Foto: NAN
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Ondas en
los tejados
Con la proliferación de los teléfonos móviles
hemos asistido también al aumento de sus antenas de repetición de
señal, instaladas en las azoteas de los edificios. Lo que en principio
simplemente se consideró como un avance de la ciencia hoy se cuestiona
como un retroceso en la salud. ¿Pueden las ondas emitidas por las
antenas repetidoras para móviles producir enfermedades?
Texto:
Marta Iglesias
Francisco
Hernández y su esposa se mudaron a un piso nuevo. El cambio de vida
alteró su salud: tenían frecuentes dolores de cabeza, sufrían
insomnio, alergias y muchos síntomas más. Luego llegaron los hijos y
con ellos nuevas enfermedades. Sólo remitían los síntomas cuando en
verano pasaban largas temporadas en la playa. Un día, casualmente,
Francisco Hernández descubrió el origen de sus males: un enorme
transformador que la empresa Iberdrola tenía instalado en el sótano.
Pusieron una denuncia y cambiaron de casa. Volvieron a recuperar la
salud y ganaron la demanda en una sentencia pionera en nuestro país.
El transformador emitía ondas electromagnéticas que causaban daños en
sus organismos, y este tipo de ondas son también las que emiten las
antenas de telefonía móvil.
A finales de junio de este año, un juzgado de Vizcaya va más allá:
ordena retirar una antena telefónica de Airtel bajo la "sospecha
razonable" de que estas radiaciones no son inocuas para una niña
de ocho años que sufre un trastorno nervioso. Airtel tacha esta
sentencia de no científica, pero el juez le indica que es la empresa de
telefonía la que debe "probar que es inocuo" este tipo de
instalación. La empresa de telefonía móvil ha presentado un recurso.
La batalla legal se prevé larga, máxime si tenemos en cuenta que por
todo el país están naciendo colectivos y plataformas de vecinos que se
quejan de estas antenas.
Colocar
una antena
Cuando una empresa de telefonía móvil quiere instalar
una antena, se pone en contacto con la comunidad de vecinos del
edificio, que dará o no su consentimiento. En las votaciones para la
instalación de la susodicha antena comienzan los primeros problemas, ya
que en ocasiones están hechas bajo la ilegalidad.
Según Luis Ángel Alonso, portavoz de la primera plataforma de León
contra antenas de telefonía móvil, "normalmente la gente no
conoce ni los contratos y algunas son operaciones oscuras de los
presidentes de las comunidades. Lo que ofrecen son contratos golosos:
van a una comunidad que tiene seis millones de gastos anuales, que a
cada vecino le suponen 30.000 ptas al mes. Les dicen que les dan cuatro
millones y es que no lo piensan. Nadie te informa de si eso es
legal". Para hacerse una idea de lo problemático que ya es colocar
una antena basta con pensar que hace unos años se ofrecía entre
300.000 ptas y un millón y medio a las comunidades de propietarios. Hoy
la oferta puede alcanzar hasta los doce millones. Juan Manuel Román,
técnico de la CAVE (Confederación de Asociaciones de Vecinos,
Consumidores y Usuarios de España), informa de que "cuando los
vecinos se han reunido, aprueban poner una antena y luego cambian de
opinión, al final consiguen pararla. Pero si ya está instalada y la
quieren quitar alegando que la reunión de vecinos no era legal o
similar, para ello hay cientos de miles de problemas porque existen unos
contratos de hasta 25 años, donde se les pide la responsabilidad civil
a los propietarios. Además estos contratos tienen una cláusula
especial donde se exime a las empresas de cualquier tipo de
responsabilidad que puedan producir las ondas electromagnéticas a
bienes y personas".
En
España se prepara ya una ley desde el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, que se perfila como una de las más permisivas de Europa.
La Asociación de Vecinos Parquesol de Valladolid, que
ha tratado en profundidad el problema, advierte a las comunidades que
insistan en que la duración del contrato sea la menor posible, y en
hacer constar por escrito la responsabilidad de la operadora por los
daños a la comunidad o a terceros. Así mismo, no se debe consentir que
tengan acceso libre a la instalación o ampliarla sin permiso de la
comunidad. De esta manera, se aseguran el máximo de derechos frente a
un eventual problema. Eso sí, todos los vecinos deberían saber que si
no acuden a la votación, y no manifiestan su oposición, los suyos se
consideran como votos favorables. Pero si se acude, es importante hacer
constar expresamente la oposición para luego poder impugnar el acuerdo.
Si la antena afectase a la estructura o al título constitutivo es
necesario alcanzar la unanimidad en el voto, que en otro caso debe ser
aprobado por 3/5 de las cuotas de participación.
¿Ondas
peligrosas?
Las primeras protestas que surgen cuando el equipo está
instalado provienen de los vecinos del piso superior, que comienzan a
sentir ruidos y vibraciones y en algunos casos defectos en sus
viviendas, ya que estos equipos pesan unos 6.000 kilos y la mayoría de
los edificios no están preparados para soportarlos. Luego, de manera
sutil, pueden llegar los problemas de salud. Ésta es la clave de toda
la polémica y para ello hay estudios de todos los tipos: los que dan la
razón a los enfermos vecinos y los que afirman que estas radiaciones
son inocuas, normalmente informes de las empresas de telefonía móvil.
Pero venga de donde venga el estudio, gran parte de los científicos
coinciden en afirmar que las ondas electromagnéticas producidas por
móviles y antenas provocan un efecto térmico en el cuerpo. No en vano
estas ondas se mueven a una frecuencia similar a la de los hornos
microondas. Mª Teresa Huidobro, vicepresidenta de la Asociación de
Estudios Geobiológicos (GEA) lo explica de manera sencilla: "La
frecuencia de estas ondas pone a las células del organismo en
movimiento, produciendo en el cuerpo humano un calentamiento. Pero éste
no es igual en todas las zonas, sino que hay algunas donde se concentra
más el calor. Claro que el organismo tiene sistemas para compensar este
aumento de temperatura, pero hay lugares, como la córnea del ojo, que
están poco irrigados y donde es difícil volver a la temperatura
normal. Eso es lo que dicen que a la larga puede producir
cataratas". Frente al aumento de temperatura corporal, que nos
sumerge en un estado febril, la gente suele quejarse de insomnio,
dolores de cabeza, zumbidos de oídos e incluso mareos, vértigos y
desorientación. ¿Qué explicación tienen? Para Mª Teresa Huidobro
"los otros efectos vienen dados porque éstas son frecuencias de
campos electromagnéticos y nuestro cuerpo funciona por corrientes
eléctricas. Normalmente en telefonía móvil se utiliza el sistema GSM,
que son ondas que van moduladas en la frecuencia, y que interfieren con
las ondas de organismos vivos. Ello hace que se produzcan desajustes en
nuestro reloj interno". Según estos estudios, estas ondas
interfieren sobre todo en el funcionamiento de nuestras glándulas,
alterando el sistema nervioso y el nivel de defensas. Un ejemplo
demostrado es la producción de melatonina, regulada por la glándula
pineal. Esta hormona, entre otras cosas, regenera el sistema
inmunitario, pero tiene una peculiaridad: nuestro cuerpo sólo la
produce en oscuridad. Pero cuando dormimos bajo la influencia de este
campo electromagnético que producen las antenas, el cuerpo lo
interpreta como si hubiera luz y la secreción de melatonina desciende
considerablemente. Con ello baja el nivel de defensas, lo que podría
tener consecuencias futuras en cuanto a protección contra cánceres y
enfermedades infecciosas. La duda es clara: ¿porqué estos efectos no
los sienten todos los vecinos? "Depende de cada individuo, porque
hay gente más sensible que otra; unos tienen mecanismos de defensa
mejores que otros - contesta Huidobro-. Igual que cuando hay una época
de gripe unos se ponen enfermos y otros no. Y luego también influye
cómo estés situado en tu casa con respecto a la antena: si está
orientada hacia ti o sólo te da de lado". Efectivamente el
técnico Juan Manuel Román, basándose en su experiencia, afirma que al
hacer mediciones los vecinos que tienen la antena sobre la cabeza casi
no tienen radiación, en realidad son los vecinos de los edificios de
enfrente los que la reciben. De esta manera, en la actualidad proliferan
demandas de vecinos que denuncian por radiación a una comunidad de
propietarios cercana que tiene puesta la antena.
Un
juzgado de Vizcaya ha ordenado retirar una antena telefónica bajo la
"sospecha razonable" de que sus radiaciones no son inocuas
para una niña de ocho años que sufre un trastorno nervioso.
¿Nos
protegen las leyes?
Puesto que unánimemente sólo se admiten los efectos
térmicos producidos por las ondas electromagnéticas, las
recomendaciones que parten del Consejo de la Unión Europea sólo
protegen de éstos. Como es simplemente una recomendación, son los
propios países los que legislan a su propio arbitrio. Por ejemplo,
Italia considera los niveles de la UE demasiado altos y ha legislado por
debajo. En España se prepara ya una ley desde el Ministerio de Ciencia
y Tecnología, que se perfila como una de las más permisivas de Europa;
pero mientras, las comunidades autónomas hacen pinitos en el tema. La
Generalitat de Cataluña ha aprobado un decreto que se moja poco y
Castilla La Mancha tiene la regulación más restrictiva del país: su
Ley para la Ordenación de las Instalaciones de Radiocomunicación
iguala sus límites de radiación a los de Suiza (los más bajos). Haya
estudios científicos o no que lo confirmen, en la actualidad parte de
la población se queja de males extraños que ya se denominan
"síndrome de la telefonía móvil" o "síndrome de
microondas". ¿Es posible hacer desaparecer sus efectos sin
renunciar a la cobertura actual de los móviles? "Cambiar eso
significa más dinero y más tecnología", afirma Mª Teresa
Huidobro, "aunque es posible. En los países nórdicos ya están
cambiando el sistema con éxito". Pero ¿interesa a las empresas de
telefonía? ∆
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