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JOVENES DEL 2000

La torre de Babel

Los hijos de la libertad que siguió a la dictadura nacieron con casi todo conseguido y gozan de gran poder adquisitivo.
Foto: Fusión

 

Los clichés y las definiciones no van con ellos. Son como son: independientes, conservadores, alternativos, atrevidos, demócratas, viajeros, solidarios, tolerantes... Sus hábitos de vida muestran a una generación marcada por el consumismo. Viven insatisfechos y tienen la esperanza de que todo mejorará con el tiempo. Entre todos conforman una auténtica Torre de Babel, llena de variedad, desde donde miran al mundo y piensan cómo será su futuro.

Texto: Mariló Hidalgo

 

HIJOS DE LA LIBERTAD Y LA ABUNDANCIA

Son guapos, cultos, ricos y están preparados, como los que salen en los anuncios de la tele. Dominan varios idiomas, viajan y su mente está en Europa. Lo tienen todo y además lo han conseguido en un tiempo récord. Son producto de la Democracia y de cuarenta años de trabajo de una generación que les ha visto crecer con orgullo. Unos definen este momento como acontecimiento histórico. Otros hablan de juventud consentida, frágil y domesticada, al amparo del consumismo puro y duro.
Guzmán R. tiene 48 años y trabaja como funcionario en la Seguridad Social. Atrás han quedado todos los esfuerzos y sacrificios que le han costado llegar hasta donde está ahora. Terminó el bachiller y tuvo que ponerse a trabajar porque la situación económica de su casa era precaria. Camarero, vendedor de seguros, repartidor de bebidas, dependiente, hizo de todo hasta aprobar las oposiciones. Más tarde y con un trabajo ya seguro, Guzmán -como tantos jóvenes de su época- pudo casarse y montar una familia. En la actualidad, confiesa que se ha quedado algo "apalancado", le da pereza viajar y disfruta los domingos en casa pegado al televisor viendo el fútbol o películas de vídeo con la cervecita y las patatas fritas.
Paula es su hija mayor y tiene veinticuatro años. Nada más terminar la selectividad se buscó trabajo durante las vacaciones como au pair en Inglaterra para perfeccionar el inglés. Terminó la carrera de Filología Inglesa y el último curso lo pudo hacer en Oxford gracias al programa Erasmus. Paula no deja de viajar y conocer gente y para ello sabe cómo buscarse la vida con ayudas y becas. Colabora también con una ONG y se ha ido a Africa como voluntaria en dos ocasiones. Guzmán no gana para sustos y no sabe de dónde ha sacado su hija este espíritu viajero y aventurero. "En casa, asegura, ha habido sus más y sus menos con aquello de que una mujer ande sola por ahí. De lo que le puede pasar fuera de casa según están las cosas. Pero está claro que ella siempre ha sabido cómo salirse con la suya... y ahí está". Es cierto, hay un cambio generacional y son los hijos de la libertad que siguió a la dictadura. Nacieron con casi todo conseguido y gozan de gran poder adquisitivo, gracias al trabajo de sus padres. Pero además... es que son muchos. "Antes cuando se hablaba de jóvenes -nos comenta el sociólogo Amando de Miguel- hablábamos de una franja de población entre los 16 y 20 años. Ahora hemos querido hacer un estudio de los jóvenes y hemos tenido que hacer dos encuestas. Una de 16 a 20 años y otra de 21 a 29 años. La juventud se ha prolongado hasta los treinta años como mínimo y eso creo que tiene algo de antinatural. Nos encontramos con personas biológicamente adultas que viven socialmente como niños, dependiendo de sus padres, psicológica y económicamente. La naturaleza por un lado avanza la adultez y la capacidad de reproducirse y por otro, nos encontramos con una sociedad que cada vez retrasa más este paso". Curiosamente por un lado las encuestas aseguran que los jóvenes se sienten cada vez más independientes; pero la realidad demuestra que dependen de sus padres hasta edades muy avanzadas. Más del 90% de los jóvenes entre 15 y 24 años viven con sus padres. La mayoría, un 52%, viven exclusivamente del dinero que les dan en sus casas, por lo que la familia es valorada por todos positivamente y no tienen motivos para abandonarla. Estos son algunos de los datos que aparecen recogidos en el Informe Jóvenes 99, elaborado por la Fundación Santa María, en el que han participado varios sociólogos. No es de extrañar que la familia -según este mismo informe- sea considerada por un 70% de los jóvenes como un aspecto prioritario en sus vidas, donde un 69% afirma conseguir de sus padres casi todo lo que quiere. Y es que el consumo -al que dedicaremos un espacio- se ha convertido en uno de los pilares básicos de esta nueva generación. El peor lugar en este ranking lo ocupan la religión y la política. Veamos qué piensan de éstos y otros temas.

El consumo de éxtasis crece cada año y forma parte ya de la cultura de los fines de semana.

El 44,1% del total de los pobres de España tienen menos de 25 años. Son niños y jóvenes.
Foto: J. M. López

¿Y tú qué opinas de la religión?
Los jóvenes miran al cielo y ven pájaros, puestas de sol, agujero de ozono, ovnis... Javier Elzo coordinador del Informe Jóvenes 99 señala que "estamos ante la primera generación que no ha sido socializada religiosamente, es decir, que nunca ha sido educada en la fe. No solamente no saben nada ni de fe, ni de cultura religiosa, sino que ni siquiera tienen necesidad de conocerlo. Es un mundo que les es lejano". Un 56% aseguran ser creyentes pero no practicantes, la mayoría no está dispuesta a renunciar a las relaciones prematrimoniales ni a nada que pueda cuestionar su libertad. Un 17% cree y practica una religión, mientras que un 12% se considera ateo y otro tanto agnóstico. En cambio, la solidaridad y el voluntariado son valores en alza. Eso de donar tiempo y trabajo en favor de los más desprotegidos es una idea apoyada por gran número de jóvenes. Los espacios de más aceptación son los referidos a la defensa de los Derechos Humanos y enfermos de SIDA. Ecología, pacifismo, ayuda a refugiados e inmigrantes y movimientos a favor de la mujer le siguen en la lista de preocupaciones sociales. En el libro "Solidaridad, una revolución imparable", Miguel Angel Velasco asegura que el perfil del voluntariado en España es el de jóvenes menores de 30 años. Así que si en estos momentos siete millones de personas colaboran esporádicamente en estas causas y unos 500.000 trabajan de forma permanente con organizaciones sin ánimo de lucro... Entonces, ¿cuántos jóvenes están luchando por la causa...?

¿Cómo ves a los políticos?
Directamente les otorgan un "cero patatero", como diría un famoso político. Los jóvenes constituyen el sector de población que menos vota; valoran negativamente la política, castigándola con la indiferencia. Se ríen de la imagen que dan nuestros políticos cuando en plena campaña electoral visitan los mercados -poniendo cara de normales-, dando la mano a los tenderos y a las mujeres con cesta de la compra y monedero en mano. Les consideran "un grupo de desencantados de la década prodigiosa que no hablan el lenguaje de la vida. Sólo exponen utopías y cosas abstractas que nadie entiende y que luego tergiversan cuando llegan al poder", asegura Luis F. de veintidós años.

Miedo al sexo... ¿por qué?
Para la generación de sus padres supuso la gran revolución y también el gran tabú. En cambio ellos hablan del tema sin tapujos -especialmente con sus amigos- pero también es algo que les causa temor.
Hay que tener en cuenta que en lo referente a este tema cada uno dice en las encuestas lo que quiere y hace otro tanto de lo mismo. Según un informe del Instituto de la Juventud la edad en la que los jóvenes tienen su primera relación sexual es a los 18 años en el caso de las mujeres y los varones a los 17. Los factores que intervienen en esta iniciación más tardía respecto a otras épocas son: miedo al SIDA y a un embarazo no deseado. Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca, en su libro "La vida sexual de los adolescentes" habla del tema: "En muchos casos ya no es necesario más que encontrarse en una discoteca y que los dos estén de acuerdo. Muchos chicos nos dicen que no utilizan preservativos, precisamente porque la relación ha sido totalmente inesperada. Tradicionalmente las chicas estaban educadas para decir 'no' y los chicos decir siempre que 'sí'. Las dos posturas han variado y ahora les toca decidir a los dos en un plano cada vez más igualitario. Eso facilita las cosas pero no soluciona el problema: que los padres no hablen abiertamente con ellos sobre estos temas. Entre un 2 y 5% de chicas adolescentes viven embarazos no deseados o abortos. Por decirlo de una manera gráfica, les damos las llaves del coche pero no les enseñamos a conducir", asegura el catedrático. Al final parece que la abstinencia sexual se impone entre los jóvenes por distintas circunstancias: miedo a un embarazo no deseado (33%), fidelidad a la pareja(20%), para prevenir el SIDA(19%), por conservar la virginidad(14%), por motivos religiosos(10%) y por último, miedo a que los demás se enteren(9%). "Los jóvenes relativizan la importancia de la sexualidad -apunta el sociólogo Pedro González Blasco- y la sitúan en un plano de interés para sus vidas, pero tras otras cosas. Llama la atención que, aún siendo auténticamente bombardeados por un erotismo-ambiente, incluso por presiones sexualizantes y pornográficas, no caen en sobrevaloración de lo sexual".

¿Qué haces los fines de semana?
La oferta es muy variada. Su tiempo libre lo ocupan en ir de bares o cafeterías, ir al cine o teatro, salir de discoteca, ir de excursión, practicar deportes, asistir a conciertos, etc. Ahora no oiremos a nadie decir que se va de monte, sino que hace trekking. El paddle ha desbancado al tenis y el snowboard al esquí. La escalada libre, el puenting, el hidrospeed, el rafting... cuentan cada día con más adeptos. Prima el deporte de riesgo y aventura, aunque el tumbing también tiene sus seguidores. No es deporte nuevo pero sí muy adecuado para amenizar los domingos, después de haberse levantado tarde con la resaca del día anterior. Consiste en tumbarse en un sofá a ver la televisión, echen lo que echen, cambiando de canal e intercambiando algún que otro sueñecito.

Son los reyes del teléfono móvil.

¿Cómo te definirías?
Un 46% de jóvenes eligen tres palabras para autodefinirse: Consumistas, rebeldes e independientes. Unido a esto apuntan otras características: sólo interesados por el presente, leales en la amistad, solidarios, tolerantes. También añaden alguna cuestión negativa: egoístas y con poco sentido del deber. Lo curioso de esta encuesta incluida en el Informe Jóvenes 99 es que ninguna de estas definiciones supera el 50%, lo que nos demuestra una vez más la gran variedad de jóvenes que existe en esta Torre de Babel.

La gallina de los huevos de oro es Internet. Para ellos es su mundo. Es el sueño de todo adolescente.
Foto: Fer

YO DE MAYOR QUIERO SER HACKER

Estamos ante una generación que ha nacido con el móvil debajo del brazo y no concibe la vida sin ordenador. Tienen, además, un mundo creado a su medida: Internet.
Hace años, a cualquier adolescente no le importaba guardar todos sus ahorros para comprar unos vaqueros de la marca de moda. Ese comportamiento, que ponía de los nervios a los padres, no ha variado en los últimos tiempos: "es una forma de buscar una identificación propia -explica Amando de Miguel-, con una marca que normalmente no usan los padres". Este afán de independencia excluye a los adultos, pero no a los amigos. Es normal ver a pandillas de jóvenes clónicos: los mismos deportivos, la misma mochila, el mismo modelito. "Les gusta porque es como la marca de la tribu adolescente, la marca que te une a los demás -opina este sociólogo-. Pero esto le pasa también a los mayores, que la gente va luciendo un cocodrilo sobre la camisa y está tan feliz". Evidentemente, el fenómeno de la adicción a las marcas no es nuevo; la única diferencia es que cada vez hay más marcas de moda, adaptándolas a unos estilos de vida cambiantes. Las llamadas tribus urbanas aparecen y desaparecen con la velocidad de un suspiro: skins, indies, bakaladeros, pijos, clubbers...
La otra gran diferencia entre estos jóvenes y los anteriores es que los del 2000 han convivido con la tecnología desde que tienen memoria. Es el mismo perro con distinto collar: de nuevo, es una forma de distinguirse de los adultos, que se acercan a las nuevas tecnologías con mucha más cautela. Los jóvenes son los primeros en asumir las novedades y los que más partido le sacan a lo que hay; para ellos puede tener la misma importancia poseer el último modelo en deportivos que un MP3. Son los reyes del teléfono móvil: mientras los adultos lo usan sólo para llamar, los jóvenes aprovechan todas las prestaciones (mensajes de texto, juegos, conexión a Internet...) "Internet y el teléfono móvil les da una sensación de pertenecer a esa tribu de iguales que están comunicándose continuamente, y eso genera lazos de cohesión", argumenta de Miguel. Y ya tienen un mercado propio: existen modelos de teléfonos con diseño y prestaciones especialmente pensados para ellos. Hay una amplia franja con un poder adquisitivo considerable, y están dispuestos a pagar por tener lo último. El término, recién acuñado, es tecnopijos.
La gallina de los huevos de oro es Internet. Lo que para muchos adultos es un mundo hermético, para ellos es su mundo. Es el sueño de todo adolescente: representa un lugar donde ser lo que se quiera, donde se puede escoger una personalidad diferente cada día. La tradicional rebeldía juvenil toma como modelo a los hackers, piratas informáticos que consiguen introducirse en ordenadores protegidos por el gobierno o las grandes empresas. Algunos buscan boicotearlos; otros, simplemente llamar la atención.
Los tecnopijos son la generación más preparada de los últimos tiempos, los que más información manejan. Y, al contrario que la mayoría de las tribus urbanas, no parece que vayan a desaparecer, sino a expandirse. "Hace cincuenta años muy poca gente llevaba reloj de pulsera", argumenta Amando de Miguel, "y hoy quien no lo lleva es porque no quiere. Pues el móvil, por ejemplo, es casi lo mismo". Los adolescentes de ahora son los adultos del futuro; y las tecnologías evolucionan a su mismo ritmo.
/ Elena F. Vispo

Viviendo de noche no hay roces con los adultos. Cuando vuelven a casa, los mayores se levantan; mientras éstos trabajan, ellos duermen. Un alto porcentaje vive así los fines de semana.

CON EL BOLSILLO VACIO

Ni ordenador, ni ropa de marca, ni vacaciones por Europa, ni intercambios en EEUU. La vida de los casi 3.753.000 jóvenes españoles que viven en la pobreza no contempla estas posibilidades: con salir del círculo de marginación en el que viven y evitar la evasión que supone la droga tienen más que suficiente.
Esa España que va tan bien no ha conseguido disminuir el porcentaje del 22,1% de pobres, cantidad que se mantiene durante las últimas décadas, según se afirma en un informe de Cáritas de 1998. Eso sí, la España del PP ha logrado cambiarle la cara: ahora la pobreza se centra en los jóvenes y en las zonas urbanas. Según el citado informe, estas personas disponen de menos de 44.255 pesetas al mes, y en esa situación se encuentra el 19,4% de los hogares españoles, 2.192.000 familias, 8.509.000 personas, de ellas 3.752.469 jóvenes menores de 25 años. Todo ello se desprende del informe "Las condiciones de vida de la población pobre en España", elaborado por Cáritas: "un hecho llamativo es el del proceso acelerado de la juvenalización de la pobreza. El 44'1% del total de los pobres de España tienen menos de 25 años. Son niños y jóvenes. Esto sucede sobre todo en los grados más graves de pobreza".
Es cierto que nuestro país atraviesa un buen momento económico, pero el dinero está mal repartido, ya que el incremento no alcanza a una quinta parte de los españoles. Como afirmó a los medios de comunicación Luis Ayala Cañón, miembro del Equipo de Investigación Sociológica (EDIS), "nunca en España ha crecido tanto la desigualdad salarial como en los 90". Los jóvenes que viven entre esta situación suman más problemas que el meramente económico: paro, analfabetismo, toxicomanías, marginalidad y delincuencia. Todos los colectivos afirman que, sin duda alguna, el primer problema a combatir es el desempleo. "Este aspecto de "la lacra del paro" que se ceba y retroalimenta las situaciones de pobreza es, sin duda, el elemento y el factor de mayor importancia a combatir, sin dejar de tener en cuenta las altas tasas de analfabetismo y de falta de preparación de las poblaciones pobres en edad de trabajar. Estas causas dificultan, en un panorama general sombrío de empleo, las posibilidades de trabajar de la población pobre potencialmente activa", afirma el informe de Cáritas.
De hecho, si el 74% de los jóvenes son dependientes de su familia, en este colectivo la proporción se incrementa. Y ni de lejos pueden acceder a la media de 17.000 ptas que un joven español dispone al mes para sus gastos menores.
"Este aspecto es tan grave que merecería conocer más en profundidad lo que está sucediendo con la juventud y la infancia en España, y sobre todo con el pronóstico del futuro de este sector, no sólo para denunciar el hecho sino para arbitrar actuaciones y polémicas sociales que mejoren, al menos en parte, esta situación" indica el citado informe.
/ Marta Iglesias

La escalada libre, el puenting, el hidrospeed, el rafting... cuentan cada día con más adeptos. Prima el deporte de riesgo y aventura.

 

JERGAS: CADA DIA NACE UNA NUEVA PALABRA

El lenguaje es algo vivo, y las palabras nacen, crecen, evolucionan y, en ocasiones, mueren. A veces ocurre tan rápido que los académicos no lo asimilan y no queda constancia de ellas.
Es el caso de muchos términos de la jerga juvenil: ¿cuáles son las posibilidades de que acampedo (irse de camping con grandes cantidades de alcohol) pase a la posteridad? Muchas palabras nacen y mueren con la costumbre, y otras evolucionan con ella. Una de las acepciones de ocupar es tomar posesión de un edificio; okupar, en cambio, es una forma de vida.
Si bien el objetivo fundamental de estas jergas es diferenciar al que las habla del que no las habla (en este caso, al joven del adulto, o a un grupo o tribu de otra), lo cierto es que casi nunca se inventa nada. La palabra guiri (por extranjero), que hace pocos años se empezó a oír en las zonas turísticas, ya la usaba Galdós en sus Episodios nacionales. Las palabras de jerga son en su mayoría compuestas, o extraídas por algún tipo de afinidad con su significado original, como loro (radiocassette, porque en los años ochenta se puso de moda llevarlo por la calle apoyado en el hombro) o ciego (borracho o drogado, porque ve mal).
El filón es, de nuevo, la tecnología. Este es el terreno donde la jerga tiene un sentido excluyente, especialmente para los adultos. Si no controlas no es fácil entender que "en un chat me enteré de una web donde bajar archivos piratas de MP3". No es otro idioma, aunque a muchos se lo parezca. O quizá sí: es el lenguaje de Internet. Un lugar donde no hay puntos ni comas, ni mayúsculas, ni acentos, cosa de la que muchos educadores están alertando: los exámenes universitarios con faltas de ortografía y problemas a la hora de expresarse ya no son una excepción. Y no es que los jóvenes sean incultos; saben mucho, pero sólo de lo que les interesa.
La madre de casi todas estas jergas es el inglés, la lengua de las nuevas tecnologías. Los jóvenes del 2000 tienen un inglés fluido; quizá no sea muy académico, pero es más que suficiente para apañarse en la red. De modo que ya no se molestan en traducirlo en los otros terrenos de la vida. Especialmente en la música: durante un rave party (fiestas techno que suelen durar, al menos, un par de días), lo mejor es reponer fuerzas en un chill-out (sesión de música ambient suave). Está por todas partes: aunque no te dé feeling, ahora mismo es más fashion el look de bad boy que el grunge. Lo que se salva, de momento, es el japonés manga (cómic).
Muchas de estas palabras permanecerán. Así ocurrió con ratón, litrona o colega. Y muchas otras desaparecerán, pero tampoco importa: siempre habrá jóvenes que necesiten, generación tras generación, reinventar el mundo a través del lenguaje./
Elena F. Vispo

Los jóvenes han convertido la música en sus señas de identidad. Cuando forma parte de ese ritual de escucharla con los amigos, de noche, con una copa en la mano... es cuando la música asciende a la categoría de bandera de una generación.
Foto: J. M. López

LA FILOSOFIA DEL EXTASIS

Los diseñadores químicos ya no saben qué inventar. Play Boy, Picapiedra, Triple Cinco, Muerte, Chanel, Fido-Dido, junto con el Mitsubishi son algunas de las pastillas más solicitadas en la movida de los fines de semana. Varían colores, diseños, nombres y hasta composición. Su objetivo es ofrecer viajes a un módico precio y captar al máximo número de viajeros. Según el último estudio del Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), dos de cada diez adolescentes españoles consumen habitualmente éxtasis y un 33% lo ha probado alguna vez. El 70% de estos jóvenes tiene menos de veinticinco años.
El consumo de éxtasis crece cada año y forma parte ya de la cultura de los fines de semana. Para el Director General de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, Ignacio Calderón "los consumidores de hoy no son ya jóvenes marginales, ajenos al cuerpo social sano, sino jóvenes en su conjunto, incluyendo a aquellos que nos parecen más normales. Los consumos de drogas son una manifestación más de una determinada manera de ser joven, y por mucho que no se esté de acuerdo con esta forma de conducirse, no cabe ignorarla sin más, relegando a todo un grupo social a la categoría de extraños o incomprensibles".
La marcha empieza el viernes, se enlaza con el sábado y se aterriza el domingo en casa. En este tiempo, el cuerpo no para de bailar, de moverse a un ritmo frenético a base de pastillas euforizantes que curiosamente no son consideradas como droga por los propios jóvenes. El precio de una pirula -como ellos la denominan-, está al alcance de la mayoría de los bolsillos (desde mil pesetas hasta dos mil quinientas), el problema es cuando te enganchas y tienes que tomarte tres o cuatro para "tirar". Entonces se convierte en un vicio caro. A la pregunta de qué es lo que se siente, los consumidores coinciden en señalar que se experimenta una sensación de felicidad, paz, sin cansancio. Te permite estar de marcha toda la noche sin parar a repostar. Paralelamente y a nivel físico, sobreviene el conocido "golpe de calor" -de ahí el consumo indispensable de agua mineral para evitar la deshidratación-, sequedad en la boca, dilatación de pupilas y movimientos desorbitados al son de la música. Luego está la otra cara de la moneda, los efectos residuales: depresión, irritabilidad, anorexia o bulimia, fatiga, dolencias de hígado o riñón, taquicardias, aumento de presión arterial, temblores, náuseas, pánicos... todo ello entra dentro de la experiencia de tener un "mal viaje". En junio de este año, un joven de 14 años murió en Pineda del Mar (Barcelona) como consecuencia de una parada cardiorespiratoria después de haber ingerido tres pastillas de éxtasis. Con esta ya son ocho muertes oficiales, a consecuencia de estas drogas de síntesis desde que se pusieron de moda en nuestro país.
El éxtasis al igual que el resto de pastillas, se encuentra cada vez más adulterado. Al principio una pirula podía contener entre 140 y 150 miligramos de MDMA (3,4 metilen-dioximetanfetamina). Hoy esto es casi imposible de encontrar en su estado puro y suele venir acompañado de lactosa, aspirina o cafeína. Pero lo peor es que cada vez existen más laboratorios clandestinos que elaboran sus propias pastillas compuestas por algún anfetamínico mezclado con aquaplast, yeso, talco o incluso heroína. La influencia de estas extrañas mezclas en el organismo es impredecible. La mayoría de sus efectos se detectan a largo plazo. De momento, la lista de patologías derivadas de las drogas de síntesis permanece abierta: fallos hepáticos, infartos de miocardio, lesiones cerebrales y trastornos mentales.

Los jóvenes son los primeros en asumir las novedades.

Este peligroso juego que ha creado en torno a sí una filosofía de vida, cuenta con seguidores cada vez más jóvenes. La edad media del inicio al consumo se sitúa en los 14,8 años.
El sociólogo Raimon Bonal de la Universidad de Barcelona está convencido de que la droga para los jóvenes es una estrategia de marginación social. "Mis estudios sobre la conducta del joven ante este tema -explica el profesor Bonal- atribuyen el consumo de drogas dentro de la cultura de la contestación. Las pastillas se convierten en un billete para huir de un mundo absurdo, de unos padres que sólo crean obligaciones, de una escuela disciplinada. Siempre ha existido un conflicto generacional entre padres e hijos, pero ahora el tema es mucho más profundo. Nada es producto de la casualidad". El Observatorio Español sobre Drogas, en su Informe Nº3, recoge las motivaciones que estos jóvenes argumentan para justificar su consumo. Un 46,1% responde que por diversión. Un 39,5% busca sentir nuevas sensaciones y un 22,9% sólo lo toma para bailar sin parar. Para el sociólogo Amando de Miguel se trata de una mentalidad pueril. "Es una reacción del adolescente para conseguir el placer ahora, de inmediato, como cuando era pequeño y tenía todo a su alcance. Quizá consecuencia de una educación permisiva donde siempre tuvieron todo aquello que se les antojaba. Esto afecta a las personas más jóvenes y sobre todo a las que no quieren crecer. Ahora es la moda de los estupefacientes, pero también está el alcohol, el tabaco... todo viene a ser lo mismo, ¿no?". Ignacio Calderón incide en que lo más importante es el diálogo con los jóvenes, "un auténtico diálogo, para que entendiendo lo que les preocupa a ellos, podamos transmitirles lo que nos preocupa a nosotros". Interesante, pero este tipo de situaciones también ponen encima de la mesa un problema: no existe diálogo entre padres e hijos. "Cuando en las encuestas -señala Amando de Miguel- hemos preguntado a los jóvenes si se entienden con sus padres, tanto unos como otros aseguran que sí. Yo en cambio creo que como hablan poco, no tienen conflictos, que es distinto. No coinciden en las horas de las comidas, ni los fines de semana, ni nada... entonces cuándo van a hablar. Ambas partes están de acuerdo en que no exista nada que rompa esa estabilidad". Este es precisamente el enfoque de las últimas campañas de publicidad de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción: padres e hijos que hablan al mismo tiempo y no se escuchan, padres que desearían decir a sus hijos muchas cosas y dejan pasar la ocasión pensando que otro día será...
/ Mariló Hidalgo

Más del 90% de los jóvenes entre 15 y 24 años viven con sus padres. La mayoría, un 52%, viven exclusivamente del dinero que les dan en sus casas.

Para la juventud de hoy, la noche no es lo que resta para terminar el día: es lo que sustituye al día. A falta de poder hacerlo a diario, el 65% de los jóvenes españoles, viven los fines de semana de noche, entre música y luces de colores.

Los jóvenes se han creado su propio universo, lejos de las reglas y organizaciones de los adultos, de los horarios y las obligaciones. En este mundo uno no se acuerda de que no tiene trabajo, de que depende de su familia, de que el futuro lo tiene negro, de sus inseguridades. Los jóvenes han robado una porción de espacio-tiempo y la han llenado de música: es la noche. Viviendo en este lugar ficticio, no hay roces con los adultos: cuando ellos duermen los jóvenes viven a tope; cuando vuelven a casa a acostarse, los mayores se levantan; mientras éstos trabajan, ellos duermen. Y en cuanto se levantan los jóvenes, comen algo y se dedican a prepararse de nuevo para salir. Un alto porcentaje de los jóvenes del país viven así los fines de semana, días de ocio y vacaciones. Según el sociólogo Pedro González Blasco "Cada vez es más frecuente volver al alba, produciendo una trasmutación del orden del tiempo adulto, con lo que se crea un espacio privilegiado, algo propio y casi mágico, de autorrealización, de socialización con el grupo de iguales: la noche de los jóvenes". Según las estadísticas, se puede decir que ocho de cada diez jóvenes salen por la noche los fines de semana frecuentemente. Los que antes llegan a casa son los más jóvenes, y los que acostumbran a estar fuera casi toda la noche son los jóvenes de izquierdas, los menos o nada creyentes, agnósticos, ateos e indiferentes.
Los motivos para salir de noche que se exponen en el Informe Jóvenes 99 de la Fundación Santa María, se agrupan en tres coordenadas: se hace algo diferente, con cierto misterio; se siente uno más libre; es un tiempo propio de los jóvenes.
Y si algo es característico de la noche es la música, otra seña de identidad, que en muchas ocasiones supone una forma de ver la vida, una estética, un lenguaje típico y hasta un tipo de relaciones entre sus miembros. Algunos sonidos incluso se asocian a una determinada tribu urbana. En general la música ha respondido a una serie de necesidades en el ser humano, como son la necesidad de detenerse y frenar el ritmo de la vida cotidiana, la necesidad de evadirse y soñar, la necesidad de equilibrar pequeñas frustraciones vitales, la necesidad de poesía y la necesidad de expresión a través de las canciones de otros. Pero si esto es lo general, en la actualidad los jóvenes la han convertido en sus señas de identidad. Se puede escuchar en solitario y en cualquier lugar -con ayuda de los recurridos auriculares-, pero sin duda cuando forma parte de ese ritual de escucharla con los amigos, de noche, en semisombras, con una copa en la mano... es cuando la música asciende a la categoría de bandera de una generación. Pero, ¿por qué? A.M. Green en su estudio Adolescentes y música tiene la respuesta: "En nuestro cuestionario había una pregunta abierta: Di en algunas palabras lo que la música representa en tu vida... Los términos citados mayormente son los siguientes: placer, evasión, distracción, divertimento, pasar el tiempo, alegría, identidad, identificación, independencia y comunicación. Es decir, los términos indican que la música le permite a un adolescente emanciparse de la influencia cotidiana de la familia y afirmarse con los compañeros"./ Marta Iglesias

Cada vez existen más laboratorios clandestinos que elaboran sus propias pastillas 
mezclándolas con aquaplast, yeso, talco o incluso heroína.

FUSION OPINA

Lo que caracteriza a los jóvenes que inauguran el nuevo siglo es precisamente que no tienen una característica común. No hay moldes que los unifiquen. No hay definiciones sencillas. Como buenos hijos de su tiempo, son producto de la mezcla, de la diversidad. Pero como a todas las generaciones, les toca establecer un puente entre el pasado que les vio nacer y el futuro que tienen que construir. Para eso poseen el arranque, la fuerza, la decisión. Pero también deben conocer a sus enemigos. Deben ser conscientes de que viven en una sociedad que potencia el conformismo, el individualismo, la quietud. Que prefiere la inercia antes que el movimiento, que se apoya en valores efímeros, que construye mitos a la misma velocidad con que los destruye. Que propone mil vías para adormecerse y dejarse llevar. Los jóvenes tienen dentro de sí todo lo que necesitan, la rebeldía natural, el espíritu inquieto, para salir adelante y caminar hacia el futuro.
Por eso, lo que debe preocuparnos es que el ruido de la sociedad que hemos creado no silencie su inquietud, porque es la llave para la construcción del futuro. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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