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LA REVALIDA DEL GOBIERNO
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Si tanto nos gusta la democracia, pues respetemos sus reglas, y una
de ellas es que el ciudadano tiene derecho a protestar cuando las
decisiones del gobierno no le gusten. |
El gobierno del PP, harto de gobernar en
mayoría y de sacar adelante proyectos porque sí, se enfrenta ahora al
momento más crítico de su andadura al frente de la nación.
Por una parte se cierra su mandato europeo sin que haya habido grandes
resultados. Es más, hay quien dice que Aznar anda cabreadillo porque mucha
cumbre, mucha foto histórica, muchos propósitos, pero nada de nada a la hora
de concretar y de conseguir compromisos firmes. Eso sí, su futuro político
se perfila por Europa, aunque eso también se rumoreaba con Felipe González y
ya ven en que acabó.
Por otra parte, obsesionados por ilegalizar a Batasuna, las cosas se les
están complicando, porque el asunto no es tan sencillo y, sobre todo, porque
es evidente la oposición del PNV, o lo que es lo mismo, la oposición de la
mayoría de los vascos.
La Ley de Partidos que quieren inventarse, con el beneplácito del PSOE, es
algo que por lo menos debería de pasar por un referéndum para que el
ciudadano, con su voto, pudiera opinar, porque a este paso vamos a llegar a
un punto en el que ni siquiera nos convocarán para votar, lo harán ellos por
todos, dando por supuesto que estamos de acuerdo con sus decisiones.
Es el gran peligro de esta democracia insulsa y amañada. Los políticos se
van atribuyendo poder, acumulando capacidad de decisión, y se olvidan que la
base de cualquier democracia está en la opinión del pueblo, del ciudadano,
ante decisiones graves o definitivas que puedan acarrear consecuencias
imprevisibles.
Y el caso de la ilegalización de Batasuna es una de ellas.
Y hablando de prepotencia, llegamos al tercer tema de examen del actual
gobierno, la huelga general del 20 de Junio. Una huelga general es algo así
como la banderilla para cualquier gobierno, el aviso de que las cosas
empiezan a salirse de madre, la llamada de atención definitiva.
Pero siempre ocurre, sea el gobierno que sea, que desde su particular prisma
no entienden las razones para convocarla, es más, amenazan a los convocantes
con las consecuencias que dicha decisión puede acarrear. Esa actitud es
también un claro reflejo de que el Gobierno perdió la brújula democrática,
porque el derecho a la huelga, en una democracia sin referendums, sin
consultas populares, es lo último que les queda a los ciudadanos, y si
ejercer ese derecho es problemático y conflictivo, entonces se está dando la
razón a quien cuestione la legalidad de esta democracia y el talante
demócrata de quienes tanto presumen de ella.
Parece ser, y debe ser una consecuencia de manejar demasiado poder, que los
responsables de velar por la buena salud de la democracia se ofuscan cuando
los mecanismos que diferencian una democracia de una dictadura se ponen en
marcha.
Es como lo que pasó en el fútbol, por ejemplo. Es un deporte y alguien tiene
que ganar y alguien tiene que perder. Siendo así, inevitablemente... ¿por
qué los que pierden recurren a la violencia?
Si tanto nos gusta la democracia, pues respetemos sus reglas, y una de ellas
es que el ciudadano tiene derecho a protestar cuando las decisiones del
gobierno no le gusten. ¿O es qué sólo se debería hacer huelga cuando al
gobierno le viniera bien?
En cualquier caso, la reválida del gobierno de Aznar llama a la puerta.
Pero, lejos de sentirse incómodos, como así están demostrando, deberían
sentirse contentos de poder dar prueba de su solidez política, de su talante
democrático y de su preocupación por el bienestar del pueblo español, que es
a quien sirven y de quien cobran sus generosos sueldos.
Las pruebas son para superarlas, eso sí, cuando existe verdadera vocación y
verdadera capacidad. Caso contrario, y teniendo en cuenta que la vida misma
y el tiempo son jueces inexorables, la historia acaba poniendo a cada uno en
el lugar que le corresponde, bajándole del pedestal que no le correspondía e
invitándole a asimilar lecciones de humildad y de humanidad, que nunca
sobran.
Y este gobierno, y los chicos del PP, tienen bastante deficiencia en lo uno
y en lo otro.
Además, ellos, al igual que los anteriores y los que vengan detrás, analizan
muy poco los ciclos de la historia y las mareas del poder, que hoy son
altas, pero eso sólo indica que mañana serán bajas./ MC |
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