Dicen los entendidos que existen leyes suficientes para que todo funcione a la perfección en el planeta. El problema está en la aplicación de esas leyes, con lo cual la responsabilidad de todo queda en manos de los jueces.
Pero ocurre que los jueces son seres humanos, sometidos a presiones externas y vulnerables por sus tendencias personales, sus ideologías o sus miedos, que también los tienen.
Y además tienen enfrente al poder político y al económico, que generalmente caminan cogidos de la mano, repartiéndose la tarta y asegurándose el futuro. Claro que, si hablamos de futuro, ahí es donde demuestran muy poca inteligencia, o que poseen una inteligencia cegada por el brillo del oro, porque entre unos y otros se están cargando el planeta y, con ello, a la raza humana.
Solo que ellos también son seres humanos, al menos eso parecen.
Pues bien, si echamos un vistazo a la situación actual, vemos que es degradante, o sea, que los problemas se multiplican, que el clima se enrarece cada vez más, que las epidemias se disparan sin control, que el caos se va haciendo dueño de la situación.
¿Y qué hacen los entendidos? Nada, no pueden hacer nada, porque lo que ahora ocurre es consecuencia precisamente de lo que hicieron antes, que fue consentir y callar ante la evidencia de que las cosas estaban mal hechas.
Por ejemplo, vacas locas. Hace muchos años que la Unión Europea supo del problema, pero no quiso levantar la liebre por lo que económicamente iba a suponer, esperando, ilusos, que se solucionara solo o que no tendría mayor alcance.
Ahora la solución sólo está en la muerte masiva de animales y en la ruina económica para muchos.
Pero si la Unión Europea supo en su momento lo que ocurría, o sea, que se estaba alimentando con harinas "malignas" a los animales y lo dejó seguir ¿no son por ello delincuentes? ¿No merecen castigo según la ley?
Lo mismo podríamos decir para la epidemia de la fiebre aftosa y para todo lo que está ocurriendo con nuestros animales de consumo.
Otra cosa. Es ya evidente para todos la relación CO2-Efecto Invernadero. Es ya evidente que estamos ante un cambio climático de consecuencias impensables para la humanidad.
Pues bien, el reciente y glorioso presidente americano, Bush, decide en una manifestación más de su lucidez mental, no controlar las emisiones de CO2 ¿por qué? pues porque las multinacionales energéticas le presionaron, y claro, quien manda manda.
Esta decisión supone echar un cerrojo definitivo a la cumbre de Kioto y, a la vez, destruir las esperanzas, ya muy pobres, de los que pensaban y piensan que los gobiernos del mundo van a reaccionar a tiempo para salvar al planeta del desastre ecológico.
Y la pregunta es... ¿no es Bush un delincuente que pone en peligro a la humanidad con sus actos? ¿No son las multinacionales delincuentes por su negativa a colaborar?
Pero... ¿quién le pone el cascabel al gato? ¿Qué justicia puede meterse en esos niveles?
Es evidente que esos niveles de poder se mueven con otros hilos, y que campean a sus anchas, ignorando al resto de los seres humanos que además son vistos por ellos sólo como consumidores que les aportan beneficios incalculables.
Pero otra cosa es el planeta con sus mecanismos y su propia vida, y, aunque estos "poderosos delincuentes" crean que están a salvo de las consecuencias de sus actos, deben saber que existe una justicia que no se amilana ante ellos y su ficticio poder temporal.
Ellos se creen dioses y sólo son unos delincuentes que acumulan sobre sus cabezas, sobre su existencia, el peso y la carga de una actitud egoísta que va a ocasionar miles de millones de víctimas.
Y son delincuentes todos aquellos, en cualquier gobierno del mundo, que callan y transigen con sus actos, que se venden a sus exigencias, que se dejan comprar por sus comisiones y por sus promesas de poder y gloria.
Este planeta está gobernado por delincuentes que creen que es su campo de juego, su territorio, para ejercer sus fechorías, pero la Madre Tierra no es eso y posee más poder que todos ellos juntos, mucho más.
Pronto lo comprobarán./ MC