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Foto:
J.M.López |
NIÑOS,
ADOLESCENTES
¿Qué
ocurre en sus mentes?
La utopía de cualquier
sociedad es educar a niños felices, creativos y preparados para
enfrentarse a la aventura de la vida. Son la generación del futuro. Esta
utopía ha impedido ver en muchas ocasiones otra cruda realidad. La de los
bebes y niños con depresión, estrés, fobias, problemas de conducta
alimentaria... pequeños que se niegan a pronunciar sus primeras palabras
o que no consiguen concentrarse y aprender del mundo que les rodea. Son
trastornos mentales infantiles y aún se desconocen muchas de las causas
que los producen. ¿Qué está pasando en la mente de estos niños?
Texto: Mariló
Hidalgo
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Foto: Fer |
"Aprender a hablar cuesta muchos meses.
Aprender a amar puede costar años. Ningún ser humano nace con impulsos
hostiles o violentos, y nadie se vuelve hostil o violento sin tomarse el
tiempo necesario para aprenderlo"
(Ashey Nontagu, antropólogo)
LOS NIÑOS: LA MENTE MAS
VULNERABLE.
Aunque
los pacientes que acuden con mayor frecuencia a consulta son jóvenes con
edades comprendidas entre los 14 y 17 años, los problemas empiezan mucho
antes: en la infancia. La depresión, el estrés y la hiperactividad son
algunos de los comportamientos que empiezan a detectarse ya en los bebés.
"Hasta ahora -detalla el doctor César Soutullo, responsable de
Psiquiatría infantil en la Clínica Universitaria de Navarra-, las
enfermedades más frecuentes en la consulta han sido los trastornos
afectivos, fundamentalmente depresión, un 25%. Los de conducta
alimentaria, otro 25%. Los trastornos de ansiedad (crisis de pánico,
ansiedad generalizada...), un 15%. Los motivados por déficit de atención
e hiperactividad, un 10%. El resto, son casos de variada índole". Y
es que desde el mismo instante en el que nacemos nos relacionamos con el
entorno y asimilamos todo tipo de estímulos externos. "Las
influencias físicas, psicológicas y sociales del medio en el que
crecemos y al que nos adaptamos, especialmente las primeras relaciones con
las figuras importantes en nuestra infancia, contribuyen a moldear nuestra
manera de ser, -asegura el psiquiatra Rojas Marcos-. De pequeños imitamos
e incorporamos al propio carácter muchos de los rasgos que vemos en las
personas del entorno inmediato. Paralelamente, las circunstancias y
experiencias, tanto positivas como negativas, que vivimos durante la
niñez, guían nuestra adaptación y nos ayudan a construir nuestra
personalidad". Dato que puede dar explicación al hecho por ejemplo,
de la depresión en bebés y niños de hasta tres años de edad. Esta
enfermedad, aparentemente adulta, hace varios años que se viene
detectando en estos pequeños, que lo manifiestan a través de expresiones
tristes, retraso en el lenguaje, llantos sin motivo y quejas por molestias
en todo el cuerpo. "El niño necesita afecto, -argumenta Bernabé
Tierno, psicólogo, psicopedagogo y escritor-, pero aparte necesita la
presencia de sus padres. Estas depresiones son producidas porque estos
pequeños no están el suficiente tiempo con sus padres y perciben su
desinterés. Pero claro, hay que tener un coche mejor o comprarse un piso
en la playa. Con esta forma de vida nunca queda tiempo para ellos. He
tenido casos en mi consulta -continúa- donde ambos padres llegaban a casa
a las diez de la noche. La vecina recogía al niño y le dejaba en su casa
viendo la tele. Luego el niño se pregunta: ¿Quién soy yo? ¿Qué soy
para mis padres? Tengo todo lo que quiero, hago lo que me da la gana, pero
es más importante para ellos el trabajo que yo. Al final estos niños
acaban teniendo sensación de abandono y esto puede dejar más huella que
una agresión física. Los padres de hoy deben revisar muchas cosas para
no lamentarse después". Según un estudio de Telefónica, el 35% de
las llamadas de fijos a móviles por las tardes son de niños que están
solos. El niño termina la jornada solo y en casa. Fuera están los
problemas del tráfico en las grandes ciudades, la falta de espacios
verdes y parques de juego y el temor de sus padres a dejarle salir solo
por lo que pueda pasar.
Los cada
vez más frecuentes episodios de violencia ponen en entredicho la forma de
educar y la relación padre-hijo. El futuro exige cambios.
Algunos padres han encontrado un sustituto
para esta situación. Son las actividades extraescolares: danza, inglés,
karate, informática. Muy interesantes, sino fuese porque en muchos casos
suponen una carga pesada sobre el horario escolar que acaba siendo de doce
o quince horas de trabajo diarias. El espíritu que se inculca a estos
niños ya desde pequeños, pertenece al mundo de los mayores: "No
sólo tienes que hacer las cosas bien, sino que debes ser el mejor",
"cuantas más clases recibas, mejor preparado vas a estar y mejores
notas sacarás"... demasiada presión para tan poca edad. El estrés
hace entonces su aparición. "Este agotamiento -asegura la psicóloga
Victoria Trianes- puede ser capaz de alterar el equilibrio fisiológico y
psicológico del organismo de estos pequeños".
Otra de nuestras estupendas herencias a esta nueva generación es la
cultura narcisista: el culto al cuerpo. Ese intento de aproximarse a la
perfección física -como antes hicieran los griegos- pero llevado a las
últimas consecuencias, gracias a la cirugía y la cosmética, han hecho
que exista una sobrevaloración del aspecto físico. Cuando uno no se
aproxima a ese ideal apolíneo, pueden surgir los primeros problemas que
empiezan a manifestarse en la escuela. Burlas, risitas y desprecios que
pueden tener consecuencias muy negativas.
Tatiana se enfrenta a la hora más temible del día, a la comida. Solo de
pensarlo le entran las náuseas. Un día se hartó de que sus compañeros
la persiguieran por el colegio llamándole "foca". Y pensó,
"ahora veréis". Desde aquel día empezó una disciplina que al
principio fue sólo no comer dulces y pan. Pero el listado de los
alimentos "prohibidos" aumentaba. Al final se alimentaba en
medio de arcadas, como un pajarito. Ella se seguía viendo gorda, no se
aceptaba pero se encontraba con fuerza para hacer muchas cosas. Los
médicos le diagnosticaron anorexia, la enfermedad de moda. Tatiana sólo
tiene doce años.
Si el
niño vive sometido a una situación de abandono, puede sentirse impotente
y desmoralizado. El mundo que le rodea puede llegar a convertirse en su
peor enemigo.
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Fer
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Privilegio Cero es el nombre del tratamiento que llevan a cabo en la
Unidad de Trastornos del Comportamiento Alimentario, en el hospital Niño
Jesús de Madrid. Los niños que permanecen aquí "recluidos" no
se consideran a sí mismos enfermos, esto hace que sea más difícil
trabajar con ellos. Anorexia y bulimia, son las afecciones más comunes de
este pabellón. El tratamiento comienza con la privación de todo
movimiento: deben permanecer en la cama acostados. No pueden ir al
servicio si no es en compañía de una enfermera. No ven la televisión,
ni escuchan la radio, ni tienen un libro sobre su mesita. No se pueden
duchar, ni lavarse los dientes. Cuando les llega la bandeja con la comida,
tienen cuarenta y cinco minutos para digerirla. Sino, saben que la otra
alternativa es la sonda. Este tratamiento se ha convertido para ellos en
un suplicio que se repite tres veces al día. A muchos esto les ha salvado
la vida. Después de esta primera semana, hay que pasar el examen de la
báscula. Aumento de peso igual a privilegios. Pérdida de peso, fuera
privilegios. Muchos de estos niños son reincidentes, se ven terriblemente
gordos y han estado saltando de la anorexia a la bulimia en su última
etapa. Lamentablemente, uno de cada tres enfermos de anorexia acaba siendo
irrecuperable y carga con la enfermedad durante toda su vida.
"La realidad es que los trastornos psiquiátricos, por extraño que
parezca, también afectan a los niños y los adolescentes", asegura
la doctora Mª Jesús Mardomingo, Jefa de Psiquiatría Infantil del
Hospital Gregorio Marañón. "Los niños -denuncia la
especialista-ocupan un lugar secundario en los intereses de una sociedad
esencialmente adultocéntrica que atiende en primer lugar las necesidades
de los miembros más fuertes: los hombres adultos. Los ancianos, las
mujeres y los niños, vienen después". De hecho, la especialidad de
Psiquiatría infantil, no existe en nuestro país. Esto, unido a
sangrientos acontecimientos que han tenido lugar recientemente, hizo que
saltase a la luz un dato: España estaba a la cola de Europa con sólo un
psiquiatra infantil por cada 53.000 menores. Si la sociedad se queda
perpleja ante estas cuestiones, e incluso a veces no lo toma en serio
hasta que desencadena una tragedia. Si los padres se asustan ante las
respuestas y comportamientos que demuestran sus hijos, no lo entienden y
no reaccionan. Y si la Administración no tiene en cuenta este tipo de
enfermedades y dota de personal cualificado y presupuestos, como dice el
profesor Bernabé Tierno, "¿qué cosecha esperamos recoger? ¿Quién
ayudará a construir esta generación del futuro?".
Foto: Fer
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LA MENTE MAS COMPLEJA
Squall
Leonhart es un cadete de la unidad de combate SeeD, de la academia militar
de Balamb Gardem. Es el héroe del videojuego de rol Final Fantasy VIII,
tiene como única misión acabar con los "gobiernos autoritarios y
opresores" y como todo guerrero que se precie cuenta para ello con la
ayuda de su inestimable y poderosa espada. Squall lleva el pelo largo y
posee ese rostro aniñado de los manga japoneses.
J.R.P. de 16 años imitaba la estética de su héroe virtual preferido y
pasaban muchas horas juntos. Era un joven educado y correcto, algo
introvertido y solitario. Su afición por las artes marciales hizo que su
padre le regalase una katana que puso de adorno en su habitación. La
misma arma que presuntamente utilizó el joven para asesinar a sus padres
y a su hermana de doce años a sangre fría.
La policía relaciona los hechos ocurridos con el videojuego en cuestión,
después de encontrar abundantes similitudes. En la actualidad J.R.P. se
encuentra en la prisión de Murcia mientras su abogado pide a
Instituciones Penitenciarias que se apresuren a dispensarle tratamiento psicológico.
Dos meses después, dos chicas de la isla de San Fernando (Cádiz)
asestan veinte puñaladas a Klara, amiga de ambas desde la infancia.
Después de cometido el crimen se cambian de ropa y salen a divertirse.
Cuando confesaron las razones por las que lo hicieron, argumentaron que
"era una nueva experiencia" y que todo ello les permitiría
"hacerse famosas".
Trastornos
afectivos, de ansiedad y de la alimentación... La mayoría en jóvenes de
14 a 17 años, son los que llenan las consultas.
Mucha violencia en poco tiempo.
Este tipo de situaciones lanzan al aire muchas preguntas que nadie se atreve
a contestar. Luego surgen las primeras acusaciones: ¿influencia de los
videojuegos? ¿Internet? ¿juegos de rol? ¿o son los mismos casos de
violencia que han existido siempre?
Por un lado las asociaciones de consumidores exigen controles más estrictos
en la venta de los videojuegos. Solicitan que dentro de los
establecimientos, aparezcan estos juegos separados de los infantiles y
sugieren al Gobierno que tome cartas en el asunto y organice campañas de
información. Javier Urra, Defensor del Menor, no cree que exista ninguna
relación causa-efecto entre los videojuegos y los comportamientos
violentos. Aunque sí pueden estimular y "servir de guión a un
adolescente que tiene problemas psicológicos". Cuestión en la que
ahonda el doctor César Soutullo: "Los adolescentes que se han mostrado
violentos han dado generalmente con anterioridad signos de alarma en su
comportamiento, incluso algunos han sido previamente tratados por un
psiquiatra". Desde un aspecto psicológico, Bernabé Tierno va más
allá en sus explicaciones. "Los medios de comunicación son
estupendos: Internet, televisión, videojuegos... El problema es cuando todo
el mundo del niño o del adolescente se reduce a eso. Igual que tenemos que
comer de todo, nuestra mente debe alimentarse a dosis suficientes de cada
cosa y saber digerirlas. Si la mente de un niño se alimenta exclusivamente
del mundo virtual, de imágenes y ficciones, y no de ejemplos vivos,
¿quién le hablará y le inculcará otros valores esenciales para su
desarrollo como la solidaridad, el sacrificio, la superación, el hacer el
bien a los demás...? Eso no aparece en los medios de comunicación, donde
todas las imágenes van en la misma línea: el vencedor es el que tiene
mucho músculo, el que da más puñetazos, el que mata a más gente, y
además, el que se lleva a la mejor chica y tiene el coche más potente. Ese
es al que todos acaban envidiando y al que se quieren parecer".
Según el Plan Nacional
sobre Drogas, el primer contacto con la droga se sitúa alrededor de los 14
años.
Paralelamente surge un hecho que se está produciendo cada
vez con más frecuencia. Se trata de padres que se sienten desbordados por
sus hijos y acuden a Instituciones públicas para que se hagan cargo de
ellos, porque la situación en casa se ha hecho insostenible. Niños
agresivos que amenazan a sus padres e incluso se atreven a echarles de casa;
se niegan a estudiar; se escapan del domicilio familiar; exigen dinero o
simplemente lo roban; no admiten ningún tipo de disciplina ni prohibición
o actúan bajo engaños y mentiras. Ana ha sido recogida por la policía y
devuelta a su casa en tres ocasiones cuando intentaba vender su cuerpo.
Tiene catorce años, aunque aparenta más edad. Lo hace por dinero
"para conseguir unas pelas extra" y poder disfrutar a tope con una
extraña pandilla que no cuenta con la aprobación de sus padres. "A mi
no me rilan este tipo de situaciones, me dan mal rollo
-comenta Ana-. Van de preocupaos y lo único que desean es meterme en
algún trullo para perderme de vista. Me gustaría ser mayor de edad
para hacer lo que me dé la gana y no dar explicaciones". Ana pertenece
a una familia madrileña de clase media. Sus padres están intentando
ingresarla por todos los medios, en algún sitio "donde la hagan entrar
en razón".
Está demostrado que muchos de estos cachorros acaban sin darse cuenta, en
las redes de la delincuencia callejera. Una delincuencia que en estos
momentos se ha convertido en interclasista, pero que según fuentes
policiales, no ha aumentado sus cifras en los últimos tiempos. Angel Yuste,
director general de Instituciones Penitenciarias intenta tranquilizar la
situación con una pregunta: "¿Es que ya no recordamos en este país
que el periódico más leído era El Caso? Con las cifras encima de
la mesa, Yuste demuestra que España cuenta con el índice de criminalidad
más bajo en comparación con los países vecinos. Vicente Garrido, profesor
en la Universidad de Valencia no quiere restar importancia a estos sucesos
de violencia juvenil. En su libro "El psicópata" asegura que sí
debemos preocuparnos por estos casos de violencia psicopática o sádica
porque están demostrando que algo ha cambiado en nuestra sociedad. Algo a
lo que debemos de enfrentarnos. "Hace mucho tiempo -argumenta el
profesor Garrido- que la estructura familiar perdió su capacidad de
socializar, de establecer patrones sociales de comportamiento en los niños.
Por encima de la ideología de cada uno, lo cierto es que la familia es el
agente socializador por excelencia. Y, por el momento, no hemos encontrado
nada que lo sustituya". Cuestión con la que están de acuerdo los
sociólogos que estudian estos hechos. Aseguran que lo que está en
entredicho es la forma de educar, la relación padre-hijo y afirman que el
futuro que tenemos por delante exige otro tipo de actitudes. "Las
normas -comenta una mediadora familiar- no suponen ni autoritarismo ni
imposición, sino una especie de regla de juego. A cada relación le
corresponderá un determinado grado de mutua tolerancia, que se establece a
partir de la negociación de las partes. Aquí quienes lo va a tener más
difícil van a ser los padres".
La tercera
parte de las enfermedades psiquiátricas del adulto comienzan a gestarse en
la adolescencia.
Luis, 19 años. Consumidor de éxtasis y LSD desde los 14.
Tiene una paga semanal de doce mil pesetas y libertad de horario los fines
de semana. Su pasión: música a todo volumen. Dispone de un flamante coche
desde que tuvo edad para conducir. Su padre le puso sólo una condición:
"puedes hacer lo que te dé la gana siempre y cuando traigas todo
aprobado". Acabó mandando a paseo sus estudios y pensando sólo en el
fin de semana. Las broncas crecían en casa y terminó marchándose. Le
encontraron en el banco de un parque inconsciente. Actualmente participa en
un programa de rehabilitación de toxicómanos.
María empezó con los porros en la escuela a los trece años. Al principio
gastaba mil o dos mil pelas. Ahora su adicción al cannabis le obliga a
reunir unas ocho mil para coger el punto. Llegó a robar a sus propios
compañeros de clase y fue expulsada del colegio donde estudiaba. Sus padres
no saben qué hacer con ella. Dicen que está mal de la cabeza e insisten en
que visite a un psiquiatra. Le han puesto un ultimátum: o lo deja o se
marcha de casa. María confiesa que le ha sorprendido esta preocupación tan
repentina. "Mis padres han pasado mucho de mí, no porque trabajasen,
sino simplemente porque siempre me han ignorado. Han estado demasiado
preocupados discutiendo entre ellos".
El consumo abusivo de cannabis puede provocar trastornos psiquiátricos en
personas predispuestas. La cocaína causa problemas coronarios o incluso
muerte por accidentes cardiovasculares. Las drogas sintéticas en
experimentos con animales, han mostrado que producen lesiones cerebrales. Y
el consumo de anfetaminas, tan de moda entre los más jóvenes, puede
desencadenar alteraciones psiquiátricas graves.
La familia,
la educación, las relaciones, la comunicación... Cuestiones básicas de la
vida del adolescente que la mayoría de las veces no superan un sencillo examen.
Según un estudio del Plan Nacional sobre Drogas, realizado
sobre la población escolar, el primer contacto con la droga se sitúa
alrededor de los 14 años. Aunque fuentes policiales reduzcan a meras
anécdotas el tráfico de droga en los colegios e institutos, fuentes
médicas aseguran que el problema empieza en muchas ocasiones ahí, a juzgar
por los casos que llegan a sus consultas. Creen que los datos no salen a la
luz para no estigmatizar a los centros o no enfrentarse con el problema. El
profesor José Antonio Marina aporta una clave importante: "Las drogas
no son el problema, sino la mala solución a un problema".
Estamos hablando de la mente de los adolescentes. Jóvenes que se encuentran
ante una de las etapas más confusas del ser humano, donde se juntan cambios
hormonales, corporales y mentales con los sueños, las utopías, la personal
visión del mundo, el rechazo a lo impuesto y a los valores caducos. Un
período demasiado largo si tenemos en cuenta que en la actualidad los
jóvenes se independizan a una edad más tardía. Y conflictivo, porque
muchas veces coincide con crisis de los padres y la obligada revisión de
bases que éstos habían establecido hasta el momento como básicas: la
familia, la educación, las relaciones, la comunicación. Cuestiones que una
vez puestas a prueba, la mayoría de las veces no superan el examen. ¿El
resultado? Una auténtica bomba de relojería. La doctora Mardomingo,
asegura que "del 10 al 22% de los niños y jóvenes menores de 18
años, sufre en algún momento de su vida un problema psiquiátrico y la
tercera parte de las enfermedades psiquiátricas del adulto, comienza a
estas edades". ¿Este problema lo viven sólo los jóvenes?
Para más información: Psicopatología
infantil, de Thomas H. Ollendick y Michael Hersen. Las
semillas de la violencia de Luis Rojas Marcos. Estrés en la
infancia de Mª Victoria Trianes. http://diariomedico.recoletos.es
http://www.mir.es/pnd (Plan Nacional sobre Drogas) |
FORMAR LA
GENERACION DEL FUTURO
Un
grupo de mediadores familiares de UNAF (Asociaciones Familiares), tienen
claro por dónde empezarían: por los padres. La directora general de la
Familia en Galicia, Teresa Rey dice que "los padres necesitan un
manual de instrucciones. Si leemos las instrucciones de la lavadora,
habría que hacer algo parecido cuando tenemos un niño". Estamos
inmersos en una sociedad democratizada, pero hacen falta normas claras
de conducta, de valores. "Los padres deben de recuperar el rol
directivo -continúa Rey-, pero en el seno de una estructura
democrática". Negociar, no prohibir. Explicar, no imponer. Por
otro lado hay que apoyarle e incentivar su imaginación y fantasía.
"Penetrar en el mundo de los juegos compartidos -apunta Javier Urra-,
los cuentos, todo aquello que estimule su creatividad y le ayude a
soñar. El contacto con la naturaleza, ver un programa de televisión,
practicar juntos un deporte, elegir un juguete o terminar de leer un
libro hasta la última página, son actividades en las que juntos
-padres e hijos- podemos participar. Educarles en la tolerancia, con
curiosidad hacia otras culturas, amor hacia los animales, gusto por la
música, sensibilidad y respeto hacia los demás, son facetas que más
tarde le ayudarán a ser crítico y capaz de interpretar lo que ve.
Presentarles un mundo diverso, lleno de matices, le permitirá mantener
abierta su mente y su espíritu". Los expertos coinciden en
señalar que desde el primer instante de vida, si las necesidades
biológicas y emocionales están satisfechas, el niño empieza a
desarrollar la seguridad y confianza en sí mismo. Un entorno hogareño,
escolar y social saludable, le estimulará la autoestima, la necesidad
de coordinarse con el grupo, realizar juegos en equipo, desarrollará la
solidaridad, justicia, etc. Si por el contrario está sometido a una
situación de abandono, el niño puede sentirse desmoralizado, impotente
y el mundo que le rodea puede llegar a ser su peor enemigo. Rojas Marcos
asegura que "todos los seres humanos nacemos con las simientes de
la bondad, la racionalidad, la tolerancia, la compasión y la
generosidad, pero todos también venimos al mundo con las semillas del
disparate, del odio, la xenofobia, la agresión y la crueldad.
Dependiendo de la calidad del medio, estos granos pueden mantenerse
latentes o germinar con fuerza, pueden morir o florecer. El amor
engendra más amor y la violencia engendra más violencia". |
FUSION OPINA
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Alguien dijo alguna vez
que educar a un hijo era como sostener en la mano una pastilla de jabón
mojada: si aprietas mucho se escurre, pero si no ejerces la presión
suficiente se te resbala de las manos. Educar a los niños y a los
adolescentes supone una mezcla de muchos ingredientes: tolerancia,
diálogo, firmeza, flexibilidad, muchísimo cariño... Y sobre todo
comunicación, toneladas de comunicación. Que esté aumentando el número
de niños y los jóvenes de nuestro país que tienen problemas mentales,
desde los más leves hasta los que acaban en la página de sucesos de los
periódicos, quiere decir que no están recibiendo el alimento correcto.
La enfermedad no empieza en ellos, sino antes, y ahí es donde hay que
buscar las causas.
Ellos, que están aún sin construir, son los más sensibles a los
desequilibrios que puedan percibir tanto en su entorno familiar más
cercano como en la sociedad. Todos los padres podrían aprovechar el
momento para hacerse un examen y revisar las bases de la relación que
establecen con sus hijos, si les están enseñando a discernir entre lo
que les ayuda y lo que les perjudica, lo que necesitan y lo que les sobra,
lo que les atrapa o lo que les conduce a ser cada vez más dueños de sí.
Claro que habría que preguntarse primero si los padres tienen capacidad
para esto, si están preparados, si no son ellos mismos el principio de lo
que luego se manifiesta, de diferentes formas, en sus hijos.
Paralelamente, la sociedad, todos nosotros, deberíamos analizar con qué
alimentamos a las nuevas generaciones, qué valores les estamos
inculcando, qué metas, qué oportunidades, y sobre todo, qué futuro les
estamos ofreciendo. |
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