Revista Fusión

 Subscripción RSS

FUSION también eres tú,  por eso nos interesan tus opiniones,  tus reflexiones y tu colaboración  para construir un  mundo mejor

Recibe nuestras noticias en tu correo

 


 


EL NEGOCIO DEL GENOMA

Texto: Jose M. López

El pasado mes de abril y con cinco años de adelanto sobre lo previsto, una empresa privada consiguió culminar la decodificación del genoma humano. Con ello se completa uno de los proyectos científicos de mayor envergadura de la historia, y se abre la puerta para descubrir todo lo que contiene el "libro de la vida" humano. Sin embargo, la voraz carrera por el control comercial del genoma está siendo la nota amarga en toda esta historia.

Por genoma se conoce al ADN o conjunto de genes que caracterizan a una especie, y son los responsables de que un hombre, un mono, o una bacteria sean lo que son. En él están escritas todas nuestras características: nuestro sexo, color de la piel, altura, e incluso inteligencia, genialidad o sensibilidad. Pero también nuestra longevidad y la posibilidad de desarrollar un buen número de enfermedades.
Su conocimiento por tanto encierra el poder de controlar no sólo las más de 3.000 enfermedades genéticas conocidas, sino una infinidad de características más. Por ello existe una verdadera guerra de intereses económicos entre empresas privadas y la ciencia pública. Las primeras, por conseguir patentar genes con fines terapéuticos que posteriormente les reporten grandes ganancias. La segunda, por descifrar primero esos genes y hacerlos públicos, para que todos los investigadores puedan acceder a ellos libremente.
De este modo, el lugar donde se materializa la batalla se encuentra tanto en los laboratorios como en las bolsas de todo el mundo, ya que el dinero juega un papel fundamental.La fiebre de la biotecnología parece no tener límites, y aunque algunos gobiernos ya han empezado a ponerlos, las multinacionales parecen encontrar siempre una vía para conseguir sus objetivos.

Pero empecemos mejor por donde se inició todo. Hace ahora diez años un consorcio científico internacional dirigido por los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU y la Fundación británica Wellcome Trust iniciaban el denominado Proyecto Genoma, una empresa dirigida a decodificar el ADN humano. Se trataba del mayor esfuerzo público de la historia de la biología, con una dotación de casi medio billón de pesetas, y más de 1.000 científicos implicados.
El consorcio avanzó en el proyecto, elaborando de un modo ordenado y metódico la cartografía de los aproximadamente 100.000 genes que poseemos. Pero el problema surgió cuando los Institutos de Salud de EEUU sugirieron la idea de patentar los genes que iban descubriendo. A la cabeza de la iniciativa se encontraba uno de los científicos más brillantes del Proyecto: Craig Venter. La idea pareció aberrante a muchos de los investigadores del proyecto, incluido a su director, James Watson, co-descubridor del ADN en 1953. El enfrentamiento de opiniones trajo consigo la crisis en el Proyecto Genoma, que terminó con las dimisiones de Watson y de Venter. En cuanto a la iniciativa de patentar los genes en bruto, consiguió abortarse, pero quedó la puerta abierta para patentar aquellos que tuvieran una función concreta conocida.
En esta excepción Venter vio un filón y con la idea de explotarlo creó su propia empresa de biotecnología: Celera Genomics, filial de la multinacional PE Corporation.

Hasta ahora ya son más de 700 las patentes de genes que ha aceptado la Oficina de Patentes norteamericana.

Los últimos capítulos de esta historia ya son más cercanos. En pocos meses Celera Genomics consigue tomar la delantera en la decodificación del ADN al consorcio público, ante lo cual varios gobiernos temen por lo que podría ser el monopolio de esta importantísima información. En este marco, Bill Clinton y el primer ministro británico Tony Blair se reunieron el pasado 14 de marzo para apoyar la libre divulgación de los datos del genoma. "Debemos asegurarnos de que los beneficios de la investigación sobre el genoma humano no se midan en dólares, sino en la mejora de la vida humana", fueron las palabras de Clinton.
El día siguiente a estas declaraciones, las acciones de todas las empresas de biotecnología, incluida Celera Genomics, cayeron en picado. Sin embargo, la revancha de Celera no se hizo esperar. Tan sólo unos días después Venter conseguía humillar a la investigación pública al anunciar que habían finalizado la decodificación del genoma. Con ello se convertían en los ganadores de la carrera, lo que les reportó el consecuente prestigio y la recuperación de sus acciones. La información en bruto del genoma ya no puede ser patentada, pero sí los genes a los que les descubran una función concreta con el objetivo de desarrollar un determinado fármaco o algún nuevo tipo de terapia.
Estas nuevas patentes están teniendo una importante aceptación, y en su consecución ya no sólo están Celera Genomics y el consorcio público, sino un montón más de empresas de biotecnología. Hasta ahora ya son más de 700 las patentes de estos genes que ha aceptado la Oficina de Patentes norteamericana.
Existe una guerra de intereses económicos en torno a la biotecnología, que se materializa tanto en los laboratorios como en las bolsas de todo el mundo. A la cabeza de estas patentes se encuentra la empresa Human Genome Sciences, conocida por su agresiva estrategia y cuyo director, William Haseltine, fue antiguo socio de Venter. A Haseltine nunca le interesó la descripción completa del ADN, pero sí encontrar genes de interés comercial. En su haber cuenta por ejemplo, con un gen implicado en la resistencia a la infección del SIDA. Eso quiere decir que si cualquier laboratorio del mundo desarrolla una terapia basada en ese gen, deberá pagar el royalty correspondiente a Human Genome.
Ante esta realidad surgen cada vez más voces críticas que manifiestan su rechazo. La biotecnología no es un negocio como cualquier otro, muchos no conciben que unas cuantas empresas se enriquezcan a costa de su salud.
Según este concepto la terapia contra el SIDA sería más cara si un gen implicado lo hubiera descubierto antes una empresa privada que la ciencia pública. Y países pobres sólo podrían luchar contra enfermedades cuyos fármacos fueran accesibles, mientras otras no tendrían tratamiento debido a su elevado coste.
Las preguntas son muchas, y a éstas se les suma una curiosa contradicción: para descubrir cualquier gen, una empresa necesita apoyarse en el ADN decodificado, es decir, en el conocimiento que los investigadores públicos han divulgado previamente de un modo gratuito. La fiebre de la biotecnología parece no tener límites, y aunque algunos gobiernos ya han empezado a ponerlos, las multinacionales parecen encontrar siempre una vía para conseguir sus objetivos.
La decodificación del ADN es un hito en la evolución del conocimiento humano. Hasta ahora sólo se ha descubierto el alfabeto, y durará años el proceso de ordenar las "letras" químicas que hay en los genes y entender los secretos que guarda nuestro libro de la vida. Pero la perspectiva no puede ser mejor, ya que su conocimiento permitirá alargar y mejorar la calidad de vida del hombre y erradicar muchas de sus enfermedades. Lo que queda en juego es si se va a permitir que ese conocimiento quede en manos de unos pocos, o si se reconoce que es patrimonio de la humanidad. 

 

   

   
INDICE:   Editorial Nacional, Internacional, Entrevistas, Reportajes, Actualidad
SERVICIOS:   Suscríbete, Suscripción RSS
ESCRÍBENOS:   Publicidad, Contacta con nosotros
CONOCE FUSION:   Qué es FUSION, Han pasado por FUSION, Quince años de andadura

 
Revista Fusión.
I  Aviso Legal  I  Política de privacidad 
Última revisión: abril 07, 2011. 
FA