Si hay un escritor representativo y de
relieve en la moderna literatura ecuatoriana, ese es Abdón Ubidia (Quito,
1944). Su mirada profunda y su movimiento sereno, le son propicios para
desentrañar las verdades ocultas dentro de la artificialidad de lo
cotidiano.
"Europa
ha sido un referente poderoso para América Latina, pero en esta hora es
preferible que América Latina encuentre en sí misma su propio
referente."
"Se
vende un jabón como se vende un político, sólo declarando sus supuestas
virtudes, y a veces, ni el jabón ni el político son necesarios
siquiera."
"No
creo que haya personas más cultas que otras. Incluso la ignorancia es
otra forma de ser cultos; saben otras cosas."
"Creo
que el escritor ha descubierto que la soledad no es una condena, sino que
es otra forma de la libertad. La soledad es un buen uso de la
libertad."
"La
globalización implica globalizadores y globalizados, y sitúa al hombre
en dos bandas que pueden ser irreconciliables."
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Sus obras han ganado numerosos premios y sus relatos han sido
traducidos a varios idiomas. Su libro de relatos "Bajo el mismo
extraño cielo" recibió en 1979 el Premio Nacional de Literatura José
Mejía. Obtuvo de nuevo el mismo premio en 1986 con su novela "Sueño
de lobos", que fue declarada además Libro del Año. "Divertinventos",
"El cuento popular" y "La poesía popular", son algunas
de sus obras. Ha dirigido la revista cultural "Palabra suelta" y
su pasión por las investigaciones de campo sobre las tradiciones y leyendas
orales, le han llevado a ser un compilador. Participa de forma habitual,
cada año, en el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón. Ahora saca a la
luz su último trabajo, un libro de ensayos bajo el título
"Referentes".
-¿Qué objetivo persigue con su libro de ensayos "Referentes"?
-Pudiera decirse que es una cruzada cultural la que asola al mundo
en estos años neoliberales. En el mundo actual hay una pérdida objetiva de
referentes, los viejos referentes que la Humanidad ha construido con tanta
paciencia, con tanta esperanza, a veces con tanto dolor; me refiero al
referente estado-nación, familia, izquierda-derecha, lo culto y lo
popular... Hay pues como una tendencia a declararlos unilateralmente
obsoletos. Pienso que es hora de que haya una réplica por parte de los
intelectuales. Debemos tratar de recuperar los que aún quedan válidos y
debemos señalar los nuevos referentes, de tal manera que sepamos nuestra
exacta ubicación en el mundo, nuestras coordenadas, la posibilidad de
trazar un camino, la posibilidad de seguir un destino, la posibilidad de
replicar a este poder avasallante, que amparado en una cultura de masas,
borra a todo individuo de la solidaridad, del gregarismo, de la comunidad.
-Siempre se muestra muy crítico con el tema de la globalización, que
parece arrasarlo todo.
-Sí, de pronto se puso de moda el término globalización. Hay
sociólogos que sostienen que no existe un propósito previo en la mentada
globalización, sino un proceso social no proyectado, avasallante,
unidireccional, determinista... La globalización implica globalizadores y
globalizados, y sitúa a los hombres en dos bandas que pueden ser
irreconciliables: aquellos que dominan y aquellos que son dominados;
aquellos que imponen una cultura, valga la redundancia, dominante; y
aquellos que replican con una cultura resistente. Creo que el papel de los
intelectuales cobra vigencia nuevamente, en la medida que pueden ser los
portavoces de lo resistente que perdura y perdurará en el mundo.
-¿Está siendo Latinoamérica un referente mundial del nuevo cambio?
-Pienso que en un momento fue un referente utópico. A la altura de
los años 60 Latinoamérica estuvo de moda. Después pasamos a un segundo
plano. Y en ese sentido creo que los latinoamericanos tenemos ahora, por un
lado, una sensación de orfandad, por otro, de libertad. No somos la
esperanza de nadie. Una Europa exhausta, quiso ver a la altura de los años
60 una esperanza de cambio y renovación, pero ahora Europa vive el idilio
de la nueva era, de la CEE, y ya no necesita de esos apoyos, de esas
utopías. Siempre Europa ha sido un referente poderoso para América Latina,
pero en esta hora, es preferible que América Latina encuentre en sí misma
su propio referente.
-¿En que género se encuentra más a gusto escribiendo?
-Yo soy escritor a pesar mío. Quizás no hubiera querido serlo.
Hubiera preferido ser cantante, un cantante de tangos perdido en algún bar,
pero la verdad es que se me han impuesto los libros. Cuando me dan a veces
esas locuras, hago cuentos de tipo fantástico, historias conflictivas, que
narro en una literatura más bien de carácter urbano y que también
practico en novelas y en cuentos. Además hago ensayos, porque alguien tiene
que hablar. Me desespera el silencio, y por eso he tenido esta obligación
impuesta, que ni la buscaba ni la he querido describir.
-¿Siempre ha escrito lo que ha querido?
-Bueno, lo que me ha sido obligado. El tema se me ha impuesto de
forma obligatoria. En ese sentido he hecho teatro, cuentos, novelas,
ensayos... Hubiera querido tener una vida más tranquila, más reposada.
Dedicarme a leer, por ejemplo.
-¿De quién ha aprendido más?
-De todos, puedo decir. García Márquez tenía una frase hermosa en
Cien años de Soledad que decía: "A las cosas hay que despertarles el
ánima". Y a mí, eso mismo me pasa con las personas. Yo no creo que
haya personas más cultas que otras. Indudablemente en un sentido de la
palabra, tal vez existe, pero incluso la "ignorancia" es otra
forma de ser cultos: saben otras cosas. Yo he aprendido de gente elemental
algunas ideas contundentes sobre la vida, y quizás tenían más peso, por
ejemplo, que las altísimas elaboraciones intelectuales de ciertos
filósofos franceses que hoy están de moda.
-En "Referentes" da a la palabra y su significado una
importancia vital como medio de representación. ¿Se está desvirtuando?
-Hay que reivindicar la ligazón que existe entre lo representado y
su representación, entre los contenidos y las formas, entre el significado
y el significante, entre lo que definitivamente es el mundo de la realidad y
el mundo de la representación. Creo que el problema de lo falso y lo
verdadero es actual. Existe en el campo de la publicidad, por citar un caso,
todo un conjunto de representaciones deliberadamente falsas, que representa
otra cosa que lo representado. Se vende un jabón como se vende un
político, sólo declarando sus supuestas virtudes, y a veces, ni el jabón
ni el político son necesarios siquiera. Entonces, se vuelven
"necesidades innecesarias", por repetir una frase de Marcusse.
-¿Y qué se puede hacer a este respecto?
-Es hora de decir basta. Tratemos de buscar en la voluntad de
representar el contenido profundo de la representación. Si hablamos de
democracia, hablemos también de lo que está encubriendo esa palabra. En
muchos países de América Latina, en donde el 60% de la población está
bajo la línea de pobreza, hay un ritual electoral que se presta para el
triunfo del populismo más craso y falso. Mi país tiene mucha experiencia
al respecto. Los líderes no dicen lo que van a cumplir, sino todo lo
contrario. Fujimori dijo que iba a combatir el plan neoliberal de Vargas
Llosa, e inmediatamente que asumió el poder lo cumplió a pies juntillas.
Creo que es hora de que al menos las personas de buena voluntad repliquemos
a ese poder avasallante de la cultura de masas y digamos basta. Mi libro
Referentes lo he escrito en ese propósito.
-¿Piensa que ser escritor es añadir más soledad a su vida?
-No, todo lo contrario. Yo creo que el escritor ha descubierto que
la soledad no es una condena, sino que es otra forma de la libertad. La
soledad es un buen uso de su libertad. La soledad es la posibilidad de leer,
de escribir, de dialogar con uno mismo, de descubrir nuevos fantasmas, sin
miedo y sin pudor. La nueva sociedad mercantilista, globalizada, de la
cultura de consumo, ha hecho que temamos la soledad y que la desplacemos con
cualquier cosa, con paracaídas artificiales. La televisión es una droga
que se propaga con mucha soltura y con grandes beneficios para el status quo
¿no? Es más fácil ver la TV que leer un libro. El mismo hecho de abrir un
libro es un acto de uso de la soledad. En el acto de leer, en el hábito de
leer está la posibilidad implícita de ajustar tu velocidad de comprensión
al ritmo de tu lectura. La TV ignora ese hecho y adocena e inventa un
espectador promedio, que no existe, y como no puede igualar por lo alto,
iguala por lo bajo. Es hora ya de que los intelectuales expliquemos desde
nuestras verdades, desde nuestras profundas razones y desde nuestra rabia.
-De sus obras ¿con cuál de ellas se siente más satisfecho?
-A los escritores les ocurre como a las mamás, que no quieren al
hijo más bello, sino al más feo, y al que más problemas les ha dado, al
maldito de la familia, y eso me pasa con una novela que se llama
"Sueño de Lobos", que me costó mucho trabajo escribirla.
-¿Qué tres cualidades mínimas debe reunir un escritor?
-La primera cualidad necesaria, pero no suficiente, es el talento.
Otra sería la erudición y la cultura. Y la tercera, la pasión o la
obsesión o necesidad de cumplir una tarea, un destino impuesto,
autoimpuesto. Escribir no es fácil y a mí no se me da fácil. Hay
escritores que no les cuesta escribir, son torrenciales. Yo los admiro.
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