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EL VIAJE INTERNO
V iajar es desplazarse por el
espacio. La necesidad de viajar surge en el hombre casi al mismo tiempo que
la de alimentarse o sobrevivir. Y eso es así porque en realidad el hombre
surge como consecuencia del Sueño del mayor viajero que existe, el Creador,
el Uno.
El Uno se desplazó en el tiempo y en el espacio para crear una nueva
criatura, un diseño original emanado de Sí mismo, de Su misma esencia, a Su
propia semejanza.
El hombre sabe, en lo más profundo de sí mismo, que toda su evolución
consiste en el regreso a su punto de partida, a su lugar de origen, que es
la Mente de su Creador, pero en otro punto del espacio y en otra dimensión
del tiempo.
Este conocimiento, aunque inconsciente, es el que le impulsa a buscar, a
conocer, a explorar, a conquistar, a ir en pos de su propia necesidad, que,
en realidad, le está llamando, conduciendo, al auténtico viaje pendiente, al
viaje interno.
La concepción plana del espacio y de la existencia está siendo sustituida
por una visión dimensional, donde las fronteras no son físicas, sino
mentales, y donde el pasaporte es sustituido por los auténticos valores y
por la pureza espiritual, pureza que emana de la comprensión de que todos
somos uno en el Uno, o sea, de la absoluta unidad de la Creación.
Para estar en condiciones de emprender el viaje interno, el viajero tiene
que haberse desprendido de "sus verdades", de "sus valores", de "sus
miedos", porque dicho viaje sólo se puede realizar desnudo, con la mente muy
abierta y con la pureza del niño que quiere aprender todo y que somete a su
padre a un bombardeo de preguntas.
Para recorrer el camino interno, el que te conduce al encuentro de tu
verdadera identidad, del porqué y para qué de tu existencia, hay que estar
dispuesto y preparado para enfrentarse a muchos "enemigos" que tratarán de
impedir que avances en tu camino, porque para ellos, vampiros que se
alimentan de tu energía, tú eres vital para su existencia. Así que tratarán
de convencerte, de desanimarte, de engañarte, de atemorizarte.
Esos vampiros energéticos habitan en el mundo externo, se mueven a tu
alrededor, son los creadores de los valores que tienen encadenada a la
humanidad y no la permiten avanzar.
Si tú emprendes tu camino interno, te conviertes en un disidente, en un mal
ejemplo, puedes sentar escuela y estropearles el "negocio". Por eso, el
hombre tiene dos estructuras o diseños. El externo, formado por energías y
formas originarias del mundo exterior, morada de los falsos dioses, cárcel
permanente para el libre espíritu humano.
El interno, auténtico diseño del Creador, energía pura que contiene el poder
que el hombre posee, cuna y origen de las fuerzas que impulsan al hombre y
le provocan inquietud, rebeldía, necesidad, espíritu aventurero,
inconformismo.
Y ambas naturalezas están en conflicto permanente, siendo la mente el
árbitro, el juez que equilibra y decide, quien opta por uno u otro mundo.
Pero el ser humano ya es más consciente del falso poder de los "dioses" del
mundo externo, de sus mentiras camufladas con vagas promesas, de sus
mezquinas libertades. Esta creciente consciencia le conducirá poco a poco a
la búsqueda del camino que conduce al mundo interno y, una vez en él, a
recorrerlo con decisión y valentía para descubrir el secreto durante tanto
tiempo oculto y que tiene que ver con la verdadera naturaleza del hombre,
con su pasado y con su futuro. Y también con el verdadero Dios, el que creó
al hombre y le soñó para objetivos mucho más ambiciosos que todo lo que el
falso poder externo le pueda ofrecer.
Al final del largo túnel que simboliza el viaje interno se encuentra el
fuego que arde eternamente, la llama siempre viva que alimenta las chispas,
que son los hombres, que viven, de momento, esclavos de los poderes
ficticios e ilusorios.
Pero sólo el hombre será quien decida si escoge uno u otro mundo, si
prefiere el poder externo o el interno, si sigue a uno u otro Dios.
Y así será como se defina la Nueva Humanidad, el Hombre Nuevo, algo que ya
se nota, que se remueve en el seno de la humanidad actual, que se agita ante
la presencia, de momento intuitiva, del poder que posee en su interior y que
se rebela contra las leyes del orden establecido, contra las normas y
valores que le asfixian y le limitan, porque el Hombre Nuevo es ilimitado,
es libre, es poderoso y, sobre todo, empieza a intuir quién es su verdadero
Creador.
El viaje interno es un desplazamiento por el Espacio que comunica el mundo
exterior con el Origen de todo lo que existe.
Sólo que dicho Espacio es Mente, la Mente del Creador, del Uno. ∆ |
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