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El mercado de las apariencias mueve cientos de miles de millones al año. Mientras exista negocio, el fenómeno va a continuar. Hasta ahora las mujeres han sido las mejores clientas, pero ya se incorporan los hombres.

 

LA DICTADURA DE LA BELLEZA

Nunca se ha registrado un índice tan elevado de personas traumatizadas por cuestiones relacionadas con la belleza y la estética. Unos ideales creados por el hombre que hoy generan miles de millones al año de beneficios y que mantienen a muchas mujeres prisioneras.
Aunque la liberación de la mujer es ya un hecho en muchos aspectos, XXI siglos no han sido suficientes para terminar con esta dictadura de la belleza.

Texto: Mariló Hidalgo

en la adolescencia
"El 80% de las mujeres occidentales se sienten insatisfechas con su cuerpo. Un 20% ha pasado ya por el quirófano para remodelar su figura, y de ellas un 40% decide repetir la experiencia", afirma un informe de la Unión Europea.
Olga F. acaba de aprobar la Selectividad con buenas notas. Este año ese fenomenal resultado lleva aparejado un premio de sus padres que lleva tiempo persiguiendo: una liposucción. Ya conoce el Centro donde le van a realizar la intervención, la cuantía de la misma y los plazos en los que va a pagarlo. Por fin va a realizar su sueño: disolver las odiosas cartucheras y conseguir una figura esbelta y además, sin pasar por el sacrificio de las dietas o los sudores del gimnasio. Sólo por 1.803,04 euros (unas 300.000 pts.) que podrá pagar cómodamente.
Olga será una de las miles de jóvenes que cada año deciden pasar por el quirófano para remodelar su cuerpo. Este nuevo sector ha incrementado los ingresos de las clínicas de cirugía estética que año tras año ven aumentar sus beneficios. Hoy, la cirugía estética se ha convertido en un producto de consumo al alcance de todos los bolsillos ya que el cuerpo bello, delgado y joven ha pasado a ser una especie de valor eterno. El psicólogo Miguel A. Cueto confirma esta tendencia al tiempo que critica el comportamiento de algunos profesionales: "El cuerpo, en todas las culturas, ha sido y es un objeto de estética, es el símbolo aparente de lo que somos: bien parezco, luego así soy. Por eso son frecuentes las consultas de personas de todas las edades y condiciones sociales que padecen enormemente al no encontrarse bien con su propio cuerpo. En lugar de trabajar para conseguir metas auténticas aparecen todos los 'arreglos' y 'artimañas' posibles para intentar asegurar el no fracaso y el miedo a ser rechazado. Pero la tendencia a compensar lo que no nos gusta de nuestro cuerpo conduce, casi siempre, a problemas psicológicos. Favorecer este comportamiento como padres o madres es nocivo para el buen desarrollo de nuestro hijo/a salvo en casos en los que tenga motivaciones físicas claras. El médico dedicado a estas prácticas tendría que considerar los factores psicológicos y motivaciones de los menores o jóvenes que desean someterse a este tipo de prácticas".

Para frenar la liberación femenina aparece la moda, que echa mano de su poder para imponer una tiranía estética tanto en los hombres como en las mujeres"

La escritora Lourdes Ventura, autora de "La tiranía de la belleza", lamenta las referencias que tienen muchas de estas jóvenes a la hora de marcar sus ideales de belleza: "Estas niñas se miran en modelos que previamente han pasado por los quirófanos". En muchos casos, "sus propias madres también han pasado por la cirugía y ellas simplemente siguen el ejemplo. El mercado de las apariencias mueve cientos de miles de millones al año. Y está claro que, mientras exista negocio, el fenómeno va a continuar. Hasta ahora las mujeres hemos sido las más vulnerables pero ya se incorporan los hombres. Estamos hablando de una especie de acoso psicológico publicitario". Una publicidad que vende una imagen del éxito donde la juventud y la figura esbelta dan mejores resultados en el terreno laboral y sentimental, aseguran algunos estudios. Una figura que también lleva aparejada un tono de piel, el moreno. Y para conseguirlo está el sistema tradicional: tumbarse al sol o bien, acudir a un salón de belleza o centro de bronceado para recibir varias sesiones de rayos UVA. Una moda que empieza a ser peligrosa a juicio de los especialistas: aumento de casos de cáncer de piel, alergias, quemaduras importantes, etc. Algunos, como el doctor y académico Vicente Vicente proponen como medida urgente "emprender campañas sanitarias para evitar los excesos de radiación solar, que en la actualidad ya están produciendo importantes patologías".
El tono bronceado, la figura esbelta... "todo ello permite -asegura la farmacéutica Arancha Desojo, que ha estudiado a fondo este problema- vestir mejor, dar la impresión de un aspecto más sano y transmitir sensación de triunfo. Lo que, parece, aumenta las perspectivas de mejorar en los aspectos más importantes de la vida. Conseguir un trabajo mejor, una pareja más deseada y la distinción y consideración social que todos anhelamos". Vamos, el no va más. Pero un no va más que se ha convertido en un patrón a seguir, se tenga la edad que se tenga, y que afecta especialmente a las mujeres. "En la era en que vivimos, la era de la imagen, la eterna juventud se ha impuesto en la estética como el ejemplo a seguir -asegura Arancha Desojo-. La belleza rozagante de los años jóvenes, la figura firme, la fuerza vital intacta y el resto de la vida para cumplir los sueños son valores que quedan reservados en exclusiva para los que no han cumplido aún la treintena". Y es que aproximarse a este prototipo de siglo XXI, al que más o al que menos le cuesta su "sacrificio". Un sacrificio del que se beneficia un mercado del que, aunque nadie se atreve a dar cifras globales, se estima que puede generar 6.000 millones de euros, sólo en nuestro país. Nos estamos refiriendo al negocio de la belleza y cosmética.
 

El negocio de la belleza y la cosmética es un mercado que genera alrededor de 6.000 millones de euros sólo en nuestro país.
Foto: Cela

¿quién define el canon de belleza imperante?
Todo el mundo habla de un prototipo de belleza que se supone hay que seguir, pero ¿quién ha marcado ese canon? El psiquiatra Luis Rojas Marcos no duda en señalar que "la idealización de la mujer delgada está promovida por la industria de la belleza, industria controlada por hombres y que mueve miles de millones".
Desojo coincide en que los cánones de belleza son variables, pasajeros, que incluso han sido definidos en muchas ocasiones bajo aspectos económicos, pero que por encima de todo "han estado marcados siempre por hombres, que han sido los que han exhibido a las mujeres como un trofeo. Las medidas de los cuerpos femeninos más deseados no han variado tanto a través de la historia, y parece que algunos estudiosos han basado la preferencia de los hombres en una capacidad aparente de las mujeres para la procreación que consiste en caderas anchas, cintura estrecha y pechos equilibrados. Al hablar de cuestiones económicas me refiero a que ese canon de belleza siempre fue un distintivo de las clases mejor situadas: las ricas de antaño debían de ser gordas para demostrar que no debían trabajar y sí podían comer abundantemente. Hoy, se mantienen en forma hombres y mujeres que pueden consumir alimentos escogidos y tienen tiempo suficiente para el deporte y gimnasio. Ahora, la mayoría de las modelos a las que queremos parecernos suelen ser reclamos de ventas de productos de lujo. Nos quieren hacer creer que nos acercaremos al patrón de los y las más deseados si lo consumimos". Unos modelos que curiosamente han sido cambiantes en cada época según el objetivo que esta sociedad patriarcal, instaurada casi desde el principio de los tiempos, quisiera conseguir: incremento del índice de natalidad (caderas anchas, pechos amplios); demostrar el poder de una determinada clase social dominante (la obesidad se pone de moda en tiempos de hambruna); despertar el instinto masculino y conseguir que la imagen se corresponda con la obsesión por conquistar ese cuerpo tan deseado (90-60-90 con cabellos rubios y aspecto frágil, o cuerpos delgados casi infantiles).

Hoy, la cirugía estética se ha convertido en un producto de consumo al alcance de todos los bolsillos.

La mujer fue apartada de los conocimientos -que se reservaron al varón- y se la mantuvo fuera de la producción y gestión de la cultura y religión -incluso también de la escritura-, señalan los antropólogos. "La posición social de la mujer, quedó relegada al entorno del hogar -señala P. Rodríguez en su libro "Dios nació mujer"-, y acabó siendo fijada a través de sus relaciones sexuales, en particular por las mantenidas en exclusiva a favor de un varón de una u otra clase social". A partir de ahí fue el hombre el guardián de la propiedad, el pensamiento e incluso del propio derecho a la vida. La cultura patriarcal, como ha quedado patente a lo largo de la historia, rediseñó valores y sobre todo se preocupó de que la mujer estuviese muy entretenida con las tareas del hogar y la conservación de su imagen. Lamentablemente, para muchas mujeres, estar delgadas y atractivas se ha convertido en lo máximo a lo que aspiran. De esta forma, como señala el psiquiatra Rojas Marcos, la obsesión por la imagen ha ido impidiendo en muchos casos que la mujer pueda desarrollarse social y culturalmente. "El enorme desgaste y desperdicio de tanto talento femenino -reflexiona el psiquiatra- que supone esta cruzada fútil en busca de la perfección del cuerpo, es como una imparable fuga de cerebros de consecuencias devastadoras para la sociedad, especialmente para tantas mujeres que luchan por su realización y por una justa posición de igualdad social, política y económica con el hombre". Pero incluso a esta lucha que ya ha comenzado, se le ha intentado asignar también un patrón estético. "Para frenar la liberación femenina -asegura Desojo- aparece de nuevo la moda, que echa mano de su poder de antaño para imponer de nuevo una tiranía estética tanto en los hombres como en las mujeres. En la posmodernidad, el patrón debía haber quedado obsoleto y haberse alcanzado la liberación estética transformando lo que se entendía por belleza en salud, bienestar físico y mental, intelectualidad y educación en valores. Por desgracia, hasta la estética de lo que es saludable está sujeta a la moda. Y la educación en valores incluye el valor de la apariencia".

"Aproximadamente el 20% de la población femenina entre los 18 y 45 años sufre anorexia, bulimia o algún tipo de perturbación psicológica relacionada con la alimentación o la imagen".
Éste es el resultado final de ese conflicto cuerpo-mente, que en algunas ocasiones -como hemos podido conocer a través de los medios de comunicación- pueden llegar a ser mortales.
Este tipo de enfermedades, ahora tan de moda, -aseguran los especialistas- son consecuencia de la imagen que cada uno tiene de su propio cuerpo y su actitud hacia él. "La anorexia nerviosa -explica el psicólogo M.A. Cueto- es un estado de inanición (hambre) y adelgazamiento que suele ir aparejada con depresión, ocultación y una obsesión con la pérdida de peso. Aunque estos trastornos no son nuevos. Las descripciones de autoinanición se han encontrado en redacciones medievales y la anorexia nerviosa fue definida por primera vez como un problema psicológico en 1873. Por otro lado, los trastornos de la alimentación son enfermedades conducturales devastadoras. Suelen estar producidos por una compleja interacción de factores que van desde los trastornos emocionales y de la personalidad, presiones familiares, una posible sensibilidad genética o biológica y el vivir en una cultura en la cual hay una sobreabundancia de comida y una obsesión por la delgadez excesiva".

La belleza, dice la filosofía oriental, es un estado del ser que surge con la riqueza interior. No se compra, ni se vende, no depende de modas, adornos, color de piel, país o cultura. Es una belleza que emana fruto del trabajo personal y está al alcance de todo el que quiera cultivarla.belleza eres tú
Quedarse maravillado al contemplar una rosa, una puesta de sol, o un paisaje, es algo que hemos experimentado en varias ocasiones. Posiblemente hasta hayamos coincidido con otras personas a la hora de hacer esta valoración. Pero en cambio no hemos sido capaces de concretar por qué nos gusta. Sólo acertamos a decir que se trata de algo bello. En sí mismo. En cambio, cuántas opiniones y gustos se pueden reunir en torno a un vestido, un cuerpo, un edificio, un peinado, etc.
¿Qué es entonces la belleza? ¿Se puede concretar en términos objetivos? "No por repetido deja de ser cierto -asegura Desojo- que 'la belleza está en el interior', porque es una verdad grande. Una persona que se cuida tanto física como mental y espiritualmente, que se esfuerza por estar mejor individualmente pero también lucha por mejorar su entorno, que vive de acuerdo a lo que tiene, que busca el conocimiento y la tranquilidad, que valora lo que cuesta trabajo, será una persona feliz, con buen talante, que disfrutará de la vida y por ello tendrá mejor cara, expresión más agradable y postura más valiente frente a la vida. Será por tanto más atractiva". El psicólogo Miguel Ángel Cueto considera también un error el dejarse influir por el perfeccionismo que marcan los cánones, es más positivo mirar hacia dentro de cada uno para "darnos cuenta de que somos seres humanos, y que el trabajo más importante en nuestra vida es ser nosotros mismos. Nadie espera que seamos algo más. Ya somos personas maravillosas y magníficas".
Ha sido la filosofía oriental quien desde siempre ha hecho una valoración más profunda del tema. La belleza, dicen los orientales, es un estado del ser, y ese estado del ser surge con la riqueza interior; cuando la mente es libre y no funciona en base a temores y condicionamientos externos. Hablaríamos por tanto de una belleza que no se compra, ni se vende, que no depende de modas, adornos, color de piel, país o cultura. Es una belleza que emana fruto del trabajo personal, por tanto está al alcance de todo el que quiera cultivarla.
Algunos han ido más allá y aseguran que potenciando esos atributos, cualidades que cada uno posee, en cada momento, cada día, con nuevos retos... el resultado sería una belleza cambiante, cautivadora, que aflora al exterior.
Porque al final queda demostrado que ambas bellezas se unen y la consecuencia no escapa a los ojos de ningún mortal. ∆

 

Para muchas mujeres, estar delgadas y atractivas se ha convertido en lo máximo a lo que aspiran. La obsesión por la imagen ha impedido en muchos casos que la mujer pueda desarrollarse social y culturalmente.

La imagen de los triunfadores
Por Arancha Desojo, experta en cooperación sanitaria.
Centro de Colaboraciones Solidarias.

En el hemisferio norte, la llegada del primer sol del verano y los calores incipientes invitan a aligerar los atuendos. Aparecen las piernas al aire, se destapan los brazos, las más jovencitas se atreven a enseñar la cintura y a través de las telas livianas será más fácil adivinar las redondeces que durante el invierno se han aposentado en los puntos más peligrosos de todas las anatomías. Este panorama asusta a la inmensa mayoría, que descubre con horror que ya es tarde para comenzar la dieta que, creemos, obrará milagros en nuestra silueta una vez que nos decidamos a ponerla en práctica. Todos sufriendo por un canon estético de delgadez, juventud y belleza que muy pocos pueden alcanzar con las armas que están en nuestra mano.
Las empresas de cosmética renuevan cada año su arsenal de cremas reafirmantes, anticelulíticas y reductoras, pastillas quemagrasa o lociones crecepelo, que se convierten pronto en éxitos de ventas a costa de vendernos la esperanza de mejorar nuestro aspecto sin esfuerzo, tan sólo a cambio de dinero. Pero después de varios intentos, la mayoría tiramos la toalla y nos miramos al espejo decepcionados, para terminar, en el mejor de los casos, conformándonos con lo que la naturaleza nos ha concedido.
Sólo algunos, hasta hace poco tiempo los más atrevidos, los más angustiados, los más obligados o los más adinerados se lanzaban a las operaciones de cirugía estética. Ahora cada vez son más personas, principalmente mujeres pero también hombres, las que se someten a una operación altamente traumática y con no pocos riesgos, con el fin de estirarse la piel, eliminar grasa y aumentar o reducir aquello que luce mejor del tamaño opuesto al que nos ha tocado en suerte. Todo por ajustarse al patrón que ven cada día en la tele o el cine, encarnado en mujeres y hombres que parecen inventados porque no se ven a menudo andando por la calle.
Mayor es aún el problema de los habitantes de países con una fisonomía muy alejada del modelo occidental más en boga, y cuya fortuna va también pareja a tener una mayor semejanza con el arquetipo. En China, donde el aprendizaje de la economía de mercado ha sido corto pero intenso, la lucha por hacerse notar en un país de más de mil millones de habitantes va asociada a la pérdida de las características físicas que distinguen a los orientales. Las clínicas de cirugía estética, a menudo clandestinas y mal atendidas, ofrecen la posibilidad de eliminar el pliegue del párpado que hace que sus ojos sean chiquitos y rasgados a las jóvenes que sueñan con hacer carrera en el cine, la canción o la pasarela. En un país que está avanzando a pasos agigantados para desprenderse de su pasado, considerado pobre y feo, hacia la modernidad capitalista, la revolución estética impone ojos grandes, las narices respingonas, los pechos grandes y los labios gruesos de los carteles anunciadores del paraíso económico occidental. Por desgracia, se viste de triunfo y liberación femenina lo que no es más que una perpetuación de los clásicos modelos machistas según los cuales la belleza permitirá a cualquier mujer hacer fortuna a través de un ventajoso matrimonio.
La nueva sociedad globalizada ha impuesto un patrón estético minoritario como reflejo de la imagen de los triunfadores del siglo XXI. Los cambios quirúrgicos no se heredan. Estamos pues condenando a nuestros hijos a operarse si quieren prosperar. Aunque lo bueno de las modas es que pueden cambiar drásticamente de un año para otro. ∆

 

Los cánones de belleza son variables, pasajeros. Han sido definidos en muchas ocasiones bajo aspectos económicos y sobre todo han estado marcados siempre por hombres, que han sido los que han exhibido a las mujeres como un trofeo.

Otras bellezas
Si realizásemos un viaje a través de diferentes culturas quedaríamos sorprendidos por el ideal de belleza que existe en cada una de ellas y lo que todo eso supone para la mujer.
En el caso de las mujeres jirafa de Birmania, la belleza se mide por los aros de latón que consigan colocar en su cuello -puede llegar a medir 25 cms.- hasta deformarlo. Si llegasen a quitárselo se les romperían los huesos de la nuca.
La mujer tuareg en cambio es valorada por los michelines que consiga acumular en su tripa -hasta doce cuando se incline-A las adolescentes de Papúa Nueva Guinea, les estiran los pechos para dejarlos caídos. Sólo así podrán encontrar marido y casarse.
Los labios deformados con discos de arcilla -cuanto más mejor- es lo más admirado en las mujeres etíopes por los varones de su tribu. En cambio las Txucarramae del Brasil se afeitan la cabeza para que sus compañeros las puedan acariciar. Otras optan por limarse los dientes hasta dejar al aire las encías. Se tatúan el cuerpo a pesar de las infecciones que luego padecen. Se estiran las orejas con peso. Permiten -no tienen otra opción- que les venden los pies desde pequeñas hasta deformarlos e impedir el movimiento...
Parece un poco incongruente que hablar de belleza sea referirse a algo cuya manifestación nos atrae, produce deleite espiritual o sentimiento de admiración como señala el diccionario. Cuando a cambio parece que hablamos de diferentes tipos de tortura. Una tortura de la que no está exenta nuestra cultura occidental. Aunque emplee otras armas.
/M.H.

 

 FUSION OPINA

Aunque son muchas las personas que están sometidas a los dictámenes de la estética, sin duda la que ha salido peor parada en este tema a lo largo de la historia ha sido la mujer. Fue apartada de la cultura, de las responsabilidades sociales y se le hizo ver que para lo que realmente había nacido era para "cazar" a un marido, tener hijos y hacerse cargo del hogar. Para ello desde la adolescencia debería acicalarse, vestirse y comportarse para gustar... al hombre. Un hombre que desde siempre se ha encargado de diseñar la moda que ella debe ponerse, pero también sus peinados, su estética, sus modales. Un hombre que ha promovido toda una industria en torno a la belleza y sus cánones, y ha conseguido importantes beneficios con ello. Un hombre que ha alabado más su aspecto físico que sus capacidades mentales e intelectuales. Y una gran mayoría de mujeres se esclavizaron y jugaron al mismo juego.
Pero afortunadamente aparecen aires de renovación. Está surgiendo un pequeño grupo de mujeres que empiezan a hablar otro idioma. Están descubriendo valores que tenían dentro y desconocían, que les permiten ver el mundo de otra forma, fuera de los cánones establecidos. Por ello se empiezan a encontrar libres, poderosas... bellas. No buscan nada en el exterior, no dependen de nada ni de nadie, y por ello se las empieza a considerar peligrosas.
Está naciendo un nuevo tipo de mujer y es contagioso.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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