ABRIL 2003
"SR. AZNAR: LE RECUERDO QUE UD. ES UN
ASALARIADO NUESTRO"
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El pueblo
español, su patrón, ya no quiere sus servicios. Lo malo es que hasta
que abandone su puesto aún falta tiempo, un tiempo en el que va a
pasar mucha vergüenza. |
Sí, Sr. Aznar, es importante que se pare
un momento, Ud. y los que le rodean, y recuerde algunas cosas básicas que a
la larga o a la corta, ya veremos, son vitales.
Verá, Ud. en una democracia, el pueblo soberano, a través de las urnas,
elige a unos señores para que hagan el trabajo que él no tiene tiempo para
hacer, o sea, gobernar, hacer leyes y velar el cumplimiento de esas leyes.
Para ello se firma un contrato y los contratados, o sea, los políticos que
libremente se presentaron a esa especie de oposiciones que son las
elecciones, pues se comprometen a realizar su trabajo para el pueblo a
cambio de un sustancioso salario que les solucionará el problema económico
de por vida. Algo, por cierto, que debería ser sometido a revisión por lo
que tiene de injusto en la mayoría de los casos.
Siendo esto así, que así es, Ud. y los suyos, son asalariados del pueblo, o
sea, contratados temporales, o sea, que ni siquiera son fijos, razón por la
cual deberían tener un poco más de respeto y cuidado con su puesto de
trabajo.
Ustedes trabajan para el pueblo, pero no con sus condiciones, no, sino con
las condiciones del pueblo soberano, porque el pueblo soberano es el patrón
y Uds. los asalariados.
Ud., Sr. Aznar, no es un dios, ni siquiera un ídolo del pueblo, y mucho
menos alguien que tenga razones para caminar con esa mirada de desprecio,
con ese autoritarismo, con esa pose de quien está por encima del bien y del
mal, o de quien vive en el mundo de la razón por encima de los pobres
diablos que navegan por las turbias aguas de las dudas y los conflictos
internos.
Ud., Sr. Aznar, no es un iluminado, como su mentor Bush, no, Ud. es
sencillamente un pobre infeliz que para superar sus complejos se cree algo y
necesita rodearse de pelotas que adulen su vanidad y su ego. Pero, a pesar
de que no se lo crea, ese mismo error lo comete Saddam, ese enemigo que Ud.
se sacó de la chistera, tal vez porque para ser "grande" hay que buscarse un
enemigo "grande".
En el fondo, y ésta es una enseñanza que nos regala la historia, los
"enemigos" siempre se parecen mucho entre sí, son muy afines, por eso se
odian.
En cualquier caso, una cosa es su personal juego de rol, y otra la
responsabilidad que tiene ante el pueblo soberano, que es su patrón,
recuerde, quien le paga, quien paga el estudio de sus hijos y el vestuario
de su señora, y sus caprichos personales, que también los tiene, y a quien
tiene que estarle agradecido, porque sin el beneplácito de este sufrido
pueblo español, Ud. Sr. Aznar, no sería nada, un tipo más, bajito, con
bigote, más bien feo, o sea, de lo que abunda.
Pero Ud. se endiosa y confunde la realidad con la fantasía de sus sueños de
grandeza. Confunde el Parlamento con una casa de citas, a donde acude cuando
le apetece y miente más que habla.
Confunde a su patrón, el pueblo soberano, con sus súbditos, que le deben
prestar adoración y sumisión. Confunde a su mentor, Bush, con la encarnación
del mesías, el encargado de devolver el orden, la paz y la justicia al
mundo.
Sr. Aznar, Ud. se ha perdido, y los suyos le siguen como si de una manada de
ñus se tratara al encuentro de los cocodrilos.
Ud. Sr. Aznar, ha firmado el finiquito de su contrato, pero, lo más triste,
es que lo ha firmado con sangre, con la sangre de víctimas inocentes de una
guerra que Ud. ha ayudado a crear.
El pueblo español, su patrón, ya no quiere sus servicios. Lo malo es que
hasta que abandone su puesto aún falta tiempo, un tiempo en el que va a
pasar mucha vergüenza, en el que un día va a despertar de sus sueños de
grandeza y se va a encontrar con lo peor, y es que no se le quiere porque ha
traicionado a los suyos.
Me da Ud. lástima, Sr. Aznar./ MC |