ABRIL 2003
NACE EL PUEBLO
UNIVERSAL
El hombre nuevo surgirá de entre los escombros y se negará a
aceptar un mundo creado con fuego, un imperialismo fascista, unos
títeres enfermos de poder y con semblante de redentores.
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El mundo entero contiene el aliento
ante lo que es el desarrollo de esta guerra tan anunciada, tan
elaborada.
El ruido de los misiles, las víctimas, los pronósticos, la información
y la desinformación, todo ello, no tapa esta vez, en esta guerra, lo
que se mueve más allá y alrededor de ella.
Y lo que se mueve es la consolidación de una realidad que hasta ahora
era una promesa de esperanza, pero que ahora estalló, como si de otra
gran bomba se tratara, mostrándonos a un hombre nuevo, que exige la
paz, que exige justicia, que exige un mundo nuevo, diferente, para
todos.
Estamos, entonces, ante la consolidación de los dos grandes bandos.
Por una parte los representantes de lo viejo, del hombre que persigue
el poder a costa de lo que sea, de la cultura de la guerra, de los
valores prostituidos para fines egoístas, del eterno sueño del
imperialismo que busca dominar el planeta entero y que no le importa
el coste en vidas humanas, en dolor, en sufrimiento.
Por otra parte, el pueblo, que no admite la guerra como solución, el
atropello como excusa, la mentira como mal menor. Y que tampoco admite
a dirigentes paranoicos con sueños de grandeza, a líderes que no sepan
respetar la opinión popular, a visionarios que se creen dioses que
tienen una misión divina y redentora, que tienen a Dios de su parte,
tal vez porque el pueblo ya no cree en ese "Dios" que bendice a los
conquistadores, que da carta blanca a los genocidas, que no se inmuta
ante las víctimas inocentes de los que tienen sed de sangre.
Y estos dos grandes bandos han iniciado su definitivo enfrentamiento,
porque los segundos, los pueblos del planeta, han perdido el respeto a
los primeros, tal vez porque no se lo merecen, tal vez porque su
tiempo se acaba.
Porque en los últimos años, mientras los primeros, los señores de las
guerras, hacían sus planes en la sombra para dominar el mundo, los
segundos, ese pueblo universal que son los ciudadanos del planeta,
consolidaban poco a poco su organización y su lucha en defensa de la
dignidad, de los derechos humanos, del medio ambiente, de la justicia
y de la paz.
Y cuando los señores de las guerras deciden poner en marcha sus
máquinas de destrucción, el pueblo universal les dice que no, que no
están de acuerdo, que no tragan con una guerra en nombre de la paz,
con una libertad condicionada y elaborada en el clan Bush, con
mentiras envueltas en papel de verdad, con justificaciones tan burdas
como luchar contra un terrorismo que salió de las mismas fábricas que
sus misiles.
Y la guerra continúa su implacable y desolador camino, pero día a día,
minuto a minuto, no está destruyendo solamente ciudades y vidas,
también se está llevando por delante la poca credibilidad que estos
buitres, con ansias de carroña, tenían ya. Y, de paso, también está
fortaleciendo la imagen de ese hombre nuevo que surgirá de entre los
escombros y se negará a aceptar un mundo creado con fuego, un
imperialismo fascista, unos títeres enfermos de poder y con semblante
de redentores.
La gran esperanza para el pueblo universal es que ocurra lo que ocurra
en esta guerra de sangre y fuego, ellos, los que la diseñaron, ya han
perdido la otra, la auténtica, porque su gran debilidad es que
necesitan del pueblo para ser algo, y si el pueblo les da la espalda
sólo les queda lo que son, nada, basura./
MC
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