-¿Por qué decidió abandonar el periodismo de
investigación y dedicarse a una literatura más personal y
comprometida?
-Porque yo creo que es muy importante que un escritor, que un
periodista, se esfuerce en trabajar en todo el mundo con las tragedias,
con las catástrofes, con las guerras... pero no solamente para ser un
testigo, sino para ayudar en algún momento de tu vida. De testigo se
puede pasar a ser un actor para cambiar las injusticias y traer un poco
de ayuda a la miseria del mundo.
-¿Cree que son más importantes los libros personales
que los de investigación?
-No, no. Pero es interesante en un momento de tu vida poder
cambiar.
-A los 17 años hace un largo viaje, luego escribirá
periodismo de investigación con Larry Collins, se pasa a una literatura
personal y finalmente se compromete totalmente con las causas en las que
cree. ¿Qué valores han marcado su vida en cada etapa?
-Creo que encontrar gente extraordinaria, verdaderos héroes de
nuestro mundo, y que son personas que viven en condiciones infrahumanas,
en sitios del mundo que son infiernos. Y, a pesar de todo eso, mantienen
una dignidad, una capacidad de luchar, de quedar de pie, tienen una
capacidad de compartir con los que son más pobres que ellos, una
calidad de esperanza, una calidad de amor... que para mí fueron un
ejemplo extraordinario. Ellos demuestran la capacidad que tiene el
hombre de ser más grande que la adversidad, y he pensado que en el
Occidente rico -donde tenemos todo y no lo sabemos, donde nuestros
niños piden siempre más-, mi testimonio puede ser importante.
"Creo
que la ONU no puede conocer exactamente las necesidades de los
más pobres. La burocracia internacional gasta mucho dinero
inútilmente." |
-¿Pero cuáles son los valores que le mueven a usted?
-Nunca desesperar, tener siempre la voluntad de remontar todo,
el valor, la fe, la alegría y, por supuesto, la dignidad.
-¿Qué sucedió, en su caso, para pasar de la
contemplación a la acción?
-Fue el encuentro con gente como la Madre Teresa de Calcuta,
como el inglés Stevens... el encuentro con héroes que me han dado un
mensaje de esperanza, un ejemplo de que podemos cambiar las injusticias.
Que la miseria no es una fatalidad, que hay en el mundo gente que no se
llaman Noriega y que son gente extraordinaria.
-¿Fueron esas personas las que le impulsaron a cambiar
su vida cuando ya tenía 50 años?
-Sí, fueron esos encuentros.
-Ha vendido su casa, donado sus derechos de autor...
¿qué es lo que le queda?
-Me queda la voluntad de continuar en ayuda humanitaria, el amor
de mi esposa y otras cosas (se ríe).
"Mis
valores son no desesperar nunca, tener siempre la voluntad de
remontar todo, la valentía, la fe, la alegría y, por supuesto,
la dignidad." |
-Hablando de su esposa... Me llama la atención que en
todas las fotos de sus libros sale usted con su mujer, que además
comparte sus proyectos, sus cambios y sus viajes. Sin su colaboración,
¿hasta dónde habría llegado?
-Formamos un equipo y es extraordinario poder compartir una
acción humanitaria con una persona que también tiene la voluntad de
ayudar y que posee un corazón más grande que el Himalaya.
-En la India vio directamente los problemas de los
desfavorecidos y fundó una ONG para solucionarlos. ¿En qué se
diferencia esta forma de trabajar al pie de terreno, con la de la ONU y
otros organismos?
-Creo que la ONU no puede conocer las necesidades de los más
pobres, porque un empleado en un building de Nueva York no puede
saber exactamente cuáles son las necesidades de un campesino pobre de
Bengala. Y para mí lo importante es viajar cuatro veces al año para
vivir con esa gente, para descubrir cuáles son las prioridades que
debemos tener. Yo creo que la burocracia internacional gasta mucho
dinero inútilmente.
Foto cedida por
Dominique Lapierre
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-La Ciudad de la Alegría es un canto a la
amistad, ¿qué es para usted la amistad y dónde la ha encontrado?
-Es más que un canto a la amistad, es un canto al amor, a la
esperanza... es un canto a muchas cosas. Trata de personas que no tienen
nada, pero que parecen tener todo porque tienen capacidad de compartir.
Y para mí la amistad es la capacidad de compartir con una persona todos
los valores de la vida.
-Pasa la mitad de su tiempo en Francia y la otra mitad
en la India, dos mundos muy diferentes. ¿Se siente alguna vez solo o
incomprendido?
-No, no, no. Para mí es muy importante regresar a Calcuta para
tomar las vitaminas de esa gente y venir a aquí a España para tomar
las vitaminas de mis amigos españoles.
-Cuando usted fue por primera vez a la India,
¿por qué cree que la gente le aceptó y le abrió las puertas de su
casa y su corazón?
-Yo creo que la gente entendió enseguida que no estaba allí
para hacer un juicio de valor, que estaba solamente para entender las
cualidades de su cultura, su civilización, para conocer a la gente.
Supieron ver que era un amigo y no una persona que iba para juzgarles.
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