CAMBIO CLIMATICO EN ESPAÑA
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España, al igual que otros países,
va a sufrir gravemente las consecuencias del cambio climático.
Ignorarlo es de necios.
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Asistimos
en Oviedo a una conferencia sobre las consecuencias del cambio climático
en España, pronunciado por el Ingeniero de Minas y Asesor de la ONU,
Francisco Javier Ayala-Carcedo.
La conclusión final es que el panorama es más bien sombrío, con un
considerable aumento de las inundaciones y de las sequías, con un
incremento del nivel de las aguas costeras, y con unos efectos secundarios
sobre el ecosistema que hará que el panorama de las diferentes especies,
tanto animales como vegetales, cambie sustancialmente en nuestro país.
Naturalmente no se habla de supuestos, sino de evidencias que ya están
siendo constatadas. O sea, que el cambio climático ya comenzó y ya se
está haciendo notar.
Pero a pesar de ello sigue habiendo voces disidentes, en la conferencia en
cuestión las hubo, personajes maniatados por intereses partidistas o
económicos, mentes estrechas que son incapaces de observar, simplemente
observar, el movimiento de la naturaleza y su alteración progresiva.
Y estamos en lo de siempre. Ante la amenaza de algo que puede afectar
gravemente nuestro futuro inmediato, se es incapaz de escuchar las voces
de aquellos que están estudiando el fenómeno y que desde una neutralidad
total, tan sólo con una mente científica, no política, no pagada por
ninguna multinacional, nos advierten y sugieren medidas a tomar ahora que
estamos a tiempo de prepararnos.
Por ejemplo, uno de los sectores que más daño puede recibir en nuestro
país, es el turístico. La subida de las aguas va a inundar amplias zonas
costeras y el aumento de las temperaturas va a ocasionar una desbandada
del sur hacia el norte, donde además las previsiones son más optimistas.
¿Es inteligente entonces seguir potenciando el turismo en el
mediterráneo o preparar el norte y noroeste de España para el impacto?
Otro aspecto muy importante radica en la escasez de agua potable.
La subida de las temperaturas va a ocasionar mayor consumo, con lo que el
líquido elemento, ya escaso, se verá aún más mermado.
Las lluvias serán torrenciales, con lo que será más difícil
canalizarlas y aprovecharlas, algo que ya está sucediendo.
Pero además, no existe ningún plan para corregir la enorme cantidad de
pérdidas de agua por las innumerables fugas que existen en la red
nacional, por lo que se demuestra una vez más que el que tiene que pensar
no piensa.
Estamos, ante una auténtica amenaza, algo que ya ocurrió en el planeta
en el pasado y que supuso la desaparición de civilizaciones incluso más
desarrolladas que la actual.
Pero, una vez más, y van muchas, no se escuchan las voces de aquellos
que, además, están ocupando cargos diseñados y pagados precisamente
para eso, es decir, para que asesoren, adviertan y aconsejen sobre las
medidas a tomar ante los cambios que en el planeta se experimentan.
Es aún más grave cuando, en este caso especialmente, dichos cambios son
una consecuencia de la intervención egoísta y desafortunada del ser
humano en su relación con la naturaleza.
España, al igual que otros países, unos más otros menos, en principio,
va a sufrir gravemente las consecuencias del cambio climático.
Ignorarlo es de necios, diluirlo en confrontaciones partidistas es de
imbéciles, y negarlo porque supone, a priori, rebajas en los beneficios
de muchas empresas, es pan para hoy y hambre para mañana.
Pero tal vez lo más triste es ver que el ser humano no avanza, no sólo
porque es capaz de destruirlo todo, sino también porque es incapaz de
reconocerlo y tener la humildad de echarse atrás y enmendar sus pasos.
A estas alturas, en pleno siglo XXI, si el hombre no es capaz de reconocer
sus múltiples errores en el pasado y tomar las medidas para que no se
repitan, entonces nos merecemos todo lo que la naturaleza nos quiere dar.
Tal vez esa sea la única forma de abrir las mentes y dar una auténtica
lección a los que se creen dioses y a salvo de cualquier desastre.
En los próximos cincuenta años va a cambiar hasta el mapa de España. Lo
dicen los que lo han estudiado, los científicos. Lo niegan los que cobran
para negarlo.
Quien tenga ojos que vea y quien no sea previsor, allá él./ MC
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