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Foto: (c) Stan Grossfeld/Boston Globe

Shu'Aib Abdul Latif, un adolescente desarmado de 17 años fue abatido a tiros por la policía de Nueva York en enero de 1994. La policía defiende que fue un disparo accidental durante un enfrentamiento con un oficial de policía armado. Sin embargo esta versión contradice otras evidencias. Los informes del forense no han sido puestos a disposición de la familia de Latif.


BRUTALIDAD POLICIAL EN ESTADOS UNIDOS:

justicia callejera protegida por el código de silencio.

La muerte en Nueva York de un inmigrante guineano asesinado a balazos por policías que le confundieron con un sospechoso, o el fallecimiento de una parapléjica negra de 19 años de edad, acribillada por la policía mientras aparentemente dormía en su coche en una gasolinera de Riverside, California, no son hechos aislados.
Texto y fotos: A.I.

Varias organizaciones de derechos humanos han denunciado durante los últimos años el incremento de la violencia policial en Estados Unidos, a la par que las autoridades fomentaban planes más enérgicos contra la delincuencia, planes que parecen haber servido de inspiración para la reforma que la policía española ha empezado a ensayar en seis ciudades.
Cuatro agentes participaron en el asesinato de Tyisha Miller, a la que dispararon dentro de su coche adaptado, que tenía una rueda reventada, porque creyeron que empuñaba una pistola. Otras fuentes indican que la muchacha estaba inconsciente dentro del coche, con la calefacción puesta. Hechos similares, en los que la policía ha recurrido a la fuerza letal contra miembros de minorías étnicas en circunstancias en las que todo indica que no había motivo, se repiten cada año a lo largo del país.
Por ejemplo, Willian J. Whitfield, de raza negra, fue abatido a tiros por la policía de Nueva York en un supermercado el 25 de diciembre de 1997: la policía confundió sus llaves con una pistola.

Gary Cauger fue liberado del corredor de la muerte tras recurrir su condena. Más de 70 personas han sido erróneamente condenadas y sentenciadas a muerte antes de ser finalmente absueltas. Algunos han estado muy cerca de la ejecución. Nadie sabe cuántos hombres y mujeres inocentes han sido enviados a la muerte.

 

 

 

 

17.000 cuerpos de policía

La "justicia callejera" y el "código del silencio" que la protege se ha convertido en una acusación recurrente contra los agentes de los más de 17.000 cuerpos de policía que teóricamente protegen a los ciudadanos de Estados Unidos, como ha señalado un reciente estudio publicado por Amnistía Internacional el pasado octubre, o anteriormente otros informes difundidos por Human Rights Wacth u organizaciones locales.
No existen estadísticas nacionales fiables sobre este tipo de abusos, porque no existe un órgano nacional encargado de supervisar el uso de la fuerza por parte de la policía. No obstante, los indicios sugieren que la brutalidad policial constituye un problema generalizado y persistente en muchas zonas, especialmente las grandes ciudades con importantes grupos minoritarios que habitan en los barrios urbanos deprimidos.
La inmensa mayoría de las denuncias se refieren a palizas propinadas por la policía durante detenciones, registros, controles de tráfico o incidentes callejeros. En ocasiones, los agentes han recurrido a la "justicia callejera" y han golpeado a sospechosos que ya se encontraban inmovilizados. En algunos casos, esas palizas han venido acompañadas del uso de pistolas paralizantes y de pulverizadores de pimienta.

Persecuciones automovilísticas

Las cinematográficas persecuciones automovilísticas parecen ser uno de los mejores cauces para la violencia: según un informe publicado en 1996 por la Unión Estadounidense para la Defensa de las Libertades Civiles en el sur de California, más de un 40 por ciento de las lesiones y las muertes de presuntos delincuentes tuvieron lugar después de una persecución automovilística o cuando los agentes dispararon contra un vehículo, sin que existiera motivo suficiente para sospechar que sus ocupantes estaban armados.
Una prueba de la extensión del problema es que cada año se pagan millones de dólares en concepto de indemnización a presuntas víctimas de abusos policiales, y que los diversos departamentos de policía se han visto obligados a crear órganos de supervisión: de 13 en 1980 se pasó a 94 en junio de 1998, aunque en muchos casos carecen de recursos y competencias suficientes.

Manifestación en EEUU. Muchos casos de abusos policiales sólo salen a la luz gracias al trabajo incansable de los activistas pro derechos humanos, abogados de derechos civiles y parientes de las víctimas.

 

 

 

 

Sin castigo

Otra fuente de denuncias se relaciona con el uso lesivo de técnicas más o menos modernas. Muchos presuntos delincuentes bajo custodia policial han muerto al ser inmovilizados boca abajo, en la mayoría de los casos cuando les habían atado los pies y las manos juntos. Algunos departamentos de policía, como los de Los Angeles o Nueva York, han prohibido esta última técnica, pero otros siguen utilizándola. En Los Angeles la prohibición no entró en vigor hasta 1997, y cuando lo hizo fue a consecuencia de una demanda civil, a pesar de que desde mediados de los años ochenta esta técnica había causado decenas de muertes.
Al menos 3000 departamentos de policía utilizan pulverizadores de pimienta, a pesar de la preocupación cada vez mayor respecto a los peligros que entrañan. También se han utilizado armas de electrochoque como las pistolas paralizantes para incapacitar a presuntos delicuentes mediante descargas de alto voltaje.
Los agentes de policía rara vez son procesados con éxito por un caso de brutalidad. De las miles de denuncias presentadas cada año ante el Departamento de Justicia, muy pocas terminan con el procesamiento de un agente.
Las pruebas en los juicios penales son muy importantes y en estos casos, muchas veces sólo se cuenta con la palabra de la víctima contra la del agente acusado. Además, los grupos de defensa de los derechos civiles han puesto en duda la imparcialidad de las investigaciones penales, y han declarado que los fiscales locales dependen demasiado de la policía en otro tipo de causas como para mostrarse enérgicos cuando son los policías los imputados.
Uno de los obstáculos principales con los que se encuentran las acciones tanto penales como disciplinarias es el "código de silencio", según el cual los agentes de policía no se incriminan unos a otros.

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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