abía que
era un enamorado de los viajes pero reconozco que me sorprende
encontrármelo vestido de Tapioca. Horas después -me explica-, se
unirá al recorrido que la "Ruta Quetzal" y su amigo Miguel de la
Quadra-Salcedo, hacen por nuestro país. También me sorprende el
recibimiento de Lord, su perro, como si me conociese de toda la vida.
Antonio Pérez Henares abandona su despacho después de diez años como
director de Tribuna y retorna a sus raíces: la literatura y la
naturaleza. "De esas dos pasiones han salido muchas de mis novelas, y
desde luego la última, Nublares". Sin reloj y al ritmo de los
amaneceres deja a un lado su corbata e inicia un viaje por todo el mundo en
busca de civilizaciones primigenias. Confiesa que Africa ha sido su gran
descubrimiento: "Allí hay algo especial que te embruja. Es el aliento
de tu propio origen que ha enamorado a tantos viajeros". En estos
momentos alterna su espíritu aventurero con el periodístico, que nunca ha
dejado de lado. Le podemos ver por las mañanas en el "Primer
Café" de Antena-3 TV, escuchar en "La Brújula" de Onda Cero
o leer en el semanario Tribuna. ¿Más? Está preparando un libro de
viajes que recoja "todos esos personajes con los que te cruzas en los
caminos y que tienen experiencias maravillosas". Además, acaba de
recibir una oferta para llevar al cine su última novela, Nublares:
Una aventura de naturaleza, poder y sexo en la prehistoria peninsular.
-Leo en tu biografía que a los 15 años obtienes el 2º Premio
Nacional de Literatura Juvenil. Luego el "Plaza Mayor" de París,
el "Emilio Hurtado" de cuentos, el "Tigre Juan" de
novela... todo un niño precoz. ¿Qué tenías que contar con tanta prisa?
-Nací en un pequeño pueblo de Guadalajara y desde que era niño me
apasionó la literatura y por supuesto, escribir. Leí en una ocasión que
Quevedo había escrito su nombre en el pupitre de su escuela, así que yo
hice lo mismo y pensé: "algún día seré un escritor como él y todos
sabrán que estudié aquí". También creo que contribuyó a esta
vocación otra razón más física y es que yo era un niño gordito y muy
tímido. Era acosado por el resto de los niños y me iba con frecuencia
solo, al bosque a leer. La naturaleza y la literatura fueron mi refugio y
también la fuente de inspiración para mis novelas.
-¿Cómo con esta vocación literaria tan temprana, decides luego
estudiar Ciencias Políticas y Sociología?
-Es que yo también tomé conciencia política desde muy joven.
Estuve vinculado a esa magnífica generación que supo luchar por la
libertad y la democracia, cuestión de la que estoy orgulloso. A los 15
años ingresé en el Partido Comunista, a los 16 viajé a Francia para
impregnarme del espíritu que por allí circulaba. Fui uno de los líderes
juveniles en Guadalajara que luchó en aquellos difíciles momentos por la
libertad. Siempre me importaron las gentes, los caminos y conocer otras
ideas. Y me atrajo la política y el periodismo. Me da tristeza observar a
generaciones posteriores pasotas, aborregadas, violentas sin saber por qué,
consumistas como filosofía de vida. Sólo hay que mirar al fútbol, que se
ha convertido en el único motivo de alegría y gozo de gran cantidad de
gente. Eso es terrible y síntoma de que algo falla.
-Trabajaste diez años en el semanario Tribuna como director. ¿Por
qué lo abandonaste?
-Bueno, ha sido un abandono a medias, sigo teniendo mi página.
Quería hacer otras cosas, entraron nuevos empresarios que posiblemente
querían dar otro rumbo y tomé la decisión. Una decisión meditada y de la
que no me arrepiento en absoluto. En este momento también escribo para Rutas
del Mundo, que pertenece a la misma editorial. Con ello quiero decir que
hubo común acuerdo y en estos momentos las relaciones son buenas.
-Participas en distintas tertulias de radio y televisión. Esta
fórmula cuenta con muchos detractores que las consideran instrumentos para
manipular a la opinión pública, o lugares donde se convierten meras
opiniones en verdades absolutas. ¿Crees que las tertulias sirven para algo?
-La radio española es según mi opinión, una de las mejores radios
del mundo por su nivel, capacidad, audiencia masiva, etc. No sólo cumple el
factor que ocupa la radio en el periodismo que es informar inmediatamente de
la noticia, sino que en España se ha convertido en un foro de reflexión y
de generación de opinión, donde se hace incluso columnismo. La tertulia ha
existido siempre en la radio española y ha tenido, muchos seguidores.
Luego, hay contertulios y contertulios. A mi me gusta participar y hacerlo
del lado de la sensatez, cosa tan poco común hoy en día. Hay gente que se
cree poseedora de la verdad absoluta y ombligo del mundo. Yo ese tipo de
posturas no sólo no las comparto sino que me parecen ridículas.
-Te voy a sugerir unas imágenes y me dices tu opinión crítica al
respecto. Ultima visita de Putin a España. Su recibimiento con honores de
Jefe de Estado. Como telón de fondo, Chechenia.
-Mira, Gorbachov es el gran héroe de Occidente y sin embargo, es un
hombre odiado por su pueblo. La antigua URSS era un país donde se vivía
una situación de falta de libertad. Con Gorbachov dieron un salto ¿para
mejor o para formar parte de otra satrapía de igual calibre, donde los
rusos se convirtieron en los mendigos del mundo y de gran potencia pasaron a
ser uno de los parias con 17 guerras civiles, miseria y mafias...? Creo que
Putin pronto se convertirá en el malo de occidente porque restablecerá en
gran medida el orgullo ruso, intentará enderezar el rumbo errático de un
país gobernado por un borracho. Intentará que las aguas vuelvan a su
cauce. Putin cuenta con todos mis respetos.
En lo referente a Chechenia creo que los occidentales somos un poco
maniqueos. Nosotros hemos apoyado a los talibanes en Afganistán. Han creado
el sistema más atroz y terrible donde más del 50% de su población son
mujeres y viven en un sistema feudal de esclavitud. Frente a ello no hemos
movido ni un dedo. Una guerra es algo atroz, pero para las dos partes. Tanto
rusos como chechenos hacen atrocidades. Cuando miro esa guerra, no digo
sólo "pobres chechenos aplastados por la maquinaria rusa". Veo el
avance de ese integrismo checheno, prácticamente feudal, terrible en sus
expresiones... tan terrible como la maquinaria del ejército ruso. Procuro
ver todo este tipo de cuestiones procuro verlas desde los dos puntos de
vista.
-Del periodismo saltamos a la literatura. Vamos a hablar de tu último
libro, Nublares. ¿Por qué eliges la prehistoria como escenario para esta
aventura?
-Porque es una época que recoge dos de mis pasiones: la naturaleza
y el hombre. No hay momento donde el hombre sea más naturaleza que en el
Paleolítico Superior. En esta época ya tenía orgullo porque podía
caminar con poder sobre la tierra, sin miedo. Un clan de Cromagnon no era un
grupo de tipos asustados. Eran más altos que nosotros, con una capacidad
craneal como la del hombre actual, la misma inteligencia, gran potencia
física y unas armas perfectas, que para contar con los medios que tenían,
me atrevería a decir que hasta eran sofisticadas. La convivencia con su
entorno no era pacífica pero eso no quiere decir que no fuese armónica con
la naturaleza. Cuando el cazador neolítico mataba a sus presas, lo
consideraba un regalo de la naturaleza y por ello estaba agradecido. Es
curioso que una de las críticas que han hecho a mi novela fuese
precisamente eso, que presentaba a un individuo muy parecido al hombre
actual. Esas críticas ignoran que desde hace trece mil años para acá no
ha pasado nada en el planeta. Nosotros llevamos en la tierra un soplo si lo
comparamos con el conjunto de la prehistoria o simplemente con la historia
de la vida. Todos nosotros descendemos de no más de quinientos o
seiscientos individuos que un día salieron de las cercanías del Lago
Turkana en Africa hace 160.000 años.
-Además de haber construido un relato muy bien documentado, navegas
con la imaginación creando una historia llena de lucha por el poder y de
pasiones encontradas.
-Y de aventuras... porque ahí vuelco mis mitos, los que siempre me
han apasionado. En ese sentido, me alegro del resurgimiento de los grandes
reportajes y novela de aventura que ahora se vive. No aguanto la nueva
narrativa ombliguista: yo, mi, me y mi ombligo. Me gustan en cambio Manuel
Rivas, Arturo Pérez-Reverte, Javier Reverte y lo que escriben todos mis
amigos aventureros. Y si es novela hay que hablar de las dos únicas
pasiones que a lo largo de la historia ha tenido el hombre y que aparecen en
todas las obras de Shakespeare: el poder y el sexo. Esas pasiones que
estaban de manera primigenia en Altamira y que también recojo en Nublares.
-En tu novela hablas mucho de valores que en aquellos momentos estaban
muy marcados en el hombre y que en la sociedad actual parecen escasear.
Hablo del sacrificio, la lealtad, la nobleza, el respeto por la
naturaleza...
-Es difícil hallar eso en la sociedad capitalista occidental y en
las sociedades desarrolladas, pero yo las he encontrado en otros lugares del
planeta. Y como quiero que esos valores no desaparezcan, de alguna manera
los he incluido en el libro a través de los distintos personajes. Es como
un grito de ¡no olvidéis a la naturaleza!. Si observamos la sociedad en la
que vivimos podemos ver cómo a medida que avanza, se vuelve más violenta.
No sólo hacia otras especies, sino violenta hacia su propio entorno. El
hombre ha logrado algo tan inaudito como la capacidad para destruir su
propio planeta, su propia madre, la Tierra. Los arsenales que existen en
este momento pueden hacer volar a la tierra, diez veces. Desde mi
planteamiento de izquierdas pienso que la nueva izquierda que alumbrará el
siglo XXI, será una izquierda teñida de verde, de solidaridad, de ONG, que
recoja todos estos valores para que formen su columna vertebral.
-El sexo también está presente en tu historia. La pasión de los
protagonistas, la naturalidad con la que los niños conocían todo lo
relacionado con este tema... ¿Han cambiado muchas cosas desde entonces?
-La historia perfectamente se puede trasladar a nuestros días
porque como te comenté, muy pocas cosas han cambiado. En cuanto al tema del
sexo, creo que a medida en que ha avanzado la civilización se ha convertido
en algo más sofisticado. Eso no tiene por qué ser obligatoriamente malo.
Los latinos además, introdujeron el juego y eso en el terreno sexual es muy
divertido, creo yo. Aquellos niños vivían en un medio natural y es que el
sexo es natural, luego así lo conocían. No obstante ten en cuenta que este
tema siempre ha tenido sus ritos y sus tabúes y es algo terriblemente
complejo.
-A lo largo de tu libro describes paisajes, personajes, cómo cazaban,
luchaban, pensaban... todo ello repleto de matices que consiguen transportar
al lector, sin apenas darse cuenta al escenario de Nublares. Es como si en
cierta forma hubieses estado allí hace miles de años.
-Es cierto. La historia se desarrolla en una cueva que existe al
lado de mi pueblo, junto al río Bornova (Guadalajara), llamada Nublares. De
frente se puede divisar una gran llanura, y a sus espaldas un gran bosque y
una cadena de montañas. Ese lugar me acompañó muchas ocasiones y he de
confesar que cada vez que voy por allí me recorre una especie de vibración
que me hace pensar que en esa cueva hay algo mío. Uno quiere soñar lo que
sueña y al final se acaba contagiando de sus propios sentimientos. ∆