¡GRITA, HOMBRE...!

Sí, rompe tu silencio y grita. Es necesario que tu grito suene, fuerte, muy fuerte, para que los que te chupan la sangre empiecen a darse cuenta que el verdadero poder lo posees tú, que se termina el tiempo de tu esclavitud, que la Madre Tierra contempla y cuida a todos sus hijos por igual y que las diferencias tan brutales que existen son causadas por el egoísmo de unos pocos, por la necesidad de poder de los que se creen "dioses", por la falta de humanidad y de escrúpulos de una minoría que, desde su posición privilegiada, explotan al resto sin importarles para nada el dolor, el sufrimiento y la angustia que ocasionan.
Grita fuerte, hombre. Rompe las cadenas de tu miedo, ese que ellos te inculcaron y que día a día mantienen vivo para que temas alzar tu voz y denunciar la injusticia, la opresión, la mentira que atrapa a las vidas como si de una tela de araña se tratara, no permitiendo nada que se escape a su control.
Pero tú eres más fuerte que todo eso, porque tú posees la razón, y también la rabia contenida. Sólo tienes que creértelo, mirar de frente las mentiras sobre las que construiste tu vida, valores caducos que te asfixian, obligaciones inventadas que soportas sin saber exactamente por qué, conceptos sobre la existencia que nunca te paraste a analizar a fondo porque temes, otra vez el miedo, descubrir que son falsos, que no sirven para nada, y que aceptar esa realidad te obligaría a replantearte totalmente tu vida, algo que te asusta. Otra vez el miedo.
Grita, hombre, grita alto y fuerte. ¿Aún no has descubierto que eres una marioneta de los poderes, que te usan, te estrujan y luego te tiran a la basura? ¿Aún no has comprendido que el sistema montado lo diseñaron ellos para ellos, y que tú sólo eres un peón movido por los hilos? Tus necesidades, tus diversiones, tus "vicios", tus gustos, tus caprichos, tus tiempos, todo es su diseño, y en ello tú te crees "original", "diferente", cuando en realidad eres una fotocopia de millones de personas que, como tú, tienen hipotecada su libertad, su tiempo, su vida.
Grita, hombre. Atrévete ya a gritar. ¿A qué tienes miedo? Tu grito, unido al de los demás, tiene poder para derribar montañas, para destruir todo tipo de barreras, y, sobre todo, para devolverles a ellos el miedo que ahora tú posees, porque ellos lo inventaron, creándose un "dios" falso que reprime y atemoriza a sus hijos, inventándose mecanismos políticos que les convierten en "dioses", apretando los lazos económicos hasta ahogar a media humanidad, cuando ellos apestan a lujos manchados de sangre, de hambres, de injusticias.
Grita, hombre. Porque cuando tú empieces otros te seguirán, porque tú eres el eslabón principal de la cadena, el que aporta la sangre que les sirve de alimento, el que consume sus productos, el que muere en sus guerras, el que aplaude sus discursos, el que se cree sus mentiras, el que juega a su juego.
¿Pensaste alguna vez que sin jugadores no puede haber partido?
Descubre tu poder dormido, actívalo y exige la libertad y los derechos que te pertenecen, porque eres tan dueño de la tierra como ellos, y del aire, y del agua.
Pero, no lo olvides, tienes que estar dispuesto a rechazar sus caramelos envenenados, tienes que negarte a reír sus gracias, tienes que tener valor para decirles a la cara que no son nada, sólo títeres con pies de barro, pobres creídos que dependen absolutamente de ti, de todos, para sobrevivir.
Sólo si gritas fuerte, hombre, empezarás a cambiar el orden de las cosas, porque... ¿sabes? en el fondo tienen mucho miedo.
En realidad, tú posees el poder y ellos el miedo.
Piensa en ello. ∆