EN EL NOMBRE DEL PADRE
Cuando la religión y
la política se unen en santo matrimonio, salen hijos dictadores,
sádicos, maníacos, obsesivos.
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Es el
título de una conocida película que habla del IRA irlandés y de todo
ese galimatías. Pero también nos sirve para titular la película que se
está empezando a rodar en los EE.UU con la subida de Bush-hijo al poder.
Porque Bush-hijo es un producto elaborado con todo detalle y cuidado por
Bush-padre, una especie de clon sin mente, porque la mente la pone Bush-padre
aunque el cuerpo sea el de Bush-hijo.
Cualquier observador medianamente inteligente puede captar que Bush-hijo
no es nada, pero si observas con más atención puedes captar una sombra
que se mueve permanentemente a sus espaldas, que le habla al oído, que le
aconseja y dirige.
Esta sombra, Bush-padre, es una especie de muerto viviente que perdió su
poder sin ver concluido su objetivo, su sueño, lo que el denominó, con
gran orgullo, el "nuevo orden mundial".
Entonces, muy inteligentemente, preparó un cuerpo nuevo para poder actuar
a través de él y continuar así lo inconcluso. Y quien mejor que su hijo
descerebrado, inútil y sin futuro.
Entonces se produjo una especie de pacto al estilo de Fausto, o sea, yo te
cedo mi alma y tú me das todo el poder. Sólo que en este caso el poder
real lo ostenta Bush-padre desde la sombra, y la imagen, los aplausos, el
reconocimiento público, lo recibe Bush-hijo.
Primera evidencia, la formación del gabinete Bush-hijo. Sólo amigos
personales suyos o que hayan trabajado en la administración de su padre.
Algunos como Don Evans, secretario de Comercio, además de ser amigo
íntimo de Bush-padre colaboró con éste en la ardua tarea de apartar a
su hijo de la bebida, le creó una obsesión casi enfermiza por la Biblia,
el nuevo presidente la lee todos los días, y acompañó al candidato en
sus viajes electorales actuando de niñera colocada por su padre para que
el hijo-candidato no cometiera ninguna pifia. Vamos, de diseño.
Ahora, una vez que Bush-hijo, pomposo presidente, y su gabinete
fotocopiado del de su padre, se pongan en acción, veremos si renace la
obsesión por el nuevo orden mundial en el que los EE.UU, cómo no, hacen
de creadores, de administradores, de guardianes y de jueces.
O sea, el mundo entero a sus pies, como si del Imperio de la Guerra de las
Galaxias se tratara.
Pero si es peligroso un presidente títere manejado por un padre
obsesionado por el poder, lo es más aún un presidente títere que,
además de ser manejado por su padre, lee la Biblia todos los días.
Porque cuando la religión y la política se unen en santo matrimonio,
salen hijos dictadores, sádicos, maníacos, obsesivos.
Ejemplos tenemos a doquier en nuestra historia planetaria.
Y es que no sé que tiene la Biblia que enardece los espíritus
conquistadores, eso sí, en nombre de Dios, y crea figuras de las que
luego la humanidad se arrepiente durante mucho tiempo, y recuerda también
durante mucho tiempo a sus madres por haberlas parido.
Pero tiempo al tiempo, aunque no es una buena forma de empezar el milenio.
Era preferible que el nuevo presidente fuera el sucesor de Clinton, porque
los sueños que emanan de la bragueta y sus inquilinos no son tan
peligrosos como los que emanan de la represión que a su vez emana de una
lectura apasionada y sin cerebro de la Biblia.
Con Al Gore tendríamos más de lo mismo, porque aunque parecía muy
formalito seguro que tenía alguna becaria en la recámara para no ser
menos que su mentor.
En fin, la realidad es que ahí está Bush-hijo y la película va a ser
otra.
Falta por ver la dimensión de las escenas de acción, donde van a ser
rodadas, y los efectos especiales, que de eso saben mucho los yankees.
A los demás nos tocará ver, oír y callar, que el Imperio es el Imperio,
y su arma más poderosa, el dolar, cuando estornuda, el resto del mundo
coge la gripe.
Además, con el emperador Palpatine, o sea, Bush-padre, actuando desde la
sombra y con todo el poder de nuevo en sus manos, la película como poco,
promete estar interesante.
Que la Fuerza nos acompañe. /MC
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