o sea, que los indios
eran los buenos y los colonos y demás unos invasores ilegales y más
salvajes que los denominados salvajes, entonces empezaron a exportar
sus métodos del Far West fuera del país, para poder seguir con la
historia de malos y buenos.
Fue tan sencillo como sustituir al general Custer por Rambo, y a Toro
Sentado o Caballo Loco por Bin Laden o cualquier mandatario
norcoreano. Pero la política seguía y sigue siendo la misma, es decir,
todo aquel que se oponga al concepto de libertad, justicia y
democracia con el sello yankee, es un enemigo del país y hay que
destruirlo.
Y para eso, para sustituir al 7º de caballería, sólo que ahora en
fino, se inventan la CIA, que es algo así como una pandilla de
asesinos y matones pero con el permiso de la Casa Blanca.
Y la CIA provoca golpes de Estado, asesora y entrena ejércitos,
guerrillas, hace desaparecer bichos molestos, todo ello según interese
al gobierno de turno, o sea, que lo mismo se puede cargar a un
dictador que lo contrario, es decir, provocar un golpe de Estado y
colocar ahí a un dictador, claro que éste sólo tiene una condición,
mantener correctas relaciones con los EE.UU.
Y en estos tiempos que corren, cuando parece que se le perdió el
respeto al coco yankee, pues éste toma todo tipo de medidas para
recuperar su sitio y, de paso, demostrar a todos que sigue siendo
intocable, que maneja el cotarro, vamos.
Así, lo primero que hacen es clasificar al mundo en tres bandos,
ellos, el eje del mal y los demás.
Ellos deciden quiénes están clasificados en el eje del mal. Ellos
deciden a quién hay que liquidar. Ellos deciden que los demás pueden
estar con ellos o contra ellos, pero les da igual.
Sus cazadores de recompensas operan en todo el planeta, buscan a los
fugitivos de "su" justicia, a los declarados por ellos terroristas.
La ley internacional, los tratados, los convenios, el respeto al
derecho de los pueblos, les trae sin cuidado, como en el Far West.
Sus matones tienen licencia para matar, no importa dónde, no importa a
quién.
Y su presidente, Bush, se considera autorizado para hacer eso. Se basa
en que son peligrosos para la seguridad nacional.
Claro que no pensó que ellos son peligrosos para la seguridad de otras
naciones y que, por tanto, haya gente que se los quiera quitar de en
medio.
Es el eterno juego de las verdades y las mentiras, o de los puntos de
vista.
Para Caballo Loco los camisas azules eran enemigos que invadían sus
tierras, violaban a sus mujeres, destrozaban su libre y sencillo modo
de vida. Pero la historia que nos contaron pintaba a Caballo Loco como
un asesino de colonos, un rebelde, un prófugo, en suma, un peligro
para la naciente nación americana.
Y no es que se trate de comparar a Bin Laden con Caballo Loco,
supongo, pero sí que es inevitable comparar a Bush con cualquier
sheriff de aquellos que primero disparaban y luego preguntaban. Al
menos camina como ellos y es tan burro como ellos.
Así que uno no tiene más remedio que dudar mucho de la historia que
ahora nos cuenta el telediario, al igual que dudó en su día cuando
Rambo se cargaba el solito a un ejército entero de enemigos patrios y
luego mostraba su torcida sonrisa con la bandera americana al fondo.
Nada ha cambiado en el "imperio". El mundo entero es ahora su Far West,
y en él hay quienes osan levantarse contra la bota yankee y hasta
hacerles un poco de daño.
Y, como nada ha cambiado, siguen siendo los malos de la película. ∆ |
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