El humor gráfico de
Migote puede decirse que ha creado escuela y estilo propio. Expresa las cosas más crudas
y tremendas, pero cuidando de no caer en la exageración. Muestra la otra cara de nuestra
sociedad con sus incongruencias y frustraciones, y nos enseña a dejar abierta la puerta
de la sonrisa para superar nuestras carencias.
"La
libertad para mí es la palabra sagrada, una de las dos o tres cosas por las que puede uno
dar la vida"
"En este siglo que hemos tenido la suerte
de vivir, han pasado más cosas que en toda la historia de la humanidad"
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Hoy día no queda periódico o revista que no tenga su propio chistógrafo, y que
comente la actualidad desde la mirada inteligente del humor gráfico. Mingote, a secas, es
conocido y reconocido, no sólo en nuetro país, sino también fuera de nuestras
fronteras. Recientemente el Ministerio de Cultura y de Asuntos Exteriores le concedió el
Premio Quevedo, premio que pretende ser como el Cervantes del humor gráfico.-¿Crees
que la vida es realmente una gran viñeta?
-Creo que hay que ser crítico y tener suficiente claridad y juicio para
entender lo que uno hace bien y lo que uno hace mal, no solamente me refiero a la obra de
uno sino también a la conducta.
-A la hora de hacer una viñeta y ante el papel en blanco ¿qué es lo
primero que te viene?
-No hay un mecanismo fijo, ni un método, ni nada. Algunas veces me pongo a
dibujar sin saber lo que voy a hacer y sale una cosa, otras veces es al revés. Esto de la
creación es muy misterioso, tan misterioso es inventar un buen poema como un chiste.
Nunca se sabe cómo sale.
-¿Tú crees que un humorista gráfico nace con esa predisposición o se
puede cultivar a lo largo de la vida?
-Supongo que hay una cierta predisposición al humor, en mi caso al humor y
al dibujo, porque son las dos cosas. Supongo que hay una inclinación, y que naturalmente
eso se cultiva, se aprende.
-De tus viñetas ¿hay alguna que te haya causado problemas?
-Durante el franquismo tres o cuatro dibujos me causaron algunos disgustos,
uno de ellos me llevó al Tribunal de Orden Público, por otros me hicieron expedientes. Y
ahora en la democracia, uno de ellos me enfrentó con el gobierno vasco que me procesó.
Pero en general mis viñetas no me han causado muchos disgustos.
-Entre el humorista gráfico de hoy y el
de ayer, ¿qué ha cambiado?
-Pues ha cambiado, la libertad. Curiosamente ahora los dibujantes gráficos tienen
menos libertad que antes. Quiero decir que tanto Máximo, como Forges, como yo, hacemos lo
que nos da la gana, luego, eso se publica o no. Pero los dibujantes de ahora siguen las
consignas del director o de los redactores, y de repente todos los dibujantes coinciden en
un mismo tema, que suele ser el tema del día. Por todo eso, creo que antes éramos más
libres. Máximo contaba el caso de un dibujante francés, que hace incluso varios bocetos
de los que el director elige uno, y luego, sobre ese, el director vuelve a seleccionar una
y otra vez. Afortunadamente nosotros no estamos en ese plano.
-Realizaste una exposición bajo el título "Mingote fin de
siglo", ¿cómo resumirías este fin de siglo?
-En este siglo que hemos tenido la suerte de vivir han pasado más cosas que
en toda la historia de la humanidad. No ha habido un siglo en el que se haya modificado el
mundo tanto, como se ha hecho en este. Todo ha cambiado de una manera que a veces me
encuentro como un superviviente. Tengo la sensación de que soy un tipo raro de otro
mundo, que vive ahora con unas costumbres y unos mecanismos distintos a los que yo conozco
y he vivido siempre. Es el siglo donde se ha revolucionado la pintura, la literatura, el
teatro, ha salido el cine... Es un siglo maravilloso, pero horrible a la vez, porque han
sucedido cosas espantosas, guerras tremendas, catástrofes, etc.
-...y nombrabas una palabra, libertad.
-Bueno, para mí es la palabra sagrada, es una de las dos o tres cosas por
las que puede uno dar la vida. La libertad es maravillosa, es esencial.
-¿Te sientes libre?
-Sí, por supuesto, y siempre me he sentido libre porque sino hubiera sido
muy desgraciado.
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