SOPA DE VERANO
Ingredientes (como pá 4 personas):
4 tomates maduros • 3 pimientos verdes • 1 cebolla
4 ó 5 patatas • 1 diente de ajo • 3 cucharas soperas de aceite • 1/2 l.
caldo de carne
1/2 l. agua • sal, pimienta blanca y pan semi-duro en rebanadas (sopas).
Recetita
veraniega... Me la dijo Adrián, un marinero cuyo lema era: "El
desodorante me abandona... pero la caspa es más cariñosa".
Recuerdo un día en el que me enseñaba orgulloso su tatuaje:
-Pues sí tío, este tatuaje me lo hice hace 20 años en el puerto de La
Habana.
-¡Cómo mola! Y si te das con agua, ¿no se va?
-Pues... Ahora que lo dices... No sé.
Elegimos una cazuela, a ser posible de barro, y calentamos el aceite,
sofreímos la cebolla, el ajo y a continuación los pimientos verdes.
Conocí también a su mujer, Rosario, que por supuesto no desdecía de su
marido:
-Rosario, ¿de dónde vienes?
-Del salón de belleza.
-¿Y qué, estaba cerrado?
Cuando esté todo tierno añadir el tomate sin piel ni semillas y cortado
a trocitos pequeños. Salpimentar, y cuando esté todo bien rehogado,
añadir el caldo y el agua, y dejarlo a fuego lento unos 20 minutos.
Pues sí, la limpieza no era su fuerte. Yo pensaba algo para "acercarle"
al agua y un día le invité a ir a la playa. Allí me muestra un punto
negro sobre el dedo:
-Mira, una pulga inglesa -me dice.
-Anda, ¿y cómo sabes que es inglesa?
-Porque me la he sacado de la ingle.
Preparamos un picadillo con el perejil, el ajo y lo añadimos al final.
Por último se sirve bien caliente en plato hondo con un lecho de sopas
de pan. Se le puede añadir un huevo fresco.
Bueno, me despido por hoy con una anécdota del padre de Adrián, un señor
de 95 años que llega al médico para su chequeo de rutina. El doctor le
pregunta cómo se siente.
-Nunca estuve mejor -le responde-. Mi novia tiene 18 años. Ahora está
embarazada y vamos a tener un hijo.
El doctor piensa por un momento y dice:
-Permítame contarle una historia. Un cazador que nunca se perdía la
temporada de caza, salió un día tan apurado de su hogar que se confundió
y cogió el paraguas en vez del rifle. Cuando llega al bosque se le
aparece un gran oso. El cazador levanta el paraguas, apunta al oso y
dispara. ¿A que no sabe qué paso?
-No sé -responde el anciano.
-Pues que el oso cayó muerto frente a él -concluye el doctor.
-Imposible -exclama el anciano-, alguien más debe haber disparado.
-A ese punto quería yo llegar./ El Cuñao |