edro Arrojo se confiesa "absolutamente
sorprendido" por este importante galardón, que por su prestigio también se
conoce como el Nobel de Ecología. Pero frente al formato estadounidense del
Goldman - sumamente individualizado-, Arrojo lo siente como un logro colectivo:
"El premio supone un enorme honor personal, pero siempre insisto en que es
mérito de un amplio movimiento donde se dan cita tanto gente del ámbito
universitario, como de los colectivos sociales".
-¿Qué hace un profesor de Análisis Económico liderando el movimiento contra
el Plan Hidrológico Nacional (PHN)?
-Digamos que mi trayectoria personal siempre ha tenido un componente
académico, y por otro lado desde que estaba en la universidad me involucré en
los movimientos sociales, a raíz de los procesos represivos, que me impactaron
mucho. Desde entonces he venido trabajando en movimientos sociales, luego
pacifistas, y por último ecologistas. En el tema del agua mi dedicación llegó
por el lado profesional, ya que me dedicaba a hacer economía de los recursos
naturales y desde los colectivos del Pirineo me pidieron que hiciera un estudio
económico, porque tenían sospechas de que este tipo de grandes infraestructuras
no tenían racionalidad económica. Los resultados me sorprendieron a mí mismo,
porque pensaba que iba a salir un balance positivo y me encontré con un balance
estrepitoso de 150 mil millones de pérdidas en el caso de Itoiz, o de 90 mil
millones en el caso de la presa de Biscarrués en Huesca. Así que ver que se
estaba haciendo una gran trampa demagógica, justificando obras desde la
perspectiva del desarrollo económico, me motivó bastante intelectualmente. Por
otro lado, en ese tiempo conocí a la gente del Pirineo, que vive bajo la amenaza
de verse inundada, y ellos me engancharon por el corazón.
-Si se pierde dinero con las presas, ¿por qué se siguen construyendo?
-España somos el país del mundo con más presas por habitante y Km2, pero
durante todos estos años se han venido haciendo presas sin hacer estudios
económicos. Se generan unas inercias a nivel burocrático, respaldadas por un
enorme consenso social y en el último tiempo alentadas por intereses de grupos
de poder -el lobby del homigón y el de la hidroeléctrica- que anidan detrás de
esos grandes dineros públicos. En la Transición se han reformado los
ayuntamientos, el ejército, la iglesia, pero estamos pendientes todavía de una
profunda revisión y reforma de las estructuras que gestionan las aguas en este
país. Son las estructuras más obsoletas y detrás de esas sombras, de esa falta
de claridad y transparencia administrativa, se ampara la corrupción.
-El movimiento en contra del PHN ha conseguido unir a científicos y minorías
afectadas. ¿Cuál es el punto común?
-Yo suelo decir que este movimiento nace de la indignación de las minorías,
que se ven abocadas a un futuro de desaparición o de graves deterioros de sus
territorios. Así hay movimientos de rebelión muy potentes en el delta del
Segura, en la desembocadura del Júcar, y sobre todo en el delta del Ebro. Y lo
que se hace desde el mundo universitario y los movimientos ciudadanos que pasan
a apoyarles, es añadir a sus argumentos de derechos humanos, elementos de
desarrollo sostenible. Porque el futuro del agua no pasa por el hormigón. Con
esto vamos construyendo un mensaje -la nueva cultura del agua-, y el movimiento
que nació de las minorías pasa a generar una vocación de mayorías. Si no no se
entendería que este movimiento haya sacado a la calle en Barcelona en 3 ó 4
ocasiones a casi 300.000 personas. No son ésas las personas inundadas, sino las
que se ponen en sintonía con los retos del desarrollo sostenible.
-¿A quién tiene enfrente este bloque, aunado en la Plataforma de Defensa del
Ebro?
-Hoy políticamente lo único que se podría decir que está enfrente es el PP,
y dentro del PP me consta que la gente que entiende de aguas en privado nos
dicen 'tenéis razón'. El señor Aznar está embarcado en esa actitud del
autoritarismo y prepotencia que genera toda una demagogia en Levante, País
Valenciano y particularmente Murcia, donde no se explican las dos posiciones, se
persigue a la gente que discrepa y se produce un bloqueo del debate. El PP
intenta matar al mensajero, cosa que no es posible en una sociedad moderna y
democrática, y más si tenemos en cuenta que la UE ya ha legislado con la nueva
Directiva Marco de Aguas, dando un nuevo enfoque político, de actitud, de forma
de valorar nuestros recursos naturales...
-Sin limitarnos a los embalses, ¿hasta qué punto el agua es un negocio en
nuestro país?
-Lo más significativo es que cuando entra a gobernar el PP lo primero que
hace -antes de ocuparse del PHN- es cambiar la Ley de Aguas. Y lo esencial de
ese cambio consiste en legalizar e impulsar de cara al futuro los mercados
privados de las aguas públicas. No deja de ser triste que una ciudad o un pueblo
considere que la gestión de una cosa tan básica como son sus aguas no puedan ser
gestionadas de manera pública de forma razonable e incluso rentable. Pero más
allá de eso, lo que el PP ha lanzado es el posible negocio de la especulación de
los derechos de aguas, la compraventa de esos derechos de acceso al agua. Y eso
a mí sí me parece muy grave, y es el telón de fondo que nadie acaba de analizar
y de denunciar en lo que posteriormente ha sido la estrategia del PHN. Porque a
partir de esta ley el PHN propone una masiva transferencia de agua al litoral
mediterráneo, donde hay una fiebre urbanoturística sin control. Este agua que
estará subvencionada por todos los españoles les queda a los empresarios en 20
céntimos de euro, en lugar de los 70 que realmente costaría. Y ellos pueden
llegar a venderla a 44 céntimos, que es lo que cuesta el agua desalada, jugando
con un amplio margen especulativo a costa del dinero público. Esto se llama
simplemente corrupción administrativa.
-Con la nueva cultura del agua, ¿cuál sería la alternativa?
-Lo primero es que no se puede seguir bajo una dinámica de corrupción, en la
que el que quiere más, pide y se le da. El desarrollo sostenible pasa porque en
cada territorio los humanos tenemos que ser capaces de reconocer cuáles son los
recursos existentes para aprovecharlos inteligentemente. Hay que saber
aprovechar los acuíferos, pero lo que no vale es que cuando, a través de
negocios especulativos, hemos sobreexplotado los propios recursos se pida que
los platos rotos los acaben pagando todos los españoles. Saber poner límites a
esa ambición desmedida es lo primero, porque sino el resto de alternativas serán
también insuficientes tarde o temprano. Lo segundo es ir usando recursos mucho
más baratos, como el modernizar las redes urbanas, donde perdemos el 35% del
agua que metemos en la red. Sólo modernizando esa red podemos salvar más agua de
la que queremos ahora transferir a través de los trasvases. Otro gran reto es el
de modernizar la agricultura, donde perdemos más de la mitad del agua que
teóricamente le destinamos. Y luego el otro tema es acabar con el desgobierno en
las contaminaciones. En muchos casos no es que no tengamos agua, es que la
tenemos contaminada. Bilbao tiene que beber del Ebro porque el propio Nervión
está contaminado, porque la mayoría de los vertidos que contaminan los ríos y
acuíferos están fuera de control. Y por último, si es necesario más agua en
algún punto donde ya nos hemos pasado y es difícil volver atrás, la desalación
de aguas marinas y sobre todo la reutilización de los caudales urbanos es mucho
más barata que los grandes trasvases.
-¿Qué valoración haces de la gestión del Ministerio de Medio Ambiente?
-Ése no es un Ministerio de Medio Ambiente, es un ministerio del hormigón.
Fíjate que el PHN es parido bajo la dirección del cocinero mayor, Benigno
Blanco, el Secretario de Estado de Aguas del anterior gobierno. Este señor,
hasta el momento de entrar en el Ministerio, era el jefe del Gabinete Jurídico
de Iberdrola. Fíjate tú qué ecologista más afamado. Pero es que el segundo
cocinero en jefe es el señor Carlos Escartín, Director General de Obras
hidráulicas, que al día siguiente de salir del ministerio pasa a tener un puesto
de alto standing en la compañía ACS del señor Florentino Pérez, ya que le había
estado dando grandes obras de presas a esta empresa. Tanto Blanco como Escartín
están hoy ante los tribunales, y la fiscalía del Estado les pide 8 años de
cárcel. Aún así el señor Benigno Blanco no dimite, y sigue de segundo de a bordo
del señor Cascos, preparando el dinero público para ejecutar las obras que él
mismo diseñó cuando estaba de secretario de estado de aguas. El hecho de que un
Ministerio de Medio Ambiente esté gobernado por este tipo de personas, tan
estrecha y públicamente ligadas a los intereses del gran hormigón y de la gran
eléctrica, como mínimo da que pensar.
-¿Cuál es la postura de nuestro Gobierno en materia de medio ambiente, con
respecto a la tendencia europea?
-Cuando el PHN se aprueba, estaba ya prácticamente consensuada en Europa la
nueva Directiva Marco de Aguas, que entra en contradicción flagrante con el Plan.
El Gobierno español está manteniendo una posición irresponsable, que no reconoce
la realidad de lo que Europa le está planteando, y que para colmo pretende le
financie. Pero los fondos europeos con los que el Gobierno pretendía llevar a
cabo este Plan los tiene bloqueados desde hace tres años, a pesar de haber
realizado las presiones al más alto nivel.
-Nos dedicamos a cambiar el curso de los ríos, a embalsar aguas, soñamos con
trasladar agua a cientos de Km de distancia, ¿nos consideramos más inteligentes
que la propia naturaleza?
-Yo creo que es una forma decimonónica y de gran parte del siglo XX de
entender la naturaleza. Es el paradigma de la dominación, que tiene un sentido
de género, y que parte del romanticismo. En esta época se tiene una visión de la
naturaleza como amante, esa naturaleza hermosa que nos apasiona y arrebata, pero
que al mismo tiempo es inestable, irregular, impredecible y entonces requiere
-ahí ya con sesgo masculino- de la autoridad, de la capacidad de la ciencia y de
la técnica para dominarla y ponerla a nuestro servicio. Ese sentido de
dominación de la naturaleza es la que ha estado presente en todas las políticas.
-Está demostrado que esto genera trastornos climáticos locales. ¿tenemos lo
que nos merecemos, por haber roto tantas veces el equilibrio natural?
-En efecto. Los grandes embalses nos llevan hoy a que en el Mediterráneo las
playas no tienen arena, que se han arruinado nuestros bancos de pesca, que en
los ríos ya no nos podemos bañar porque están contaminados, que las riberas son
estercoleros, que se exterminan especies autóctonas. Es decir, hemos perdido
miles de Km. de hermosísimas costas fluviales y casi no nos hemos dado cuenta,
pero es una pérdida patrimonial y de calidad de vida tremenda. Yo creo en efecto
que tenemos lo que nos ha hecho merecer nuestra imprudencia, nuestra soberbia,
nuestra prepotencia tecnológica, pero todavía estamos a tiempo de salvar mucho
de lo que teníamos y lo que todavía tenemos, que no es poco. Por tanto nunca es
tarde para generar la prudencia, la sabiduría, y para usar la ciencia y la
técnica desde la perspectiva del desarrollo sostenible y no desde la prepotencia
de la dominación de la naturaleza. ∆