TEMA DEL MES - ALIMENTOS: PELIGRO EN
LA MESA
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"La ciudadanía recibe mensajes
diferentes de uno y otro signo. Esto no debiera ser así. Hay que
dar informaciones veraces, claras y precisas sobre el alcance de los
riesgos."
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Enrique
García, director técnico de la Unión de Consumidores de España (UCE)
anima a los consumidores a asumir un papel activo, informándose de sus
derechos y exigiendo mejoras en la cadena de seguridad alimentaria.
-Cuando surge un problema alimentario ¿qué capacidad de reacción está
demostrando tener el Gobierno?
-Por lo visto, bastante limitada. Uno de los desencadenantes es la
evidente descoordinación de la Administración en general, y sobre todo, la
que administra la Salud Pública, que está transferida prácticamente en su
totalidad a las comunidades autónomas, lo que dificulta esa capacidad de
reacción. A veces las distintas comunidades autónomas actúan en sentidos
diferentes, y con respuestas absolutamente dispares.
Fruto de las diversas crisis, ya se ha aprobado la Agencia de Seguridad
Alimentaria que en el futuro será quien directamente lleve esa política de
coordinación.
-¿Pero de quién puede fiarse el consumidor, si las noticias ofrecen
informaciones contradictorias, hablando de sustancias perjudiciales que al
parecer se están consumiendo?
-Es complicado. Básicamente, para tratar una crisis de seguridad
alimentaria hay dos pilares fundamentales que sirven al derecho de los
consumidores. Por una parte está el principio de precaución, que es una
gran conquista de los consumidores europeos en el siglo XX, que viene a
salvaguardar el derecho a la salud de los consumidores y, que está recogido
en la Constitución y en la Ley General de Defensa a los consumidores. Este
principio dice que basta que algo pudiera llegar a ser razonablemente
pernicioso para la salud, para actuar en consecuencia. Es decir, no hace
falta la constatación científica, con la mera sospecha científica de que
algo es malo ya se puede actuar de forma cautelar. Por otro lado está, el
derecho a la información de los consumidores, reconocido en el artículo 2
de la Ley General. Es aquí precisamente donde se muestra otra crisis, en la
forma en que la Administración informa al consumidor, porque evidentemente
es la Administración quien debe tener los medios adecuados y tiene que dar
los mensajes de forma unívoca. Esto es importante. No sólo existe crisis
de coordinación entre Ayuntamientos, Comunidades Autónomas y Gobierno
Central, sino también dentro del propio Gobierno Central hay polémicas
públicas entre departamentos diferentes, me refiero en concreto a
Agricultura y Sanidad y Consumo. Como consecuencia la ciudadanía recibe
mensajes diferentes de uno y otro signo, y esto no debiera ser así. Hay que
dar informaciones veraces, claras y precisas sobre el alcance de los
riesgos.
-¿El consumidor debería conocer los efectos de determinadas sustancias
como los casos de las dioxinas, o el benzopireno, etc.?
-No en general, porque no son temas fáciles de explicar. El
consumidor no tiene por qué tener un grado de formación en general, entre
otras cosas porque se trata de cuestiones técnicas que no son precisamente
simples. Al consumidor hay que explicarle las cosas de forma clara para que
lo entienda. El consumidor debería poder comer todo lo que hay disponible
en el mercado. No tiene por que preocuparse de saber qué puede comer o qué
no. La cuestión es que alguien tiene que garantizar que lo que llega al
mercado está en condiciones. Y quien tiene esa responsabilidad es el
Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Sanidad y Consumo.
-¿En qué falla la normativa? ¿Dónde está el fallo en el sistema de
seguridad alimentaria?
-Es curioso, porque España, y los quince países de la UE, tienen
la mejor normativa del mundo en cuanto a protección de la salud de los
consumidores. Si comparamos las legislaciones que existen en la UE y en el
resto de países del mundo vemos que no hay una legislación tan buena. Lo
que falla es la aplicación efectiva de esa ley. Fallan las inspecciones, el
control, el cumplimiento de esa ley. Las inspecciones son vitales para la
seguridad alimentaria.
-¿Son suficientes los recursos que la Administración destina a la
investigación en materia alimentaria?
-La ONU y multitud de instituciones internacionales de reconocido
prestigio sitúan muy mal a España. Ahora mismo la investigación deja
muchísimo que desear, porque se destinan pocos recursos a ella.
Recientemente ha habido polémicas sobre el tema de los investigadores y eso
afecta también a los investigadores sobre la seguridad alimentaria. No se
les puede acusar de ser malos investigadores: es que no tienen medios, por
tanto no pueden demostrar si son buenos o malos. Aún así es curioso que en
un país donde se mira poco por la investigación tengamos de los mejores.
Esto se puede extender a la investigación en general.
-¿Es posible una alimentación sin riesgos?
-La base de la seguridad alimentaria se basa en la evaluación del
riesgo y ante eso hay otra máxima: el riesgo cero no existe. El consumidor
tiene que ser consciente de que por mucho que afine no se va a poder
eliminar un cierto porcentaje de riesgo natural. También la seguridad
alimentaria es una cuestión del consumidor, que tiene que ser activo,
exigiendo de forma inmediata sus derechos básicos a la seguridad y a la
salud. Sigue vigente el lema: "Infórmate y exige". ∆
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