Hace tres años, la revista
Marie Claire invitó a las mujeres a hablar de sí mismas. La excusa fue una
nueva colonia, y el invento se llamó Premio Contradiction de Literatura
Personal. De aquella primera experiencia se publicó un libro, Mi
vida es mía. En la tercera edición han animado también a los hombres
a sincerarse.
"La
belleza es subjetiva, mestiza e imperfecta, y en ningún momento tiene que
convertirse en una obsesión. Pero a veces hay casos extremos y atroces,
como las anorexias o las bulimias"
"Hay
que humanizar la sociedad. Y de eso las mujeres sabemos un poco, porque
siempre hemos sido las diplomáticas de la vida cotidiana"
"No
queremos estereotipos para nadie, también se está confeccionando una
nueva identidad masculina"
"La
intimidad de la mujer pide a gritos un nuevo discurso, que se tiene que
sustentar con las experiencias directas de las mujeres"
"La
figura del hombre redentor, salvador, el príncipe azul, es un mito que
tiene que caer"
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Maldito don el de la mujer, ése de pensar un poco más de lo saludable,
y, ya puestos, maldita la cadena de oscuridad que la ha mantenido atada por
espacio de tantos años y que hoy juzga cada movimiento de mujer como
contradicción (...) porque parece que hay que ser coherente, no sé con
qué si no hay nada inmutable".
Esta
entrevista se ha hecho a tres bandas. Yo por un lado; hago las preguntas.
Por el otro, Joana Bonet, directora de Marie Claire, responde. El tercero en
discordia es el libro, que está presente en la conversación como un
personaje más. Mi vida es mía, coescrito junto con Anna Caballé,
es una selección de los 2.363 trabajos recibidos para el Primer Premio
Contradiction de Literatura Personal. Muchas mujeres, en realidad, que
me han contado su vida en letra impresa y miran ahora por encima de mi
hombro como diciendo: "a ver qué escribes". Muchas y variadas.
Una madre feliz que cuenta su parto. Una colombiana que vive en España con
un marido explotador. Una chica que ha superado la anorexia. Una ex-prostituta.
Una ejecutiva agobiada. Un ama de casa. Un muestrario de experiencias, desde
la carcajada a la lágrima, en las que se ve que no hay una mujer vulgar. Y
que no somos tan diferentes.
"Para lo que es mi biografía no creo que se
inspire una fragancia, pero pensé todas las mujeres tenemos derecho a ser
oídas y en este caso leídas".
-Desde hace tres años convocáis el Premio Contradiction de
Literatura Personal. ¿Tiene la mujer necesidad de hablar de sí misma y,
sobre todo, de que se la escuche?
-Exacto. Nosotros creemos que la intimidad de las mujeres no está
escrita. En general, en la historia de la literatura se ha ahondado más en
causas exteriores y sobre todo en las últimas dos décadas se ha hablado
del fenómeno socioeconómico, familiar... Pero la intimidad de la mujer
pide a gritos un nuevo discurso, que se tiene que sustentar con las
experiencias directas de las mujeres. Yo estaba un poco cansada de tanta
bibliografía realizada por el más prestigioso psicólogo, sociólogo/a,
periodista... Es decir, por estupendos expertos que casi reducían la
experiencia de la mujer a casos médicos. La literatura del yo, que conecta
con la revolución del yo, está absolutamente pendiente, tanto la masculina
como la femenina.
"He conseguido una vida familiar plena, mi
trabajo me ha colmado en numerosas ocasiones, he mantenido mi habilidad para
superar pequeñas dificultades diarias, los viajes me han renovado. Otras
inquietudes que latían en mi interior se fueron apagando poco a poco en la
complicada realidad cotidiana".
-¿Las mujeres necesitan "salir del armario", en el sentido
de mostrar su auténtica naturaleza?
-Salir del armario, en definitiva, es tener la valentía de decir
que no existe la mamá perfecta, no existe el príncipe azul, los ideales
pertenecen a Hollywood y no a la vida real. Surgen tantas declaraciones
novedosas que por eso decimos que las mujeres salen del armario, porque no
se limitan al discurso previsto. Y en general la respuesta de muchos
lectores y lectoras después de haber leído el libro suele ser "yo
pensaba que estaba mucho más sola y no lo estoy" y también "a
partir de ahora miro a todas esas mujeres de una manera diferente",
porque hay pocas mujeres que tengan una vida normal.
"Es duro, pero mi hija no me quiere, supongo
que me lo merezco, pues yo tampoco la quise a ella cuando nació".
-Contáis en el libro como uno de los primeros mitos que cayó fue la
maternidad. ¿Cuántos tienen que caer aún?
-Yo creo que, en general, las mujeres han empeliculado mucho su
vida. Está cargada de mitos infantiles, vinculados al eterno femenino. La
figura del hombre redentor, salvador, el príncipe azul, es un mito que
tiene que caer. El mito de la belleza tiene que encontrar también su sitio,
que aún no lo ha hecho y es una fuente de problemas increíble que en su
extremo más fuerte lleva a la anorexia. Y también hay cuestiones
relacionadas con los roles, con que las mujeres somos más sensibles que los
hombres y no tenemos ambición económica. Habrá de todo, ¿no? Habrá
quien quiera vivir en el campo y quien quiera ser presidenta de Telefónica.
A la nueva generación de mujeres independientes sí les interesa el poder,
y además es muy positivo, porque una sociedad en la que el 51% de la
población es femenino tiene que estar dirigida por ambos sexos.
"Y aquí estoy de nuevo, delante del papel,
válvula de escape por excelencia".
-En estos diarios, muchas relaciones se enfocan desde el miedo a la
soledad y, sin embargo, escribir es un acto íntimo, un refugio. ¿Es la
soledad una enemiga o una aliada?
-De entrada creo que la soledad es masculina y femenina y,
evidentemente, en la literatura personal es la principal aliada. Se escribe
desde la soledad para ir hacia la comunicación, creo que más bien es una
característica de género.
La soledad preocupa, y en general nadie quiere estar solo, pero eso no
significa que la mujer que vive sola viva acompañada de un estigma,
volvemos con el tópico de la solterona. En general, la soledad ha tenido
que ser en los últimos tiempos aliada de las mujeres que han aceptado un
compromiso profesional importante, porque todo no cabe. Aunque me duela
confesarlo, en Mi vida es mía y en Contradiction hemos hecho
acopio de muchas declaraciones de insatisfacción.
"Veintisiete
años, todo por hacer, y ninguna posibilidad. O todas. No lo sé".
-¿Es la insatisfacción el mal del nuevo siglo?
-Sí. Tenemos que cumplir demasiadas expectativas que nos alejan de
lo que somos, que no nos permiten conectar con nosotros mismos.
Necesitaríamos que el día tuviera 48 horas para conseguir todo lo que hoy
está vinculado con la imagen del éxito y del triunfo, que tiene que
revisarse por completo. Valores como el altruismo, la bondad, la duda, no
son valores contemporáneos, y yo creo que se tienen que conquistar de nuevo
para no convertirnos en una sociedad de frustrados y frustradas.
"Ya no tengo edad para enamorar a poetas, ni
cuerpo para servir de modelo a pintores..."
-La relación con el cuerpo aparece teñida de muchas cosas: culpa,
falta de autoestima, miedo a la vejez... ¿Por qué esa falta de relación
con nosotras mismas?
-Hemos sobrepasado los extremos. No niego el interés que tiene la
mujer por la estética, pero para mí la moda tiene que formar parte del
autoconocimiento, tener una parte lúdica, de juego, y dar buenos
resultados. Pero de ahí a que nos enamoremos de una imagen que no nos
pertenece, del mito de una belleza occidental y homologada, me parece un
disparate. La belleza es subjetiva, mestiza e imperfecta, y en ningún
momento tiene que convertirse en una obsesión. Y claro, a veces hay casos
extremos y atroces, como las anorexias, las bulimias, las depresiones
originadas a partir de una falta de conocimiento y de armonía con tu propio
cuerpo. Creo que tenemos que simplificar más las cosas, hacerle caso a los
clásicos con lo de mens sana in corpore sano; y no obsesionarnos con
el artificio.
"Estoy
durante 24 horas al día tan pendiente de lo que ellos quieren, pueden
querer, necesitan, o les puede gustar, que ya he perdido mi propio yo".
-Socialmente se va asumiendo el papel femenino, pero queda que la
mujer se acepte a sí misma.
-Es que la gran revolución pendiente es de puertas adentro, es la
de la intimidad. Y nosotras no podemos hacerlo todo solas. Si no co-educamos
juntos, hombres y mujeres, si no invertimos emocionalmente a la par, es
imposible que podamos cargar con todo. Y falta mucho, hay que humanizar la
sociedad. Y de eso las mujeres sabemos un poco, porque siempre hemos sido
las diplomáticas a la sombra de la vida cotidiana. La política está aún
deshumanizada, no se habla de guarderías, ni de problemas reales de la
adolescencia, no sólo las drogas necesitan una campaña de publicidad. La
falta de comunicación entre padres e hijos, la fama y el dinero como
valores universales son grandes problemas que tenemos para ser un poco más
felices.
"B. tiene sus propios problemas y está
preocupado. Por supuesto en su vida hay muchas cosas que yo
desconozco".
-Después de dos ediciones de Contradiction, habéis abierto el
concurso a los hombres. ¿Por qué?
-Porque no queremos estereotipos para nadie, pensamos que también
se está confeccionando esa nueva identidad masculina. Pero la denuncia
hacia las actitudes machistas ha marcado la visión que tenemos de los
hombres. Es más, parece que a las mujeres sólo nos interesa de los hombres
aquello que tienen para satisfacernos. Y el hombre, en sí mismo, es tan
interesante como la mujer; o más, no sé. Hay muchos recovecos de su
intimidad que se están transformando y que desconocemos. Por ejemplo, los
libros de maternidad sólo dedican un párrafo al padre. Creo que es
imprescindible que los hombres, sin coacción y sin estar a la defensiva,
nos cuenten cómo se sienten en este nuevo reparto de responsabilidades, de
obligaciones, en el nuevo reparto sexual, que les habrá movido cantidad de
esquemas. Sin tópicos.
"He perdido la necesidad de maquillarme y me
veo más bella que nunca y mi perfume es el de las plantas silvestres y el
que deja la lluvia sobre la Madre Tierra".
-¿El próximo paso es redescubrir a la persona, más allá de su
sexo?
-Sí, al ser humano. Pero para esto no tenemos que estar en guerra,
y yo considero que cuando casi cada semana muere una mujer a manos de su
marido, estamos aún en tiempo de guerra. Ésta es una revolución del ser
humano, la revolución del yo; si no, no se entiende. La revolución de las
mujeres ha sido la más importante del siglo XX, y la más pacífica; pero
de ahí a que el sexo no sea la principal característica de nuestra
identidad, creo que falta mucho.
"Apuesto por vivir y por el compromiso activo
por la vida(..) Decido vivir en la confianza y no el miedo, en la
liberación y no en la culpa".
"Sigo avanzando en mis decisiones y tomando mi
vida en mis manos". ∆
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