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Siguiendo los pasos de otros países europeos, España terminará en breve plazo de tiempo con la mili obligatoria y se quedará con unas Fuerzas Armadas Profesionales, más modernas, más especializadas, más reducidas. Y también mucho más caras. Pero aún quedan muchos cabos que atar. Aún no hay en marcha soluciones para cubrir el hueco de los miles de objetores de conciencia que realizaban servicios sociales. Los insumisos recrudecen sus campañas antimilitaristas, y el Ministerio de Defensa no encuentra la manera de reclutar soldados profesionales.

Ni por dinero. Los jóvenes no quieren ir al cuartel.
Foto: Zoom


Ni por dinero. 
Los jóvenes no quieren ir al cuartel.

EL ULTIMO REEMPLAZO

Texto: Carolina Fernández.

Todavía no podemos anotar en el calendario la fecha definitiva. Sólo está clara la fecha tope para que el ejército profesional esté consolidado y se pueda echar el candado a la mili tradicional: será el 31 de diciembre del año 2002, aunque el Congreso se ha propuesto acelerar el proceso para tratar de culminarlo en un plazo más breve. Sea como sea, ese fin de año, con las uvas, celebraremos el final de una larga etapa que comenzó a finales de 1996, cuando se presentó ante la Comisión Mixta Congreso-Senado el proyecto de profesionalización de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, no todo son razones para descorchar el champán. El ejército profesional, si bien termina con el sambenito de la obligatoriedad, es más caro y supondrá una carga importante para las arcas del Estado, en detrimento de otros gastos.

La insumisión en los Cuarteles constituye una nueva estrategia del antimilitarismo. Los jóvenes se alistan, ingresan en el cuartel y luego lo abandonan. Saben que se enfrentarán a un Consejo de Guerra por deserción.

A golpe de campaña
En 1997, tras los desastrosos resultados de las campañas de reclutamiento, el gobierno decidió acompañarlas de campañas publicitarias. La primera de ellas, ese mismo año, costó 1.600 millones de pesetas y apenas consiguió aumentar las solicitudes de forma notable. Y así hasta hoy. Con o sin marketing, las Fuerzas Armadas Profesionales no son un producto fácil de vender.
"Si de verdad queremos tener un número importante de soldados profesionales hay que hacer realmente atractiva la profesión de soldado, y eso pasa no sólo por es sueldo, ni por campañas de publicidad fastuosas, sino que pasa por habilitar posibilidades de formación de ascenso, de acceso a academias militares, y sobre todo pasa por poner mecanismos reales para reincorporarlos posteriormente a la vida civil en unas condiciones de normalidad". afirma Francisco Castañón, responsable de la Oficina del Defensor del Soldado.
Los responsables no se lo explican. ¿Cómo es posible que en un país con una tasa tan alta de para juvenil, el ejército no sea una salida profesional más valorada? Pues porque no resulta atractivo, y porque las rebajas tan drásticas y llamativas en las condiciones de ingreso no contribuyen precisamente a alimentar la imagen que nos transmite la publicidad: un ejército moderno, especializado y apoyado en las altas tecnologías.

Para conseguir llenar los cuarteles, el Gobierno ha rebajado notablemente las condiciones para optar a una plaza de soldado profesional. La decisión más polémica ha sido admitir personas con CI 70, el borde de la normalidad.
Foto: Zoom

Llegan las rebajas
Para conseguir llenar los cuarteles, el Gobierno tomó a principios de este año, y de cara a la última convocatoria, una decisión que provocó reacciones a caballo entre el asombro y el temor: rebajó notablemente las condiciones para optar a una plaza de soldado profesional.
Sin duda la rebaja más espectacular, la que más revuelo ha causado en la opinión pública, es la de reducir la exigencia del cociente intelectual, puesto que supone admitir personas que rozan el límite de la normalidad.
Responsables del Ministerio insisten en que esta decisión no supone ningún peligro para las Fuerzas Armadas, y sólo se busca que los aspirantes a soldado profesional tengan las mismas oportunidades que los de reemplazo. Pero a nadie se le escapa la urgencia del ejército por ocupar los puestos vacantes. No debe olvidarse que el año pasado, con requisitos más exigentes, hubo menos solicitudes de ingreso que las esperadas, hasta el punto de que fueron admitidos prácticamente todos los que lo solicitaron. En la última convocatoria del 99 pasaron las pruebas de ingreso aspirantes que obtuvieron una nota de 0,5 sobre 10. Una calificación simbólica para una prueba simbólica. Quedaba claro que el Gobierno prefiere sacrificar la calidad en beneficio de la cantidad. El Ejército, mejor cuanto más grande. Aún con todos los esfuerzos, el año se cerró con 2.500 soldados menos de los previstos.

El fin de los objetores
Con la mili desaparecerá también la figura del objetor de conciencia, a la que ya la sociedad española se había habituado. Las organizaciones que disfrutaban de su colaboración acusarán la falta de personal para realizar determinados servicios. Para paliar ese vacío, la Administración está estudiando la posibilidad de crear algún tipo de servicio social, contemplado en la Constitución, totalmente voluntario, que pueda sustituir a la PSS y que englobe tanto a varones como mujeres. Quienes realizasen ese nuevo servicio civil gozarían de una serie de incentivos que todavía están en estudio. No todo el mundo ve con buenos ojos la creación de este nuevo servicio. Hay voces que discrepan y consideran que, en vez de crear un nuevo servicio, el Estado debería centrar sus esfuerzos en la promoción y apoyo de ONGs y voluntariado en general, y dejar campo libre a la sociedad para que se autoorganice.

En 1997, tras los desastrosos resultados de las campañas de reclutamiento, el gobierno decidió acompañarlas de campañas publicitarias. Con o sin marketing, las Fuerzas Armadas Profesionales no son un producto fácil de vender.
Foto: Zoom

Cada vez más insumisos
A finales de la década de los 90, el movimiento antimilitarista ha tomado un rumbo si cabe aún más comprometido con sus postulados. Se trata de la campaña Insumisión en los Cuarteles. Es, según la definición del Movimiento de Objeción de Conciencia, una nueva forma de desobediencia Civil al militarismo y a los ejércitos. "Se trata de acudir al cuartel cuando nos llaman para hacer el servicio militar, y una vez adquirida la condición militar abandonarlo, esto es, desertar. Más tarde hacemos una presentación pública y colectiva explicando los motivos de nuestra desobediencia". El MOC considera la insumisión en los Cuarteles como el paso lógico de la insumisión tal y como se conocía hasta este momento, ya que aunque desaparece el servicio militar tal y como lo conocíamos, se mantiene todo lo que hizo nacer el fenómeno de la insumisión, como es el autoritarismo, la imposición violenta o sencillamente la existencia de los ejércitos.
Para Francesc Arnau y Xavier Asensio, miembros del Despacho de Asesoramiento Laboral y Popular, "La campaña de Insumisión en los Cuarteles se ha de ubicar en el contexto actual de reestructuración de los ejércitos, en el que sin duda se ha inscribir en anuncio de profesionalización del ejército. El antimilitarismo tenía que dar respuesta ante este nuevo escenario y la Insumisión en los Cuarteles es el reflejo de la misma. Existía la creencia de que con la profesionalización ya no existirían insumisos, pero se ha demostrado que sí existen, que hay gente dispuesta a cuestionar, a denunciar el militarismo de una forma directa y por tanto que continúa la lucha antimilitarista".

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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