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CONTRA CORRIENTE

GUSTAVO BUENO
Texto: Elena F. Vispo /  Fotos: José M. López 

Gustavo Bueno

Tiene ideas propias y las argumenta sin vacilar. Gustavo Bueno es un filósofo innovador y arriesgado, y no hay tema que se le ponga por delante ante el que se acobarde. Aún cuando, como ocurre muchas veces, eso le suponga ir contra corriente.

 

 

 

 

 

"No sabemos qué es el hombre y por tanto no se pueden dar los derechos humanos como si estuvieran escritos con letras mayúsculas en el cielo y la tierra".

 

 

 

 

"Si no se aplican los derechos humanos no es por negligencia o mala voluntad, sino porque no se puede: no se pueden aplicar porque son abstractos".

 

 

 

 

"Yo no critico los derechos humanos, sino el uso ideológico que se hace de ellos, que es distinto".

 


Hablar con el profesor Bueno es sencillo y complicado. Lo primero porque es cercano en el trato, un caballero al estilo de la vieja escuela. Lo segundo precisamente por eso: porque cada dos minutos se le acerca alguien. De cada esquina sale un admirador, un antiguo alumno -tantos años dando clase en la universidad de Oviedo-, alguien que quiere saludarle, estrecharle la mano, sacarle una foto. Y Gustavo Bueno sonríe a cada uno, se para y se interesa por su vida, la salud, el trabajo, la familia...
Sin embargo, este hombre es el mismo que a sus 75 años es más que capaz de levantar la polémica allá donde abre la boca. Admirado y criticado por igual, se ha atrevido a dar una visión atípica de uno de los temas más en boga en estos tiempos: los derechos humanos.

-Los derechos humanos están en boca de todos, pero usted mantiene una postura crítica al respecto. ¿En qué sentido?
-Yo no es que cuestione los derechos humanos, porque alguna vez que he hablado de esto se ha puesto al revés lo que quería decir y he recibido unos reproches terribles, como es natural. Yo no critico los derechos humanos, sino el uso ideológico que se hace de ellos, que es distinto.
La posición mía viene a ser un análogo de la que mantenía Marx ante la proclamación de los derechos humanos de la Revolución Francesa. Lo que más le reprochaba era haber ofrecido una serie de ideales bajo la rúbrica de "libertad, igualdad y fraternidad", que para Marx era igual a "infantería, artillería y caballería". Marx tiene la teoría de que los derechos humanos fueron una fórmula que la burguesía en ascenso encontró para conceder la libertad al ciudadano y a los individuos con respecto al antiguo régimen, con objeto de que pudieran libremente vender su fuerza de trabajo. Y eso dio lugar a un período de explotación todavía más duro que la época del antiguo régimen. Es decir, que bajo denominaciones muy sublimes se escondían una serie de intereses. Dicho rápidamente, les dejaban libres para morirse de hambre.

-¿Y cuál es la aplicación actual de ese argumento?
-Naturalmente la crítica mía no va en este sentido, porque han pasado ciento cincuenta años desde el asunto. Pero sí tiene una analogía en el sentido de que los derechos humanos del 48 fueron establecidos después de la Segunda Guerra Mundial. Se redactaron esos famosos treinta artículos un poco para ponerse de acuerdo los estados vencedores, pero no fueron suscritos por la Unión Soviética. De manera que la cosa seguía igual, porque la Unión Soviética y en general los países comunistas consideraron que estos derechos humanos eran algo contra ellos; y algunos lo eran, efectivamente. Aunque como ahora ya ha caído, se puede hablar de otra manera.

Como buen filósofo, Gustavo Bueno juega con varios argumentos a la vez. Y éste es el momento que escoge para aclarar la distinción entre ética y moral, distinción que él tiene muy en cuenta. La ética, explica, tiene que ver con el individuo mientras que la moral se refiere al grupo: la banda, la horda, la familia, la nación, el estado, el ciudadano, "porque en los derechos del hombre y el ciudadano, el ciudadano es el estado". Bajo este prisma se enmarca la crítica más feroz a los derechos humanos.

-La crítica que yo hago a esta declaración de principios es en primer lugar que está todo centrado en el individuo. Los derechos humanos son de carácter ético, están polarizados en torno al individuo, y claro, esta ideología va acompañada de que muchos suponen que con los derechos humanos ya tenemos las claves para la solución de los problemas. Que si se cumpliesen los derechos humanos todo estaría arreglado. Entonces se utilizan como una exculpación, como "ya hemos dicho cuál es el arreglo, si no lo queréis aplicar, esto es lo que ocurre".
Pues yo sostengo que si no se aplican los derechos humanos no es por negligencia o mala voluntad, sino porque no se puede: no se pueden aplicar porque son abstractos. Porque el individuo humano es una abstracción, no existe más que como ciudadano en una nación. Entonces los derechos de esa nación, derechos morales y políticos, tienen unas leyes que en cierto modo están en conflicto con los derechos humanos. Por consiguiente, los problemas que tiene la humanidad son tanto o más políticos que los derechos humanos. Dicho rápidamente, que no arreglamos el mundo llevando unos kilos de leche en polvo a Mozambique -que hay que llevarlos, claro, y yo soy el primero que se apunta-. Pero el problema de Mozambique no se arregla con derechos humanos, se arregla con derechos políticos.

Este asturiano de adopción salpica su discurso con citas variadas. Una de sus favoritas, la que redondea su argumento, es la frase de Terencio "homo sum et nihil humani alienum puto" -hombre soy y nada de lo humano me es ajeno-, "que es un poco el emblema que tantas veces se cita para los derechos humanos. Pero lo que esta frase contiene son cosas terribles". Y de ahí salta a una frase anti-Terencio, "homo sum et multa humani aliena puto" -soy hombre y muchas cosas de los hombres me son ajenas-. "Claro, esta frase también es tremenda".

-¿Es una cuestión de humanización, entonces?
-No, yo eso no sé lo qué es, porque los derechos humanos no tienen un campo definido. Sobre todo con el famoso proyecto pro-simio, que han lanzado ahora, en donde quieren que los derechos humanos se extiendan a los chimpancés, gorilas y orangutanes, pues a ver dónde estamos.
¿Qué quiere decir humanización, entonces? Lo que no sabemos es qué es el hombre. El hombre está haciéndose, y por tanto no se pueden dar los derechos humanos como si estuvieran escritos con letras mayúsculas en el cielo y en la tierra. A mi juicio es todo un mito, empezando por la propia declaración. Artículo primero: "todos los hombres nacen iguales, libres y tal". Eso es mentira, todos los hombres nacen desiguales. Empezando por el primer artículo, ya no hay por donde agarrarlo.

-¿El hombre es entonces un ser en proceso de construcción?
-Hombre, claro, sí, sí. Hay ciertas cosas construidas pero está todo por ver. Y además la humanidad, los 6.000 millones que somos, estamos repartidos en sociedades distintas, opuestas, contrapuestas. Hoy día hablamos de globalización, sí, pero la globalización está pagada por Estados Unidos, que es el imperio. Estados Unidos es quien globaliza, los demás nos limitamos a ver la televisión. 

Gustavo Bueno participó en las Jornadas sobre los Derechos Humanos en el Instituto Padre Isla de León.

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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