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Nuestro estilo de vida es un caldo de cultivo excelente para el estrés. Las prisas, la tensión, el descanso insuficiente, las frustraciones, la angustia... el organismo pasa factura.
Foto: NAN

 

ESTRES: 
¿AMIGO O
ENEMIGO?

El mensaje va directo a la mente y obliga a nuestro organismo a reaccionar ante una serie de situaciones físicas o psíquicas nuevas para las que no estábamos preparados con anterioridad. Para muchos esta situación se torna en una continua amenaza que les supera y sufren sus consecuencias. Otros, en cambio, lo consideran como una auténtica aventura: la sal de la vida. El estrés cuenta con amigos y enemigos.

Texto: Mariló Hidalgo

CONVIVIR CON EL ESTRES
Está considerada como la enfermedad de moda y causa al año un elevado coste social debido al absentismo laboral, baja productividad y atención médica. Afecta no sólo al ocupado hombre de negocios, al conductor que queda aprisionado en un atasco o al controlador aéreo. El obrero, el ama de casa, el profesor, el recién nacido, los niños en edad escolar, los deportistas, los ancianos y cómo no, también los que están pasando por la edad del pavo... todos son víctimas potenciales de la llamada enfermedad del siglo XXI, el estrés.
Hace varios días que Paula estudia sin horario. Sólo le ha quedado una asignatura para septiembre y se ha propuesto sacarla como sea. El temario es amplio, le ha llevado su tiempo, pero al final parece que todo está bajo control. Este año los exámenes son orales, todo un handicap para Paula, que se confiesa tímida y lleva muy mal eso de hablar en público. Llega el día del examen, mencionan su nombre y Paula sube a la tarima. Antes de que el profesor empiece con las preguntas, Paula siente palpitaciones en su cabeza cada vez más rápido. Suena la primera pregunta... "Esa me la sé", piensa. Pero de su boca no sale una palabra. Mientras, sus pupilas se dilatan, se acelera su respiración y su gesto se arruga, síntoma de la tensión que está viviendo. Unas lágrimas de impotencia corren por su rostro...
Otro tipo de situación pero con semejantes resultados es la que viven los millones de parados o trabajadores en situación precaria de nuestro país que esperan una oportunidad para demostrar su valía o simplemente para ganarse la vida dignamente y poder alimentar a sus familias. En medio de dificultades económicas, sentimientos de infravaloración y frustraciones, el individuo siente -muchas veces sin identificarlo- cómo poco a poco aumenta su malhumor, no puede conciliar el sueño por la noche, le sobrevienen dolores de cabeza y estómago, pierde el apetito...
También están ahí las amas de casa o aquellas mujeres que deben repartir sus "breves" 24 horas entre el trabajo fuera de casa, la organización del hogar, la compra, los niños... No debemos olvidar dentro de este grupo de afectados a esos bebés que con sólo unos meses, son el reflejo del estrés que viven en su entorno. A pesar de que todavía no hablan, muestran su malestar a través de llantos continuos, pérdida del apetito, rostro siempre triste y falta de motivación para comunicarse con un entorno al que ya consideran hostil.

Madrid, 7:30 de la mañana. Nos encontramos en la entrada A-6 Madrid-Coruña. Hace diez minutos que no se mueve un sólo coche. Las colas son interminables y a las ocho de la mañana muchas de estas personas tienen que "fichar" en sus trabajos. Para unos es la rutina diaria a la que han llegado a acostumbrarse. Incluso se acompañan de su diario preferido que abren libremente encima del volante esperando a que evolucione la circulación. Para otros es la hora más temida del día. Algo a lo que no acaban de acostumbrarse y que les pone al límite de sus fuerzas. Sudores, nervios, claxon, intransigencia, ritmo cardíaco acelerado...
Situaciones que parecen desbordarse, sentimiento de indefensión, continua sensación de acariciar nuestros propios límites, todo lo que viene del exterior parece agredirnos... ¡Socorro! ¿Qué está pasando? Los expertos lo denominan estrés. "Una serie de molestias, esfuerzos e irritaciones a las que un ser viviente se encuentra sometido a diario por el ruido, el ajetreo, las frustraciones, el dolor, la angustia, la tensión y muchas otras cosas. Situaciones donde una persona se siente presionada psíquica o físicamente" señalaba ya en 1950 el doctor Hans Selye.
Desde entonces, las cosas no han cambiado demasiado. Peor aún, parece que el listado de agentes causantes del estrés ha aumentado con el tiempo. Hasta el punto en que es considerada como la enfermedad del siglo XXI por el número de individuos afectados y también por las enfermedades que parecen derivarse de ella.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denunciado que el 70% de las muertes prematuras en los países industrializados vienen producidas por infarto y cáncer. Según sus investigaciones parece haber una vinculación entre el estrés y estas dos enfermedades.

El mecanismo del estrés es algo natural ante los estímulos del exterior. El problema surge cuando los estímulos son constantes y no hay tiempo de recuperación.
Foto: FER

El tema está en la calle y además lleva aparejado cierto tono de resignación. ¿Cuál es su origen? El doctor alemán Frederic Vester que ha estudiado a fondo tanto el origen como los mecanismos del estrés, insiste en señalar que se trata de algo completamente natural: "Son un conjunto de respuestas naturales de nuestro organismo ante una serie de situaciones externas que nos sorprenden. Un mecanismo de defensa inherente desde hace millones de años a todas las especies animales superiores y, por supuesto, al hombre". Ante esto nos surge una pregunta: si realmente este tipo de situaciones están contempladas en nuestro mapa genético, ¿por qué generan continuos conflictos? El doctor Vester argumenta que "si bien el mecanismo del estrés es algo natural, la gran diferencia con la situación actual es que en estos momentos se vive en una alarma permanente, un montón de estímulos del mundo exterior, de un estado de excitación constante y siempre renovada. La clave -a su entender- sería tener tiempo de recuperación para que el proceso se normalice pero éste es cada vez más corto, la tensión se acumula y apenas se permite descansar a nuestras funciones físicas y psíquicas". Nos encontramos inmersos en una sociedad que vive bajo el síndrome de la prisa. Nos pasamos el día corriendo de aquí para allá, y si paramos un instante, rápidamente nos entra un sentido de culpabilidad porque se considera que el descanso, la relajación, el desconectar, pensar, disfrutar, pasear o hacer deporte, es una pérdida de tiempo. Nada más lejos de la realidad. "Debido a la comodidad cada vez mayor de la sociedad en la que vivimos -señala el doctor Vester-, nuestro potencial de agresividad, constantemente estimulado y no eliminado, se ha convertido en una de las cargas mayores a causa del estrés". Expertos en la materia coinciden en señalar que la práctica del ejercicio es esencial ya que moviliza una parte del organismo mejorando su funcionamiento y resistencia, sobre todo en los sistemas respiratorios, musculares y cardiovasculares. El deporte y las técnicas de relajación previenen e incluso mejoran el exceso de estrés. El psicólogo Antonio Buendía recomienda que debemos diferenciar entre necesidades básicas e imaginarias, lo auténticamente necesario y lo superfluo. "El hombre necesita configurar su medio ambiente -aconseja Buendía-, debe planificar lo que le sirve y lo que no, armonizando en ello todas las parcelas de su vida: familia, trabajo, amigos, educación, ocio. Sólo así será dueño de su vida, y no una víctima de esta sociedad materialista y carente de valores".

ROMPER EL CIRCULO
Alguna vez has sentido o has conocido a alguien que con frecuencia padezca jaqueca, alergia, dolor de espalda, contracturas musculares, problemas digestivos, ataques de asma, úlcera, dolor de pecho, desarreglos menstruales, taquicardias, caída del cabello, anorexia, bulimia...? Todo esto y más, pueden ser molestias producidas por el estrés aunque según la Asociación Española del Estudio del Estrés más de un 45% de población no identifica estas causas con el problema que lo origina, ni tampoco sus consecuencias.
¿Qué hacer para librarnos del estrés? A todos nos es familiar la frase de "tómate unas vacaciones, que te vendrán bien", pero no todos podemos hacerlo cuando nos apetece. Apuntarse a un gimnasio, practicar algún deporte al aire libre, asistir a clases de relajación o estar con los amigos constituyen alternativas más factibles. Especialistas en el tema insisten en que la comunicación, el acto de hablar es un pilar básico para restablecer el equilibrio de nuestro organismo. "Deberíamos - piensa el doctor Vester- investigar el efecto tan peculiar de nuestro medio más importante de comunicación, el lenguaje. ¿Por qué las palabras y el lenguaje humano, a diferencia de los sonidos empleados por otros seres vivos, fueron convirtiéndose cada vez menos en una ayuda para la vida y cada vez nos causan más dificultades, produciendo estrés y malentendidos? El uso correcto del lenguaje es hoy algo imprescindible para la supervivencia y aunque en muchas ocasiones induce a crear conflictos, también nos obliga a abordarlos: síntoma de que algo no funciona bien y debe cambiarse. El intercambio de palabras es una especie de puente de cooperación con el otro". Si todo ello se acompaña -según los casos- de ejercicio físico que ayuda a disminuir la tensión nerviosa; un buen masaje que relaja, músculo a músculo, todo el cuerpo; un baño de agua caliente, que proporciona un efecto vasodilatador sobre el organismo y por lo tanto sedante; o la influencia del yoga o zen, sabiduría heredada de Oriente y en la actualidad tan extendida, que ayuda al equilibrio cuerpo-mente, habremos elaborado todo un plan antiestrés. Lo más importante es que cada uno encuentre lo adecuado a sus necesidades. No todas las personas obtienen alivio y se ven beneficiadas con los mismos procedimientos.

El mercado de los fármacos Antiestrés es el gran negocio de las multinacionales farmacéuticas. Mitigan los efectos, pero no abordan las causas.
Foto: Juanjo

EL NEGOCIO DE LOS MEDICAMENTOS
Publicidad, libros, experiencias de otros, nos hablan del éxito de ciertos medicamentos que solucionan el problema del estrés. Los fármacos tranquilizantes se han convertido en la gran panacea. Son fáciles de tomar, nos producen una mejoría casi instantánea pero también pueden ser perjudiciales a medio y largo plazo. Las pastillas, a las que se recurre tan frecuentemente como si fuesen remedios infalibles, pueden momentáneamente mitigar la reacción del estrés ya que actúan sobre el sistema nervioso central (sedantes, analgésicos, antidepresivos, estimulantes, excitantes) pero a la larga pueden provocar adicción. El mercado de los fármacos antiestrés ha sido y sigue siendo el gran negocio de las multinacionales farmacéuticas. Sólo el pasado año la Seguridad Social gastó más de 10.000 millones en Seroxat y 7.500 millones en Prozac, ambos antidepresivos. Según la empresa IMS-Ibérica, especializada en estudios de mercado en el ámbito farmacéutico, entre los medicamentos más vendidos entre 1998 y 1999 se encontraban los ansiolíticos: Orfidal con 5.292.654 unidades; Lexatin con 3.868.378 y Tranxilium con 2.330.920 unidades. Este tipo de soluciones farmacéuticas cuenta con muchos detractores. El doctor Vester critica de estos métodos directos que "en vez de fijarse en los hechos de la realidad, en vez de comprender que vivimos en un mundo en el que se modifican las condiciones económicas, sociales, y culturales más rápidamente de lo que podemos asimilar con las tradiciones y los tabús que nos fueron inculcando, en vez de reconocer que este desarrollo corre paralelo con un alarmante aumento de trastornos de comportamiento y enfermedades psíquicas, en vez de modificar lo que hemos aprendido y atacar las causas, nos refugiamos en la pasividad y recurrimos a los tranquilizantes, al alcohol y a las drogas". Para muchos especialistas otros métodos alternativos como la psicoterapia, son considerados una gran ayuda encaminada a prevenir el estrés y a diseñar estrategias adecuadas para situaciones venideras.
Dentro de los métodos naturales debemos hablar de las propiedades del ginseng, una planta conocida en China desde hace más de cuatro mil años y ahora consumida en nuestro país por más de un 10% de población. Estudiantes, ejecutivos, ancianos parecen haber encontrado en estas raíces la solución a sus problemas. Además, no produce adicción, aunque por supuesto debemos consultar a un especialista antes de iniciar su consumo. Entre sus propiedades destaca su capacidad de potenciar el sistema defensivo de nuestro organismo: aumento de capacidad mental, física y de resistencia, además aporta un extra de oxígeno a la sangre. Tal es así que un conocido laboratorio farmacéutico ya ha sacado a la calle un fármaco antiestrés natural a base de raíces de ginseng.

Mucha gente padece jaquecas, problemas digestivos, ataques de asma, dolor de espalda, caída del cabello, taquicardia... Todos son síntomas que pueden estar relacionados con el estrés.

Existe un estrés positivo que es muy saludable, porque nos estimula, nos hace estar en forma y ser creativos. Es el que experimentan por ejemplo los "buscadores de sensaciones" que practican deportes de riesgo.EXISTE UN ESTRES POSITIVO
Parece que después de todo lo anterior, hablar de la existencia de un estrés positivo, sería añadir una contradicción a lo expuesto. Nadie puede negar que en nuestra sociedad toda actividad conlleva grados variables de estrés potencial y esto, según los sociólogos es más la expresión de una forma de organización del tiempo que una consecuencia inevitable del mismo. "Las prisas no las ponemos nosotros, las pone la vida, -asegura el sociólogo Enrique Gil Calvo-. Un divorcio, la precariedad laboral, etc. obliga a tener una identidad mucho más cambiante. Antes llegabas a los 25 años, buscabas un trabajo y a continuación te casabas y creabas una familia. No ocurría nada más en tu vida. Hoy cambias de empleo, de pareja, de amigos, de ciudad, de vida... y todo ello de forma rápida. Eso nos obliga a redefinirnos, readaptarnos continuamente y no tanto porque tú lo decidas, sino porque las circunstancias te lo exigen. Pero esto no es negativo. En cierta forma esta tensión te conduce a agudizar el ingenio, prepararte cada vez más rápido para los cambios, etc." Esta teoría es también secundada por el psiquiatra Luis Rojas Marcos que considera que "el estrés diario, el de las prisas, los horarios apretados y del estímulo de hacer muchas cosas al mismo tiempo que se vive sobre todo en las ciudades, no sólo no es malo, sino que es saludable porque estimula la producción de determinadas hormonas, como la dopamina, y nos hace estar en forma y ser más creativos". La psicobióloga Carmen Sandi que ha estudiado el tema en profundidad, considera que "existe un tipo de estrés que invita a la acción y que puede ser positivo, como el que experimentan los buscadores de sensaciones que practican deportes de riesgo. En este sentido -explica la investigadora- se ha demostrado que es positivo para la capacidad de respuesta de los linfocitos de las principales células del sistema inmunológico". Según estudios realizados por esta científica, que también ha trabajado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, existe un estrés concreto o puntual y uno crónico. "Este último -asegura- puede ser negativo para algunas personas, mientras que otras terminan adaptándose. En cambio, hemos podido comprobar que el estrés concreto o puntual potencia la memoria a largo plazo, ya que las hormonas liberadas como consecuencia del estrés avisan al cerebro de que la información que ha procesado puede ser relevante a largo plazo y facilitar el proceso". Vamos, que ciertas dosis de estrés nos pueden hacer más interesante la vida, nos pueden proporcionar energía extra para actuar, y hasta pueden servir de ayuda para el desarrollo de nuestra creatividad. ∆

 

Cosas tan baratas como concederse un tiempo para charlar con los amigos o dar un paseo son una buena medicina antiestrés.

 

LA RISAEs un buen factor antiestrés y fomenta la actividad intelectual. Reírse de uno mismo, contar chistes, buscar la ironía en todas las cosas de la vida, ayuda a mantener movilidad mental y aumenta las defensas inmunológicas. Además favorece la pérdida de calorías, es un buen bálsamo para el espíritu, contagia positividad al entorno, activa la producción de serotonina y endorfinas que aumentan el optimismo y ayudan a conservar la salud cerebral. ¡Cuánto por tan poco!
Bajas laborales • El estrés es una de las primeras causas de baja laboral en España, lo que también origina un elevado coste para las empresas. Así surge RICEL, un proyecto elaborado por una consultora madrileña que tiene un doble objetivo: reducir el riesgo en el trabajador, estudiando y mejorando el clima psicosociolaboral que le rodea. Y reducir los costes que todo ello produce a la empresa. Este sistema preventivo funciona ya con éxito en Alemania, Bélgica y Holanda.

 

Relajarse, descansar, pasear, hacer deporte. Hay que equilibrar la balanza con actividades que nos desconecten de nuestra actividad cotidiana
Foto: FER

ESTRÉS EN LA TERCERA EDAD • El temor a no ser querido por nadie, a convertirse en carga, ser olvidado, quedarse desvalido o solo, son aspectos que rondan por las mentes de nuestros mayores. La incertidumbre, la angustia, la desconfianza, pone en marcha el mecanismo del estrés que en estas edades tiene consecuencias psicológicas más devastadoras que la idea de la proximidad de la muerte. Muchas de estas personas estarían capacitadas para llevar una vida activa y útil y la respuesta de nuestra sociedad es condenarles al descanso -con la jubilación- y no contar con ellos para nada.
La Organización Mundial de la Salud ha estudiado toda esta problemática y ha elaborado una serie de recomendaciones a nivel internacional para exigir una actitud distinta frente a la Tercera Edad. Especialistas en geriatría consideran que la mejora de las condiciones de nuestros mayores pasa por una transformación social, integradora. Para solucionar el problema del estrés en estas edades recomiendan en primer lugar, romper con la inactividad y el estado vegetativo al que muchas veces se les condena. Realizar una búsqueda de tareas apropiadas para ellos, donde puedan realizarse y, lo más importante, que les haga sentir útiles. Garantizar el acceso de todas estas personas al sistema de salud. Incluir dentro de sus actividades, el contacto con la naturaleza y el aire libre. Facilitar la convivencia y participación en grupos, comunidades que sean un lugar de encuentro no sólo de gente mayor sino también de jóvenes -se trata de no crear barreras generacionales, sino integradoras entre las diferentes etapas por las que atraviesa el hombre-. Por último, llenar todo de alegría, la sonrisa es la mejor receta antiestrés y además fomenta la actividad intelectual. ∆

 

FUSION OPINA

No es una enfermedad, sino un proceso natural que, llevado hasta el extremo, se convierte en un grave problema. La mayoría de las veces, el origen de las enfermedades no hay que buscarlo en razones complejas. Suele estar más cerca, en nuestro modo de vida, en nuestra forma de movernos, en los cuidados que nos brindamos o en la falta de inteligencia que emana de la mayoría de nuestros hábitos. La enfermedad surge como consecuencia de un desequilibrio en algún punto de la cadena. El ritmo de vida vertiginoso, sin contacto apenas con el entorno natural, sin tiempo para que el organismo repose y se reponga de los excesos, sin relación apenas con nuestro entorno acaba descompensando la balanza. El organismo sólo refleja de diferentes formas lo que es un problema más profundo.
Deberíamos preocuparnos por buscar un punto intermedio entre las exigencias de la sociedad moderna y un modo de vida q dable. Es la manera más cercana que tenemos de mantenernos en contacto con el auténtico ritmo de la vida. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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