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Foto: Maló |
LEJOS
DEL VATICANO.
CERCA DEL PUEBLO.
TEOLOGIA DE LA LIBERACION
Texto: Mariló Hidalgo
Las cosas iban a cambiar, especialmente para los más desfavorecidos.
Aquel hombre hablaba de un nuevo reino edificado sobre unas nuevas bases.
Dicen que ante él tenían preferencia las prostitutas, los tullidos, los
pobres, los niños, todo tipo de desamparados. Huía de todo lo que fuese
sumisión a la letra de la ley porque decía que existe un espíritu que
rodea a todas las cosas y hay que conectar con él. Dicen que vivía y
vestía con humildad y demostraba con frecuencia su desapego hacia los
bienes materiales en favor de la libertad del espíritu. En varias ocasiones
manifestó que no venía a traer la paz, sino la guerra. Y hablaba del
corazón del hombre como el lugar de culto a Dios. Al final, sus
afirmaciones le llevaron a enfrentarse a todos los poderes de la época y
fue condenado a morir en la cruz.
Esas y
más cosas se recogen en un sinfín de libros que no cesan de aparecer sobre
la vida de este hombre llamado Jesús, Cristo o Mesías. Un personaje cada
vez más desconocido -a juzgar por las preguntas sin respuesta que surgen
cada día- pero que la historia no ha podido ignorar. Los escritos de
aquella época que se van encontrando de forma desgajada hablan de un
revolucionario, alérgico al poder y a las jerarquías que se enriquecían a
costa del hambre de su pueblo. Insistía constantemente en que el Reino de
su Padre era para todos.
Es muy difícil hablar de Dios y no hablar del pobre, hablar de Cristo y
vivir rodeado de ostentación y lujo. Este concepto de iglesia no tiene nada
que ver con la esencia del mensaje de Cristo. Estas y otras aseveraciones
son expresadas por un grupo de teólogos que trabajan al otro lado del
charco, en Latinoamérica. Con ellos se inició la llamada Teología de la
Liberación y con ellos también llegó el escándalo.
Eran los años sesenta, acaba de tener lugar el famoso Concilio Vaticano II
que pretendía introducir un aire renovador dentro de la Iglesia. Como al
final no resulta ser así, un grupo de jóvenes decepcionados, que llevan
trabajando un tiempo por tierras latinoamericanas con los pobres, oprimidos
y marginados critican esa manera de teorizar de espaldas a la realidad y
ponen en marcha otra forma de vivir el mensaje de Cristo.
Toman contacto con las raíces de estos pueblos -muchos de ellos
indígenas-, sus necesidades -viven en la más profunda pobreza-, sus
luchas. Este grupo de teólogos y religiosos se hace solidario con el pueblo
y empieza a hablar de liberación. Se crea así un nuevo concepto de Iglesia
viva, de mensaje vivo, como ellos los denominan y consiguen levantar un
auténtico movimiento respaldado por miles de seguidores.
En aquellos momentos América Latina se encontraba ante un resurgir
económico potenciado por EEUU. La base de este auge se encontraba
principalmente en la implantación de las multinacionales, que no tardan en
provocar un efecto boomerang: concentración de capital en manos de
unos pocos, incremento del número de excluidos que no se beneficiarán
nunca de ese bienestar del que se habla, aumento del desempleo,
analfabetismo, emigración masiva, etc. Este modelo económico pronto se ve
ligado con una fuerte militarización, una implantación de regímenes
autoritarios sustentados ideológicamente en doctrinas de seguridad nacional
que alentaban el miedo a la amenaza comunista.
"La
Teología de la Liberación ha conseguido desenmascarar todos los efectos de
la globalización neoliberal de la economía, la política, la sociedad. Se
ha opuesto al pensamiento único", explica Juan José Tamayo.
Con relación a esta bonanza económica, el teólogo español Juan José
Tamayo, especialista en Teología de la Liberación (TL), señala que
"todo este desarrollo puede ser posible gracias a la ayuda de Kennedy,
la iglesia católica y la democracia cristiana". Ante todo este
espectáculo comienza la protesta del pueblo oprimido dando lugar a los
movimientos populares de liberación y la mediación de la Teología de la
Liberación en todo ello. "Yo no podía hablar de Dios a los campesinos
si no pasaba con ellos los momentos más duros, si vivía mejor que ellos o
no corría peligro como ellos corrían", confiesa Jon Sobrino, uno de
los teólogos de la liberación más populares en El Salvador. Aseguraban
que para mantener fiel el mensaje tenían que cambiar el método. Trabajan
alfabetizando, llevando la cultura y derechos a todos los rincones de
Latinoamérica. "Enseñamos a pensar a aquellas gentes y nos volvimos
peligrosos" comentó en una ocasión Helder Cámara, símbolo de la TL
en Brasil. En aquellos momentos cobró especial relevancia la Universidad de
UCA en El Salvador, creada por los Jesuitas para ayudar al desarrollo en la
zona. Allí estaba Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Jon Cortina y otros
impartiendo clases. Cuenta como anécdota Sobrino que ponían como tareas a
sus estudiantes -normalmente hijos de buenas familias- que cuando fuesen el
fin de semana a las haciendas de sus padres, preguntasen cuánto ganaban los
colonos. Por otro lado, cuando trabajaban con los humildes campesinos les
hablaban de sus derechos, de su dignidad, de la justicia. Todo esto pronto
estalló y todos fueron acusados por el gobierno de El Salvador de impartir
doctrina de orientación marxista y tratar de crear rencillas y desconfianza
entre padres e hijos. Esta respuesta no tuvo lugar sólo en El Salvador.
Helder Cámara reconocía: "Si doy comida a los pobres, ellos me llaman
santo. Si pregunto por qué los pobres no tienen comida, me llaman
comunista". Todos ellos fueron acusados de comunistas porque iban en
contra de los intereses de EEUU en aquellos territorios, estaban con el
pueblo y además enseñaban a pensar a los campesinos y a reivindicar sus
derechos.
En tono reflexivo, Tamayo analiza las equivocadas interpretaciones que se
han hecho sobre la TL. "Siempre han existido interpretaciones muy
interesadas -explica-. El movimiento liberal antes y el neoliberal ahora, se
han preocupado por presentar a una TL desde su propia caricatura y han
subrayado con trazo grueso características que no le corresponden en
absoluto. Que estaba vinculada al socialismo del Este; que recibía dinero
del marxismo, que promovía la violencia como solución a los problemas
cuando ésta sólo es contemplada como última opción, una vez agotadas
todas las posibilidades. Y en todo ello la peor oposición la hizo el
Vaticano".
Foto: M.
C. Prieto
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La
ley del silencio
El Vaticano llevaba demasiado tiempo siendo acusado por este grupo de
"insurrectos" que decían que desde los despachos, desde la
opulencia, desde las alianzas con los poderes, desde el apoyo a la
administración de EEUU que seguía explotando a los pobres, bajo esa
perspectiva el mensaje de Dios perdía credibilidad. Así que comienzan las
amonestaciones, sanciones y presiones -movimiento liderado por el cardenal
Ratzinguer- a los teólogos latinoamericanos de la TL. El 6 de agosto de
1984 la Santa Sede publica un documento donde expone: "La presente
Instrucción tiene un fin más preciso y limitado: atraer la atención de
los pastores, teólogos y de todos los fieles sobre las desviaciones y los
riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que
implican ciertas formas de la Teología de la Liberación, que recurren de
modo insuficientemente crítico a conceptos tomados de diversas corrientes
del pensamiento marxista". En otro de sus párrafos advierte que son
"corrientes de pensamiento que bajo el nombre de Teología de la
Liberación proponen una interpretación innovadora del contenido de la fe y
de la exigencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia,
aún más, que constituye la negación práctica de la misma". Ricardo
de la Cierva se une a la postura del cardenal y asegura en su libro "La
Hoz y la cruz" que "la Teología de la Liberación no es más que
el tercero de los grandes movimientos cristiano-marxistas y el credo de los
otros dos: la doctrina que asumen los Cristianos por el Socialismo,
de obediencia comunista; la doctrina por la que se inspiran y mueven las Comunidades
de Base que se integran en la Iglesia Popular que nada tiene que ver con
la que llaman Iglesia Institucional y es simplemente la única y verdadera
Iglesia".
"Si
doy comida a los pobres, ellos me llaman santo. Si pregunto por qué los
pobres no tienen comida, me llaman comunista". Helder Cámara.
Fue la del Vaticano la oposición más fuerte y más dolorosa para estos
teólogos. "Lo que más daño nos ha hecho ha sido la deformación que
ha hecho el Vaticano -argumenta el teólogo de la liberación Juan José
Tamayo-. Ellos no condenaron a la TL sino a la deformación que hicieron de
ella, se precipitaron en sus declaraciones. Les ha podido su ideología
conservadora y de clara alianza con los poderes". Cuestión con la que
también está de acuerdo el periodista y escritor, Pedro Miguel Lamet,
"a partir del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha retrocedido en su
aportar al mundo. Hoy se encuentra a la defensiva y tiene miedo al
pluralismo dentro de la Institución". Prueba de ello son las medidas disuasorias
que emplearon con muchos de los integrantes de aquel movimiento.
Leonardo Boff, religioso y teólogo brasileño y uno de los principales
inspiradores de esta corriente, fue condenado al silencio por Juan Pablo II.
Abandonó el sacerdocio pero siguió realizando su labor. En la actualidad
da la vuelta al mundo participando en congresos, conferencias y también
escribe libros relacionados con el tema.
Gustavo Gutiérrez, sacerdote peruano. Es considerado como el padre de la
Teología de la Liberación. Fue llamado al orden en 1983 por el Vaticano,
que publicó un escrito dando la vuelta a cada uno de sus postulados. Al
final acabó siendo neutralizado. Sus libros han sido traducidos a más de
15 idiomas y sintetizan las ideas principales de este movimiento.
Ignacio Ellacuría, jesuita de origen español pero afincado en El Salvador.
Era rector de la Universidad Centroamericana de El Salvador (UCA). Siempre
elevó sin temor la voz y recibió por ello múltiples amenazas. En alguna
ocasión tuvo que abandonar el país y regresar al cabo de un tiempo. En
noviembre de 1989 fue asesinado en la propia universidad, junto con otros
jesuitas, por un grupo alentado por el Ejército.
Jon Sobrino, vasco, salvadoreño de adopción. Compañero de Ellacuría y
uno de lo teólogos más brillantes de América Latina. Pertenece a la
segunda oleada de teólogos de la liberación.
Con el silencio al que fueron sometidos unos, la desaparición de otros, la
caída del comunismo y la globalización, parece que la TL llegó a su fin.
En Latinoamérica llegaron las democracias y toda esta revolución ya parece
no tener sentido; o ésta es al menos la versión que se promueve desde
Roma.
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Foto: (c) Tomás
Abella. Intermón.
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Teología
de la Liberación, hoy
España es en estos momentos el segundo inversor extranjero en América
Latina después de los Estados Unidos. Endesa (España) -informa el Equipo
Nizkor y Derechos Human Rights- posee el 32% de las acciones del consorcio
ENERSIS responsable de las obras de la central hidroeléctrica de Ralco en el
río Bio-Bio (Chile). Esta zona está considerada como uno de los ecosistemas
más ricos del planeta, y también es el hábitat ancestral de la etnia
Mapuche-Pehuenche, dueños legítimos de estos terrenos en los que se quiere
construir la presa, lo que supondría el desplazamiento y desarraigo de este
pueblo, amenazando seriamente su supervivencia, ya bastante difícil tras la
larga política de asimilación llevada a cabo por los sucesivos gobiernos
chilenos que han terminado ignorando la identidad de los pueblos indígenas y
han reprimido violentamente sus manifestaciones y a sus dirigentes.
En Porto Alegre (Brasil) acaba de celebrarse el Foro Social Mundial, un
encuentro multirracial, multigeneracional y con un lema: "Otro mundo es
posible". Aquí han unido sus fuerzas todos aquellos que se oponen a la
globalización y la concentración ha llenado de esperanza a los más
pesimistas.
Pretendían protestar de forma distinta a Seattle y a Praga. ¿Cómo?
Presentando alternativas al sistema neoliberal que tanto daño ha hecho en
aquellas tierras. Los temas abordados fueron el requerimiento de anulación de
la deuda del Tercer Mundo, el establecimiento de un impuesto a los flujos de
capitales especulativos, la eliminación de paraísos fiscales, definición de
nuevas reglas para el comercio mundial, la reforma agraria, las prioridades en
salud y educación y el rechazo a políticas de ajuste impuestas por el Banco
Mundial o el Fondo Monetario Internacional.
Sin duda, ya no estamos en tiempo de dictaduras. Hoy la mayor parte de los
países de América Latina posee una estructura democrática aunque también es
cierto que las situaciones de opresión e injusticia se siguen sucediendo y los
movimientos reivindicativos como los "Sin Tierra" en Brasil, los
Zapatistas en México, están ahí. Parece que la globalización no ha
solucionado los problemas de antaño.
¿Qué ha ocurrido mientras con la Teología de la Liberación? ¿Fue algo
temporal, relacionado solamente con aquellos tiempos de revolución?
Juan José Tamayo comenta que lo que ha hecho la TL en este tiempo ha sido
replantear sus implicaciones, ya que el momento que actualmente se vive también
es distinto. "La TL ha conseguido desenmascarar todos los efectos de la
globalización neoliberal de la economía, la política, la sociedad; se ha
opuesto al pensamiento único, al socialismo real y ha luchado por el socialismo
democrático. Con estas cifras tan tremendas de deuda externa, la economía
impone que para saldar esa deuda hay que aplicar ajustes brutales: tala de
grandes bosques, explotación abusiva de los suelos. Eso a la postre genera
pobreza. Todas estas cuestiones son nuevas, como también lo es la
incorporación de la mujer. Los primeros planteamientos de la TL la hicieron
hombres, así que me temo que todo tenía cierto toque patriarcal". La
presencia de la mujer en la Iglesia siempre ha sido tema de conflicto. En el
fondo, como argumenta Eugen Drewermann, es porque Roma teme las muchas cosas que
ellas cambiarían. Tamayo destaca la importante influencia que han ejercido un
grupo de mujeres, excelentemente preparadas en universidades de Europa y EEUU en
la Teología de la Liberación. "Las mujeres han realizado aportaciones
espectaculares -señala Tamayo-, han ampliado el horizonte de la razón
teológica, han aportado sensibilidad, ternura -lo que ellas llaman la praxis
del cariño-, el mundo poético, simbólico, abstracto, lleno de
intuición... Todo esto antes no existía, y no lo han aportado ellas por ser
mujeres, sino porque es algo nuevo que ellas han sabido integrar. Han demostrado
que la opresión en América Latina no es abstracta, tiene rostros y quien más
lo sufre es la mujer latinoamericana por varias razones. Una, simplemente por
ser mujer y pertenecer a la clase popular; la otra, por formar parte de una
determinada minoría étnica. Por otro lado, también han dejado patente y han
reivindicado el protagonismo que ha tenido la mujer en la historia del
cristianismo, aunque esto la Iglesia siempre lo haya silenciado". Hoy, con
un mensaje renovado y siempre atenta a las necesidades de la población, la TL
está presente en muchos países de América Latina. "En Perú y por
influencia de Gustavo Gutiérrez -explica Tamayo-, se ha creado un foco muy
importante. En El Salvador en torno a Jon Sobrino, y aunque la situación allí
sigue delicada, la Universidad Centroamericana sigue siendo un referente
importante no sólo para la Teología de la Liberación, sino también para la
sociología de la Liberación, psicología de la Liberación, etc. También
tiene importante presencia en México, Brasil -donde existe el mayor número de
teólogos y obispos de la liberación- y Costa Rica en torno al Departamento
Ecuménico de Investigaciones, en el que yo mismo soy profesor".
Los pilares sobre los que se levanta la nueva TL siguen siendo los campesinos
oprimidos, las minorías étnicas, las mujeres que han enriquecido con nuevos
elementos la reflexión teológica y lo han fundido con la ecología; y por
último el respeto y el amor a la Tierra, tan vital para la subsistencia de
estos hombres, pero también tan importante para el equilibrio del ecosistema.
Hoy se sigue negando la tierra, las tradiciones, la cultura, la lengua, el arte
a los indígenas, lo que indica que los problemas de base no han variado
demasiado.
Pan, Tierra y Libertad sigue siendo el grito de los oprimidos mientras
dirigen sus miradas al cielo en espera de una respuesta. ∆
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FUSION OPINA
¿Qué
opinaría Jesús? |
Jesús, en su preparación para lo que iba a ser su misión, vivió
entre los esenios. Los esenios eran una secta que combinaba a la
perfección el espíritu con la materia, o sea, primero solucionaban los
problemas de las personas y luego les hablaban, primero quitaban su
hambre y luego alimentaban su alma.
Jesús, ya en el cumplimiento de su misión divina, dio numerosas
muestras de su preferencia por los necesitados y su
"desprecio" por los que desde el poder ignoraban las
necesidades del pueblo.
Jesús habló del Reino de su Padre y dejó constancia con sus palabras
de quiénes entrarían y quiénes no.
Pero la historia fue y es siempre la misma. Poderosos, intereses,
hipocresía, por una parte, y pueblo oprimido, necesitado, hambriento,
por otra.
Al sanedrín no le gustó lo que hacía Jesús porque les restaba
autoridad. Al Vaticano no le gusta lo que hacen los de la Teología de
la Liberación porque les pone en evidencia.
Sólo cambian las fechas, el tiempo, pero no los hechos ni incluso los
protagonistas.
Jesús dijo... "por seguirme a mí seréis perseguidos". Pero
a El no le condenó el poder político, sino el religioso influenciando
al político.
¿Quién asesinó a Ignacio Ellacuría y a los demás? ¿Quién instigó
el asesinato?
Jesús no viviría en los salones de mármol del Vaticano, sino en las
chozas de paja de los indígenas.
Pero Jesús no murió, resucitó. Y quienes le mataron están muertos en
vida, porque su vida sigue siendo oscura, triste, enferma.
La verdad no se puede matar, la verdadera justicia no se puede comprar,
el auténtico Amor no caduca.
Y la eterna lucha continúa, de momento, entre los defensores de la
oscuridad, llámese Sanedrín antes o Vaticano ahora, y los seguidores
de la luz, siempre llamados mártires.
Y Jesús sigue dando la mano a los segundos e invitándoles al Reino,
pero les sigue recordando que seguirle a El tiene un alto precio.
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