Foto: M. A.
Oliva |
Según
la Organización Mundial de la Salud el número de grifos por cada mil
personas es un indicador más fiel de la salud que el número de camas de
cada hospital. El acceso al agua potable es factor que influye
decisivamente en la calidad de vida de las personas. Teniendo en cuenta
que de toda el agua que hay en nuestro planeta, tan solo el 2,5% es agua
dulce, y que la mayor parte de ella no está disponible para el consumo
humano, bien porque forma parte de los casquetes polares, o bien porque
está en las capas subterráneas de la tierra, lo que nos queda es un
0,01%, que aunque nos parezca poco, debería ser más que suficiente para
satisfacer las necesidades de todos los seres humanos.
Actualmente la mayoría
de los ecosistemas de agua dulce están en crisis. A pesar de que el mismo
ciclo hidrológico natural renueva constantemente enormes cantidades de
agua, también es limitado, y acusa rápidamente las agresiones causadas
por la actividad humana, como la contaminación o el consumo incontrolado.
No todo se puede achacar a la falta de lluvia, ya que algunas zonas de la
tierra sencillamente son secas: la solución pasa por no
"gastar" agua a más velocidad de la que se recarga nuestro
"depósito" natural.
La mala calidad del agua provoca la muerte de 28 millones de personas cada
año. Esto nos da una idea de la dimensión del problema, si tenemos en
cuenta que 1.300 millones de personas en el mundo no tienen acceso al agua
potable y unos 3.000 no disponen del saneamiento adecuado.
El consumo de aguas contaminadas causa en países en desarrollo casi 2.000
millones de casos de diarrea, que matan a unos cinco millones de personas,
de los cuales tres millones son niños, según las Naciones Unidas. Dado
que el acceso al agua es esencial para la salud de la población, las
organizaciones humanitarias incluyen en la mayoría de sus proyectos un
apartado dedicado al agua y al saneamiento.
Foto: M.
A. Oliva
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ESPAÑA
¿Sequía? ¿Qué sequía?
Los
cortes de agua en las zonas más secas durante el periodo estival son ya
habituales en nuestro país, pero en un país como el nuestro, resulta
primitivo recurrir a los cortes periódicos para controlar la escasez.
La clave está en la distribución del agua, que es una de las cuentas
pendientes de nuestro país. Uno de los proyectos más importantes de la
anterior legislatura, el Plan Hidrológico Nacional, sencillamente se
quedó en el tintero. Para Santiago Martín de Ecologistas en Acción, el
Plan Hidrológico Nacional se resume como "una lista de grandes
embalses y grandes trasvases entre cuencas", en definitiva, la
consagración de una política anticuada y poco inteligente, basada en
aparatosas obras de ingeniería que causan un grave impacto ecológico y
resultan poco efectivos en la práctica.
Para Ecologistas en acción, el periodo de sequía comprendido entre 1990
y 1995 dejó claro que la lucha contra los efectos de la sequía debía
pasar necesariamente por aumentar la eficiencia en la utilización del
agua. Se había demostrado que los grandes embalses no eran la solución:
en 1995 España contaba probablemente con la mayor colección de embalses
vacíos del mundo. "Creemos que sería mejor cambiar hacia un enfoque
de demanda, es decir, valorar cuáles son las necesidades actuales y
futuras y en función de eso estudiar la sostenibilidad de los recursos.
Dado que la eficiencia del agua es actualmente tan baja en nuestro país,
es probable que se si se toman unas cuantas medidas, como reducir las
pérdidas de la red de distribución y utilizando técnicas de riego más
eficientes, no sería necesaria la construcción de tantos embalses".
Foto:
Fer
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Conflictos
Internacionales (*)
En
las últimas décadas se ha experimentado un notable aumento de la
población mundial, a la vez que se ha disparado el consumo de recursos
naturales del planeta. Estos recursos, sometidos al abuso, la degradación
y la explotación, son cada vez más escasos. Por esa razón, el medio
ambiente es ahora uno de los asuntos más importantes en todo tipo de
negociaciones globales y regionales. Por primera vez, el mundo debe
enfrentar el desafío de crear normas internacionales para administrar los
bienes comunes de todo el planeta.
En este contexto, existen una serie de recursos, esenciales para la
supervivencia y el desarrollo, como el agua o el petróleo. Ambos suelen
ser suelen ser motivo de numerosos conflictos armados, de hecho cada vez
es más frecuente que determinados conflictos sociales deriven en
violencia por efecto de la escasez ambiental. Y a la vez la escasez
ambiental irá en aumento a consecuencia de los conflictos violentos.
Se puede pues adelantar que en las próximas décadas, veremos cada vez
con más frecuencia que estallan conflictos violentos en los países en
desarrollo, cuyo origen serán recursos naturales tales como el agua
dulce, los bosques, la pesca y la tierra cultivable.
En cuanto al agua, los conflictos se intensificarán en la medida que la
población crezca y los recursos hídricos escaseen a menos que se
alcancen acuerdos internacionales para la gestión compartida de estos
recursos.
En la actualidad son ya varios los países del área geográfica de
Oriente Medio y Norte de África inmersos en la crisis del agua. Expertos
del Centro Internacional de Estudios Estratégicos Internacionales de
Washington aseguran que "hacia principios del siglo XXI la pugna por
los limitados recursos hidráulicos puede agravar los de por sí frágiles
vínculos entre los Estados de la región, y provocar un clima de
agitación sin precedentes".
*(Escasez de recursos
y conflictos internacionales. Irene Fernández, licenciada en Derecho,
especialista en política ambiental y colaboradora del Centro de
investigación para la Paz (CIP). Más información en http://www.cip.fuhem.es//)
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