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"En España existe un problema grave: el llamado periodismo declarativo, que ocupa un espacio descomunal en los medios. Los políticos hablan con el único objetivo de salir ‘en la foto’ y nosotros les sacamos digan lo que digan"

 

Ramón Lobo
- Los pies en la tierra -

A este atípico corresponsal de guerra le interesan más las historias de la gente que participa en ellas que los conflictos en sí mismos. Con sus experiencias personales construyó el libro "El héroe inexistente" y ahora bucea en la ficción con "Isla África", una novela sobre la amistad.

Texto: Marta Iglesias / Fotos cedidas por Ramón Lobo

Como en su escritura, en Ramón Lobo se dan cita la sensibilidad con el crudo humor. Y con la mezcla de ambas la realidad se hace más digerible, o por lo menos más entendible. Es su arma para sobrevivir emocionalmente a numerosas guerras y conflictos que le han llevado a cuatro continentes.
-Hasta que no llegó a "El País" no pudo hacer lo que realmente le gustaba, ser corresponsal de guerra. ¿Qué despierta en usted una guerra?
-Lo que me entusiasma es el periodismo; he disfrutado siempre mucho, ya fuera en la calle, en un estudio de radio o en la redacción de El Sol como redactor jefe. Me empeñé desde el principio en las noticias internacionales pero trabajaba en medios sin capacidad de enviar a nadie de viaje. La primera oportunidad llegó en 1992, al incorporarme a El País: Irak, primero; Sarajevo, después. El resto es una consecuencia de encontrarte en el lugar adecuado en el momento justo.
Un conflicto es un lugar en el que existen cientos de historias por descubrir. Odio la guerra, pero me fascinan esas gentes que no son militares ni políticos. A través de su tragedia entiendes el motor que lo mueve todo. Es la esencia del reportaje, comprender para contar.

-Cuando uno ha visto tantos conflictos, ¿se insensibiliza frente al dolor humano?
-Los reporteros no somos máquinas: el dolor te duele, pero es necesario mantener una distancia para poder escribir. Sobre el terreno se consigue más o menos, pero cuando desaparece esa obligación profesional, en el regreso a casa, los recuerdos y los fantasmas son difíciles de manejar. Es lo que llamo "la pesada digestión" de imágenes y voces. Robert Capa decía que si te emocionas, la lágrima no te deja ver la foto. Es una cuestión de equilibrio: ver y sentir sin implicarte del todo. Cada uno lucha a su manera, con sus propias corazas. Los cínicos auténticos, que los hay, jamás podrán escribir sobre el dolor que no ven ni sienten.

-¿Cree que alguna vez se terminarán las guerras o es que las llevamos grabadas en nuestros genes?
-El hombre puede ser el animal más cruel. Mientras que veamos el poder como una oportunidad de saqueo y de dominio habrá guerras. Algunas pueden disfrazarse con valores, como libertad, democracia... pero en la historia existen muy pocas guerras justas. Incluso la lucha contra el nazismo, una de esas guerras justas, era también un gran combate por el dominio del mundo.

-"El héroe inexistente" es un relato en primera persona de su paso por las principales guerras de Europa, Asia, África y América. ¿Qué mitos sobre el reportero de guerra quería tirar abajo?
-Ninguno, sólo decir que éste es un trabajo con sus miserias y alegrías en el que no existen los héroes, sólo gente que tiene miedo a no saber contar lo que sucede a su alrededor."Vivir es aceptar la muerte, no intentar esquivar o ignorar el hecho de que un día vamos a morir"

-Hablemos de periodismo. Caminamos hacia la globalización informativa, ¿quién decide en la actualidad qué es noticia y qué no? ¿Según qué criterios?
-¿Globalización informativa? Lo que tenemos es una globalización de algunas pocas noticias, las que interesan al Primer Mundo. La jerarquía la deciden las televisiones globales en función de su espectacularidad. Una rueda de prensa de George Bush sobre unos supuestos indicios de una red de Al Qaeda en la Luna tendrá más valor que una hambruna confirmada en Sudán.

-¿Cuál sería el mayor defecto de la prensa española?
-En España existe un problema grave: el llamado periodismo declarativo, que ocupa un espacio descomunal en los medios. Supongo que se trata de una rémora de la transición, cuando cada palabra era importante. Pero ahora los políticos hablan con el único objetivo de salir 'en la foto' y nosotros les sacamos digan lo que digan. En la prensa anglosajona esto es impensable. El New York Times publicó un breve de la rueda de prensa de un presidente de Estados Unidos porque lo dicho carecía de interés. Un ejemplo de gran periodismo es el informativo Noticias de La 2.

-Recientemente publicó su novela "Isla África", un canto a la amistad. ¿Qué valor tiene para usted un amigo?
-La amistad dura más que el amor y es más limpia porque no se busca nada a cambio, ni sexo ni posesión.

-Uno de los protagonistas de la novela tiene un cáncer terminal, y contrasta permanentemente la vida y la muerte. ¿Qué significado tiene para usted vivir?
-Vivir es aceptar la muerte, no intentar esquivar o ignorar el hecho de que un día vamos a morir. Estamos en una sociedad de inmortales haciendo planes a largo plazo, vendiendo su libertad en hipotecas a 30 años. El protagonista de la novela descubre esto cuando sabe que va a morir y viaja a Sierra Leona, un país donde la muerte camina contigo por la calle. Es más fácil aprender a vivir donde la gente sabe morir.

-"No siento miedo físico a la muerte, lo que más temo es dejar de vivir", dice uno de los protagonistas de "Isla África". Tal y como nos planteamos la vida, ¿no estamos ya rindiéndonos al reto que significa vivir?
-El padre de un amigo de la infancia dijo: "Nos empeñamos en luchar por cosas que no vamos a disfrutar". La frase me impactó porque ese hombre murió unos meses después. Siempre he tratado de ser fiel a esa norma. A veces camino por Madrid y veo miles de cadáveres prematuros entrando y saliendo de tiendas o comentando la televisión basura del día anterior. Soy feliz por no formar parte de ese grupo.

-Ha asegurado en una entrevista que "lo más importante son las cosas pequeñas porque están a tu alcance". ¿Qué cosas son para usted pequeñas y qué le aportan?
-Es una cuestión de prioridades. Tres millones de pesetas pueden hacerte infeliz porque te faltan dos para comprar un coche de lujo, o pueden convertirse en una bendición porque puedes pagarte unos meses en Tanzania empapándote de vida. En la novela Isla África, uno de los personajes dice que vivir es robar las imágenes fundamentales que vas a recordar en la agonía, y que éstas serán el juicio final de si todo esto valió la pena. No me imagino recordando un coche de lujo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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