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TRES MUJERES
y una montaña
Ellas son tres montañeras asturianas, Rosa
Fernández, Eva Zarzuelo y Diamantina Muñiz, y la montaña es el Nanga
Parbat, "la montaña desnuda", un ochomil que ha dejado
cicatrices en la historia del montañismo alemán y que está
catalogado, con sus 8125 mts, como uno de los ochomiles más peligrosos.
Texto:
Miguel Coppa / Fotos cedidas por la expedición
DIAMANTINA
"¿Merece la pena tanto sufrimiento? Yo creo que
no. Allí estás al límite. Allí la vida vale muy poco. Si te ocurre
algo sólo hay un helicóptero para el rescate.
Yo todos los días me levantaba pensando... Dios mío, que me levante
sana y guapa, porque si no a ver quién me saca de aquí"
"Cuando Rosa tuvo que dar la vuelta, la gente del
campo base vivió mucha desilusión, porque ellos viven la expedición
igual que los demás. Están siempre pendientes"
"La convivencia con ellas dos para mí fue muy
positiva. Puede surgir algún roce, pero poco más. Allí no hay
posibilidad de más"
"En el campo base me llamaban la presidenta de las
fiestas. Estaba yo buena para fiestas. Pero era un grupo muy animado. Me
gustó"
"Para mí lo más positivo es que ahora valoro
mucho más lo que tengo aquí. También aquí puedes hacer grandes
cosas, más cerca de la familia y del entorno. No hay porque sufrir
tanto"
"Hombre, si éstas fueran a hacer algo por la zona
del Nepal, yo me apuntaría. Ya ves"
"Había un enlace que tenía una gallina que le
ponía todos los días un huevo encima del saco de dormir.
Un día los italianos la cogieron y le pegaron su
publicidad en las plumas"
"Sufrí mucho los primeros veinte días. Decía...
Dios... ¿qué hago aquí?"
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ROSA
"He vivido mucha dureza. La decisión de volver al
campo base fue difícil. Yo creía que si dormía bien al día siguiente
podría volver a intentarlo. Por ello bajé pensando que volvería. Pero
no pudo ser.
Te queda una mezcla de alegría muy grande por Eva y por la expedición
en sí, y también una tristeza porque toda mi ilusión se vino abajo
por las circunstancias ya dichas.
De todas formas no me arrepiento de haber dado la vuelta, porque en las
condiciones que estaba hubiera sido peligroso".
"Para mí lo más positivo fue la gente, los
lugareños, los compañeros montañeros"
"Esta expedición fue muy distinta a otras. Pero no
porque fuéramos las tres, sino por la exigencia de la montaña"
"En la montaña no hay diferencias hombre-mujer.
Tampoco existe machismo ni nada de eso. Todos somos compañeros y todos
nos apoyamos"
"Necesito recuperarme de esto y luego pensar qué
voy a hacer"
"Mi sueño principal sigue siendo el Everest"
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EVA
"No es sólo el esfuerzo de allí, también está
el que hay que hacer aquí entrenando. Pero merece la pena"
"Sí, vas cansada, pero eso ya lo sabías, así que
a tirar para arriba"
"Había algunos, como el japonés, que eran
máquinas. Se ponían a correr y ¿quién los sigue? Así que yo a mi
paso"
"Los alemanes tienen un plan muy organizado y lo
siguen a rajatabla. Todo es perfecto, hasta la comida"
"Es muy especial la vuelta al campo base, el
encuentro con los que están allí. Hay hasta ramos de flores"
"Tuve problemas de estómago, diarreas, pero eso es
normal"
"Sí, soy consciente de que soy la primera mujer en
España que hizo el Nanga Parbat. Para mí es muy importante"
"Nosotras no discutíamos nuestras diferencias a
voces, como los italianos"
"Me chocó mucho cuando un italiano tuvo que
vivaquear a ocho mil metros que nadie saliera en su ayuda"
"Para mí lo más positivo fue la gente de
Pakistán. Eran encantadores"
"No me creo que por haber hecho cumbre ahora lo
tenga más fácil. En Cataluña o el País Vasco sí, aquí no"
"Ahora mismo no tengo ningún proyecto en la
cabeza. Primero tengo que quitar los pufos de esta expedición y luego
ya veremos. Además, las montañas las escojo por catálogo, según su
forma me atraen o no"
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Ellas sabían que la aventura era un reto difícil,
primero por la parte económica y segundo por la montaña en sí.
Pero nada las detuvo. Tras muchos esfuerzos para reunir
el dinero necesario, aunque al final se quedaran cortas, y mucha
preparación en las montañas asturianas, con algún susto incluido, las
tres emprendieron viaje hacia Pakistán, llenas de ilusión y con la
convicción de hacer algo grande.
"La primera sorpresa fue con la gente de allí. Nos
habían dicho que era un valle peligroso, que había muchos robos. Pero
nos encontramos con una gente encantadora que nos cuidó mucho y
vivieron la aventura con la misma ilusión que nosotros".
Durante el viaje Diamantina sufre un esguince y tiene
que realizar gran parte del trayecto al campo base en burro. Una
experiencia inolvidable.
Una vez allí se integran en otros equipos, alemanes,
italianos y un japonés.
"La colaboración entre todos fue imprescindible
para hacer cumbre. Hacerlo en estilo alpino, en solitario, es muy
complicado. Una vez allí, contemplando la montaña, lo que hizo Messner
cobra unas dimensiones bestiales.
Además, los alemanes funcionan con tal disciplina y
organización que no se les escapa nada. Pero tiene que ser así. Es una
montaña muy difícil. Los italianos son más individualistas".
Al principio disfrutan de una racha de buen tiempo que
les permite ir instalando campos, así hasta el campo III a 6.700
metros. Luego se les metió mal tiempo y tuvieron que esperar en las
tiendas.
"Pasábamos el tiempo, de la tienda al comedor y
vuelta a la tienda. Leíamos, hacíamos solitarios. No paraba de nevar y
no se puede hacer nada. Comer y descansar..."
Vuelve el buen tiempo y se prepara para el ataque final.
"Al final decidimos ir todos a la vez. Luego se
incorporó un neozelandés y luego los italianos. Tiramos hacia arriba
todos a la vez y montamos el campo III y el IV".
Aquí surge el contratiempo que obliga a Rosa a darse la
vuelta.
"Me encontré mal durante toda la expedición.
Cuando me marché de Asturias ya me enteré de que estaba bastante baja,
en parte a causa del accidente que tuve en las Ubiñas poco antes de
marchar. Me dijeron que estaba al ochenta por ciento y que no podía
marchar así. Que necesitaba al menos un mes o mes y medio para
recuperar. Pero no podía echarme atrás. Además, al llegar allí cogí
una infección. Todo ello, junto a la altura, se paga. Tuve que asumirlo
así. Fue muy duro, lo pasé muy mal. Creo que fue la expedición donde
peor lo pasé".
Con Diamantina en el campo base y Rosa sin poder
continuar, la responsabilidad de la cumbre queda en Eva. "Yo no
vivo la montaña así. Yo fui allí porque quería subir, hacer cumbre.
Yo no veía que tuviera ninguna responsabilidad con nadie excepto
conmigo misma".
Pero sus compañeras abajo veían las cosas de otra
forma.
"Teníamos que salvar la expedición. En Asturias
te marcan mucho, te exigen mucho. Rosa subió la parte más difícil
cuatro veces, sin embargo, como no hizo cumbre, nadie le valora el
esfuerzo que hizo".
Eva continúa su relato.
"Dormimos en el campo IV. Salimos a la una y media
de la madrugada hacia arriba. A mí me llevó diez horas".
En ningún momento pensó en no llegar.
"No, no lo pensaba. Yo tiraba hacia arriba. Veía
gente que ya estaba en la cumbre, pero también veía que venía gente
detrás de mí.
A las once y media o doce toqué cumbre. Lo primero que
hice fue abrazarme a todo el mundo, especialmente a Teresa, la alemana,
porque llevaba tres expediciones sin hacer cumbre y era la primera
alemana que hacía el Nanga, con cincuenta años.
Luego llamé a mis compañeras e hice las fotos de
rigor".
Era la culminación de un sueño, y aunque no había
podido ser completo por la ausencia de Rosa, la expedición femenina
asturiana al Nanga Parbat, la montaña que un día tuvo en jaque al
orgullo alemán, había sido un éxito. ∆.
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