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GERVASIO SANCHEZ

 Una imagen, mil palabras

Familiares de los ejecutados en Calama, en la fosa común donde aparecieron los restos de trece de los veintiséis fusilados

Gervasio Sánchez
Foto: NAN

Este fotógrafo y periodista de guerra ha trabajado últimamente en el tema de los desaparecidos chilenos. A sus familiares y a todas las personas que han luchado en silencio por preservar la memoria les dedica su libro "La caravana de la muerte". Pocas imágenes y muchas palabras se funden con gestos y sentimientos para dar una lección de historia y dignidad, el triunfo de la memoria.

Texto: Marta Iglesias / Fotos: Gervasio Sánchez

La historia de este libro comienza en 1986. Es la primera vez que Gervasio Sánchez oye hablar de la "caravana de la muerte" a Rosa Silva, hija de un ejecutado. Al año siguiente publica reportajes en El País y su querido Heraldo de Aragón. El tema le sigue persiguiendo hasta tal punto que en el 92 se encuentra en Sarajevo a una yugoslava cuyo marido había sido ejecutado en Calama. En el 97 regresa a Chile, y saca a la luz nuevos testimonios en suplementos españoles. Cuando por fin se detiene a Pinochet, es hora de cerrar el círculo personal y Gervasio publica "La caravana de la muerte" en honor a las víctimas asesinadas en La Serena, Copiapó, Antofagasta, Calama y Cauquenes.

"Hoy en Chile es muy difícil que una encuesta no admita que más del 70% de los chilenos está a favor del enjuiciamiento de Pinochet y de aclarar el pasado por encima de todo"

-En tus libros "Vidas Minadas" y ahora en "La caravana de la muerte" te centras en el sufrimiento particular más que en el general, buceando en las vidas de personas concretas. ¿Crees que la información se ha globalizado tanto que está deshumanizada?
-Yo creo que lo que está deshumanizado es la profesión periodística. En los periódicos y los medios de comunicación hay una especie de línea de pseudopensamiento que indica que lo interesante y lo importante es lo que dictan las grandes agencias internacionales que, por supuesto, pertenecen a los principales países del mundo. Entonces si una persona de origen norteamericano o de la comunidad europea muere tiene derecho a una historia. En cambio si decenas de miles de personas mueren en África, en Asia o en América Latina lo único que nos interesa es cuántos ceros hay que ponerle a la noticia. Yo creo que esto es gravísimo y tiene mucho que ver con el mundo del periodismo, donde se sientan en los puestos importantes redactores jefes y personas con cierta influencia que carecen de sentimientos. Ellos han decidido que el periodismo debe estar totalmente plegado a exigencias e intereses que no tienen nada que ver con la única norma del periodismo, que es informar. Creo que si seguimos por este camino vamos a ver cómo pronto morirán millones de personas por el hambre en Centroamérica o por la sequía en África y ni siquiera habrá nadie informando porque las cadenas de televisión, los periódicos y las radios decidirán que a nadie le interesa.

-¿En este caso, te ves en la tarea de informar por los que no pueden, como decía Camus?
-Bueno, yo simplemente creo en la obligación de un periodista, que es informar de lo que ocurre y sobre todo denunciar lo que ocurre. Por supuesto hay que hacerlo con rigurosidad y sin caer en el mero maniqueísmo, y eso requiere de una profesionalización, una actitud, un estado de ánimo y sobre todo de una conciencia personal. Y yo considero que por eso estoy en el periodismo y el día que no haga este tipo de cosas abandonaré la profesión por cualquier otro trabajo.

Familiares de Domingo Mamani, fusilado en Calama.-Para las personas de tu libro "La caravana de la muerte", ¿qué significa hacer justicia?
-Bueno, yo creo que las decenas de personas a las que he entrevistado y fotografiado buscan que por fin se les tenga en cuenta en la sociedad en la que viven. Y es que el gobierno chileno de la dictadura, pero también los gobiernos de la democracia, han hecho un flaco favor a la recuperación de la memoria histórica e incluso creo que han intentado esconder la porquería debajo de la alfombra. Pero por suerte en los últimos tres años las cosas han cambiado muchísimo, porque la detención de Pinochet ha obligado a la sociedad chilena a mirarse al espejo y a darse cuenta de que han incumplido a rajatabla y con mucha frecuencia otro de los derechos inalienables de la sociedad, que es hacer justicia y recuperar su memoria.

-Ante las evidencias de la dictadura de Pinochet y las torturas que hubo, ¿por qué las posiciones en Chile son tan encontradas?
-Eso es algo que incluso hasta los más recónditos partidarios del ex-dictador reconocen o tienen que reconocer que hubo. Ellos le llaman excesos, yo les llamo crímenes de lesa humanidad. Ellos les llaman abusos, yo les llamo torturas sistemáticas que violan los tratados internacionales... Está claro que hasta ellos mismos reconocen que el régimen de Pinochet hizo un flaco favor a la defensa de los derechos humanos, pero es verdad que el régimen benefició a una clase social y permitió que gente que actuó sin escrúpulos ganara muchísimo dinero. Permitió que un sistema económico entrara a saco sin prácticamente oposición sindical y laboral en Chile, y esto ha calentado los bolsillos de empresas muy importantes -incluidas algunas españolas-, que no están dispuestas a que el sistema económico sea puesto en entredicho y saben muy bien lo que hay que agradecer al dictador. Luego también hay una gran manipulación de la clase social más desprovista de recursos, tanto económicos como educativos, en la que la derecha pinochetista tiene un gran caldo de cultivo. Les engañan con promesas que realmente se van a incumplir a la primera de cambio y les sacan el voto dándoles pequeños favores. Pero en realidad hoy en Chile es muy difícil que una encuesta no admita que más del 70% de los chilenos está a favor del enjuiciamiento de Pinochet y de aclarar el pasado por encima de todo.

-¿Esta sería la explicación a por qué Pinochet y otros militares que practicaron torturas siguieron en el poder en plena democracia?
-Bueno, ésa es simplemente una de las grandes mentiras de lo que fue la transición democrática en Chile. Chile asegura que intentaron hacer una democracia modelo, una transición modelo, y todo fue simplemente un pacto entre militares y políticos sin escrúpulos que solamente han intentado mantenerse en el poder, entre los que desgraciadamente pueden incluirse políticos pertenecientes al partido que dirigió en su momento Salvador Allende. Ha habido pactos secretos, pactos de evitar manchar el presente con el pasado. Pero yo sigo insistiendo: guste o no guste, los familiares de las víctimas, todas estas personas que aparecen en el libro La caravana de la muerte y centenares de personas más que han visto cómo sus familiares desaparecieron, nunca estarán dispuestas a sacrificar el derecho a la justicia por tener un mejor presente, económicamente hablando. Estas personas han renunciado incluso a ser indemnizadas por el Estado, si la indemnización significa olvidar el pasado. Y eso que la mayoría de estas personas tienen unas pensiones que son verdaderamente vergonzosas. Con lo que se ha gastado el Estado actual chileno en dar la cara por Pinochet se podía haber adecuado un poco mejor la vida de las víctimas. Pero el Estado chileno tiene una doble vara de medir.

 "En los puestos importantes se sientan redactores jefes y personas influyentes que carecen de sentimientos, y que han decidido que el periodismo ha de plegarse a intereses que no tienen nada que ver con la norma de informar"

-¿En Chile sigue existiendo miedo?
-Hay un gobierno democrático, pero el ejército tiene una gran influencia y hay una serie de normas de la Constitución que fue aprobada durante el pinochetismo, que en 10 años de democracia los políticos han sido simplemente incapaces de cambiar. Siempre tienen la excusa de que por culpa de una constitución, que no es la que ellos quisieran, pueden justificar las torpezas actuales, pero en estos momentos en Chile hay una democracia y lo que tenían que haber hecho cada vez que ha abierto la boca Pinochet o cualquier otro de sus militares, es haberles destituido o callarles. Y no lo han hecho porque no han querido. Ellos dicen que es porque no pueden, pero simplemente hay que tener valentía para hacerlo.

-Nos contaba Bauluz en una entrevista reciente a nuestra revista que estaba haciendo en Tarifa las mismas fotos que había hecho en su día en Ruanda. ¿Por qué nos cuesta tanto ver la injusticia y la indiferencia en nuestra propia casa?
-Porque nos han vuelto a engañar. Nos han hecho creer que el mundo ideal es el mundo en el que vivimos, y nuestro mundo es ideal simplemente porque en nuestra misma frontera hay un abismo donde se pudre la inmensa mayoría de la humanidad. Y si esta mayoría sigue pudriéndose seguiremos teniendo serios problemas, a menos que queramos vivir en un mundo rodeado de alambradas. La gente que huye de África, del Magreb o de cualquier país del mundo, huye del hambre, de la miseria, de la explotación, de la corrupción creada muchas veces por las empresas multinacionales, que han corrompido a gobiernos de países ricos para conseguir a mejor precio materias primas como el petróleo o los diamantes. Y mientras siga habiendo este tipo de situación seguirán llamando a nuestras fronteras y llegando a mansalva los emigrantes ilegales, como está sucediendo en este momento. Cuando uno está ante la encrucijada de vivir una situación de dolor y desesperación, y la posibilidad remota de llegar a un mundo mejor -que también es una mentira muchas veces, como los inmigrantes que llegan aquí engañados por las mafias-, pues lógicamente va a dar el salto. La gente huye de países muy ricos explotados por la actitud brutalmente egoísta de las grandes empresas multinacionales, que en este mundo sin leyes de movimiento de capitales están haciendo lo que les da la gana con las materias primas de estos países.Restos del pantalón de Claudio Lavín, encontrados en la fosa común de Cauquenes.

-Sin salir de nuestro país, ¿qué reportaje harías para denunciar una situación injusta?
-Yo no he trabajado nunca en España y digo a veces irónicamente que si alguna vez hubiera aquí una guerra yo sería el primero en no cubrirla y en largarme lo más lejos posible. No sabría actuar en una guerra que afectara a un país con el que yo me identifico. Sí es verdad que me empiezan a interesar temas, pero no estoy trabajándolos porque hay fotógrafos amigos míos que lo hacen muy seriamente y que tienen dificultades para que sean comprados y vistos en los medios de comunicación. Hay temas relacionados con la inmigración ilegal o con el preocupante nivel de racismo que se empieza a percibir en este país, y que se acrecentará en cinco o seis años, cuando haya serios problemas laborales y la gente de otros países trabaje por salarios menores.

"Nos han hecho creer que el mundo ideal es el mundo en el que vivimos, y nuestro mundo es ideal simplemente porque en nuestra misma frontera hay un abismo donde se pudre la inmensa mayoría de la humanidad"

-En el 98 te nombraron Enviado Especial de la Unesco por la Paz, debido a tu labor humanitaria fotográfica. ¿Observas en nuestro país una educación en la paz, que pueda cambiar el rumbo del futuro?
-Bueno, hay iniciativas, hay proyectos, hay ideas. Pero yo muchas veces discuto con amigos de asociaciones humanitarias no gubernamentales y siempre les digo lo mismo: hay que apostar más seria y más fuertemente por la denuncia. Hay que denunciar, no se puede estar haciendo trabajos en el tercer mundo, que son trabajos muy decentes y muy bien hechos, si no se cambian las reglas del juego. ¿Para qué sirve invertir en proyectos en los Grandes Lagos si sigue siendo una zona donde está habiendo continuos conflictos porque las grandes potencias están dirimiendo sus intereses estratégicos en la zona?. Y estamos hablando de EEUU, Francia y las principales potencias occidentales. Yo creo que hay que criticar el mercado de armas, la falta de ética de las grandes potencias petroleras, de los gobiernos que permiten que empresas se dediquen al tráfico de diamantes... Hay que hacer campañas fortísimas de denuncia permanente y sobre todo de denuncia a la actitud de la Comunidad Europea, que es supuestamente la gran benefactora de proyectos humanitarios en el mundo, pero al mismo tiempo sus gobiernos son los que tienen más influencia en la parte más negativa de las relaciones entre países del primer y tercer mundo. Y para denunciar hay que hacerse cada vez más independiente: depender menos de las ayudas de la UE, depender menos de que tus proyectos estén prácticamente embargados o de que sólo se pueden hacer porque te dan ayuda los gobiernos. Y que estas personas que ayudan a estas organizaciones humanitarias no solamente paguen 10.000 ó 15.000 pesetas al principio de año y se olviden, sino que se conviertan en verdaderos activistas, que denuncien la situación. Es la única manera. Entonces hay que crear una cultura de paz, pero una cultura de paz militante, activa, no hacer creer que la cultura de paz se hace porque los niños no se disparan con pistolas de plástico, ése no es el problema. El problema es ayudar a crear una nueva situación económica en el mundo y sobre todo una nueva sociedad. Y eso es básico, si no todas las cosas que se puedan hacer no van a servir para mucho, eso lo tengo clarísimo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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