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LA GUERRA COMO EXCUSA
La mayoría del pueblo americano cree que la guerra con Irak es
imprescindible, sin pensar que están siendo engañados, manipulados y
utilizados como instrumentos para que el clan Bush y algunos más se
hagan con un poder que desborda la imaginación más calenturienta.
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Cada día suenan más fuertes los
tambores de guerra. Bush y su equipo se desviven para convencer al
pueblo americano y al congreso de la importancia de invadir Irak para
defender al país. Eso dicen.
Respecto al exterior, la búsqueda de aliados es ya algo obsesivo,
hasta tal punto que llegaron a prometerles, a los que se unan en el
ataque a Irak, repartirse el botín, o sea, el petróleo.
Suena a película de bandoleros que planean el asalto a un banco en
algún poblado del far west. Y lo tremendo es que sí, que es algo así.
Pero lo más curioso de todo es la prisa que tiene Bush por acelerar el
proceso y atacar cuanto antes.
Si analizamos esa prisa puede obedecer a dos razones. Una, que
efectivamente Irak esté preparando para ya un ataque biológico o
químico a los EE.UU, cosa que nadie se cree y cuyas pruebas nadie vio.
Otra, que todo obedezca a la necesidad de tapar con fuego los
crecientes y numerosos escándalos de corrupción que sacuden el entorno
de Bush y que amenazan con destronarle. Por ejemplo, el Secretario
General del Ejército, Thomas White, número dos del secretario de
Defensa, está implicado hasta el cuello en el turbio asunto de la
compañía Enron, que junto a otras se la considera responsable de la
crisis energética que sufrió California el año pasado, crisis
provocada para manipular el mercado en propio beneficio. Al final, y
antes de que Enron perdiera todo su valor, White vendió sus acciones
por 12 millones de dólares.
En una situación normal, White ya hubiera dimitido o habría sido
expulsado de su cargo, pero claro, la nación está en guerra y todos
son necesarios.
Otro que escapa hacia adelante, el vicepresidente Dick Cheney, recibió
un "regalo" de 8,5 millones de dólares de la empresa que dirigía
cuando aceptó el cargo propuesto por Bush. Este "regalo" es la
generosa contribución de su ex empresa por los chanchullos que Cheney
llevó a cabo cuando era un alto ejecutivo, chanchullos que
beneficiaron a la empresa y que perjudicaron a montones de
trabajadores que se quedaron en la calle sin tan siquiera una pensión.
Ambos mandatarios están siendo investigados, pero claro, ¿quién le
mete mano al vicepresidente y al secretario general del ejército
cuando va a comenzar una guerra de incalculables resultados?
Y a todo esto hay que añadir las sospechas que recaen sobre el propio
Bush, implicado en alguno de los escándalos que últimamente sacudieron
al país.
Por otro lado está el 11-S. La historia del 11-S trae cola.
Hace poco, cuando se celebró su aniversario, fue sencillamente
asquerosa la utilización de las víctimas y sus familiares, de los
hechos ocurridos, para manipular una vez más las mentes de todo el
mundo y vendernos algo que todavía no está claro quienes estaban
detrás.
Resulta sorprendente y patético, además de muy extraño, oír hablar
constantemente del avión que se estrelló contra el Pentágono cuando ya
todo el mundo sabe que no fue un avión.
¿Por qué siguen mintiendo y por qué nuestros medios de comunicación,
nuestros periodistas, colaboran con esa mentira?
Bush, lógicamente, aprovechó el momento emotivo para lanzar al aire
una vez más sus alegatos patrióticos, sus estudiados mensajes que
justifican, para él, que EE.UU puede hacer lo que le venga en gana en
cualquier parte del mundo.
Así, la mayoría del pueblo americano cree que la guerra con Irak es
imprescindible, sin pensar que están siendo engañados, manipulados y
utilizados como instrumentos para que el clan Bush y algunos más se
hagan con un poder que desborda la imaginación más calenturienta.
Si Bush y los suyos amenazan a la ONU y la "obligan" a darse prisa, si
pasan de las opiniones o críticas de sus aliados, si no muestran
pruebas fehacientes de las intenciones de Irak, si quieren guerra y
sólo guerra sabiendo el peligro que esto supone con la actual
situación mundial, entonces es evidente que a Bush no le preocupa el
terrorismo, ni el peligro supuesto que este supone para el mundo.
A Bush le preocupa su cargo, su hegemonía mundial, el petróleo iraquí
y, sobre todo, cumplir los planes de su padre, quien desde la sombra
le asesora, aconseja y decide sus más allegados.
La guerra es tan solo una excusa. El problema es que hay quien se lo
cree todo, como le sucede a nuestro presidente Aznar y a su gobierno.
Como siempre ocurrió, el tiempo será el gran juez../ MC |
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