- Para escribir "Un Blanco Deslumbramiento"
utilizaste poesía. ¿Es éste el lenguaje del alma?
-Yo creo que son problemas subjetivos de cada uno, de cómo se enfrenta
cada uno a la literatura o a la creación. Pero en este caso sí, realmente
la poesía es donde los sentimientos van más desnudos, más directos, no
hay vericuetos, es un poco la esencia de la creatividad. Las cosas más
hondas se escriben en poesía, eso es indudable. Esto escrito en ensayo o de
otra forma, hubiera sido otra historia que nada tendría que ver con ésta,
aunque contara lo mismo.
-¿Por qué repites tantas veces eso de "yo ya soy muy
mayor"?
-Yo ya he hecho todo lo que tenía que hacer y he dado de mí todo
lo que tenía que dar. Ahora les toca a los jóvenes romperse el alma para
triunfar o para salir adelante en la vida. Yo ya he cumplido con la vida y
creo que bastante he hecho. Ahora me toca mirar la vida desde el retén y
ver como pasa el pelotón.
-¿No tienes entonces proyectos próximos?
-No, no. ¿Qué proyectos voy a tener yo? Es absurdo. En el mundo en
el que yo vivo no se tienen proyectos, se tiene un sueldo al mes y te
nombran, te quitan, te echan o te aceptan, pero no voy a ir por la vida con
una carpeta debajo del brazo ofreciendo programas a las televisiones. Llega
un momento en que eso no se puede hacer, porque no funciona así la cosa.
Son las televisiones las que quieren un tipo de programa y si coincides te
llaman y si no coincides no te llaman. Uno no va vendiendo ideas geniales,
sobre todo porque no las tengo.
-Escribes una columna semanal en una revista de programación
televisiva. En este momento hay un montón de cadenas, pero ¿qué tipo de
programa echas tú de menos?
-Pues el bueno, claro. Hay muy pocos programas buenos y están muy
mal ubicados. Hay muy pocos programas buenos para mí: cuando diez millones
de personas ven Gran Hermano, es un buen programa. La televisión no tiene
por qué educar; eso que se está diciendo de la televisión formativa y
demás me suena un poco a tufillo fascista. Hombre, conviene que no deforme,
que no sea chabacana, ordinaria, que también hay bastantes ejemplos de eso.
Lo que hay que aprender es a reflexionar frente a la tele, a ser críticos
frente a la seducción de la imagen. Te hablo de Gran Hermano y te
hablo de los informativos, que son tan peligrosos el uno como el otro, en
todo caso.
-¿Dónde crees que reside el poder de los medios de comunicación?
-Yo creo que eso no es verdad, que es un mito que se maneja, y en un
régimen de libertades mucho menos. Yo no creo que los medios de
comunicación tengan tanto poder en sentido estricto. A mí me preocupa
mucho más el poder que no veo, y que existe. El poder fáctico y esos
poderes que maquinan y esas cosas. Los que están detrás.
-Dices que no te quieren en ningún medio porque eres conflictivo,
¿dónde reside tu conflictividad?
-Yo no me considero conflictivo, a ver si me han colgado el
sambenito (risas). En todo caso, mi conflictividad reside en que tengo
bastante claro lo que quiero y lo que no quiero, lo que estoy dispuesto a
hacer y lo que no. Y entonces si hay algo que no me gusta pues lo digo y me
voy. Eso parece que a las empresas no les termina de convencer, quieren
gente que trague con todo, que lean todo lo que les mandan leer y todo eso.
Yo no soy así, no he sido nunca así y no lo voy a hacer ahora. Pero
seguramente no soy un buen presentador o un buen director de televisión y
por eso no me llaman. Yo tengo mis propios criterios sobre las cosas y
comprendo que la libertad de una cadena o de sus dueños tiene un espacio y
mi libertad tiene otro, y cuando las dos libertades entran en conflicto pues
yo me retiro y punto, pero no trago. Ése es mi gran problema. No soy de un
lado ni de otro. Soy yo, y eso por lo visto en este país y en esta
profesión es complicado. Estoy con lo que en cada momento quiero y ser
independiente tiene un precio que vas pagando y que a fin de mes pasa
factura.
-¿Qué cosas te rebelan o te cabrean?
-Muy pocas ya. Se pueden contar con los dedos. No sé, la
humillación, los malos tratos de las mujeres, manchar la inocencia... la
injusticia en todo caso. Pero solamente eso: la injusticia en todas sus
formas.
-¿Qué te parece que un país como el nuestro, que vivió de la
inmigración, cierre las puertas a los inmigrantes?
-Eso no es verdad. El problema no es de España, que no tiene
ningún poder, y ahora mismo está obedeciendo las órdenes de Bruselas, que
es donde se hace la política de inmigración. A mí lo que me parece
espantoso es que en Europa todavía no sean capaces de entender que esto es
un mundo único, que eso del Tercer Mundo y Cuarto Mundo son unos eufemismos
que nos hemos inventado. El problema de España es que está donde está y
me parece lamentable que nos toque el papel de policías. Yo siempre he
estado en contra de unirme a esta historia donde han empezado a edificar
toda la unidad europea por el euro, por lo económico, en lugar de hacerlo
por la base. Yo no me puedo ir ni sustraer de todo esto, soy una víctima
más de ese sistema, pero puedo luchar contra eso y escribir, que es lo que
hago.
-¿Qué entiendes por progreso?
-El desarrollo del ser humano como individuo único y como miembro
de una especie. El desarrollo de una persona y su enriquecimiento, lo mismo
que entendían los clásicos. Está muy claro lo que es el progreso, el
problema es que las interpretaciones que se van haciendo no son exactamente
las teóricas. Ahora el progreso consiste en poseer, en lugar de compartir,
el progreso consiste en patentar en lugar de socializar... ∆