AL PP LE SALE UN GRANO...
|
La postura de Fraga puede
abrir una línea disidente y hacer que por primera vez se creen
bandos internos que a la larga minarían la unidad y la imagen del
partido. |
Más bien un forúnculo, molesto,
incordiante y gruñón. Se llama Fraga. Hace ya algún tiempo que asoman
ligeras discrepancias entre el señor feudal de Galicia y el gobierno
central. Porque entre las virtudes de Fraga, que también las tiene, está la
de no callarse ante nadie, decir siempre lo que piensa, y eso es algo que
tiene mucho valor porque así al menos sabes a quién tienes delante, o al
lado, o detrás.
Y es curioso que precisamente ahora, cuando el PP acaba de salir de un
Congreso donde lo más sobresaliente para ellos es la unidad interna del
partido, venga Fraga a poner la nota discordante, enfrentándose a esa
obsesiva manía de Aznar, la de la España unida y plural, que el propio Fraga
llama "unitarismo cerrado".
Es evidente que Fraga apuesta por una presencia mayor de las diferentes
regiones españolas en la UE, y es evidente que Aznar y los que le rodean no
lo desean. Dicho esto el enfrentamiento está servido, sobre todo cuando
parece ser que Fraga acepta una especie de alto el fuego mientras dura la
presidencia española en Europa, pero luego volverá a la carga y encontrará
aliados en aquellos que ahora se enfrentan abiertamente al gobierno central,
y si no al tiempo.
Aznar y sus acólitos manejan tanto poder que les resulta impensable que en
el seno del PP pueda haber serias discrepancias sobre la política que
realizan, pero la postura de Fraga, que si algo demostró a lo largo de su
dilatada vida política es que no da el brazo a torcer fácilmente, puede
abrir una línea disidente y hacer que por primera vez se creen bandos
internos que a la larga minarían la unidad y la imagen del partido.
En cualquier caso el fenómeno no sería nuevo, es más, es lo que siempre
acaba ocurriendo, tal vez porque las mayorías absolutas acaban siendo un
arma de doble filo que se vuelve contra los que las ostentan.
Por otra parte, Fraga es por encima de todo un gallego, y aunque no comparte
al cien por cien las tesis nacionalistas, a su manera es un nacionalista
cerrado, y ante el final de su larga carrera política, quiere dejar las
cosas bien atadas y pasar a la historia como el precursor de un nacionalismo
de derechas, o sea, todos juntos pero no revueltos.
Y no deja de ser una broma pesada que precisamente ahora que Aznar anuncia
su retirada de escena, surja este problema interno que, repito, va a traer
consecuencias futuras muy importantes.
A lo mejor ocurre que Fraga, viejo zorro en mil intrigas políticas, percibe
el movimiento que se está creando en torno a la sucesión de Aznar, y no le
guste un pelo lo que ve, porque él empujó a Aznar al lugar que ocupa, pero
eso no quiere decir que se fíe de los que le rodean. Y ante ello, mejor
asegurar la posición de Galicia en la UE, conseguir el máximo de
representación para no tener que pasar en el futuro, cuando el ya no esté,
por los designios de quién sabe quién en el gobierno central.
Fraga sabe que ante Aznar tiene un peso, no en vano fue su mentor. Pero...
¿tendrá el mismo ante su sucesor?
Desde luego, algo se mueve en ese sentido, y si se trata de amarrar el
futuro de Galicia, Fraga es capaz de pactar hasta con el mismo diablo.
En cualquier caso, no deja de ser curioso que el más antiguo, el que fue
mano derecha de Franco, sea ahora el que tiene mayor talante aperturista.
Está claro que para entender la política hay que ser vidente o, simplemente,
no saber nada de política.
Simplemente hay que ser lógico./ MC |