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EL FRACASO
DEL EJERCITO PROFESIONAL
Con alegría recibieron muchos jóvenes españoles la noticia del fin
del Servicio Militar Obligatorio. Paralelamente dio comienzo el proceso de
profesionalización del Ejército con un plazo para hacerlo efectivo: marzo
de 2002. Pronto se sucedieron los problemas que ponen en peligro la puesta
en marcha del proyecto: faltan candidatos, los sueldos son escasos, los
contratos abusivos, los jóvenes se quejan de no encontrar lo que se les
prometió y se critica la excesiva improvisación del Gobierno ante lo que
debiera ser un proyecto serio. ¿Qué está fallando?
Texto:
Mariló Hidalgo
FIN DE LA MILI
Después de doscientos treinta y un años en vigor, el servicio militar
obligatorio desaparece en nuestro país. Un respiro para las nuevas
generaciones, ya nada motivadas por el honor, la defensa de la patria, ni
aquellas campañas de marketing tan sofisticadas que decían: ¡Joven, la
Marina te llama!.
Fue en marzo de este año cuando el Gobierno aprobó un Real Decreto,
anticipando el fin del Servicio Militar obligatorio al 31 de diciembre.
Con ello más de un millón de jóvenes se libraban de la mili y a partir de
esta fecha, todos los soldados y marineros pasaban a ser profesionales.
La decisión era obligada. El Ejercito que existe en nuestro país ya no
responde a las necesidades del momento. Las últimas misiones de paz
internacionales han buscado exclusivamente a profesionales porque el
soldado de reemplazo no está preparado ni cualificado para el manejo de
armas modernas. El Coronel del Estado Mayor, Amadeo Martínez-Inglés, que
lleva muchos años luchando por un Ejército Profesional e incluso fue
arrestado por defender la modernización y profesionalización de las
Fuerzas Armadas, recuerda su experiencia en la guerra de Ifni. "A los
veinte años era ya teniente y aquella fue mi primera experiencia bélica.
Fue una guerra colonial desastrosa. Aquellos pobres soldados iban
desnudos, no teníamos munición y era común encontrarles llorando en las
trincheras diciendo que estaban allí obligados. Que aquella guerra no les
gustaba o que querían marcharse con sus madres. Eran unos chiquillos. Allí
me surgió la idea de hacer un ejército serio, profesional. Así que comencé
a estudiar los ejércitos europeos y con ello elaboré un amplio dossier
sobre la forma de llevar a cabo la profesionalización del ejército en
nuestro país. Desde entonces llevo defendiendo esta causa, dando
conferencias, participando en debates, con todo lo que ello me ha
implicado hasta la fecha".
Como decíamos, esta evolución era obligada ante los acontecimientos. Se
empiezan a notar las primeras consecuencias del cambio demográfico: Se
calcula que para el 2005 habrá un millón de jóvenes menos que ahora, entre
los 15 y 19 años. La insumisión y la objeción de conciencia han crecido en
nuestro país, como consecuencia de la corriente antimilitarista que sacude
Europa. Y los jóvenes tienen una imagen de nuestro ejército más aproximada
a la que se tenía en tiempos de la Dictadura que a la nueva idea de un
ejército moderno y democrático. Además, algunos incluso se preguntan ¿para
qué sirve un ejército en tiempos de paz?, y ¿de qué nos tenemos que
defender? "Es algo que el ciudadano medio se pregunta muchas veces
-reflexiona el Coronel Martínez-Inglés-. Creo que en un plazo medio, los
ejércitos nacionales van a desaparecer. Aquí en Europa, iremos hacia una
defensa compartida a nivel continental y en un futuro se hará una defensa
globalizada. No obstante creo que en unos años los ejércitos van a ser
todavía necesarios aunque no bajo este modelo de ejército de reemplazo
forzoso, masificado, sin cualificar, mal armado; sino uno pequeño, bien
preparado, bien pagado y cualificado profesionalmente". Seis años ha
tardado el Gobierno Aznar en sacar adelante un proyecto que ya se venía
solicitando desde diferentes estamentos, mientras que los procesos de
profesionalización en otros países ha sido de dos o tres años. Según la
opinión de algunos técnicos consultados, "el tiempo transcurrido ha jugado
en su contra y le ha multiplicado los problemas. El Gobierno se ha visto
obligado a improvisar".
UNA CAMPAÑA, DOS CAMPAÑAS, TRES CAMPAÑAS...
En 1998, Defensa pone en marcha la mayor campaña publicitaria de toda
su historia, con una inversión de 1.600 millones de pesetas. Con ella
pretende incrementar el número de aspirantes a soldado profesional. El
resultado no fue el esperado y se habló de cifras bastante similares a las
obtenidas en 1994, con la diferencia de que en aquellos momentos se
ofertaron algo más de 10.000 plazas y en este año estaba previsto cubrir
18.000 puestos.
En la siguiente campaña se invirtieron 1.950 millones de pesetas. El
Ministerio de Defensa puso en funcionamiento un macro tráiler que recorrió
ciudades, eventos deportivos, playas, etc. para llevar a los jóvenes
información sobre el nuevo Ejército Profesional. Tampoco aquí se recogió
lo esperado. En el 99, la proporción de aspirantes por plaza fue de un
1,6%, lo que se tradujo en un déficit de 2.500 soldados profesionales
sobre los 65.000 previstos para ese año. Las cuentas seguían sin salir, a
pesar de que al año siguiente, Defensa decide rebajar el coeficiente
intelectual de los aspirantes de 90 a 70 -límite de lo aceptable-y amplía
hasta 28 años la edad para optar a una plaza del ejército.
En este año 2001, Defensa vuelve a la carga e invierte 2.180 millones de
pesetas -170 millones menos que el pasado año- en una campaña que tiene
como mensaje transmitir la imagen de las Fuerzas Armadas como alternativa
de futuro para los jóvenes. "La publicidad que se está llevando a cabo en
televisión por parte del Ministerio de Defensa, es contraproducente,
asegura el coronel Martínez-Inglés. Hay que entender la idiosincrasia del
español medio, poco militarista. No puedes poner imágenes de tanques
porque al ciudadano eso le recuerda al 23-F. Un joven no necesita ese tipo
de mensajes sino ver la imagen de un ejército propio de una democracia:
bien pagado, moderno, con salidas profesionales e incentivos. Algo que
rompa con esa idea del ejército franquista que han oído hablar a sus
padres y otros que han hecho la mili. Donde cuentan que el primer día te
dan una galleta; donde no respetan tus derechos más elementales; donde
sargentos y oficiales no tienen la preparación adecuada; donde los
cuarteles son una birria y no tienen ni campos de deporte. Eso es lo que
hay que corregir".
Muchos
sectores critican el afán del ejército por reclutar masivamente, y
defienden la idea de un ejército más reducido, adaptado a las nuevas
tecnologías y mejor preparado.
A medida que se acerca el plazo previsto, los problemas parecen
multiplicarse. En la primera convocatoria del año, el ejército no cubre
las plazas porque el 15% de los aspirantes "no superó el reconocimiento
médico por consumir sustancias psicotrópicas", informaba el subdirector
general de Reclutamiento, el general José Luis Asensio.
Así que el tiempo transcurrido y los resultados obtenidos obligan al
Gobierno a replantearse el número de efectivos necesarios para poner en
marcha el nuevo ejército: 140.000 soldados. El portavoz socialista en la
Comisión de Defensa del Congreso, Jordi Marsal, critica ese afán por
reclutar masivamente. "El Ministerio de Defensa -argumenta- tiene una
absurda obsesión por reclutar soldados a toda costa. Para nosotros, lo
importante no es la cantidad, sino la calidad. Apoyamos un Ejército
Profesional más reducido, adaptado a las nuevas tecnologías y mejor
preparado" (El País,19-6-01). Cuestión que también es apoyada por el
coronel Martínez-Inglés. "No se puede hablar de crear un ejército con
140.000 hombres, que luego reduces por cuestiones obvias a 120.000 y ahora
a 102.000. No es serio. En el proyecto que presenté hace tiempo y remití a
todos los grupos parlamentarios, incluyo un estudio de demoscopia y otro
personal, después de hablar con muchos soldados jóvenes y sus familias,
donde llego a la conclusión y así lo justifico, de que 80.000 soldados
bien preparados son suficientes".
INICIATIVAS
SOBRE LA MARCHA
El plazo se aproxima y el Ministro de Defensa comienza a adoptar una
serie de medidas rápidas. La primera afecta a los soldados de último
reemplazo con los que el Gobierno quiere tener una "atención especial":
ofrecerles una ampliación de tres meses de servicio a cambio de 1.200.000
pesetas. Dicho de otra forma, si en vez de nueve meses de mili este grupo
de jóvenes quiere prestar sus servicios durante un año, recibiría la
cantidad que percibiría al año un soldado profesional. El objetivo, según
palabras del propio Ministro Trillo es "conectar y cubrir la transición"
entre la mili obligatoria y el Ejército Profesional (período comprendido
entre diciembre de este año y marzo del 2002). Aunque el ministro reitera
que "no hay por qué temer una descubierta de los objetivos de seguridad
nacional" (El Mundo, 10-3-01) los aspirantes siguen estando muy por debajo
de las previsiones que ahora -después del último recorte- se cifran en
102.000 soldados.
Las medidas que poco a poco va adoptando el ministerio para paliar este
problema, provocan sorpresa y perplejidad a la opinión pública española.
En mayo, salta la noticia de que la escasez de soldados obliga a sustituir
centinelas por vigilantes jurados en la Academia Militar de Zaragoza, el
centro de enseñanza más importante del Ejército de Tierra. La insólita
medida fue justificada desde el ministerio como "externalización de
servicios", para que los soldados profesionales puedan dedicar su tiempo a
labores operativas en vez de hacer guardias, destinos que "pueden producir
cierta frustración" en la tropa.
Al mes siguiente llegan a Madrid los primeros hijos de emigrantes
españoles, 304 jóvenes de doble nacionalidad, procedentes de Argentina y
Uruguay que se han alistado al ejército español. Se trata de una
experiencia piloto del Ministerio de Defensa para captar militares en
América Latina y poder completar así el cupo establecido. El cupo final,
según el ministerio, nunca excederá del 2% de los efectivos totales.
Mientras dure la instrucción -dos meses- cobrarán unas 65.000 pts. Cuando
firmen el contrato percibirán el sueldo estipulado para un soldado
profesional, unas cien mil pesetas mensuales.
El calor y las vacaciones no fueron impedimento para que desde el
Ministerio se aplicasen novedades en el tema. En el mes de julio, el
ministro Trillo da luz verde a una nueva titulación -Técnico en Defensa-,
para que los nuevos soldados profesionales puedan estudiar una carrera
homologada por el Ministerio de Educación, mientras permanezcan en las
Fuerzas Armadas. Estos Técnicos podrán explicar luego en las escuelas
"cómo son las Fuerzas Armadas y el papel que la sociedad les asigna",
asegura el ministro.
Paralelamente saltan a la luz pública las protestas de los primeros
aspirantes a soldado profesional que se sienten estafados.
LOS PROBLEMAS DE LOS NUEVOS SOLDADOS
Si queremos conocer la naturaleza de estas reclamaciones nos tenemos
que dirigir a la Oficina del Defensor del Soldado (ODS). "Hasta ahora el
grueso de consultas -asegura Francisco Castañón, presidente de la ODS- era
realizado por soldados de reemplazo u objetores de conciencia. Desde hace
año y medio la tendencia se ha invertido y son los soldados profesionales
los que realizan el mayor número de reclamaciones. La consulta más común
es cómo rescindir el compromiso. ¿Por qué razón? Estos jóvenes se quejan
de no encontrar lo que se les había prometido. Ante ello se desmotivan, se
desaniman y quieren marcharse. El compromiso que han firmado no tiene nada
que ver con un contrato de la vida civil donde figuran una serie de
mínimos elementos que señalan los derechos y las obligaciones que
adquieren ambas partes. Aquí no hay nada de eso. Ellos firman un apartado
donde señalan la especialidad que han elegido, y luego aparecen las normas
militares a las que están sujetos. Normas que sólo un buen conocedor de la
legislación militar podría entender. Por ejemplo, si firman un compromiso
por dos o tres años, sólo se puede rescindir cuando se hayan cumplido 2/3
de ese compromiso, o cuando lleven tres años de servicio cuando hubiesen
renovado el primer compromiso. Se dice también que puedes rescindir el
compromiso por cuestiones de carácter extraordinario, pero como desde la
entrada en vigor de la Ley 17/99 de Régimen Personal de las Fuerzas
Armadas, no se ha desarrollado ningún Reglamento que determine estas
circunstancias, pues no tienes a qué agarrarte y por lo tanto es muy
difícil apelar. Es una especie de contrato en blanco. Es importante que la
gente sepa que lo que firma no es un contrato, sino un compromiso. Esta
diferencia es fundamental".
Pero hay más temas que llegan hasta la ODS. A raíz del escándalo por el
"Síndrome de los Balcanes", se puso de manifiesto la ausencia de derechos
de los soldados y la necesidad de un cambio legislativo en materia
sanitaria. En estos momentos la ODS está trabajando con distintos grupos
parlamentarios para presentar cambios en este terreno y mejorar las
prestaciones sociales y sanitarias de la tropa.
Otro motivo de queja entre los soldados es el horario. "Se quejan porque
tienen unos horarios prácticamente ilimitados, continúa Francisco Castañón.
Como en estos momentos se cuenta con menos personal que cuando había el
Servicio Militar Obligatorio, al final estos aspirantes a soldado
profesional acaban cargados de guardias y servicios. Además no existe una
regulación concreta porque todo está regido por lo que en el ejército se
denomina "necesidades del servicio", y como esto lo impone a su criterio
el Jefe de Unidad, pues puede tener cualquier traducción".
La seguridad social, condiciones económicas, la imposibilidad de acceder a
los cursos de formación por obligarles a cubrir otros servicios, o la
inoperancia del conducto reglamentario completan el abanico de las
cuestiones más consultadas y reclamadas en la ODS. Nos detenemos en esta
última. ¿Qué es exactamente la inoperancia del conducto reglamentario?
"Cualquier reclamación que quiera realizar un soldado, explica Castañón,
tiene que pasar por el conducto reglamentario o cadena de mando: sargento,
capital, hasta llegar al Jefe de Unidad. Esto es algo complicado cuando
muchas veces estas reclamaciones afectan directa o indirectamente a las
mismas personas que las tienen que tramitar. Al no existir canales
alternativos, el proceso se bloquea. La Ley menciona la existencia de unos
Consejos Asesores de Personal elegidos democráticamente donde habría
delegados de todas las escalas con representación de cada uno de los
ejércitos. La realidad es que, como esto no ha sido desarrollado por ley,
es como si no existiera".
¿QUE
HA FALLADO?
Si otros países lo han hecho antes. Si había un proyecto que marcaba
cada uno de los pasos a dar. ¿Qué ha fallado?
"Básicamente, la concepción del modelo, argumenta el director de la ODS.
Se empezaron a comentar cosas que parecían sensatas: un modelo profesional
donde todos los jóvenes que quisieran podrían desarrollar una carrera;
poder acceder a las Academias Militares; ascensos, cobrar incentivos. Como
dijo en su día el Ministro Serra 'se abría la posibilidad de que un
soldado pudiera llegar a General'. Hoy nada de esto es posible.
Determinados puestos del ejército están reservados exclusivamente a gente
que accede a través de las Academias Militares. Y a los soldados que
permanecen más de tres o cuatro años, se les ponen una serie de
condiciones para que abandonen. Entonces ¿hacia dónde vamos? Pues a una
mili pagada". Para el Coronel Martínez-Inglés, el Ministerio de Defensa
"lo está haciendo fatal. Si se hubiera querido hacer bien -continúa- se
habría creado en el Parlamento una Comisión seria formada por sociólogos,
militares, economistas, políticos a la que también asistiesen técnicos
para unir los argumentos. La juventud no está por los ejércitos pero
mientras los estados nacionales piensen que todavía es necesaria una
organización defensiva armada, hay que ofrecerles soluciones. Yo creo que
los encargados de desarrollar esta idea, en el fondo, no creen en el
Ejército Profesional. Por ello han creado una especie de mili
subvencionada tan mala como la de antes, de doce o dieciocho meses de
duración, donde le pagan a un joven una cantidad ridícula. ¿Cómo va a
funcionar esto?".
Durante el verano fue aprobado un Nuevo Reglamento de Retribuciones por el
que se contemplaba un aumento en los sueldos de los soldados para asegurar
su permanencia en el ejército. No se habló de cantidades pero sí del
objetivo: aumentar la tasa de permanencia. Una vez estudiado el
Reglamento, la Oficina del Defensor del Soldado a través de su director
hace una serie de observaciones que indican todo lo contrario (ver cuadro
en página 20).
"Hemos observado que al final se sube el sueldo a aquellos que han firmado
el contrato por uno o dos años. También a los que se encuentran en el 3er
y 4º año de permanencia. Pero a los que están entre el 5º y 8º año, se les
congela el sueldo, y por último, a los que llevan más de nueve años en el
Cuerpo, se les baja el sueldo. Esto es increíble. Además en todo momento
estamos hablando de subidas testimoniales".
Los hechos dejan patente que para crear algo nuevo acorde a las
necesidades que demanda la sociedad actual, es necesario acabar con las
estructuras anticuadas y las viejas imágenes. Una cosa no se puede
edificar sobre la otra.
Y lo más importante, los jóvenes no se han dejado embaucar por lo que sólo
han sido promesas. ∆ |
FUSION OPINA
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Nunca se podrá crear un Ejército
Profesional de verdad si antes no se cambia la mentalidad de los responsables de
ese ejército.
Los jóvenes de hoy no consideran ningún honor servir a la patria, valoran mucho
más la libertad y la independencia.
Sin embargo, sí entienden que mientras las cosas sean como son es necesario un
ejército que proteja a los ciudadanos ante cualquier circunstancia que se
produzca. Pero eso está al mismo nivel de servicio que los bomberos, por
ejemplo, es decir, personal cualificado y bien pagado, que arriesga su vida por
los demás, pero lo hace como un profesional, no como un sirviente.
Si el Ejército Profesional no pita es sencillamente porque su presentación ha
sido penosa, más propia de los tiempos de Franco que de los actuales.
Y eso es debido a que las mentes que crearon y diseñaron la idea están atascadas
en el tiempo. Y, sin embargo, voces que llevan años luchando por la idea y con
proyectos muy serios y muy elaborados, no son ni siquiera escuchados.
Si la base de un Ejército Profesional está en eso, en los profesionales,
soldados especializados, muy preparados, pues empecemos respetándoles, dándoles
una calidad de vida, un sueldo digno y una potente preparación.
Al fin y al cabo se trata de poner la defensa de nuestras vidas en sus manos
¿no? ∆ |
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